Brasil con Ñespacio público – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 São Paulo, un gran laberinto de barreras giratorias http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/05/sao-paulo-un-gran-laberinto-de-barreras-giratorias/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/05/sao-paulo-un-gran-laberinto-de-barreras-giratorias/#respond Fri, 05 Jun 2015 16:10:05 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1478 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

Una de las cosas que le llaman la atención al extranjero que llega por primera vez a São Paulo es la cantidad de barreras que hay en la ciudad.

Más allá de las estaciones de trenes, estadios o edificios, hay también “catracas” (nombre brasileño para los torniquetes, también conocidos como molinetes) en restaurantes, bares, clubes nocturnos, terminales de ómnibus, panaderías, gimnasios, escuelas, universidades, museos y hospitales.

Y, aunque parezca una exageración, hasta el Parlamento pasará a integrar esa lista, en caso de que el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, logre imponer su voluntad.

Heredados de los corrales ganaderos, donde eran usados para el manejo y conteo de cabezas, en la ciudad, los torniquetes cumplen una función estadística semejante.

Pese a las ventajas de recursos digitales más amigables, en el espacio urbano continúa predominando el método rural, encarnado en un tótem metálico, generalmente de tres brazos, ubicado a una altura ligeramente por encima de la cintura y con un cerebro limitado a unas pocas funciones contables.

Las catacras, también en los ómnibus. Fotografía: Artur Rodrigues/Folhapress.

Las “catracas”, también en los ómnibus. Fotografía: Artur Rodrigues/Folhapress.

Esta inmensa red de puestos de control que forman las “catracas” sirven para delimitar también  diversos tipos de “adentro” y un inmenso “afuera” para los 12 millones de personas que todos los días pasan por esta megalópolis, indicando por dónde pueden ir y por dónde no.

Así, los molinetes representan un blanco para los colectivos que postulan una ciudadanía más plena a través de la democratización del espacio público.

En junio de 2013, “Pase Libre”, una corriente estudiantil -inicialmente pequeña- que estaba en contra del aumento de la tarifa de ómnibus, fue seguida por una marea extraordinaria de personas, que salió a reivindicar muchísimas cosas, en algunos casos hasta contradictorias.

No obstante, el estandarte de los convocantes se volvió un ícono del sentimiento de la época: representa a un individuo que quiebra un molinete y lleva el slogan: “Por una vida sin catracas”.

¿A qué responde esa omnipresencia de la “catraca” en la ciudad?, le pregunto al periodista Gilberto Dimenstein, fundador del portal “Catraca Livre”, que nació con la intención de informar acerca de las actividades gratuitas que hay en São Paulo, una ciudad en donde una entrada para el cine cuesta entre ocho y 15 dólares, un libro sale más de 15 dólares y los planes de salud privada, entre 70 y 300 dólares por mes (el salario mínimo es de 271 dólares).

El periodista lo atribuye a lo que llama apartheid social.

“Hay mucha opulencia de un lado y mucha pobreza del otro. Los servicios públicos de educación, salud y seguridad son precarios. Hay, además, una visión muy elitista de la ciudad, donde la calle representa una amenaza y no un espacio para la convivencia. De ahí que cada uno intenta protegerse como puede”, responde.

 

Manifestantes queman un molinete durante una protesta contra la tarifa de ómnibus y los gastos del Mundial. Fotografía: Lincon Zarbietti /O Tempo/Folhapress.

Manifestantes queman un molinete durante una protesta contra la tarifa de ómnibus y los gastos del Mundial. Fotografía: Lincon Zarbietti /O Tempo/Folhapress.

Dimenstein ganó el premio Child and Peace de Unicef (1993) y fue nominado al Príncipe de Asturias (1994) por sus trabajos sociales.

¿Es posible abrir las catracas para permitir que las personas vivan la ciudad como un lugar sin bloqueos? Dimenstein dice que ese “es el gran problema de Brasil”.

“Hay toda una tradición de Estado fuerte y personas obedientes. Aquí no ha habido momentos fuertes de ciudadanía; no hubo revoluciones, como la española, francesa o norteamericana. Hubo luchas, pero siempre fueron a medias. Quien estaba en el poder dejaba hacer algunas cosas y después las impedía”, reseña.

Los torniquetes separan entonces a las personas que son “dueñas” de la ciudad de aquellas que no lo son, se podría decir. El periodista-educador concuerda y apunta que en los seis años que lleva con “Catraca Livre”, el discurso de democratizar la ciudad, de alguna manera, “ha triunfado”.

