Brasil con Ñsequía – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 La dictadura de las aguas http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/27/la-dictadura-de-las-aguas/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/27/la-dictadura-de-las-aguas/#respond Fri, 27 Mar 2015 13:44:42 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1397 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ, DE RÍO DE JANEIRO

Con motivo del Día Mundial del Agua, que se celebró el domingo 22 de marzo, cabe mencionar que, en Brasil, mientras muchos sufren la carencia de este bien preciado, otros tantos ven su vida supeditada a la abundancia incontrolable de agua.

De esta forma, los vecinos del municipio amazónico de Ponta de Pedras, ubicado en la isla fluvial más grande del mundo, a unas tres o cuatro horas de barco de la ciudad de Belén, capital de Pará, viven con el ritmo impuesto de las mareas y las lluvias.

Según cuentan sus vecinos, la isla de Marajó está tan bendecida por su emplazamiento, como sometida por la dictadura de las aguas en la que se encuentra.

Estamos acostumbrados a tener paciencia, nuestro día a día depende de las aguas”, cuenta Renata, mientras hace tiempo para que suba la marea y poder sacar la canoa al río que la lleva a la ciudad a vender los camarones pescados en la madrugada.

Palafita, casas típica de la región en sitios inundabled, rodeada de desechos. Fotografía: Luna Gámez.

Región fluvial amazónica con niveles de marea baja. Fotografía: Luna Gámez.

Mientras el sudeste brasileño implementa medidas de película contra una sequía de terror para enfrentar la peor crisis hídrica a nivel nacional, el noroeste amazónico se estruja las neuronas en busca de alternativas para hacerle frente a las crecidas diarias de las aguas, que dificultan el suministro de servicios básicos de urbanismo.

Tenemos un grave problema de saneamiento básico, pero el municipio recauda pocos impuestos, hay mucha informalidad laboral y aquí, por causa del clima, las infraestructuras se deterioran muy rápido”, afirma el secretario de Obras del ayuntamiento.

El municipio ocupa un área geográfica de riesgo, si impermeabilizamos un terreno inundable, el suelo se pudre, crearíamos una falsa alfombra que desviaría las aguas y desestabilizaría el suelo”, añade.

Niños duchándose con agua del río junto a la puerta de su casa. Fotografía: Luna Gámez.

Niños duchándose con agua del río junto a la puerta de su casa. Fotografía: Luna Gámez.

La Amazonia, con un 12% de las reservas mundiales de agua dulce, es una de las regiones con mayor concentración de represas, en donde se planea la construcción de hasta 15 centrales hidroeléctricas, pese a la oposición de los ecologistas.

Paradójicamente, a pesar de la abundancia de recursos, aún muchas familias carecen de suministro de agua y electricidad y, según datos del ayuntamiento del municipio, más de la mitad de los vecinos albergan bacterias intestinales ya que consumen agua no tratada, sacada directamente del río.

En el municipio de Ponta de Pedras, un 82% de los hogares carece de sistema de agua tratada (el 20% consume agua sin ningún tipo de tratamiento, un 60% usa pastillas de cloro y otro 2% la hierve antes de consumirla), un 54% deposita sus residuos sólidos directamente en el río y el 35% de las familias vive sin suministro de energía eléctrica.

Mujer lavando ropa y vajilla en la parte trasera de su casa. Fotografía: Luna Gámez.

Mujer lavando ropa y vajilla en la parte trasera de su casa. Fotografía: Luna Gámez.

Renata, cada mañana antes de que amanezca, va recoger los tambaquis (cestas tradicionales de la región en forma de cilindro con una especie de embudo en uno de los extremos por donde entran los camarones atraídos por una papilla de coco, harina y otros ingredientes y de donde, una vez dentro, no pueden salir) que dejó atados en el río la noche anterior, con los camarones que venderá en el mercado de la ciudad.

Sus horarios de idas y vueltas siempre dependen de los ciclos de subidas y bajadas de la marea del río y de los caprichos de las precipitaciones, irregulares y abundantes en su mayoría.

Diariamente, la marea de la región de Ponta de Pedras varía de nivel: entre 0 y 4,6 metros con respecto al nivel del mar, cada seis o siete horas, con una bajamar por la mañana y otra por la noche (sujeto a variaciones climáticas y estacionales).

