Brasil con Ñjóvenes – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 Un corazón menos http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/09/25/un-corazon-menos/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/09/25/un-corazon-menos/#respond Fri, 25 Sep 2015 19:03:40 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1634 Continue lendo →]]> POR ABEL N. ALEJANDRE, DE RÍO DE JANEIRO

Este miércoles 23 de septiembre en Parque Alegría, en la comunidad de Cajú, situada en la zona portuaria de Río de Janeiro, Herinaldo Vinicius da Santana, de 11 años, recibió cerca de las cuatro de la tarde un disparo en la cabeza. Terminó muriendo pocos minutos después.

Presuntamente, quien le disparó al chico fue un policía de laUnidad de Policía Pacificadora (UPP) de esa favela, durante  una operación de rutina.  

Indignados, los  vecinos de la comunidad grabaron los últimos suspiros del niño, en unas imágenes de mucha crudeza, y también al que creen que es el presunto asesino.

Ambos videos, que circulan por las redes sociales, denuncian una vez más los abusos cometidos por la Policía Militar (PM).

Los vecinos salieron a manifestarse para protestar contra la muerte de Herinaldo y cortaron parte de la Línea Vermelha y la Avenida Brasil, dos importantes vías de circulación que conectan la zona norte con el centro de la ciudad.

Al parecer, el niño había salido a comprar una pelota de ping-pong, detonante para que un agente de policía apretase el gatillo y se llevase la vida del menor.

Tristemante, la muerte de Herinaldo es una más entre muchas. Un niño que estuvo en el lugar equivocado en el momento más inoportuno. O tal vez fue el policía que estuvo en ese lugar inoportuno en el momento equivocado.

La paupérrima preparación de la PM tiene como resultado, lamentablemente en demasiadas ocasiones, este tipo de desenlaces  fatales.

En un contexto de tensión, y no sabiendo manejar ni la situación ni el nerviosismo, se descarga un arma como prevención. Se dispara por miedo, por error. Muchos brasileños ya acostumbrados a este tipo de violencia han perdido la capacidad de sorpresa ante estos hechos.

Amnistía Internacional en su informe Mataste a mi hijo: Homicidios cometidos por la Policía Militar en la ciudad de Río de Janeiro indica que de 220 denuncias realizadas en 2011 sólo un caso se llevó ante la Justicia.

Y añade que  la mayor parte de las personas que murieron a manos de policías, casos registrados entre 2010 y 2013, son jóvenes negros de 15 a 29 años.

El dolor y la estigmatización de los más pobres es un peso que viene arrastrando Río de Janeiro desde que surgió la primera favela en la ciudad.  La delincuencia y las enfermedades siempre se asociaron a los más pobres y a las zonas periféricas. Y todavía hoy se continúa con esa creencia.

Es terrible pensar que también un niño puede matar a un policía. En esta ciudad hay niños y jóvenes armados y peligrosos que se enfrentan contra las fuerzas de seguridad.

La ciudad vive una lenta guerra con muertos de ambos bandos. La herida sigue abierta y la ciudad se desangra gota a gota, muerto a muerto. En medio de este conflicto intentan sobrevivir los más pobres, invisibles para el resto del  mundo.

La libertad, parece, es algo que no se les permite a los miserables. Poder jugar y correr no es para aquellos que viven en una favela. La libertad no existirá mientras las leyes no se ajusten a su favor. Es un sueño, y quizá en ese sueño eterno podamos finalmente  encontrarla.

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La ciudad de las fronteras invisibles http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/01/22/la-ciudad-de-las-fronteras-invisibles/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/01/22/la-ciudad-de-las-fronteras-invisibles/#comments Thu, 22 Jan 2015 19:23:47 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1268 Continue lendo →]]> POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO

Si algo define a Brasil más allá de su gente, es su inmensidad. El gigante sudamericano, de dimensiones prácticamente continentales, es el único país del Cono Sur que comparte fronteras con todos sus vecinos a excepción de Chile y Ecuador.

Sin embargo, a veces las fronteras que no se encuentran trazadas en los mapas son las más difíciles de atravesar. Norte y Sur, ciudad y campo, centro y periferia o asfalto y favela, son fronteras invisibles que muchos parecen haber olvidado, especialmente aquellos que han quedado del lado “bueno”.

Desde el pasado fin de semana, una nueva frontera ha sido establecida en Río de Janeiro. Agentes de la Policía Militar (PM) montan controles en las salidas de los túneles que conectan la zona Norte de la ciudad con la zona Sur. Su objetivo es detener los autobuses que, cargados de jóvenes provenientes de las comunidades de la zona Norte, se dirigen hacia las míticas playas de la ciudad.

Es la frontera de la vergüenza, la del Norte pobre y el Sur rico que las montañas del macizo de Tijuca ya se habían encargado de crear, pero que los cariocas se habían asegurado de mantener con unos precios de alquiler que garantizaran  el aislamiento de los adinerados habitantes sureños.

