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La economía solidaria florece en Brasil

Por brasilcomn
08/08/14 12:51

POR LUNA GÁMEZ Y JOSÉ ANTONIO BAUTISTA, DE RÍO DE JANEIRO

Mayara tiene 53 años, es costurera por cuenta propia y vive en la favela del Preventorio, situada en la ciudad de Niterói, frente a la capital carioca. Ninguno de sus intentos de abrir una cuenta bancaria sirvió ya que no tiene domicilio registrado, ni salario, ni declaración de la renta.

En enero de este año, Mayara abrió por fin una cuenta a través del Banco Preventorio, un banco comunitario con moneda propia que surgió en el estado de Río de Janeiro. “Se acabó lo de esperar de pie durante horas para pagar el recibo de la luz y el agua”, comenta esta vecina.

El 41,9% de los brasileños mayores de edad, es decir, 55 millones de adultos, no pueden acceder a los servicios bancarios en Brasil, según los datos de 2013 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

Esta población mueve cada año una cantidad de dinero equivalente al PIB de países como Singapur o Chile (aproximadamente 340 millones de dólares según los datos de 2013 del Banco Mundial). Por si fuera poco, el Banco Central de Brasil estima que 1900 municipios del país todavía no disponen de una sucursal bancaria física.

Este país es testigo del auge de numerosos programas de economía solidaria que están surgiendo por y para la comunidad en un escenario de desigualdades y exclusión.

Brasil es uno de los países con mayor brecha social de América Latina, que a su vez es la región más desigual del mundo, según datos de 2012 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

A partir del desinterés por parte de los bancos de acercar sus servicios a los brasileños de menor renta, diversas comunidades están tomando las riendas para reactivar la economía local y aliviar la disparidad de ingresos.

Para entender el auge de estas iniciativas en el gigante latinoamericano hay que remontarse a 1998, el año en que nació el principal referente de la banca comunitaria en Brasil: el Banco Palmas. “La pobreza no es una sentencia”, sostiene Joaquim de Melo Neto, fundador del banco y actual director de la Red Brasileña de Bancos Comunitarios.

Impulsada por los vecinos de Palmeiras, el barrio con menor renta per cápita de Fortaleza (la capital del estado de Ceará y la segunda ciudad más desigual de Brasil), hoy en día esta institución ofrece programas de capacitación, microcréditos y microseguros, entre otros servicios, a más de 100.000 ciudadanos.

Al mismo tiempo, el Banco Palmas otorga asesoramiento a los 104 bancos comunitarios con moneda social que hay en la geografía brasileña.

Francisco Silva ofrece descuentos para quienes pagan con prevês en su bar con vistas a Río de Janeiro. Fotografía: José Bautista

Francisco Silva ofrece descuentos para quienes pagan con prevês en su bar con vistas a Río de Janeiro. Fotografía: José Bautista

“No existe territorio pobre y sí territorio que se empobrece; si no reviertes en tu comunidad, el de fuera tampoco lo hará”, puntualiza Asier Ansorena, asesor de crédito del Banco Palmas, mientras nos desgrana el funcionamiento de esta entidad.

Según este joven economista, los microcréditos juegan un papel importante para que las monedas sociales cumplan su objetivo: fortalecer la economía local.

A través del Banco Palmas, la comunidad tiene la posibilidad de acceder a préstamos -tanto en reales brasileños como en palmas, la moneda social de la comunidad- que oscilan entre los 250 y los 6000 dólares y cuentan con unos intereses variables según el monto del microcrédito.

Siguiendo el ejemplo de los habitantes de Palmeiras, cada vez más comunidades y municipios de Brasil toman un papel activo en la transformación social y deciden crear su propio banco para impulsar la economía local, combatir la desigualdad y generar más oportunidades entre los moradores.

Un ejemplo representativo de este tipo de iniciativas es el Banco Comunitario do Preventorio, que recibe su nombre de la favela que lo vio nacer en la ciudad fluminense de Niterói.

Este proyecto de economía solidaria surgió en 2011 a raíz del empobrecimiento y escasez de oportunidades entre los habitantes de la favela. Su consolidación fue posible gracias a la Incubadora de Economía Solidaria de la Universidad Federal Fluminense y el apoyo del Banco Palmas.

“El Banco Preventorio necesita divulgación para obtener nuevos recursos y dar continuidad al desarrollo local”, puntualiza Barbara França, socióloga y directora de la incubadora académica que contribuyó para la fundación de este banco.

Por la favela del Preventorio circulan los prevês, la moneda social con la que se puede comprar en varios establecimientos y obtener descuentos.

El Banco Preventorio funciona como sucursal del Caixa Federal, banco público brasileño, lo que por primera vez permite a los habitantes de esta favela realizar el pago de facturas, abrir cuentas bancarias o retirar dinero en efectivo.

Muestra de diferentes billetes de la moneda social prevês en un establecimiento de la favela del Preventorio. Fotografía: Luna Gámez

Muestra de diferentes billetes de la moneda social prevês en un establecimiento de la favela del Preventorio. Fotografía: Luna Gámez

María das Graças Nunes, actual presidenta del banco, hace suyas las palabras de Joaquim Melo para afirmar que “el banco tiene que fundarse en la confianza”.