Este impresionante contraste de casi cinco metros en el nivel del agua determina el acceso a varias regiones, cuyas principales vías de transporte y comunicación son las fluviales.

Pero el agua no es solo un condicionante estratégico, es también una fuente de riqueza para la región. Más del 90% de la economía del Amazonas depende de los ríos.

Las fuentes de recursos de la isla, y concretamente del municipio de Ponta de Pedras, con unos 28.000 habitantes, dependen principalmente de los recursos naturales, criaderos de búfalos en tierra firme y extracción de recursos naturales como la fruta del açaí o la pesca en las áreas inundables.

Región fluvial amazónica con marea baja, Ponta de Pedras. Fotografía: Luna Gámez.

Muchos lugares sufren la carencia de un sistema de tratamiento de deshechos. Fotografía: Luna Gámez.

 En la época de lluvias -entre enero y mayo- dos tercios de la isla permanecen inundados. A pesar de los inconvenientes, los marajoaras están acostumbrados a bailar al ritmo de las aguas pero reclaman al ayuntamiento un suministro digno de servicios básicos.

Nunca llueve a gusto de todos, mientras el noroeste brasileño se desborda por gestionar la abundancia de agua, la mayoría del país sufre los efectos de la crisis de la sequía.

*Datos facilitados por el Ayuntamiento del Municipio de Ponta de Pedras.

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Medidas de película contra una sequía de terror http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/02/11/medidas-de-pelicula-contra-una-sequia-de-terror/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/02/11/medidas-de-pelicula-contra-una-sequia-de-terror/#respond Wed, 11 Feb 2015 18:23:51 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1294 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ  Y JOSÉ BAUTISTA

A Brasil se le agotan las alternativas para enfrentar la sequía, un viejo problema por estas tierras.

Aunque los brasileños, y principalmente los nordestinos -unos 50 millones habitando un extenso territorio semiárido del tamaño de Perú-, están acostumbrados a lidiar con la sequía, nunca antes las fauces de esta fiera habían acechado de forma tan desafiante la región sudeste, corazón económico de Brasil.

Se trata de la peor crisis hídrica del país en su conjunto.

El agua es fundamental para mantener las centrales hidroeléctricas que generan dos tercios de la electricidad que consumen los 204 millones de brasileños que habitan el país.

Una imagen actual del estado en que se encuentra el sistema Cantareira. FotografíaNacho Doce/Reuters

Una imagen actual del estado en que se encuentra una de las represas del sistema Cantareira. Fotografía: Nacho Doce/Reuters.

En la última década, la demanda del líquido vital en Brasil creció a un ritmo casi exponencial, consecuencia de la reducción de la pobreza, la creación de nuevos polos industriales y la consolidación de una de las mayores potencias agrícolas del planeta.

São Paulo, motor industrial y económico de Brasil, es una de las regiones más azotadas por la falta de lluvias.

Las reservas de agua del conjunto de represas del sistema Cantareira, que abastece a 8,1  millones de personas en la capital metropolitana, están al 5,7% de su capacidad.

Pronto acabará la época de lluvias y las nubes siguen sin aparecer.

La crisis hídrica lleva más de un año disparando alarmas en Brasil.

En agosto de 2014, el gobierno de São Paulo cerró el caudal del río Jaguari y desató un conflicto con Río de Janeiro y Minas Gerais en el que tuvo que intervenir la presidenta Dilma Rousseff.

Ese y otros problemas quedaron pospuestos, no resueltos, y ahora no hay mundiales de fútbol ni elecciones que releguen la sequía a la última página de los periódicos.

El gobierno brasileño le restó importancia al problema de forma sistemática hasta el pasado 23 de enero , síntoma del miedo a revivir una crisis como la de 2001, cuando las autoridades aplicaron cortes en el suministro eléctrico durante seis meses que dañaron la economía y la reputación de Brasil.

Ahora no hay tiempo para construir más represas ni nubes en el horizonte para llenarlas.

Los agricultores están preocupados, los empresarios, inversores y demás ciudadanos también.

Pero sin duda la mayor preocupación la tienen los gobernantes, o al menos eso se deduce tras ver algunas de sus medidas para paliar la sequía.

Algunos restaurantes en São Paulo adoptaron diversas estrategias para hacerle frente a la falta de agua, como llenar los tanques con agua mineral. Fotografía: Davi Ribeiro/Folhapress.

