Brasil con ÑPIB – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 Un cambio de aula para las nuevas y antiguas clases http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/07/14/un-cambio-de-aula-para-las-nuevas-y-antiguas-clases/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/07/14/un-cambio-de-aula-para-las-nuevas-y-antiguas-clases/#comments Tue, 14 Jul 2015 16:01:27 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1539 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

Por sus consabidas “dimensiones continentales”, todo en Brasil requiere de soluciones gigantes. Ciertos asuntos, sin embargo, piden más innovación que escala. Es lo que ocurre con la educación, un sector en el que las tecnologías de la comunicación vienen provocando un cambio más visible que las transformaciones declamadas por instituciones tradicionales.

No es noticia que la calidad educativa anda por el suelo en América latina. Los movimientos estudiantiles, como los de Chile y México, así como las mediciones Pisa y las protestas de profesores por doquier, indican una insatisfacción general. El ascenso de 40 millones de brasileños de la clase D a la clase C agrega un nuevo elemento en este país.

Un estudio oficial muestra que el desempleo en Brasil viene aumentando entre quienes más años han pasado estudiando dentro del sistema tradicional. Según el Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas (IPEA), más del 50% de quienes en 2012 no tenían trabajo habían pasado al menos 11 años en las antiguas aulas y, por lo tanto, formaban parte de la clase media tradicional (B).

En la actualidad, tanto la clase B como la C demandan una educación “útil”, moderna y de calidad. Así, mientras el gobierno brasileño quiere aumentar el presupuesto destinado a  Educación del 5,3% actual del PIB a un 10% hasta 2023, los emprendedores privados encontraron en la educación modular a distancia -antiguamente vista con recelo por las clases medias- un filón innovador.

Ahora, las empresas startups educativas han desarrollado un menú que, al mismo tiempo que es un paliativo a la deficiencia estatal y un bálsamo para la demanda emergente, no deja de sonar como una onomatopeya inusual: Moodle, coaching y Mooc.

Fotografía: Arquivo Agência Brasil.

La educación a distancia gana terreno en Brasil y hasta las universidades tradicionales están comenzando a adoptar el modelo no presencial. Fotografía: Arquivo Agência Brasil.

Sin aula

Sigla inglesa para “Entorno de Aprendizaje Dinámico Modular Orientado a Objetos”, Moodle es una plataforma virtual focalizada en la capacitación de profesores. Vale decir, es un ambiente donde, con herramientas diseñadas por las comunidades colaborativas y con código abierto, “se enseña a enseñar”.

La modalidad fue la elegida por el grupo Saraiva, que produce contenidos para los niveles básico, técnico y superior y los distribuye a través de su red de establecimientos en 17 estados brasileños. Con el apoyo del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), esta compañía desarrolló el proyecto “Além da prática”, en el que se han inscripto 5000 docentes de escuelas primarias públicas.

“Es muy irregular el nivel de los participantes, algunos tienen dificultades inclusive para ingresar a la plataforma”, dijo Roberta Jovchelevich, tutora de un grupo de 100 profesores distribuidos en varias regiones del país, donde, en algunas zonas como Amazonas, el acceso a Internet es mayormente telefónico. El programa establece 120 horas reglamentarias de curso para matemáticas, portugués, ciencias, historia y geografía.

Periodista de formación, con una maestría por la PUC-SP en crónica, Jovchelevich comentó que es común identificar también otra dificultad entre esos profesores. “El proyecto ofrece contenidos de una gran riqueza conceptual, pero es difícil saber cuántos efectivamente llegan a aprovecharlo, pues muchos de esos formadores se comunican con un texto muy rudimentario, algunos incluso con fallas estructurales muy fuertes”, contó.

Demostración de una clase a distancia. Fotografía: Raquel Cunha/Folhapress.

Demostración de una clase a distancia. Fotografía: Raquel Cunha/Folhapress.

Sin docencia

“Hace 12 años identificamos graduados a los que llamamos ‘sin-docencia’, porque recibían un diploma pero no estaban capacitados para exigencias profesionales”, me confió recientemente Jorge Matos, presidente de eTalent, otra de las empresas que actúan en el hoy efervescente sector de las empresas educativas. “Un tercio  de la población es analfabeta funcional”, remató en la ocasión, citando un índice del grupo Ibope.