Con sus fusiles en mano, como harían en la frontera de un país en guerra, los agentes de la PM inspeccionan meticulosamente los autobuses que salen del túnel de Rebouças o Santa Bárbara en busca de personas “no deseables” en dirección a unas playas que estos días acogen a miles de turistas.

Playas repletas y algunos robos se registraron el pasado fin de semana en Ipanema y Leblon. Fotografía: Ricardo Borges/Folhapress

Playas repletas y algunos robos se registraron el pasado fin de semana en Ipanema y Leblon. Fotografía: Ricardo Borges/Folhapress

Su foco se centra en la línea 476 que conecta Leblon, el barrio más exclusivo de Río de Janeiro, con el barrio de clase obrera de Meier, pasando por prácticamente todas las grandes favelas de la región Norte.

El pasado domingo, las imágenes de un grupo de más de 20 jóvenes rompiendo las ventanas e incluso subiendo al techo del autobús hicieron que muchos pongan el grito en el cielo.

“Si alguien está asomándose por las ventanas, puertas o con un comportamiento fuera de lo normal, el vehículo será parado y las personas retiradas”, avisó el pasado 15 de enero el subjefe de Operaciones de la PM, Claudio Lima Freire.

A las imágenes del pasado domingo se une el temido fenómeno del “arrastão” , es decir, grupos de hasta 50 jóvenes que asaltan a su paso a bañistas y transeúntes, que el pasado fin de semana actuaron en Ipanema y Leblón, y que han generado el caos entre los habitantes de la zona Sur.

Estas circunstancias parecen justificar este tipo de medidas conocidas por la PM como “Operação Verão”, que se complementa con un refuerzo de 700 agentes que patrullan desde el pasado fin de semana las playas de la ciudad.

Al parecer, a partir de ahora cualquier grupo de amigos de la zona Norte que desee viajar en autobús hasta las playas de Ipanema o Leblón deberá ser un ejemplo de buenos modales y tendrán que evitar pasear en grupo por la orilla de la playa.

En declaraciones a “Folha de Sao Paulo”, el director del Observatorio de Favelas, Jorge Luiz Barbosa, aseguró que los controles en los autobuses  “atentan contra el derecho de ir y venir de las personas” y añadió que “parte de un juicio de valor que considera a los habitantes de los suburbios como potenciales sospechosos “.

Un policía entra en el agua para atrapar a uno de los ladrones de la playa. Fotografía: Ricardo Borges/Folhapress

Un policía entra en el agua para atrapar a uno de los ladrones de la playa de Río. Fotografía: Ricardo Borges/Folhapress

Por su parte, el miembro del Instituto de Desarrollo y Derechos Humanos, João Tancredo, calificó la medida como “una violación de los derechos del ciudadano” y una acción basada en “prejuicios y humillante”. No obstante, y a pesar de las denuncias de diferentes ONGs, el miedo justifica los medios y la medida ha sido acogida con gran entusiasmo por los vecinos de la zona Sur de la ciudad.

Este mismo martes, día del patrón de la ciudad, San Sebastián, la PM realizó varias revistas que fueron calificadas como un éxito. “Está surtiendo efecto”, declaró a la TV Globo uno de los agentes, que además aseguró que los controles serán cambiados de ubicación cada fin de semana para lograr mayor efectividad.

El debate de la inseguridad en las playas abarrotadas de Río de Janeiro es una constante cada inicio de verano. Mientras tanto, las medidas del ayuntamiento y del gobierno del Estado de Río de Janeiro son cada vez más contundentes, algo que agradecen los bañistas y el turismo.

Sin embargo, resulta difícil establecer la línea entre seguridad y segregación. Lo que es seguro es que cada vez la zona Sur parece estar más aislada de la realidad del conjunto de la ciudad. Ni las obras del metro, ni el BRT, ni siquiera la experiencia del Mundial de fútbol o las preparaciones para los Juegos Olímpicos de 2016 parecen haber acercado a sus habitantes, sino más bien todo lo contrario.

La gentrificación y no otra es la verdadera frontera que divide a Río de Janeiro. Una frontera que no se vigila con policías sino con un ayuntamiento que diseñe una ciudad sin límites, abierta y accesible para todos sus ciudadanos. Río de Janeiro, la “cidade maravilhosa”, no merece ser una ciudad de frontera condenada a servir de escaparate a la belleza y, al mismo tiempo, a la miseria de Brasil.

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Pocos (pero deliciosos) metros cuadrados http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/02/03/pocos-pero-deliciosos-metros-cuadrados/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/02/03/pocos-pero-deliciosos-metros-cuadrados/#comments Mon, 03 Feb 2014 17:43:07 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=738 Continue lendo →]]> POR CECILIA ARBOLAVE

Para quien vive en São Paulo, no es novedad: el metro cuadrado es tan caro que obliga a muchos a vivir en lugares chicos y apretados. Para tener una idea, el valor promedio del metro cuadrado en 2013 fue de 7820 reales, algo en torno de los 3300 dólares, aunque la variación es inmensa según el barrio. Por hacer una comparación, en Buenos Aires, el metro cuadrado costaba, en promedio, 2070 dólares hasta diciembre del año pasado.

