Brasil con Ñmanifestación – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 Decepcionado con la política, ¿hacia dónde va Brasil? http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/08/19/decepcionado-con-la-politica-hacia-donde-va-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/08/19/decepcionado-con-la-politica-hacia-donde-va-brasil/#respond Wed, 19 Aug 2015 18:38:46 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1590 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

En las calles de São Paulo, hoy se escucha hablar más de políticos que de futbolistas. Las personas cambiaron el “Dale Corinthians” o “Vamos Palmeiras” por el “Fuera Dilma” o “Fuera Renan [Calheiros, presidente del Senado]”, que se oyen cada vez con más insistencia en las protestas que tienen como escenario esta capital.

El pasado domingo (16), cientos de miles de personas volvieron salir a calle en todo Brasil para manifestarse contra el gobierno de Dilma Rousseff y la corrupción.

En São Paulo, fueron 135.000 los que  se reunieron en la avenida Paulista, emblema de la capital más rica del país. Convocadas en su mayoría a través de  las redes sociales, estas nuevas manifestaciones aceptaron la presencia de algunos dirigentes políticos de la oposición, que en la protesta anterior habían sido rechazados.

Por ejemplo, José Serra, un destacado ex presidenciable de la oposición (PSDB) tuiteó que estaba en la avenida Paulista, mientras que los candidatos que su partido postuló a presidente y vice en las elecciones de octubre de 2014, Aécio Neves y Aloysio Nunes, respectivamente, que fueron derrotados por la actual mandataria, hacían también apariciones en otras ciudades.

Los manifestantes clamaron en especial por la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, pidieron cárcel para los corruptos y el éxodo hacia Cuba de los simpatizantes del actual gobierno, considerado unánimemente una “dictadura comunista” por los allí presentes.

Intentar entender lo que está ocurriendo requiere ir más allá de esa aparente radicalización, pues en estas tierras nada es tan antagónico para fragmentar a la sociedad de manera natural. Basta ver el encuentro que ocurre aquí de grupos étnicos que en otras regiones se repelen, o la pluralidad de cultos politeístas que atraviesan al catolicismo dominante.

Incluso en la política nada es de un color u otro, si se observa cómo el partido gobernante, moderadamente desarrollista, ejecuta sus proyectos mediante gestores corporativistas.

En el fondo, el tono que tomaron las manifestaciones no sería más que otra forma de mestizaje, en este caso entre fútbol y política, antes que un proceso de politización de las masas.

Esto al menos es lo que creo, que suelo ver en las pasiones que despierta el fútbol chispas de una alienación fascista que siempre acecha a las democracias contemporáneas.

El ex presidente Lula da Silva, héroe de la clase trabajadora, dejó la presidencia en 2010 con una aprobación récord del 83% , tras haber llevado al paraíso de la estabilidad y el crecimiento económico a Brasil en sus ocho años de mandato.

En 2011, Brasil se convirtió en la sexta economía del mundo, los bancos tuvieron un lucro descomunal, pero sucedió que la economía se desaceleró drásticamente y las previsiones actuales son de una recesión que podría extenderse más allá de 2017.

Ocho meses después de haber sido reelegida por un escaso margen, Rousseff es dueña de un récord que está en las antípodas de aquellos que supo cosechar Lula: el 83% de los brasileños desaprueba su gestión de gobierno, de acuerdo con un sondeo de Datafolha.

La marcha de la bronca

Los manifestantes parecen acudir en masa a la calle, a refugiarse como los fanáticos del fútbol lo hacen en tribunas, para hacer su catarsis, muchos impulsados meramente por la misoginia, ante el desvanecimiento de sus sueños de gloria.

El domingo, en la avenida Paulista, había familias que vestían ropas amarillas con la inscripción “Fuera Dilma”, que posaban en fotos al lado de policías, pocas horas después de que se conociera que los presuntos autores de una masacre que dejó 18 muertos en la región metropolitana de São Paulo podrían ser justamente miembros de esa fuerza de seguridad.

El frustrado intento de la oposición de recrear en el pasado domingo un nuevo 16 de agosto de 1992 -cuando la población brasileña se vistió de negro para desafiar al ex presidente Fernando Collor, que iba a terminar siendo destituido poco tiempo después- no hacía más que agrandar el limbo en el que se desarrollaba la protesta.