El estudio, realizado por el Instituto Paulo Montenegro, mostraba que en 2012 sólo uno de cada cuatro brasileños dominaba plenamente las habilidades de lectura, escritura y cálculos. En la población universitaria, el analfabetismo funcional (“incapacidad de interpretar textos simples y asociar informaciones, además de no saber analizar tablas, mapas o gráficos o realizar cuentas más complejas”) llegaba a un 38%.

Tras detectar una alta insatisfacción entre las empresas que  contrataban a esos diplomados -y entre los propios empleados, por trabajar en lo que no les gustaba-, Matos pasó de consultor de recursos humanos a próspero empresario educativo.

Mediante el coaching (estimulación y entrenamiento), hoy se dedica a “transformar talentos en profesionales de alto desempeño, ayudar a las universidades a elevar la calidad educativa e impulsar a las empresas a generar mejores resultados”. Declara más de 2000 empresas como clientes, 50.000 profesionales entrenados y 4 millones de personas que han conocido su método de autoconocimiento.

Un estudio donde se graban programas educativos que son transmitidos para empresas interesadas en el contenido. Fotografía: Moacyr Lopes Junior/Folhapress.

Un estudio donde se graban programas educativos que son transmitidos para empresas interesadas en el contenido. Fotografía: Moacyr Lopes Junior/Folhapress.

Sin diploma

Combinando elementos de Mooc (sigla en inglés para Cursos Masivos Abiertos en Línea), la interactividad de la web-tv (participación en vivo a través de chat o WhatsApp) y un catálogo freemium (una parte de acceso gratis y otra paga), la empresa EduK ha obtenido más de 2 millones de “me gusta” en Facebook.

Con un formato de edutainment (mezcla de educación con entretenimiento), el emprendimiento se inspira “en la economía creativa y cualifica a microemprendedores, mayoritariamente a adultos oriundos de la nueva clase C, que no recibieron una educación formal”, me explicó la pedagoga Karine Presotti, responsable por el contenido del portal.

Por enseñar desde cómo crear una marca y planificación estratégica hasta técnicas de e-commerce en diversos ramos de actividades, el programa cobra entre 30 y 100 dólares para módulos que duran de 6 a 9 horas. Como referencia, un MBA en negocios en la Fundação Getulio Vargas (FGV, que aporta dirigentes a las principales empresas brasileñas) cuesta 10.000 dólares y dura 500 horas.

“Nuestros alumnos no compran el curso por el certificado, sino porque entienden que hay un desarrollo efectivo y rápido de habilidades que les permitirá crear su propia ruta de aprendizaje y comenzar a ganar dinero inmediatamente”, dice Presotti, puntualizando que el certificado de esa empresa es “nano-degree” (credencial de la economía digital).

Fotografía: Arquivo/Agência Brasil.

El ascenso de 40 millones de personas de la clase D a la C representa un nuevo desafío para la educación en Brasil. Fotografía: Arquivo/Agência Brasil.

Universidad

La universidad tradicional también está comenzando a adoptar el modelo no presencial, sea por reducción de costos físicos, de remuneración o simplemente para no “perder la ola”. La Asociación Brasileña de Educación a Distancia (ABED, que reúne más de 300 instituciones) informó que un 82% de esas entidades esperan un aumento de alumnos remotos en 2015.

En 2012, el número de matriculados era de 6 millones, principalmente para administración (833.042), derecho (737.271) y pedagogía (602.998). En 2013, la edad de los inscriptos en cursos no corporativos variaba entre 21 y 30 años, mientras que en los corporativos oscilaba entre 31 y 40 años.

Esto, analiza la ABED, “realza el carácter inclusivo de la educación a distancia, permitiendo a quien ya está trabajando volver a estudiar o dedicarse a su carrera, aunque ya haya pasado la época más apropiada o indicada para los estudios”.

En un contexto económico que se ha fragilizado en los últimos cinco años, los cursos más elegidos por estos nuevos estudiantes, sugestivamente, son los de ingeniería. Civil, Eléctrica y de Producción, para más datos.