Algunos restaurantes en São Paulo adoptaron diversas estrategias para hacerle frente a la falta de agua, como llenar los tanques con agua mineral. Fotografía: Davi Ribeiro/Folhapress.

A continuación, algunas perlas que reflejan el grado de desesperación de las autoridades brasileñas:

Prohibido llevar cepillo de dientes

Mainrique, localidad de 50.000 habitantes, fue una de las primeras afectadas por la sequía en el estado de São Paulo. A fines de noviembre los más pequeños llegaron a casa con una carta del colegio en una mano y el cepillo de dientes en la otra.

A través de la misiva, las autoridades educativas comunicaron a los padres que no habría más cepillado de dientes en las 21 escuelas de Mainrique debido a la falta de agua.

“Lo encuentro absurdo (…) noto que mi hijo llega de la escuela con mal aliento”, explica Jucélia de Carvalho, madre y dependienta de una tienda de Mainrique.

La guinda del pastel: Rubens Merguizo Filho, alcalde de Mainrique, es dentista.

Sorteo popular. Premio: un pozo

En Pentecoste, en el norteño estado de Ceará, la falta de agua preocupa a las autoridades desde hace tres años.

Los agricultores y ganaderos de esta pequeña localidad acumulan grandes pérdidas por las malas cosechas y la muerte de los animales, mientras que varios municipios rurales no tienen acceso a agua potable.

En septiembre pasado, el ayuntamiento de Pentecoste puso en venta boletos por valor de tres dólares para un sorteo popular.

El premio: un pozo. Más de 2200 vecinos participaron del sorteo.

Sistema Cantareira registra nível de 6,1% da capacidade total, na represa Jaguari-Jacareí, na cidade de Joanópolis, no interior de SPFotografía: Luis Moura/WPP/Folhapress.

El sistema Cantareira registra un nivel de 6,1% de su capacidad total, en la represa Jaguari-Jacareí, en la ciudad de Joanópolis, en el interior de São Paulo. Fotografía: Luis Moura/WPP/Folhapress.

Lluvia a base de bombas 

La Sabesp, autoridad hídrica de São Paulo, lleva un año intensificando esfuerzos para generar lluvias sobre grandes represas como la de Alto Tietê, de cuyas aguas dependen cuatro millones de paulistas.

A falta de alternativas, este organismo decidió contratar aviones para bombardear gotas de agua en la base de las nubes y provocar lluvias.

Se trata de una técnica poco efectiva y relativamente cara, pues requiere del uso de aeronaves y radares para detectar nubes con suficiente potencial.

Este método tiene varios precedentes, siendo el dictador chileno Augusto Pinochet uno de los primeros en llevarla a cabo.

Organizaciones medioambientales dentro y fuera de Brasil condenan el bombardeo de nubes por su impacto negativo sobre el medio ambiente.

La escasez agudiza el ingenio 

El ingeniero brasileño Pedro Ricardo Paulino lanzó en noviembre una máquina capaz de condensar hasta 5000 litros de agua diarios a partir del aire.

La versión más grande de este aparato, bautizado como “waterair”, tiene el tamaño del contenedor de un avión y cuesta 160.000 dólares.

Tras cuatro años desarrollando el invento, Paulino ya ha vendido más de 200 unidades al gobierno de São Paulo, aunque entre sus clientes también figuran escuelas, farmacias y restaurantes.

Según el inventor, “todo lo que necesita la máquina para funcionar es una fuente de energía eléctrica y una humedad del aire superior al 10%”.

La sequía también castiga con fuerza al Norte de Brasil. Fotografía: Jarbas Oliveira/Folhapress.

La sequía también castiga con fuerza al Norte de Brasil. Fotografía: Jarbas Oliveira/Folhapress.

Un lago llamado Atlántico 

El 10 de febrero un equipo de técnicos procedentes de España e Israel viajó a Brasil para reunirse con el gobernador de Río de Janeiro y su secretario de medio ambiente.

En el orden del día solo figura un punto: la instalación de plantas desalinizadoras para obtener agua potable del océano Atlántico antes de que el problema se agrave y empiecen a llegar los visitantes de los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Las plantas desalinizadoras son una opción muy extendida en países como España, Japón, Estados Unidos o Alemania, pero presentan varios inconvenientes: consumen mucha electricidad y generan residuos perjudiciales para la flora y la fauna marina.