Una canción emblemática de la resistencia contra la dictadura en Brasil, usada ahora con la letra alterada para pedirle a Rousseff la renuncia, confundía los recuerdos de quien pasaba cerca de los altoparlantes, que también emitían populares éxitos actuales con el estribillo “Fuera PT”.

Aún con todo lo que significa el alto porcentaje de desaprobación que acumuló Rousseff este año, no fue el rechazo contra la presidenta lo que más noté el domingo al andar entre las decenas de miles de manifestantes reunidos en la Paulista.

Más bien lo que vi fue una suerte de nube enorme, densa, dentro de la cual se mezclaba la barbacoa que los militantes e intelectuales hicieron frente al Instituto Lula para defender que “no va a haber golpe”, el llamado de un sindicalista a levantarse en armas contra la oposición y el clima de carnaval en el que desfilaban muchos de los manifestantes.

Sé que algo importante ocurrió este último domingo, pero no sé decir exactamente qué fue lo que pasó. Lo que puedo intuir es que el gigante sudamericano se está transformando una vez más, pero habrá que esperar un poco para saber en qué.

 

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La “argentinización” de Brasil http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/23/la-argentinizacion-de-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/23/la-argentinizacion-de-brasil/#comments Mon, 23 Mar 2015 16:32:43 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1384 Continue lendo →]]> POR FEDERICO CORNALI, DE SÃO PAULO

Para bien o para mal, el imaginario brasileño ha catalogado a los argentinos como inconformistas crónicos y seres sumamente politizados, entre muchas otras características.

“En tu país, le preguntás a cualquiera de política y te da una cátedra sin siquiera haber terminado la escuela primaria” o “ustedes saben de derechos y no se guardan nada; si algo no les gusta, salen a la calle a manifestarse”, eran frases que los argentinos se acostumbraron a escuchar apenas atravesaban la frontera y entablaban alguna conversación en “portunhol”.

El brasileño promedio solía ser relajado y observaba todo aquello como un mero espectáculo televisivo, admirando o despreciando esa tensión continua en el país de “los hermanos”. Esas imágenes que la pantalla les traía eran procesadas como sucesos lejanos que formaban parte de una realidad ajena a la suya. Como si fueran escenas de una novela más.

Eso no significa que Brasil tenga una historia poco compleja, de cómodo trazado. Todo lo contrario. Tampoco quiere decir que movimientos sociales de relevancia sean harina de otro costal por aquí.

A comienzos de marzo, mientras Dilma Rousseff hablaba por televisión los brasileños hicieron sonar sus cacerolas, en ciudades como São Paulo y Belo Horizonte. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

A comienzos de marzo, mientras Dilma Rousseff hablaba por televisión, los brasileños hicieron sonar sus cacerolas, en ciudades como São Paulo y Belo Horizonte. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Nadie puede discutir -por poner un ejemplo- la importancia que tuvieron las marchas entre 1983 y 1984 que pedía elecciones directas y buscaban derogar un sistema electoral legado por la dictadura.

La cotidianeidad de las protestas, huelgas y manifestaciones de tipo variado con epicentro en Buenos Aires, lograron que en Brasil se acuñara el término “viramos [nos transformamos en] Argentina” cuando en junio de 2013, algunos meses antes  y durante el Mundial 2014  miles de manifestantes salieron a la calle para protestar con metodología “piquetera”, importada desde Argentina, adueñándose de las calles y bloqueándolas, para darle mayor contundencia al reclamo de turno.

AQUEL JUNIO DE 2013

Lo cierto es que si hablamos en términos de inconformismo social y presencia masiva en las calles, Brasil lleva ya un tiempo “imitando” los hábitos del vecino.

Las manifestaciones de junio de 2013, que comenzaron con poco más de 200 estudiantes del movimiento Passe Livre protestando por el aumento de la tarifa del transporte público, fueron el gran detonante.

“Vem pra rua” (“Ven a la calle”) se convirtió en el  grito de guerra. Y lo que empezó con el descontento de un grupo aparentemente aislado, terminó siendo material de primera plana de todos los medios de comunicación.