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Brasil, el emergente que se hunde http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/11/brasil-el-emergente-que-se-hunde/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/11/brasil-el-emergente-que-se-hunde/#comments Thu, 11 Dec 2014 14:15:36 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1232 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ (@LunaGamp) Y JOSÉ BAUTISTA (@JoseAntonio_BG), DE RÍO DE JANEIRO

En plena vorágine nazi en Europa, un tal Stefan Zweig se mudó con su señora a Río de Janeiro y escribió un libro llamado “Brasil, país del futuro”. En los albores de este nuevo milenio los brasileños sintieron que acariciaban con la punta de los dedos ese futuro al que Zweig hacía referencia.

Brasil y otros países de América Latina vivieron su particular década de oro: la pobreza y el analfabetismo perdieron protagonismo, el hambre cedió paso a ese problema tan moderno llamado malnutrición y muchas familias humildes enviaron a sus hijos a la universidad.

Sin embargo, Brasil revive estos días algunas de sus viejas pesadillas. Dos meses después de unas elecciones marcadas por la situación económica, la reelecta Dilma Rousseff lanza los primeros mensajes de “austeridad” y nombra ministro de Economía a Joaquim Levi, un ortodoxo formado en la liberal Escuela de Chicago.

Brasil ya no es aquel joven musculoso que entró pisando fuerte en la primera división de la economía mundial hace diez años. El gigante sudamericano va dejando atrás el título de emergente y se cuelga el cartel de “convergente”.

A mitad de 2014, saltaron las alarmas cuando la economía brasileña entró en lo que la jerga financiera denomina “recesión técnica”, es decir, dos trimestres de crecimiento negativo.

La confianza de los consumidores, un indicador muy útil para medir la temperatura de la economía, cayó a niveles de 2002, época marcada por la crisis de confianza y la repetición del temido “efecto caipirinha”.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil sufre lo que los economistas llaman estanflación: a pesar de que la economía y el consumo no crecen, los precios siguen empeñados en engordar. La inflación ya se sitúa en torno al 6,5% anual, la línea roja establecida por el gobierno de Dilma Rousseff. No es difícil encontrar el kilo de tomates a 10 reales (en torno a cuatro dólares) en los supermercados de Río de Janeiro.

“Todo se debe a la crisis internacional”

Se habló mucho de fútbol y poco de economía durante el Mundial. Brasileños y extranjeros se aferraban a su lata de cerveza y fijaban la mirada sobre la pantalla mientras institutos económicos, agencias y analistas se estremecían ante las nuevas predicciones: Brasil en recesión, Brasil y la inflación, Brasil y la especulación, ¡GOL!

Las lágrimas de los brasileños seguían humedeciendo el ambiente tras la derrota ante Alemania cuando, dos días después, el ministro de la Presidencia, Gilberto Carvalho, mano derecha de Rousseff y del ex presidente Lula, confesó en un encuentro personal: “No tenemos un remedio mágico, un mes antes de las elecciones somos conscientes de las dificultades, de la coyuntura internacional”.

La economía de Brasil no pasa por su mejor momento porque la situación internacional está fea. Ese sigue siendo el argumento number one del gobierno.

Los pesos pesados de Europa están en coma, Estados Unidos resopla de alivio por un raquítico 2% de crecimiento, el real se devaluó un 8% frente al dólar este año (lo que encarece las importaciones) y los principales indicadores macroeconómicos de China, primer destino de las exportaciones brasileñas, emprenden el descenso tras dos décadas de intensa escalada. Carvalho tenía razón…pero no toda.

Recordemos que Brasil hizo bien los deberes durante lo peor de la crisis (2009) y la hecatombe financiera apenas le salpicó los talones. En 2010, el gigante sudamericano  creció nada más y nada menos que un 7,5%. Aunque lo peor de la crisis quedó atrás, las autoridades brasileñas siguen escasas de humildad para reconocer sus desaciertos.

Para empezar, Brasil conserva las debilidades del pasado: ahora no depende abiertamente de Estados Unidos, sino de China; ya no tiembla cuando cae el precio del café o del caucho, sino cuando se abaratan los metales, el petróleo y ciertos alimentos como la soja y el azúcar (ver gráficos más abajo).