“Las ciudades hoy en Brasil claman por más plazas, más verde, más bicicletas, más escuelas, más guarderías infantiles. La democracia de la ciudad se puede medir por el tamaño de sus calzadas y São Paulo no tiene calzadas; es una ciudad para autos. Antes, un alcalde anunciaba una autopista y todos lo veían bien. Hoy ya no. Comienza a haber un cambio”, se entusiasma.

Durante una protesta en São Paulo, los manifestantes festejaron un  casamiento del alcalde Fernando Haddad y un molinete. Fotografía: Artur Rodrigues/Folhapress.

Durante una protesta en São Paulo, los manifestantes festejaron un casamiento del alcalde Fernando Haddad y un molinete. Fotografía: Artur Rodrigues/Folhapress.

Al menos eso parecen indicar iniciativas como las de Plaza Roosevelt (una región abandonada del centro histórico que fue ocupada y convertida en un polo teatral), el Largo da Batata (un centro de comercio y transportes que viene consolidándose como un escenario de diversidad cultural), el Parque Augusta (reivindicado por vecinos y colectivos como un espacio verde contra el avance inmobiliario) y la avenida Paulista (donde músicos y artesanos ganaron una batalla con el municipio para ocupar un paseo), por citar algunos ejemplos.

Hay también otras ocupaciones del espacio público, como las del movimiento “Brasil Libre”, que propone la destitución presidencial y que ha llevado a la calle a algunos que proponen un régimen militar. A pesar del nombre, no ven en las catracas obstáculo alguno.

Al presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, considerado una referencia por este movimiento, se le adjudica la iniciativa de querer instalar barreras giratorias en el recinto, a partir de agosto.

El propósito: evitar que ingresen a “la casa del pueblo” quienes no están autorizados para circular por allí, principalmente en los días de votación, pues se ha detectado que “hay intrusos ocupando un lugar que no les corresponde”. Toda una argumentación.

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Una São Paulo fantástica, bajo la mirada de dos españoles http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/04/una-sao-paulo-fantastica-bajo-la-mirada-de-dos-espanoles/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/04/una-sao-paulo-fantastica-bajo-la-mirada-de-dos-espanoles/#comments Wed, 04 Mar 2015 14:10:23 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1353 Continue lendo →]]> POR CECILIA ARBOLAVE, DE SÃO PAULO

Columpios atados al Minhocão. Una pileta debajo de la Avenida Paulista. Un barco amarrado a un muelle que realiza entregas de frutas y verduras en el Mercado Municipal. Las escenas en blanco y negro, dibujadas con minucia de detalles por la española Ángela León, podrían parecer una fantasía para los residentes de São Paulo. Sin embargo, son referencias de cosas que existieron en la ciudad o bien podrían llegar a suceder.

Esas situaciones, entre tantas otras, aparecieron en el papel por primera vez en 2011, cuando la diseñadora industrial de 27 años llegó desde Madrid con su pareja, el arquitecto Miguel Rodríguez, de 36 años. Antes de mudarse, ya habían visitado Brasil algunas veces para realizar proyectos culturales y sociales, como también para pasar unas vacaciones urbanas en la capital paulista.

Estas tierras ya formaban parte del imaginario de la familia de Ángela, muchas veces en la forma de un recuerdo idealizado o en las melodías de Caetano Veloso. Su madre, también española, vivió hasta los 14 años en São Paulo, junto a sus padres y hermanos. Un curiosidad: el abuelo de Ángela también era dibujante y realizó diferentes anuncios publicitarios en medios gráficos brasileños.

Venirse fue una “inconsciencia total”, según las palabras de Ángela, pues ni ella ni Miguel conocían la lengua y tampoco tenían planes muy definidos. Pero les salió bien. En los primeros tiempos, ya mudados al barrio de Santa Cecília, en el centro de la ciudad, salían a caminar y, con la mirada fresca de extranjeros, pensaban en posibilidades para los espacios urbanos que conocían.

“São Paulo abre el apetito del imaginario”, cuenta Ángela, que luego de paseos por los barrios paulistanos, plasmaba en la hoja en blanco diferentes impresiones y narrativas. La española destaca que el trazo es suyo, pero que refleja la visión de ambos.

Uno de los lugares que les produjo especial fascinación fue el Minhocão (en portugués significa “gran lombriz”), un viaducto que fue inaugurado en 1970. Después de dividir y degradar un área del centro de la ciudad, hoy suscita largas discusiones sobre si se debería derribar, transformar en un parque o mantener tal como está.