Frijoles con arroz, pero sin arroz 

No se trata de una medida sino de una idea lanzada por el brasileño José Graziano da Silva, director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) .

La propuesta consiste en sustituir ciertos cultivos que requieren mucha agua, como el arroz, por otros de secano y con alto valor nutricional, como la quínoa.

“[Además] estamos desarrollando variedades de arroz adaptado a la sequía”, explicó recientemente Graziano da Silva a la BBC tras defender el cultivo de quínoa y alertar que la sequía de Brasil ya está teniendo efectos sobre el comercio mundial de alimentos.

Los frijoles con arroz son, junto con el portugués y el fútbol, uno de los grandes elementos en común que comparte la mayoría de los brasileños.

 

Habitantes de un barrio de la zona sur de São Paulo hicieron un pozo en un terreno  baldío para sacar agua del subsuelo, después de pasar cuatro días sin suministro. Fotografía: Rivaldo Gomes/Folhapress.

Habitantes de un barrio de la zona sur de São Paulo hicieron un pozo en un terreno baldío para sacar agua del subsuelo, después de pasar cuatro días sin suministro. Fotografía: Rivaldo Gomes/Folhapress.

Concienciación a ritmo de samba 

El gobierno de Río de Janeiro acaba de lanzar una nueva campaña de dibujos animados para animar a los más pequeños a ahorrar en su consumo de agua.

Esbanja (derrochador en portugués) es el hermano irresponsable y presumido que sufre pequeños accidentes por gastar más agua de la que necesita.

Manera es el hermano pequeño y repelente que hace el papel de listo y responsable.

La banda sonora la pone Martinho da Vila con un samba de letra pegadiza: “Canto en cualquier lugar / menos en la ducha / porque si no me doy prisa con el agua / mi dinero se va por el sumidero” (suena mejor en portugués carioca).

Estas anécdotas no restan gravedad al rompecabezas de la sequía y los niveles que está alcanzando.

El ingenio de última hora es un paliativo frente a una serie de problemas que requieren responsabilidad y previsión: cambio climático, degradación ambiental o crecimiento económico a toda costa, entre otros.

Brasil posee el 12% del agua superficial del planeta, la mayoría concentrada en la Amazonia, pero este tesoro fue tratado como una fuente inagotable y ahora la mitad de sus embalses están contaminados.

Como dijo el ilustrísimo João Guimarães Rosa, “el agua de buena calidad es como la salud o la libertad: solo tiene valor cuando se acaba”.

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Brasil, el emergente que se hunde http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/11/brasil-el-emergente-que-se-hunde/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/11/brasil-el-emergente-que-se-hunde/#comments Thu, 11 Dec 2014 14:15:36 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1232 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ (@LunaGamp) Y JOSÉ BAUTISTA (@JoseAntonio_BG), DE RÍO DE JANEIRO

En plena vorágine nazi en Europa, un tal Stefan Zweig se mudó con su señora a Río de Janeiro y escribió un libro llamado “Brasil, país del futuro”. En los albores de este nuevo milenio los brasileños sintieron que acariciaban con la punta de los dedos ese futuro al que Zweig hacía referencia.

Brasil y otros países de América Latina vivieron su particular década de oro: la pobreza y el analfabetismo perdieron protagonismo, el hambre cedió paso a ese problema tan moderno llamado malnutrición y muchas familias humildes enviaron a sus hijos a la universidad.

Sin embargo, Brasil revive estos días algunas de sus viejas pesadillas. Dos meses después de unas elecciones marcadas por la situación económica, la reelecta Dilma Rousseff lanza los primeros mensajes de “austeridad” y nombra ministro de Economía a Joaquim Levi, un ortodoxo formado en la liberal Escuela de Chicago.

Brasil ya no es aquel joven musculoso que entró pisando fuerte en la primera división de la economía mundial hace diez años. El gigante sudamericano va dejando atrás el título de emergente y se cuelga el cartel de “convergente”.

A mitad de 2014, saltaron las alarmas cuando la economía brasileña entró en lo que la jerga financiera denomina “recesión técnica”, es decir, dos trimestres de crecimiento negativo.