Brasil y sus vecinos redistribuyeron la abundancia en época de vacas gordas pero no supieron diversificarse ni moderar el optimismo. Ahora llegaron los tiempos de vacas flacas.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil, que todavía está de resaca tras albergar el Mundial más caro de la historia (en torno a 12.000 millones de dólares frente a los 3500 que el gobierno estimó inicialmente, sin mencionar el impacto de los días festivos decretados), tiene que importar petróleo refinado porque no tiene capacidad para procesar sus reservas, las mayores de la región por detrás de Venezuela.

Ni la exención de impuestos a los 34.000 millones de dólares generados por la FIFA y sus socios, ni la polémica decisión de disminuir y anular las multas millonarias a grandes empresas, ayudan al Estado brasileño a afrontar sus responsabilidades.

Ahora Brasil busca financiación privada en los mercados internacionales y su deuda pública escala al 60%, mientras que los ahorros de las familias caen a su nivel más bajo de los últimos 14 años y el gobierno desenfunda la “tijera del ahorro”.

Hará falta un milagro para que los recortes no vayan directamente hacia los programas de distribución de renta que mantienen en la frontera de la pobreza a millones de brasileños.

Otro pequeño reproche: las cifras oficiales esconden la verdad.

El 40% de los trabajadores brasileños se gana la vida recogiendo latas (catadores), vendiendo pañuelos en los semáforos y realizando otras actividades sin ningún tipo de contrato o paraguas legal, mientras el gobierno se felicita porque el desempleo es del 5% y califica como clase media a las familias que ingresan más de 540 dólares al mes. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

“El problema es que no llueve”

El clima está cambiando a marchas forzadas y los brasileños están entre los primeros en sentirlo en carne propia.

Varias regiones de este gigantesco país sufren la peor sequía de las últimas tres décadas, entre ellas São Paulo, corazón industrial y financiero de la mayor economía de América Latina. La lluvia debería llenar de agua las represas hidroeléctricas de Brasil, que producen más de dos tercios de la electricidad que consumen los brasileños.

El gobierno puso en marcha un plan de emergencia en febrero de 2014 para acelerar la producción de energía en centrales termoeléctricas, que funcionan con combustibles fósiles, contaminan una barbaridad y son caras.

Resultado: el precio de la luz subió y todos lo notaron, desde las fábricas y los restaurantes hasta los hogares. Además, la falta de lluvia merma las cosechas, lo que da lugar a escasez de alimentos y aumento de los precios. La inflación de Brasil tiene mucho que ver con la sequía, cierto…pero hay más explicaciones.

El gobierno brasileño negó durante mucho tiempo los riesgos de la sequía. Izabella Teixeira, ministra de Medio Ambiente, se sintió ofendida en julio al ser interrogada sobre el derroche energético en Brasil (minutos antes presumía de los eficientes estadios construidos para el Mundial).

Varios medios de comunicación y políticos alimentan el miedo a los apagones eléctricos y a que se repitan los racionamientos de energía que Brasil vivió en 2001, mientras el gobierno responde con otra exageración: la sequía es “transitoria” y no es un problema mayor, por lo que no hay nada de qué preocuparse.

Por otro lado, los brasileños cada vez son más numerosos y consumen más. Sin embargo el nivel de producción industrial de Brasil disminuyó en los últimos años y los elevados intereses de los préstamos repelen a los empresarios que deberían invertir para ampliar la capacidad productiva del país. Al haber menos oferta y más demanda que antes, los precios aumentan.

La economista Dilma Rousseff apostó fuerte por la inversión pública en infraestructura (carreteras, aeropuertos, etc.) pero dejó en segundo plano la capacidad productiva. Ahora el gobierno comenta las dificultades de la sequía mientras cierra el grifo del crédito para que los precios dejen de subir. Hace una semana supimos que el Banco Central de Brasil elevó al 11,75% los tipos de interés (precio que pagan los bancos por comprar dinero al Estado).

“Los brasileños son corruptos y perezosos”

Un argumento triste, doloroso y carente de base que se desmonta por sí solo. Empecemos por la corrupción: la patronal industrial de São Paulo calcula que la corrupción es una herida por la que cada año se desangra el 2,3% del PIB brasileño.