Acto organizado en enero de este año por el movimiento Passe Livre en contra del aumento de la tarifa del ómnibus. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Acto organizado en enero de este año por el movimiento Passe Livre en contra del aumento de la tarifa del ómnibus. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Así, antes de que terminara ese junio, el más rupturista de la historia brasileña, eran 353 las ciudades alcanzadas por las chispas de la protesta. En ese momento, se estimaba que el promedio superaba las 22 marchas diarias en todo el país.

La corriente, lejos de serenarse, continuó a puro vigor. La Copa de las Confederaciones de 2013 y el Mundial de 2014 levantaron a multitudes que bramaban contra los multimillonarios costos de los faraónicos estadios construidos para el torneo de fútbol. Las batallas campales contra las fuerzas del orden eran una constante.

El viernes 13 y el domingo 15 pasados, decenas de miles de personas volvieron a tomar la calle, en lo que pareció ser una continuación de las manifestaciones de 2013 y 2014, aunque con diferentes propósitos.  Las movilizaciones del viernes fueron en casi 50 ciudades y tuvieron como eje principal el apoyo a la presidenta brasileña Dilma Rousseff.

El domingo, fue todo lo contrario: las manifestaciones multitudinarias se extendieron por diferentes capitales de todo Brasil con el objetivo de denunciar la  corrupción en la estatal Petrobras, protestar contra la crisis económica y el aumento de los impuestos.

Algunos, un tanto más extremos, pedían el juicio político de la presidenta brasileña y una minoría  reivindicaba el regreso de los militares al poder.

No serán estas las últimas manifestaciones de los diferentes sectores sociales y tampoco tienen por qué continuar presentándose con esta morfología: a favor o en contra del Partido de los Trabajadores (PT) y de Rousseff.

Integrantes de la Central Única de los Trabajadores (CUT) y otras centrales sindicales  organizaron un acto en defensa de los derechos de los trabajadores, el pasado 13 de marzo. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Integrantes de la Central Única de los Trabajadores (CUT) y otras centrales sindicales organizaron un acto en defensa de los derechos de los trabajadores, el pasado 13 de marzo. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

“Se trata de una sociedad civil brasileña renovada, más informada y educada, que continúa teniendo que vérselas con instituciones del siglo pasado, anacrónicas, que ya no atienden a los nuevos deseos de la población”, resumió hace algún tiempo el psicoanalista brasileño Jorge Forbes.

DÓLAR E INFLACIÓN 

Convertirse en “Argentina o Venezuela” fue una frase muy popularizada durante las últimas elecciones de octubre de 2014, sobre todo entre las élites, como un augurio del peor futuro para Brasil bajo el mandato de Dilma.

La devaluación que sufrió el real  frente el dólar en el último tiempo es uno de los indicadores que encendieron las alarmas. Pasó en poco menos de un año de 2, 25 a 3,25 y alcanzó el nivel más bajo desde 2003. Algunos economistas aseguran que podría subir  hasta cuatro reales por cada dólar.

En Argentina, las restricciones para comprar dólares impuestas por el gobierno se han ido endureciendo paulatinamente. Como consecuencia de la imposibilidad de adquirir la divisa norteamericana legalmente, se aceleró su cotización en el mercado negro o paralelo, en donde puede conseguirse un dólar a cambio de 13 pesos. Los pocos que pueden comprar dólares al cambio oficial tienen que desembolsar 8, 67 pesos por cada dólar.

El 15 de marzo pasado una multitud llenó la avenida Paulista en una protesta anti PT y anti Dilma, en São Paulo. Fotografía: Reinaldo Canato/Folhapress.

El 15 de marzo pasado una multitud llenó la avenida Paulista en una protesta anti PT y anti Dilma, en São Paulo. Fotografía: Reinaldo Canato/Folhapress.

En Venezuela también existían trabas para conseguir dólares, pero desde hace poco más de un mes, debido a la crisis económica que vive aquel país, se puede cambiar la moneda norteamericana por bolívares legalmente con cuatro tasas diferentes.

No obstante, el mercado paralelo sigue siendo una de las fuentes principales de compra de dólares y el valor de la divisa norteamericana oscila todos los días: la semana pasada, se ubicó en 260 bolívares por dólar, mientras que el cambio oficial del Banco Central de Venezuela estaba en 190.