A través del Banco do Preventorio la comunidad recibe cursos de capacitación y accede a pequeños préstamos sin intereses de entre 20 y 40 dólares en forma de prevês.

Tanto María das Graças como el resto de trabajadoras del banco alegan que la dificultad para encontrar fondos les impide tener más alcance y otorgar mayores créditos.

“Este proyecto no solo ayuda a la economía del barrio, sino que fortalece los lazos de solidaridad y da vida a nuevas ideas, como nuestro primer periódico y nuestra banda de música” declara María.

Proyectos similares y con estrategias diversas hacen de Brasil un terreno fértil para el desarrollo de la economía solidaria a través de ideas innovadoras. En Maricá, una ciudad de 139.500 habitantes a 70 km de Río de Janeiro, circula desde enero de este año la primera moneda social electrónica del país: la mumbuca.

El ayuntamiento decidió abordar esta idea tras una investigación que reveló que 13.000 familias maricaenses vivían con menos de un salario mínimo, es decir, menos de 724 reales (300 dólares) al mes, y más del 70% de ellas poseía una renta mensual inferior a tres salarios mínimos.

La mumbuca es una moneda social electrónica en forma de tarjeta bancaria que el ayuntamiento distribuye entre los residentes del municipio con una renta mensual inferior al salario mínimo.

La administración del programa corresponde al Banco Palmas y el 90% de los fondos repartidos por el municipio provienen de las regalías obtenidas por las explotaciones petrolíferas cercanas a Maricá.

“Distribuir las regalías es importante ya que fomenta el desarrollo local y la redistribución de renta”, afirma Miguel de Moraes, secretario de Derechos Humanos del Ayuntamiento de Maricá y responsable del programa.

Al cumplirse seis meses desde su creación, los más de 7.000 vecinos de Maricá en posesión de esta tarjeta reciben cada mes 85 mumbucas, equivalentes a 85 reales (en torno a 40 dólares) que les permiten adquirir bienes de primera necesidad en 120 comercios de la ciudad, desde farmacias hasta supermercados y tiendas de construcción.

María de Lourdes sale del supermercado tras su primera compra con la moneda electrónica mumbuca. Fotografía: Luna Gámez

María de Lourdes sale del supermercado tras su primera compra con la moneda electrónica mumbuca. Fotografía: Luna Gámez

María de Lourdes trabaja a sus 67 años como limpiadora en un mercado y cobra el salario mínimo. “Estoy feliz con este programa porque estamos pasando por tiempos difíciles”, comenta la mujer tras realizar su primera compra en mumbucas.

Su sueldo y una pequeña pensión de viudedad son los únicos ingresos en su hogar, donde convive con un hijo con discapacidad, una nieta y un bisnieto. “[Antes] mucha gente llegaba con la receta médica y cuando veía los precios se iba sin comprar los medicamentos”, detalla Flavio Carvalho, gerente en una farmacia de Maricá que acepta el pago con mumbucas.

Para 2016 el ayuntamiento espera tener más de 10.000 establecimientos adheridos a este programa y estima que el monto de transacciones en mumbucas alcanzarán los seis millones de reales al año (2,7 millones de dólares).

Brasil ya cuenta con 104 bancos comunitarios con moneda social propia unidos a través de la Red Brasileña de Bancos Comunitarios. La economía solidaría en el país incluye proyectos tan variados como el Banco Comunitario Indígena Tremembé, del estado de Ceará, el amazónico Banco Tupinambá o el Banco dos Cocais en el estado de Piauí.

Además, el pasado mes de mayo la Cámara de Diputados brasileña aprobó un proyecto de ley para que las organizaciones de este tipo tengan acceso a políticas públicas y fuentes de financiamiento.

Actualmente, un número creciente de brasileños, organizados en redes locales de actuación solidaria, enfrentan el obstáculo de la exclusión del sistema bancario oficial y de su empobrecimiento.

El primer proyecto de moneda social que se conoce fue el “Wir” (“nosotros” en alemán), creado en Suiza hace 80 años. En 2013 la circulación de esta moneda representó el 1% del PIB de Suiza.

Partiendo de la estadística  macroeconómica de la CEPAL de 2012, si los 55 millones de brasileños excluidos del sistema financiero formaran parte de un banco comunitario, las transacciones en monedas sociales representarían el 14,5% del PIB del gigante emergente.

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Comentários

  1. concepcion orruma comentou em 09/08/14 at 12:11 pm

    Emociona conocer proyectos de ayuda comunitaria,que permiten ,que lugares donde no llegaba esto que no es una dádiva,sino una forma de dar dignidad a quien trabaja y neceesita complementar sus medios de vida.abrazos.

  2. deborah comentou em 20/08/14 at 4:36 pm

    Mumbuca? lo que es mumbuca?

    • brasilcomn comentou em 21/08/14 at 4:01 pm

      Deborah, el texto lo dice bien claro, la mumbuca es la primera moneda social electrónica del país. Saludos.

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