Este mes Transparencia Internacional situó a Brasil en el puesto 69 del Índice de Percepción de la Corrupción, junto a Italia y Senegal. La corrupción es un serio problema y el gobierno de Rousseff está dando pasos firmes para combatirla (véase la ambiciosa ley aprobada en mayo contra la evasión fiscal y la corrupción política), pero no es la principal causante del enfriamiento económico.

Mientras tanto, la pereza es uno de los prejuicios propios que persisten en el imaginario de muchos brasileños. Ese argumento también se cae con una ligera brisa: los brasileños son trabajadores y dedican una media de 44 horas semanales a su labor, más que los japoneses (43 horas), los chinos (40 horas) y los alemanes (38).

La falta de tecnología, los bajos niveles de formación y los problemas sociales son los verdaderos causantes de la baja productividad de Brasil que muchos confunden con la pereza.

“La productividad no depende tanto de la cualificación del trabajador, sino de la intensidad con que las innovaciones tecnológicas son implementadas en el proceso productivo”, dijo recientemente un economista de la Universidad de Campinas (São Paulo) a la cadena británica BBC.

A pesar de las interminables jornadas laborales y los bajos salarios, cada trabajador brasileño produce una media de 10,8 dólares por hora, mientras que en Argentina la media es de 13,9 dólares y en México 16,8.

De momento, ya han puesto las primeras piedras: Brasil lleva varios años promoviendo los cursos de formación profesional, acelerando su presupuesto para investigación y financiando a pequeñas y medianas empresas para que inviertan en nuevas tecnologías e innovación.

Brasil cuenta con todos los ingredientes para dejar de ser el “país del futuro” y convertirse en el país del presente. Con todos menos uno: la memoria para no repetir los errores del pasado que hoy vuelven a pasar factura.

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Brasil y el conflicto del Sáhara Occidental: cuando la grandeza se mide en los pequeños detalles http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/10/01/brasil-y-el-conflicto-del-sahara-occidental-cuando-la-grandeza-se-mide-en-los-pequenos-detalles/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/10/01/brasil-y-el-conflicto-del-sahara-occidental-cuando-la-grandeza-se-mide-en-los-pequenos-detalles/#comments Wed, 01 Oct 2014 14:05:01 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1093 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ Y JOSÉ ANTONIO BAUTISTA, DE RÍO DE JANEIRO

A principios de septiembre una noticia le aguó el desayuno al embajador marroquí en Brasil y posiblemente al propio Mohamed VI, rey de Marruecos: todos los partidos de la Cámara de los Diputados de Brasil, incluido el oficialista Partido de los Trabajadores (PT), pidieron a la presidenta Dilma Rousseff que reconozca a la República Saharaui, el último territorio africano pendiente de descolonización, actualmente ocupado por Marruecos de forma ilegal, según las Naciones Unidas.

La relevancia de este hecho reside en que África es un punto estratégico de las relaciones exteriores de Brasil, país que ya cuenta con más embajadas en ese continente que el Reino Unido.

Desde hace 39 años el conflicto del Sáhara Occidental, tan desconocido como decisivo, mantiene a los países del Magreb divididos y hace que Marruecos sea el único país africano que no pertenece a la Unión Africana.

Según ACNUR, más de 200.000 saharauis, ciudadanos españoles hasta 1975, sobreviven en los campos de refugiados de Argelia desde hace 40 años. Fotografía: José Antonio Bautista.

Según ACNUR, más de 200.000 saharauis, ciudadanos españoles hasta 1975, sobreviven en los campos de refugiados de Argelia desde hace 40 años. Fotografía: José Antonio Bautista.

La petición unánime de los diputados brasileños pone entre la espada y la pared al gobierno de Rousseff en plena carrera electoral: si reconoce el estatus diplomático de la República Saharaui, recibirá el beneplácito de los 54 países que componen el continente africano… De todos menos de uno: Marruecos.

Si no lo hace, Brasil evitará un roce diplomático con Marruecos y continuará junto a Chile y Argentina en el pequeño grupo de países de América Latina que no reconocen a la República Saharaui.

Pero, ¿por qué es tan importante para Brasil mantener una buena relación con Marruecos?

La respuesta es sencilla: el Sáhara Occidental alberga las mayores reservas mundiales de fosfatos, ingrediente esencial para la fabricación de fertilizantes agrícolas.