El aumento de la inflación también es uno de esos puntos que pueden emparentar a los tres países  hermanos. Venezuela, con una inflación del 68,5% en 2014, reconoció en febrero pasado que tiene la inflación más alta del mundo.

En Argentina, de acuerdo con el “Índice Congreso”, la inflación de 2014 fue del 31,43% anual, mientras que las mediciones oficiales del INDEC indican que el aumento de precios el año pasado fue del 23,9%.

En Brasil, el estimado anual actualmente se acerca al 8% (el más alto en los últimos 10 años), pero se mantiene muy lejos de los altísimos porcentajes de inflación de Venezuela y Argentina.

Miles de manifestantes tomaron la avenida Paulista en junio de 2013. Fotografía: Marcelo Justo/Folhapress.

Miles de manifestantes tomaron la avenida Paulista en junio de 2013. Fotografía: Marcelo Justo/Folhapress.

CACEROLAZOS

Otra  forma de protesta que se ha vuelto costumbre en Brasil es el “ panelaço” o “cacerolazo”, instalado principalmente en los barrios de clase media alta. Consiste en golpear ollas o sartenes durante los discursos de Dilma o de algún ministro de su gobierno.

En Argentina, el “cacerolazo” ya es parte del folclore nacional. La primera vez que las personas salieron a golpear sus cacerolas fue en 1996 para mostrar el descontento con el gobierno de Carlos Saúl Menem.

Uno de los más resonantes, que dio la vuelta al mundo y provocó la salida del entonces presidente Fernando de la Rúa, fue el cacerolazo del 19 de diciembre de 2001. Volvieron en 2008, con el conflicto entre el gobierno de Cristina Kirchner y los productores agropecuarios.

Un último punto en el que los dos países se parecen mucho es en la “Ley de Medios” (“Lei da Mídia”, en portugués), aunque en Brasil, por ahora, sólo es materia de debate. La coyuntura pasó por encima de esta ley que pretende hacer primar el derecho humano sobre el mero servicio comercial.

Para establecerla, los defensores del proyecto señalan a la Argentina como un ejemplo de apertura del juego y eliminación de los monopolios de comunicación. Pero los detractores buscan la refutación más fácil: “Si seguimos el ejemplo de Argentina, así terminaremos…”.

 

Cacerolazo en Buenos Aires contra la presidenta argentina Cristina Kirchner, en 2012.  Fotografía: Daniel Garcia - 8.nov.2012/AFP.

Cacerolazo en Buenos Aires contra la presidenta argentina Cristina Kirchner, en 2012. Fotografía: Daniel Garcia – 8.nov.2012/AFP.

El término “argentinización” es mirado de reojo en Brasil, sobre todo por su connotación negativa.

Sin embargo, abandonar una posición cómoda para hacerse escuchar y mostrarse en desacuerdo -sin recurrir a la violencia- acelera el proceso de purificación y aceita los mecanismos de cualquier democracia.

Si haberse “argentinizado” significa que el brasileño dejó de mirar todo “por encima del muro” para tomar una postura, ser parte y construir, quedará pendiente entonces una revisión del sentido que se le otorga al tan castigado término.

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Un año en las calles http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/31/un-ano-en-las-calles/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/31/un-ano-en-las-calles/#comments Wed, 31 Dec 2014 14:00:49 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1253 Continue lendo →]]> POR ESTHER SOLANO Y WAGNER IGLECIAS

Esther (prof.esther.solano@gmail.com) es española, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo y miembro del Fórum de Seguridad Pública. Wagner es brasileño, doctor en Sociología por la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (USP) y profesor de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la USP.

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Las fechas navideñas siempre son propicias para mirar hacia atrás y reflexionar sobre lo vivido. Si algo no puede pasar inadvertido en esta retrospectiva es el ciclo de protestas sociales 2013-2014, la ocupación continua de las calles de São Paulo, como si los ciudadanos quisieran arrebatarle el espacio urbano a la propiedad privada, la única que tiene presencia asegurada.

