Brasil con Ñespionaje – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 Juegos de espías en todo el mundo http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/11/06/juegos-de-espias-en-todo-el-mundo/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/11/06/juegos-de-espias-en-todo-el-mundo/#respond Wed, 06 Nov 2013 14:59:06 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=449 Continue lendo →]]> POR GERMÁN ARANDA

La semana pasada, el diario El Mundo armó un gran revuelo al publicar un reportaje que mostraba que 60 millones y medio de llamadas fueron interceptadas por los servicios de espionaje estadounidenses en suelo español en tan sólo un mes, durante diciembre de 2012 y enero de este año.

Formaba parte de la serie de filtraciones internacionales que vienen publicándose en diversos medios del mundo a partir de los documentos del ex agente de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) Edward Snowden, que decidió renunciar a su vida como informático del espionaje norteamericano para mostrarle al mundo los abusos de la superpotencia en este ámbito. Ahora, mientras todos hablan de él y muchos defienden su causa, Snowden vive exiliado en Rusia por miedo a las represalias de su país, que seguramente le llevaría a la cárcel por traición y por revelar documentos secretos.

 

El ex analista de la NSA Edward Snowden es responsable de las filtraciones que revelaron el espionaje que lleva adelante Estados Unidos. Laura Poitras-10.out.13/Glenn Greenwald/Efe

Una publicación similar había provocado una tormenta política en Francia y la NSA reaccionó asegurando que en ambos países se habían malinterpretado los documentos, aunque no aportó pruebas al respecto y el periodista Glenn Greenwald, único poseedor de los documentos de Snowden desde que se conocieron en Hong Kong, volvió a mostrar los textos que sustentaban la versión de los periodistas que firmaban el artículo en El Mundo: él y el autor de este post.

La fiscalía española abrió una investigación por lo que podría suponer un crimen contra la privacidad. El gobierno español expresó abiertamente su indignación y que “podría romperse el clima de confianza” con Estados Unidos, pero lo hizo poco antes de que se conociera la colaboración de los servicios secretos españoles y europeos con el espionaje de metadatos estadounidense. El máximo representante del Centro Nacional de Inteligencia español (CNI) comparecerá hoy ante el Congreso y a puerta cerrada.

Se trata de un escándalo parecido al que agitó en septiembre pasado a Brasil, cuando se conoció primero el espionaje a 2300 millones de comunicaciones en el país y, después, el seguimiento de las llamadas de la presidenta Dilma Rousseff y de sus asesores; además de las comunicaciones de la petrolera Petrobras, la mayor empresa del país.

La indignación de Rousseff fue tal que canceló un viaje oficial a Estados Unidos y no reparó en recriminaciones hacia Washington en su último discurso ante la Asambleade las Naciones Unidas, organismo que por cierto también fue espiado por la NSA.

Pese a que su enfado fue grande y a que el caso de Brasil -por el momento- es más grave que el de España o Francia, ya que implica directamente a empresas y a su jefa de Estado, Estados Unidos demostró con su reacción más sonora (una declaración del director de la NSA, el general Keith Alexander, y el reconocimiento de excesos por parte del Secretario de Estado, John Kerry) que todavía se toma mucho más en serio al Viejo Continente que a la sexta potencia del mundo.

Dilma Rousseff fue también blanco del espionaje de la NSA. Eraldo Peres/Associated Press

Esta semana empezó con la publicación por parte del diario Folha de São Paulo de que Brasil habría espiado, a través de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN), a diplomáticos de Rusia, Irán, Irak y también de Estados Unidos. Según el gobierno, se trató de operaciones que tenían el objetivo de proteger secretos que eran del interés del Estado brasileño e indicó que lo hizo también para cerciorarse de que dichos países no estaban llevando a cabo tareas de espionaje. O sea, era contraespionaje.

Más o menos las cosas son así: yo te espío para saber si me espías y de esta manera se arremolina un bucle infinito de desconfianza. Claro que no es lo mismo fiscalizar un lugar y tomar nota de las rutinas profesionales de un embajador mediante la observación, que pinchar teléfonos de millones de ciudadanos, políticos y empresas.

Queda claro, en cualquier caso, que el verbo espiar se conjuga en todas las personas cuando hablamos de países. De manera individual y con cooperación: yo espío, tú espías, él espía, nosotros espiamos, vosotros espiáis, ellos espían.

El periodista Ricardo Bonalume Neto escribió ayer en Folha que “espiar no es pecado, lo malo es ser descubierto”, y con esa frase me vino de repente el olor a escuela, a pupitre y a folio en blanco, el silencio inusual de una clase el día del examen. “Lo malo no es copiarse, lo malo es que te pillen”, te decían los profesores más pragmáticos mientras pensaban un castigo.

Y, por cierto, la práctica no era tan diferente: recopilar información de diferentes fuentes externas, el pupitre vecino o la “chuleta” (papel pequeño con apuntes que se lleva oculto para usarlo en los exámenes) de turno en este caso, sin ser visto. Pues bien, espías del mundo, les hemos pillado. Solo falta evaluar, como hacía el profesor, cuán malo es aquello que andan haciendo a escondidas y qué tipo de medidas están en nuestras manos, las de los ciudadanos, para defendernos de los abusos y de la ambigüedad de los gobiernos, que hoy se recriminan el espionaje en público y mañana colaboran para espiar mejor a un tercero.