“Desde el punto de vista arquitectónico, es una construcción terrible y refleja la política urbanística de la ciudad, que prioriza el auto. Pero es un símbolo y, desde el punto creativo, abre muchas posibilidades. Además, la vista que se tiene a la noche es espectacular”, agrega Miguel.

“GUIA FANTÁSTICO DE SÃO PAULO”

Ángela dibujó de forma constante y meticulosa durante dos años y ese trabajo pasó a tomar la forma de un libro. Bautizaron el proyecto como “Guia Fantástico de São Paulo” y en 2013 decidieron sacar algunos capítulos a la luz, en formato de fanzine, en la feria de publicaciones Tijuana.

El interés de la gente los entusiasmó para seguir adelante. Y pusieron una fecha límite para publicar el libro: su vuelta a Madrid, programada para el primer semestre de este año.

Ángela explica que se trata de una falsa guía, que confronta la ficción con la realidad in situ. No pretende ser rigurosa, sino presentar una mirada lúdica y personal de la ciudad. Crea narrativas visuales para lugares que no son considerados turísticos, pero que podrían serlo.

Para viabilizar la publicación, comenzaron una campaña de financiación colectiva en la plataforma Catarse, que ya está en la recta final. Hasta el 11 de marzo se puede apoyar el proyecto, a cambio de diferentes recompensas, como el propio libro, pósteres, postales y dibujos originales.

Tanto Ángela como Miguel están entusiasmados con este proyecto, que formó parte de su vida cotidiana todos estos años. “Fue una sinergia bonita con el momento que pasa la ciudad, de reconquistar el espacio urbano”, cuenta el arquitecto.

Pero no solo la guia está en sintonía con el momento de la ciudad…

LA BASURA COMO TRANSFORMADORA SOCIAL

En Madrid, Miguel se dedicaba desde 2003 a colaborar con el colectivo Basurama, que realiza proyectos heterogéneos con arte, diseño y arquitectura, que buscan una transformación social por medio de estrategias lúdicas y participativas. Son siempre los residuos los protagonistas de todas las actividades, que ya dejaron su marca en más de 50 ciudades del mundo.

Hace cuatro años, Miguel decidió traer Basurama a São Paulo; Ángela también participa puntualmente de algunos proyectos. En las intervenciones que realizaron en diferentes puntos de Brasil (vea todas aquí), juegos e instalaciones hechas a partir de residuos ayudan a despertar interés y conciencia sobre la basura y el descarte.

La ciudad es para jugar

Una de ellas, de hecho, está retratada también en la guía, mostrando que las narrativas y situaciones de los dibujos no son tan absurdas como parecen. En 2013, realizaron la intervención “A Cidade É Para Brincar” (“La Ciudad Es para Jugar”) y colgaron columpios del Minhocão, del Viaduto do Chá y del Vale do Anhangabaú, transformando esos espacios en parques.

Aunque vuelvan a Europa, ambos pretenden regresar para realizar nuevas intervenciones urbanas. Si para algunos el gris de São Paulo ahuyenta, para Ángela y Miguel, es exuberante. Les gusta de São Paulo el mestizaje y la efervescencia cultural: “Madrid es capital europea, pero comparada con São Paulo es un pueblo”.

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Un año en las calles http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/31/un-ano-en-las-calles/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/31/un-ano-en-las-calles/#comments Wed, 31 Dec 2014 14:00:49 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1253 Continue lendo →]]> POR ESTHER SOLANO Y WAGNER IGLECIAS

Esther (prof.esther.solano@gmail.com) es española, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo y miembro del Fórum de Seguridad Pública. Wagner es brasileño, doctor en Sociología por la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (USP) y profesor de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la USP.

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Las fechas navideñas siempre son propicias para mirar hacia atrás y reflexionar sobre lo vivido. Si algo no puede pasar inadvertido en esta retrospectiva es el ciclo de protestas sociales 2013-2014, la ocupación continua de las calles de São Paulo, como si los ciudadanos quisieran arrebatarle el espacio urbano a la propiedad privada, la única que tiene presencia asegurada.

Comenzamos con el espasmo colectivo de las Jornadas de Junio de 2013, que dejaron a la ciudad de São Paulo catatónica, eufórica, sin que nadie entendiera bien lo que estaba sucediendo, pero con el aroma de que se estaba viviendo un momento histórico, una expresión colectiva de las voluntades, los deseos y los miedos de todos nosotros.