Comenzamos con el espasmo colectivo de las Jornadas de Junio de 2013, que dejaron a la ciudad de São Paulo catatónica, eufórica, sin que nadie entendiera bien lo que estaba sucediendo, pero con el aroma de que se estaba viviendo un momento histórico, una expresión colectiva de las voluntades, los deseos y los miedos de todos nosotros.

Cuando todavía no nos habíamos recuperado ni del susto, ni del entusiasmo, otro actor entró en escena, súbitamente. Los jóvenes adeptos de la táctica black bloc, con su estética negra, cargados con piedras y molotovs, dejaron pasmada a una ciudad que no sabía entenderse a sí misma. Rabia, violencia, miedo, policía en las calles.

Llegó diciembre de 2013. Todo parecía un poco más aplacado, sereno, volviendo a su rumbo, cuando, sin aviso previo, los jóvenes del “rolezinho” decidieron juntarse para ir a dar una vuelta a los shoppings de sus barrios e incluso de las zonas más ricas de la ciudad.

Un episodio tan cotidiano, tan banal, pero que provocó una onda reaccionaria exagerada, que dejó expuesta la estructura jerárquica de la sociedad brasileña, con señoras aterradas por la idea de que “esos jóvenes negros de favela” pudieran invadir como hordas salvajes sus idolatrados shoppings exclusivos.

Entre sobresaltos de “rolezinhos” y black bloc llegó el 2014, el Mundial y el espacio público siguió siendo escenario de escenas de conflictos sociales: calles y  estadios, de nuevo, dejaron al descubierto la faceta más rancia de un Brasil que profería insultos clasistas y racistas en los partidos de fútbol.

La Copa del Mundo se perdió en el campo de forma vergonzosa, pero no menos vergonzoso fue ver el comportamiento de algunos de los que ocupaban las gradas de los estadios.

Y, como no podía faltar, las últimas de las emociones fueron el año electoral y dos eventos sociales fascinantes: la ocupación de las calles por parte de militantes y simpatizantes del Partido de los Trabajadores (PT) en un movimiento de dinamismo social electoral que hacía años no se veía y la organización de los conservadores, que nunca participaron de la tradición de expresarse políticamente según el modelo de manifestación, personas que vociferan contra un supuesto estado brasileño-bolivariano-castrista-leninista, a los que se suman grupos aislados que piden la vuelta de un gobierno  militar.

REOCUPACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO

Es importante resaltar que la mayor metrópoli brasileña vive un proceso de reocupación de las calles y del espacio público.

En las últimas décadas, la concepción de que el espacio público es apenas un lugar de pasaje entre dos espacios privados (la casa, el trabajo, el shopping, la escuela) había ganado mucha fuerza en São Paulo. Además, sucesivas gestiones municipales trataron el espacio público de forma militarizada, impidiendo su uso por artistas de calle y colectivos juveniles.

A eso se suma, por un lado, la ideología del mercado inmobiliario, tan fuerte en São Paulo, a vender todo el tiempo la concepción de espacios privados exclusivos, definidores de elevados grados de status social que garantizan seguridad y confort, y, por otro, la cultura del automóvil, por la cual muchos equivocadamente imaginaron que los problemas de transporte en una ciudad de más de 11 millones de habitantes podían resolverse por salidas individuales y privadas.

Un hecho aparentemente banal, pero muy característico de sectores de la élite paulista, fue el puntapié inicial para cambiar las tendencias dominantes e impulsar la reocupación de las calles por movimientos sociales diversos. En 2011, habitantes de un barrio acomodado se manifestaron públicamente contra la instalación, en esa región, de una estación de metro.

Alegaban que aquello podría aumentar y diversificar en demasía la circulación de personas por el barrio. La reacción de los movimientos sociales fue de repudio, en forma de ironía.

La “Parrillada de Gente Diferenciada”, organizada en la calles del exclusivo barrio de Higienópolis, en mayo de 2011, se constituyó como un catalizador para que diversos colectivos volvieran a encarar la calle como espacio no apenas de circulación, y sí de ocio y reivindicación política en la ciudad de São Paulo.