Brasil, donde el sector agrícola representa casi el 6% del PIB, aumentó en un 930,6% sus importaciones de fosfatos procedentes del Sáhara Occidental entre 2003 y 2013, según los datos de la Organización Mundial del Comercio.

El pujante agronegocio brasileño necesita cada vez más fertilizantes y Marruecos controla las minas de fosfatos saharauis, por lo que los diplomáticos brasileños temen que el reconocimiento se traduzca en pérdidas.

“Hay consenso en el Parlamento, lo que se pide es que Brasil establezca relaciones con el Sahara al igual que hizo con Palestina en 2010”, dice Mohamed Zrug, representante del Frente Polisario en Brasil.

El diplomático saharaui explica que “no hay motivos de peso para que Brasil no establezca relaciones” y cita el ejemplo de México, que mantiene una relación cordial con Marruecos al mismo tiempo que reconoce a la República saharaui.

Para Zrug, el reconocimiento es importante porque “presiona a Marruecos hacia la mesa de negociación” para celebrar un referéndum de autodeterminación.

En Brasil, el sector agrícola representa casi el 6% del PIB. Fotografía: Eduardo Knapp/Folhapress.

En Brasil, el sector agrícola representa casi el 6% del PIB. Fotografía: Eduardo Knapp/Folhapress.

La antigua colonia española del Sahara Occidental fue ocupada por Marruecos en 1975. Tras 16  años de guerra entre Marruecos y los saharauis, organizados en el Frente Polisario, en 1991 ambas partes llegaron a un acuerdo bajo el paraguas de la ONU para negociar un referéndum de autodeterminación en el que se decidiría el futuro del territorio.

Desde entonces, las autoridades marroquíes han puesto trabas para impedir esta votación, a pesar de que el propio Consejo de Seguridad mantiene a más de 500 efectivos sobre el terreno para organizar el referéndum.

Los diputados brasileños también pidieron a Rousseff que el gobierno brasileño se sume a los países que piden que la ONU observe la situación de los derechos humanos en el Sáhara Occidental.

Desde hace varios años, organizaciones de la talla de Amnistía Internacional y Human Rights Watch denuncian la “sistemática violación de los derechos humanos en el Sáhara Occidental por parte de las autoridades marroquíes”.

“La presión es muy fuerte por parte de Marruecos”, declara Alfredo Sirkis, diputado en la bancada socialista y promotor de esta petición parlamentaria.

Sirkis explica que el gobierno brasileño nunca se pronunció acerca de la violación de derechos humanos en el territorio y añade que “Brasil debería dar el reconocimiento porque es justo, independientemente de lo que hagan otros países”.

Los diplomáticos marroquíes en Brasil no accedieron a compartir su opinión con los autores de este artículo acerca de la propuesta de los diputados brasileños.

“Aunque todavía no reconozca la República Saharaui, Brasil defiende una solución justa, pacífica y mutuamente aceptable para el territorio basada en el principio de autodeterminación”. Las palabras son de un diplomático brasileño que accede a conversar preservando el anonimato.

El pujante agronegocio brasileño necesita cada vez más fertilizantes. Marruecos controla las minas de fosfatos saharauis. Fotografía: Juca Varella/Folhapress.

El pujante agronegocio brasileño necesita cada vez más fertilizantes y Marruecos controla las minas de fosfatos saharauis. Fotografía: Juca Varella/Folhapress.

Esta fuente explica que en 2013 Brasil envió 120.000 dólares y casi 2000 toneladas de arroz a los campos de refugiados saharauis que hay en Argelia. Añade que desde que Mohamed VI accedió al trono las relaciones entre Brasil y Marruecos ganaron intensidad, especialmente en materia de cooperación agrícola.

Siguiendo los pasos del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, la presidenta y economista Dilma Rousseff habló en 2012 de construir una relación con África “libre de todas las prácticas coloniales que devastaron mi continente y el africano”.

Brasil, el país del mundo donde viven más descendientes de origen africano, ya tomó partido en 2002 a favor del referéndum de autodeterminación en Timor Oriental, antigua colonia portuguesa posteriormente invadida por Indonesia. En esta ocasión, Brasil deberá posicionarse acerca del último territorio africano pendiente de descolonización.

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