El valor de los alquileres tampoco se queda atrás: por una propiedad de 70 metros cuadrados uno puede llegar a pagar entre 1960 reales (825 dólares) y 3430 (1450 dólares), según el sitio ZapImóveis. Muchas veces, São Paulo puede transmitir una sensación de claustrofobia recurrente, con sus veredas angostas y su tránsito agobiante. Pero todos resistimos, porque hay otras cosas que la ciudad nos ofrece que justifican estos obstáculos.

La gastronomía es una de ellas. Con variedad de sabores y de estilos, no faltan opciones para comer bien en la ciudad. Pero los restaurantes también sufren por los precios astronómicos del metro cuadrado. Prueba de eso es la reciente aprobación de una ley que permite la oferta de comida en la calle, tal vez como una forma para que los pequeños vendedores puedan esquivar los alquileres altos.

De todas formas, en el mar de cemento paulistano, algunos restaurantes encontraron una salida instalándose en inmuebles verdaderamente chiquitos. Si bien el espacio es bastante ajustado, allí lo que sobra es buena comida y mucha personalidad.

COMIDA CASERA EN 8 METROS CUADRADOS

Así como en las grandes redes gastronómicas, en la heladera de “Maria Macaxeira” hay un cartel colgado que dice “Visite nuestra cocina”. Pero aquí la invitación causa gracia porque, al entrar al restaurante, uno ya está casi dentro de la cocina. Bastan unos minutos para descubrir que el buen humor caracteriza a la cearense Ángela Maria Ramos, que hace casi dos años abrió este pequeño restaurante que atiende con su hija, Suzana, en la calle Barão de Tatuí 567, en el barrio Santa Cecilia.

Tapiocas deliciosas en solo 8 metros cuadrados. Fotografía: Cecilia Arbolave

La cearense Ángela Maria Ramos abrió en Santa Cecilia un restaurante de solo 8 metros cuadrados. Fotografía: Cecilia Arbolave

La elección de un inmueble pequeño fue hecha con la intención de economizar en el alquiler y poder ofrecer precios justos a los clientes. El restó, de solo 8 metros cuadrados, tiene tres mesas y para garantizarse un lugar es mejor hacer una reserva. Si el clima ayuda, se multiplican las mesas en la vereda. Cuando la casa está llena, hay que ayudar pasándole los cubiertos al comensal de al lado o hasta el plato con comida. Y todos lo hacen con mucho placer. “¿Quieres ensalada?”; “¿Puedo poner aceitunas?”, pregunta normalmente con la sartén en la mano, como si estuviera recibiéndolo a uno en su propia casa.

LA FÓRMULA MÁGICA ES UN MENÚ SIMPLE

Después de vivir dos años en Nueva York y trabajar en al ámbito gastronómico, el chef paulistano Gilson de Almeida vio que era viable montar un restaurante chico y abrió el suyo, en septiembre del año pasado, en la calle Rua Benjamim Egas, 301, en el barrio de Pinheiros. El nombre Na Garagem tiene una inspiración clara: el restaurante fue creado en un antiguo garaje de solo 18 metros cuadrados.

En Na Garagem la oferta son hamburguesas de carne y vegetarianas. Fotografía: Taygoara Martins

En Na Garagem la oferta son hamburguesas de carne y vegetarianas. Fotografía: Taygoara Martins

Gilson cuenta que los precios altos de los alquileres en São Paulo influenciaron en la elección del lugar, en el que caben sentadas apenas 15 personas. Pero bastó pensar en una buena fórmula que funcionase. El menú cuenta con apenas dos tipos de hamburguesas: de carne o vegetariana (ambas con queso, lechuga, tomate, cebolla y un condimento a base de zanahoria y mandioquinha). Se pueden pedir papas rústicas y, para tomar, jugo orgánico de uva, agua, gaseosa o cerveza. Los cuatro meses de vida ya mostraron que el chef hizo una buena elección, y que a la gente poco le importa la amplitud del lugar: de allí todos salen con la panza llena y el corazón contento.

VALE LA PENA LA ESPERA

No tan lejos de allí, en el barrio de Jardins, otro lugarcito gourmet es “Z-Deli Sanduíches”. Fue idea del chef Julio Raw la de traer en 2011 el estilo de los “delicatessen” neoyorquinos a São Paulo. Decoración moderna, mozos atentos y, principalmente, buena comida, colaboran para que la casa esté siempre llena.

A la gente no le importa esperar para comer en Z Deli. Fotografía: Cecilia Arbolave

A la gente no le importa esperar para comer en Z-Deli. Fotografía: Cecilia Arbolave

En el pequeño inmueble entran apenas 16 personas sentadas, con espacio justo para circular. Pero la idea de comer apretados no asusta a los clientes, que hacen fila en la calle Haddock Lobo 1386 para pedir sus hamburguesas, papas fritas salteadas con romero, bagels, sándwiches y ensaladas. Como la cocina está del otro lado de la barra, se puede acompañar la producción de los platos, que sólo aumenta esa sensación de querer probarlo todo.

 

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