El debate sobre la privacidad en internet está prácticamente en su infancia y queda un largo y complicado camino por recorrer. Todavía no sabemos exactamente cómo protegernos (¿encriptar las comunicaciones es suficiente?) ni cómo conseguir que se frenen estos abusos (¿basta con manifestarse y que los gobiernos lleguen a acuerdos de cara a la galería?). Pero el primer paso, que se hable de ello, era también difícil y necesario.

]]>
0
¿Reciprocidad? Brasil y su política de gestos http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/08/23/reciprocidad-brasil-y-su-politica-de-gestos/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/08/23/reciprocidad-brasil-y-su-politica-de-gestos/#comments Fri, 23 Aug 2013 09:12:35 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=41 Continue lendo →]]> POR MARÍA MARTÍN

El columnista Elio Gaspari me leyó la mente el otro día. En su columna del miércoles explicaba mucho mejor de lo que yo habría hecho nunca por qué puede considerarse tímida la respuesta de las autoridades brasileñas ante los desplantes del resto del mundo.

El último episodio para archivar en la memoria ha sido la detención de David Miranda, el novio de Glenn Greenwald, el periodista americano que, gracias a los datos de Edward Snowden, ha destapado el caso de espionaje digital de los Estados Unidos, esquema en el que Brasil aparece como objetivo prioritario.

“Me engana que eu gosto” se llama el texto. Un dicho tan brasileño que al traducirlo pierde la gracia y que refleja esa actitud de complacencia que el gobierno tendría con sus vecinos. Gaspari recuerda un episodio de 2005 para defender su tesis.

Influida por la psicosis causada por los atentados de Londres del 7 de julio, en los que murieron 55 personas, la policía metropolitana perseguía a un sospechoso en el metro de la ciudad. Era un brasileño, Jean Charles Menezes, que acabó muerto a tiros sin mediar palabra.

El error se saldó con una indemnización a la familia y una entonación del mea culpa por un Tony Blair que se quedó “profundamente triste por los policías que estaban actuando de buena fe, intentando garantizar la seguridad del país”. Como recuerda Gaspari, Blair fue contratado años después como consultor para preparar a Rio para los Juegos Olímpicos.

La misma Scotland Yard que persiguió y mató a ese inmigrante sospechoso que, además, contaba con todos los papeles en regla, era la que interrogaba por más de nueve horas a otro brasileño que, con información sensible en su poder, fue considerado una amenaza terrorista.

A Miranda no le permitieron un intérprete, no le dejaron llamar a un abogado y le quitaron hasta los videojuegos. Miranda me cuenta por teléfono en una entrevista para El País, que se publicará este fin de semana, que está convencido de que lo detuvieron por ser brasileño, por esa visión “imperialista” que EEUU y Gran Bretaña tienen de los países del “tercer mundo”, “porque creyeron que no habría consecuencias”.

¿Y qué ha hecho Brasil?

El periodista Greenwald ha elogiado el trato recibido por las autoridades que según él, parecían “genuinamente indignadas”. Miranda también. Me ha dicho que han sido rápidos “por la presión internacional”, pero que espera una respuesta más contundente para que no vuelva a repetirse un episodio parecido.

El ministro de Exteriores Antonio Patriota salió al paso y calificó la detención de injustificable, pero no ha transcendido si el canciller ha materializado su indignación por los “desmanes” de los agentes de Londres.

Gaspari propone mandar para casa a cualquiera de los agentes del servicio de inteligencia británico que viven en Brasil bajo protección diplomática. Es, por lo menos, un gesto.

El periodista Glenn Greenwald abraza a su novio David Miranda a su llegada a Rio. Ricardo Moraes/Reuters

Encontramos otros ejemplos de la política de gestos brasileña en sus episodios diplomáticos más recientes con los Estados Unidos – Brasil aún espera una explicación “satisfactoria” sobre el espionaje– o con Bolivia, a quien aún no le ha ganado el pulso en cuestiones como el narcotráfico o el asilo que concedió al opositor boliviano Roger Pinto Molina, confinado en la embajada de La Paz desde mayo de 2012.

Otro capítulo significativo y que, esa vez sí, acabó con un puñetazo sobre la mesa lo vivimos en 2009, cuando los policías de inmigración españoles, mis compatriotas, expulsaron a más de 1.900 brasileños antes de pisar territorio nacional. El gobierno de Lula se contuvo. “Me engana que eu gosto”.

Cierto es que la ley es la ley y que España, puerta de Europa, recibió durante años una cantidad ingente de inmigrantes que debía fiscalizar de alguna manera, pero Brasil tenía razones para reclamar: de los 9.215 extranjeros que fueron devueltos a sus países, el 21% eran brasileños.

Brasil no respondió hasta 2011, cuando una investigadora de la Universidad de São Paulo que se dirigía a Portugal fue mandada de vuelta a casa y puso el grito en el cielo.

La prensa nacional explotó el asunto y la sociedad brasileña mostró su indignación. Fue entonces, más de dos años después, cuando el gobierno brasileño dijo basta y comenzó aplicar el criterio de reciprocidad a los españoles que quisieran entrar en Brasil.

Fue una interesante novedad ver cómo en los informativos de aquí y de allá aparecían los “ciudadanos del primer mundo” siendo expulsados por los del “tercer mundo”. Fue así que España, segundo inversor en Brasil tras los Estados Unidos, reaccionó y redujo las exigencias a los turistas brasileños. Ciudadanos que hacía tiempo que, con razón, no iban a España en busca de El Dorado.

 

]]>
4