Cuando todavía no nos habíamos recuperado ni del susto, ni del entusiasmo, otro actor entró en escena, súbitamente. Los jóvenes adeptos de la táctica black bloc, con su estética negra, cargados con piedras y molotovs, dejaron pasmada a una ciudad que no sabía entenderse a sí misma. Rabia, violencia, miedo, policía en las calles.

Llegó diciembre de 2013. Todo parecía un poco más aplacado, sereno, volviendo a su rumbo, cuando, sin aviso previo, los jóvenes del “rolezinho” decidieron juntarse para ir a dar una vuelta a los shoppings de sus barrios e incluso de las zonas más ricas de la ciudad.

Un episodio tan cotidiano, tan banal, pero que provocó una onda reaccionaria exagerada, que dejó expuesta la estructura jerárquica de la sociedad brasileña, con señoras aterradas por la idea de que “esos jóvenes negros de favela” pudieran invadir como hordas salvajes sus idolatrados shoppings exclusivos.

Entre sobresaltos de “rolezinhos” y black bloc llegó el 2014, el Mundial y el espacio público siguió siendo escenario de escenas de conflictos sociales: calles y  estadios, de nuevo, dejaron al descubierto la faceta más rancia de un Brasil que profería insultos clasistas y racistas en los partidos de fútbol.

La Copa del Mundo se perdió en el campo de forma vergonzosa, pero no menos vergonzoso fue ver el comportamiento de algunos de los que ocupaban las gradas de los estadios.

Y, como no podía faltar, las últimas de las emociones fueron el año electoral y dos eventos sociales fascinantes: la ocupación de las calles por parte de militantes y simpatizantes del Partido de los Trabajadores (PT) en un movimiento de dinamismo social electoral que hacía años no se veía y la organización de los conservadores, que nunca participaron de la tradición de expresarse políticamente según el modelo de manifestación, personas que vociferan contra un supuesto estado brasileño-bolivariano-castrista-leninista, a los que se suman grupos aislados que piden la vuelta de un gobierno  militar.

REOCUPACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO

Es importante resaltar que la mayor metrópoli brasileña vive un proceso de reocupación de las calles y del espacio público.

En las últimas décadas, la concepción de que el espacio público es apenas un lugar de pasaje entre dos espacios privados (la casa, el trabajo, el shopping, la escuela) había ganado mucha fuerza en São Paulo. Además, sucesivas gestiones municipales trataron el espacio público de forma militarizada, impidiendo su uso por artistas de calle y colectivos juveniles.

A eso se suma, por un lado, la ideología del mercado inmobiliario, tan fuerte en São Paulo, a vender todo el tiempo la concepción de espacios privados exclusivos, definidores de elevados grados de status social que garantizan seguridad y confort, y, por otro, la cultura del automóvil, por la cual muchos equivocadamente imaginaron que los problemas de transporte en una ciudad de más de 11 millones de habitantes podían resolverse por salidas individuales y privadas.

Un hecho aparentemente banal, pero muy característico de sectores de la élite paulista, fue el puntapié inicial para cambiar las tendencias dominantes e impulsar la reocupación de las calles por movimientos sociales diversos. En 2011, habitantes de un barrio acomodado se manifestaron públicamente contra la instalación, en esa región, de una estación de metro.

Alegaban que aquello podría aumentar y diversificar en demasía la circulación de personas por el barrio. La reacción de los movimientos sociales fue de repudio, en forma de ironía.

La “Parrillada de Gente Diferenciada”, organizada en la calles del exclusivo barrio de Higienópolis, en mayo de 2011, se constituyó como un catalizador para que diversos colectivos volvieran a encarar la calle como espacio no apenas de circulación, y sí de ocio y reivindicación política en la ciudad de São Paulo.

Obviamente muchos movimientos sociales jamás habían dejado las calles, pero aquel episodio, aliado a la fuerza de las redes sociales, incentivó a numerosas personas a salir a las calles de la mayor ciudad del país para protestar. Seguramente no se verán, otra vez, contingentes de decenas de miles de personas como se vieron en las Jornadas de Junio de 2013.

Ahora ya no hay una masa indiferenciada protestando por temas vagos, contra “todo lo que está ahí”, pero es bastante probable, como ya se ha demostrado desde 2013, que São Paulo siga siendo escenario, en 2015 y en los próximos años, de diversas manifestaciones. Con excepción de aquellas de banderas anti-democráticas, no deja de ser un aliento.

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