Obviamente muchos movimientos sociales jamás habían dejado las calles, pero aquel episodio, aliado a la fuerza de las redes sociales, incentivó a numerosas personas a salir a las calles de la mayor ciudad del país para protestar. Seguramente no se verán, otra vez, contingentes de decenas de miles de personas como se vieron en las Jornadas de Junio de 2013.

Ahora ya no hay una masa indiferenciada protestando por temas vagos, contra “todo lo que está ahí”, pero es bastante probable, como ya se ha demostrado desde 2013, que São Paulo siga siendo escenario, en 2015 y en los próximos años, de diversas manifestaciones. Con excepción de aquellas de banderas anti-democráticas, no deja de ser un aliento.

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El asesinato de mujeres, el vergonzoso gol en contra de Brasil http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/11/21/el-asesinato-de-mujeres-el-vergonzoso-gol-en-contra-de-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/11/21/el-asesinato-de-mujeres-el-vergonzoso-gol-en-contra-de-brasil/#comments Fri, 21 Nov 2014 15:09:04 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1187 Continue lendo →]]> POR MARCELO PUGLIA, DE SÃO PAULO

Marcelo Puglia es periodista y escritor. Nació en Uruguay y vive en São Paulo desde hace 30 años. Es autor de diez libros sobre relaciones de parejas publicados en toda América Latina en español y portugués. Trabajó en “O Estado de São Paulo”, Montevideo Portal y Terra TV. Es corresponsal de la radio uruguaya Sarandí 690.

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Los brasileños aman el fútbol y vibran como nadie por sus ídolos. Un partido son 90 minutos de emoción, a veces, a puro gol. Pero sucede también que cada 90 minutos, a pura violencia, es asesinada una mujer en el país. Un vergonzoso gol en contra.

Según un informe del  Instituto de Encuesta Económica Aplicada (IPEA, por su sigla en portugués) en Brasil hay 15,5 asesinatos por día, 472 por mes y 5664 al año. La suma de las muertes entre 2001 y 2011 arroja una cifra espeluznante: 50.000 feminicidios.

Para darse una idea de la situación, podría llenarse un estadio como el Arena Corinthians con todas las mujeres asesinadas a lo largo de diez años.

Después de más de 30 años viviendo en Brasil, y tratando profundamente el tema de las relaciones de pareja, puedo asegurar que este país es mucho más machista de lo que se podría imaginar.

Olviden todo lo que escucharon acerca de que este es un país liberal, en donde todo se puede. Les informo que las mujeres no samban en biquini por las calles, tampoco se ofrecen como una mercancía (a no ser las que infelizmente son víctimas de la trata) a hombres ávidos de sexo fácil.

Mujeres integrantes de movimientos feministas  participan de una manifestación contra la violencia contra la mujer, en Brasilia. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

Diferentes grupos de mujeres integrantes de movimientos feministas participan de una manifestación contra la violencia contra la mujer, en Brasilia. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

Las mujeres brasileñas son simpáticas, lindas, con un frescor sin igual, que las distingue de las del resto del mundo, pero eso no las transforma en devoradoras de hombres.

La mayoría de estos cobardes asesinatos son practicados por hombres que en muchos casos están celosos y que no aceptan el fin de una relación, o que explotan cuando aquella mujer “que fue suya pasa a ser de otro”.

LEY MARIA DA PENHA

Brasil tiene una ley, la número 11.340, que es reconocida por la ONU como una de las tres mejores legislaciones del mundo en lo que se refiere a la lucha contra  la violencia de género. Pero lamentablemente no funciona.

Antes de su aplicación en 2006, la tasa de mortalidad era de 5,28 mujeres cada 100.000 habitantes y con la Ley Maria da Penha este número cayó a 5,22, lo que significa una reducción muy pequeña.

Estos números muestran que mucho más que una legislación moderna es preciso avanzar en cambios de cultura y procedimientos de punición.

Más de una mujer murió con la denuncia hecha en las Comisarías de la Mujer en sus manos. Un pedazo de papel no impidió la violencia, la rabia y el despecho que aquel hombre sentía por ella.

Al leer otra encuesta realizada por el IPEA me asustó llegar a la conclusión de que este problema no será de fácil solución: el 26% de los entrevistados estaba de acuerdo con la afirmación de que “si las mujeres supieran comportarse, habría menos violaciones”.