La confianza de los consumidores, un indicador muy útil para medir la temperatura de la economía, cayó a niveles de 2002, época marcada por la crisis de confianza y la repetición del temido “efecto caipirinha”.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil sufre lo que los economistas llaman estanflación: a pesar de que la economía y el consumo no crecen, los precios siguen empeñados en engordar. La inflación ya se sitúa en torno al 6,5% anual, la línea roja establecida por el gobierno de Dilma Rousseff. No es difícil encontrar el kilo de tomates a 10 reales (en torno a cuatro dólares) en los supermercados de Río de Janeiro.

“Todo se debe a la crisis internacional”

Se habló mucho de fútbol y poco de economía durante el Mundial. Brasileños y extranjeros se aferraban a su lata de cerveza y fijaban la mirada sobre la pantalla mientras institutos económicos, agencias y analistas se estremecían ante las nuevas predicciones: Brasil en recesión, Brasil y la inflación, Brasil y la especulación, ¡GOL!

Las lágrimas de los brasileños seguían humedeciendo el ambiente tras la derrota ante Alemania cuando, dos días después, el ministro de la Presidencia, Gilberto Carvalho, mano derecha de Rousseff y del ex presidente Lula, confesó en un encuentro personal: “No tenemos un remedio mágico, un mes antes de las elecciones somos conscientes de las dificultades, de la coyuntura internacional”.

La economía de Brasil no pasa por su mejor momento porque la situación internacional está fea. Ese sigue siendo el argumento number one del gobierno.

Los pesos pesados de Europa están en coma, Estados Unidos resopla de alivio por un raquítico 2% de crecimiento, el real se devaluó un 8% frente al dólar este año (lo que encarece las importaciones) y los principales indicadores macroeconómicos de China, primer destino de las exportaciones brasileñas, emprenden el descenso tras dos décadas de intensa escalada. Carvalho tenía razón…pero no toda.

Recordemos que Brasil hizo bien los deberes durante lo peor de la crisis (2009) y la hecatombe financiera apenas le salpicó los talones. En 2010, el gigante sudamericano  creció nada más y nada menos que un 7,5%. Aunque lo peor de la crisis quedó atrás, las autoridades brasileñas siguen escasas de humildad para reconocer sus desaciertos.

Para empezar, Brasil conserva las debilidades del pasado: ahora no depende abiertamente de Estados Unidos, sino de China; ya no tiembla cuando cae el precio del café o del caucho, sino cuando se abaratan los metales, el petróleo y ciertos alimentos como la soja y el azúcar (ver gráficos más abajo).

Brasil y sus vecinos redistribuyeron la abundancia en época de vacas gordas pero no supieron diversificarse ni moderar el optimismo. Ahora llegaron los tiempos de vacas flacas.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil, que todavía está de resaca tras albergar el Mundial más caro de la historia (en torno a 12.000 millones de dólares frente a los 3500 que el gobierno estimó inicialmente, sin mencionar el impacto de los días festivos decretados), tiene que importar petróleo refinado porque no tiene capacidad para procesar sus reservas, las mayores de la región por detrás de Venezuela.

Ni la exención de impuestos a los 34.000 millones de dólares generados por la FIFA y sus socios, ni la polémica decisión de disminuir y anular las multas millonarias a grandes empresas, ayudan al Estado brasileño a afrontar sus responsabilidades.

Ahora Brasil busca financiación privada en los mercados internacionales y su deuda pública escala al 60%, mientras que los ahorros de las familias caen a su nivel más bajo de los últimos 14 años y el gobierno desenfunda la “tijera del ahorro”.

Hará falta un milagro para que los recortes no vayan directamente hacia los programas de distribución de renta que mantienen en la frontera de la pobreza a millones de brasileños.

Otro pequeño reproche: las cifras oficiales esconden la verdad.

El 40% de los trabajadores brasileños se gana la vida recogiendo latas (catadores), vendiendo pañuelos en los semáforos y realizando otras actividades sin ningún tipo de contrato o paraguas legal, mientras el gobierno se felicita porque el desempleo es del 5% y califica como clase media a las familias que ingresan más de 540 dólares al mes. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

“El problema es que no llueve”

El clima está cambiando a marchas forzadas y los brasileños están entre los primeros en sentirlo en carne propia.