Mujeres reivindican políticas públicas de combate contra la violencia contra la mujer. Fotografía: Mariana Martins/Folhapress.

Mujeres brasileñas piden políticas públicas para combatir la violencia contra la mujer. Fotografía: Mariana Martins/Folhapress.

No leyeron mal, para algunos, la culpa es de la mujer por la violencia sufrida. No es necesario cambiar la ley, lo que precisamos es cambiar la cabeza de las personas.

MARÍA Y REINALDO 

María vivió 18 años con Reinaldo. Al principio, todo era una maravilla, él era cariñoso y la llenaba de atenciones. Con el tiempo, fue cambiando y empezó a revelar su verdadera personalidad.

Un día se quejó porque la comida estaba muy salada; otra vez, porque la ropa no estaba bien planchada. María trabajaba como él, llegaban juntos, pero mientras ella cocinaba, arreglaba la casa y lavaba la ropa, él usaba ese tiempo para descansar.

Un día no le dijo que la comida estaba salada, sino que le dio una cachetada. Con el tiempo, los insultos y los golpes fueron aumentando y las bofetadas se transformaron en puñetazos, hasta que María no aguantó más y lo dejó.

Se fue a vivir con su hermana y volvió a ser feliz, pese a que Reinaldo, que la llamaba día y noche, le dejaba mensajes amenazadores y  la fue a ofender a la puerta de su trabajo más de una vez.

Cuando María conoció a José, un hombre trabajador y honesto que también la llenaba de atenciones, tuvo un poco de recelo, se preguntó si ocurriría lo mismo, pero no sucedió.

Un grupo de mujeres protesta contra la  violencia de género en São Paulo, durante la Marcha de las Mujeres, promovida por la alcaldía de la ciudad. Fotografía: Apu Gomes/Folhapress.

Un grupo de mujeres protesta contra la violencia de género en São Paulo, durante la Marcha de las Mujeres, promovida por la alcaldía de la ciudad. Fotografía: Apu Gomes/Folhapress.

El día que iba a festejar los tres meses de noviazgo con José, y cuando María estaba convenciéndose de que era posible ser feliz nuevamente, Reinaldo estaba esperándola en la puerta de su casa. Ella no tuvo tiempo de decirle que pare, que siga con su vida: su ex marido sacó un revólver y disparó. María murió instantáneamente.

Reinaldo se entregó cinco días después. Como no tenía antecedentes, quedaría en libertad hasta ir a juicio.

Dos años después fue condenado a 18 años de prisión. Con buen comportamiento, iba a terminar saliendo solo tres años después.

En la puerta de la cárcel lo esperaba Rosa, la hermana de uno de los presos que estaba detenido con él y que se enamoró mientras cumplía su condena. Esa noche Reinaldo le juró amor eterno, la llenó de mimos, aunque algo la dejó un poco intrigada, la manera tan exagerada de quejarse que de que la comida estaba salada.

En el tiempo que me llevó escribir este post, dos mujeres fueron asesinadas en Brasil.

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El Mundial de las oportunidades (y del oportunismo) http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/05/13/el-mundial-de-las-oportunidades-y-del-oportunismo/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/05/13/el-mundial-de-las-oportunidades-y-del-oportunismo/#comments Tue, 13 May 2014 13:58:14 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=859 Continue lendo →]]> EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO

Con poca majestuosidad, más bien con descaro, “O Rei do Futebol”, Pelé, abandonaba la semana pasada un acto publicitario en São Paulo. ¿Qué podría hacer huir de una manera tan poco honrosa al héroe de toda una generación de brasileños?

La respuesta es aún más inverosímil que la pregunta: los apenas 200 manifestantes del movimiento “sin techo” que en ese momento desfilaban por la Avenida Paulista, en el centro de la ciudad. Una protesta pacífica y minoritaria era suficiente para poner en fuga a un icono del país ante la mirada incrédula de los periodistas que acompañaban el acto.

Algo que en un primer momento podía parecer anecdótico, casi irrisorio, en realidad encerraba una enorme carga simbólica. Una gloria del pasado huyendo de personas que sólo reclamaban un futuro mejor. Aquel que solía despertar respeto y admiración en el pueblo ahora lo evita e incluso le pide que se comporte y “no acabe con la fiesta del fútbol”.

Pelé participó la semana pasada de un evento publicitario en São Paulo. Fotografía: Nacho Doce/Reuters.

Pelé participó la semana pasada de un evento publicitario en São Paulo. Fotografía: Nacho Doce/Reuters.

¿Qué ha cambiado en Brasil para que el que se diera baños de multitudes ahora las evite a toda costa? ¿Ha dejado de ser el fútbol el escaparate de las glorias de Brasil para pasar a ser el de sus vergüenzas? El “padrão FIFA” parece ser la respuesta.

Cuando faltan sólo 30 días para el inicio del Mundial, los brasileños se dividen entre aquellos que encajan en los estándares de la FIFA, es decir, los que han comprado sus entradas y viajarán por todo el país acompañando a la “canarinha” y los que ni quieren, ni se pueden permitir, la que Dilma se atrevió en llamar “la Copa de las Copas”.

Aquellos que esta semana perdían el apetito porque Scolari no llamó ni a Kaka ni a Robinho, y los que solamente con pensar en los 12.600 millones de dólares que ha costado el torneo a los contribuyentes, se les corta la digestión.

La sociedad a través de fútbol está expresando su división. El deporte que antaño aunaba a todos los brasileños ahora los divide. Incluso las dos grandes leyendas del fútbol brasileño, Pelé y Romario, parecen haber asumido el papel de líderes de ambos bandos. “La Copa será el mayor atraco de la historia de Brasil”, llegaba a asegurar, ya en 2012, “O Baixinho”.

Palabras que por aquel entonces sonaban a profecía trasnochada pero que el año pasado tomaban forma cuando millones de brasileños tomaban las calles antes y durante la Copa de las Confederaciones, antesala del Mundial y experimento fracasado de la FIFA.

El ex jugador Romário criticó en varias oportunidades los gastos del Mundial. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

El ex jugador Romário criticó en varias oportunidades los gastos destinados al Mundial. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

Mientras Romario ha ido denunciando los “abusos” cometidos en nombre del todopoderoso organismo deportivo, Pelé se ha ido encargando de relativizarlos, incluso afirmar, que incidentes como las muertes de los obreros en los estadios son solamente “cosas que pasan”. Sin embargo, con sus palabras “O Rei” podría convertir el Mundial, el buque insignia de la FIFA, en el próximo Titanic.

Algo que, desde luego, no le interesa a un hombre que a sus 73 años podría embolsarse nada menos que 26 millones de dólares entre eventos y contratos en publicidad durante el evento. De ahí su escasa preocupación por las personas que salen a la calle o quienes han perdido la vida en los estadios. Puede que sea cierto aquello que dijo Romario cuando afirmó que “Pelé callado es un poeta”, lo que si es seguro es que si consigue mantener la boca cerrada en las próximas semanas será un poeta rico.

Brasil se enfrenta estos días a sus fantasmas y el fútbol hace las veces de amplificador. Una banana, sobre el césped de un estadio de fútbol en España, es hoy día capaz de generar todo un debate sobre el gran tabú que todavía suscita el racismo en Brasil.

Una manifestación del movimiento sin techo hizo que Pelé abandonara la avenida Paulista. Fotografía: Luiz Claudio Barbosa/Futura Press/Folhapress.

Una manifestación del movimiento sin techo hizo que Pelé abandonara la avenida Paulista, la semana pasada. Fotografía: Luiz Claudio Barbosa/Futura Press/Folhapress.

Paradójicamente, puede que al final el campeonato sirva para sacar de una vez todas esas cuestiones sin resolver que, hasta ahora, los brasileños intentaban olvidar cada vez que se sentaban frente a la televisión para ver a su equipo.

Nadie sabe cuál será el legado del Mundial pero por mucho que se empeñen no serán ni Pelé ni Romario con sus palabras sino personas con sus actos, como los 200 “sin techo” de la Avenida Paulista, los que van a decidirlo. En la “Copa de las Copas”, la verdadera victoria o derrota del pueblo brasileño puede que no se juegue sobre el césped de los lujosos estadios, sino sobre las humildes calles de sus ciudades.

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