Varias regiones de este gigantesco país sufren la peor sequía de las últimas tres décadas, entre ellas São Paulo, corazón industrial y financiero de la mayor economía de América Latina. La lluvia debería llenar de agua las represas hidroeléctricas de Brasil, que producen más de dos tercios de la electricidad que consumen los brasileños.

El gobierno puso en marcha un plan de emergencia en febrero de 2014 para acelerar la producción de energía en centrales termoeléctricas, que funcionan con combustibles fósiles, contaminan una barbaridad y son caras.

Resultado: el precio de la luz subió y todos lo notaron, desde las fábricas y los restaurantes hasta los hogares. Además, la falta de lluvia merma las cosechas, lo que da lugar a escasez de alimentos y aumento de los precios. La inflación de Brasil tiene mucho que ver con la sequía, cierto…pero hay más explicaciones.

El gobierno brasileño negó durante mucho tiempo los riesgos de la sequía. Izabella Teixeira, ministra de Medio Ambiente, se sintió ofendida en julio al ser interrogada sobre el derroche energético en Brasil (minutos antes presumía de los eficientes estadios construidos para el Mundial).

Varios medios de comunicación y políticos alimentan el miedo a los apagones eléctricos y a que se repitan los racionamientos de energía que Brasil vivió en 2001, mientras el gobierno responde con otra exageración: la sequía es “transitoria” y no es un problema mayor, por lo que no hay nada de qué preocuparse.

Por otro lado, los brasileños cada vez son más numerosos y consumen más. Sin embargo el nivel de producción industrial de Brasil disminuyó en los últimos años y los elevados intereses de los préstamos repelen a los empresarios que deberían invertir para ampliar la capacidad productiva del país. Al haber menos oferta y más demanda que antes, los precios aumentan.

La economista Dilma Rousseff apostó fuerte por la inversión pública en infraestructura (carreteras, aeropuertos, etc.) pero dejó en segundo plano la capacidad productiva. Ahora el gobierno comenta las dificultades de la sequía mientras cierra el grifo del crédito para que los precios dejen de subir. Hace una semana supimos que el Banco Central de Brasil elevó al 11,75% los tipos de interés (precio que pagan los bancos por comprar dinero al Estado).

“Los brasileños son corruptos y perezosos”

Un argumento triste, doloroso y carente de base que se desmonta por sí solo. Empecemos por la corrupción: la patronal industrial de São Paulo calcula que la corrupción es una herida por la que cada año se desangra el 2,3% del PIB brasileño.

Este mes Transparencia Internacional situó a Brasil en el puesto 69 del Índice de Percepción de la Corrupción, junto a Italia y Senegal. La corrupción es un serio problema y el gobierno de Rousseff está dando pasos firmes para combatirla (véase la ambiciosa ley aprobada en mayo contra la evasión fiscal y la corrupción política), pero no es la principal causante del enfriamiento económico.

Mientras tanto, la pereza es uno de los prejuicios propios que persisten en el imaginario de muchos brasileños. Ese argumento también se cae con una ligera brisa: los brasileños son trabajadores y dedican una media de 44 horas semanales a su labor, más que los japoneses (43 horas), los chinos (40 horas) y los alemanes (38).

La falta de tecnología, los bajos niveles de formación y los problemas sociales son los verdaderos causantes de la baja productividad de Brasil que muchos confunden con la pereza.

“La productividad no depende tanto de la cualificación del trabajador, sino de la intensidad con que las innovaciones tecnológicas son implementadas en el proceso productivo”, dijo recientemente un economista de la Universidad de Campinas (São Paulo) a la cadena británica BBC.

A pesar de las interminables jornadas laborales y los bajos salarios, cada trabajador brasileño produce una media de 10,8 dólares por hora, mientras que en Argentina la media es de 13,9 dólares y en México 16,8.

De momento, ya han puesto las primeras piedras: Brasil lleva varios años promoviendo los cursos de formación profesional, acelerando su presupuesto para investigación y financiando a pequeñas y medianas empresas para que inviertan en nuevas tecnologías e innovación.

Brasil cuenta con todos los ingredientes para dejar de ser el “país del futuro” y convertirse en el país del presente. Con todos menos uno: la memoria para no repetir los errores del pasado que hoy vuelven a pasar factura.

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