Brasil con Ñeconomía – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 “Mucha gente sin techo, mucho techo sin gente” http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/26/mucha-gente-sin-techo-mucho-techo-sin-gente/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/26/mucha-gente-sin-techo-mucho-techo-sin-gente/#comments Fri, 26 Jun 2015 14:16:43 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1516 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

Tomo un ómnibus en la calle Augusta rumbo al centro viejo de la ciudad. A mi lado se sienta un señor de unos 70 años, con ropas que parecen de la misma edad. Al pasar frente a las torres que se alzan en esa región en auge, exclama: “¡Gastan fortunas en esos apartamentos! Y, uno, que siempre ha vivido aquí, ahora tiene que irse, porque el salario ya no paga las cuentas del mes”.

El hombre, que ha tenido que mudarse debido al exorbitante aumento de los alquileres, resume un fenómeno tal vez no muy reconocible a primera vista, pero que está tan presente que hasta tiene un nombre: gentrificación (proceso por el cual la población de un barrio popular es desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor).

La burbuja brasileña

Paralelamente a esos desplazamientos, el “boom” inmobiliario de São Paulo viene desinflándose desde hace al menos un año. Antes de la supervalorización, ya había muchos edificios vacíos en la ciudad. Datos del municipio indican que en 2014 había 400.000 inmuebles deshabitados, entre casas y edificios, al mismo tiempo que unas 130.000 familias no tenían dónde vivir.

“Tanto techo sin gente, tanta gente sin techo”, dice un graffitti de menos de 140 caracteres, que también podría ser un tuit.

El gobierno municipal decidió aumentar el año pasado los impuestos a las propiedades en desuso. En regiones donde el metro cuadrado ronda los 3500 dólares (sobre todo en Jardins y zona sur), la medida, previsiblemente, no fue bien recibida. Tampoco las caras desconocidas que comenzaron a pasearse por allí.

Las ocupaciones parten de un movimiento que unos llaman “de derecho” y otros “de usurpación”. Hace unos años presencié la toma de un edificio céntrico y pude ver cómo el grupo se distribuía, con organización y velocidad sorprendentes, los 15 pisos del predio, sus departamentos y las funciones de cocina, limpieza, seguridad, salud, etc.

Con el deterioro de la economía, esos “techos sin gente” han atraído a más personas. Hace unas semanas, ví uno de los desalojos que se han vuelto comunes en el último tiempo. La violencia con que se ejecutan pone en evidencia la enorme distancia social que hay entre quienes tienen y quienes no, poniendo en jaque la idea de Brasil como un país cordial.

Boom inmobiliario en el Baixo Augusta. Fotografía: Gustavo Epifanio - 18.set.2014/Folhapress.

Boom inmobiliario en el Baixo Augusta. Fotografía: Gustavo Epifanio/Folhapress.

Tubos de ensayo

En otras zonas de la ciudad, donde el precio de las propiedades es más bajo, las construcciones abandonadas atraen un segundo tipo de “ocupación”, la de personas que no sufren falta de vivienda y que no necesariamente entran allí sin pagar.

Son los laboratorios de experiencias artísticas, periodísticas o sociales, que emergen como una mezcla de co-working, comuna y red social.

A diferencia del movimiento de “reapropiación del espacio público”, que busca revitalizar las plazas, estas iniciativas tienen lugar en el interior de edificios o casas que, por estar sin uso o en franco deterioro, se vuelven alternativas de bajo costo.

Las hay de varios tipos; las más duraderas son aquellas que desarrollan proyectos profesionales o artísticos definidos, practican el crowfunding y tienen un acuerdo con el propietario, además del apoyo de los vecinos.

En el centro viejo se encuentra “Farol”, el nombre que le han dado a un antiguo edificio de cuatro pisos los  grupos que desarrollan allí sus proyectos: “Choque Cultural” (arte público y pensamiento urbanístico), “Líquen” (taller de artistas y diseñadores), “Balsa” (espacio de eventos) y “Fluxo” (redacción, estudio, lugar de encuentro y reuniones).

Este último es quizás el que más ha trascendido debido a que sus miembros desarrollan proyectos de comunicación y están articulados con los medios.

Lidera esa experiencia Bruno Torturra, un periodista que pasó de los medios tradicionales a una estructura especializada en activismo social (llamada “Midia Ninja”). Allí se reúnen reporteros, fotógrafos, editores y artistas para experimentar “con el lenguaje, el contenido y las relaciones entre comunicadores y público”.

Con una terraza que ofrece una excepcional vista al valle Anhangabaú, los ocupantes tienen una agenda de cine club, debates, fiestas, transmisiones en vivo y producción de contenidos.

Buscan también un nuevo modelo de negocio para el periodismo. Por ello, suele verse por allí a varios de los profesionales que salieron de las redacciones tras los recientes despidos masivos.

Un túnel que se transforma en discoteca. Fotografía: Reprodução/Buraco da minhoca.

La ocupación del túnel que se transforma en discoteca llegó a su fin. Fotografía: Reprodução/Buraco da minhoca.

Reacción explosiva

En la misma región, otras experiencias han transitado diversa suerte. Una de ellas es “Laboratório Compartilhado TM13”, el nombre que recibió la Escuela de Ballet Municipal, en mayo de 2014, tras la ocupación del colectivo AnhangabaRoots.

Foco de resistencia contra el  Mundial de fútbol, ese grupo fue desplazado por la policía al mes siguiente: la ocupación se encontraba en el mismo lugar donde se montaría la Fifa Fan Fest.

Sus integrantes, cultores del hip-hop, reggae y funk, realizaban allí seminarios, talleres, cine al aire libre y recitales de poesía.

Después del desalojo, se mudaron a “Casa Amarilla”, un antiguo caserón abandonado en las proximidades. Este nuevo domicilio, que había sido sede del INSS (Instituto Nacional de Seguridad Social), fue ocupado en febrero de 2014 por el grupo “Ateliê Compartilhado”, de artistas, activistas e intelectuales.

Estos últimos, a su vez, habían llegado allí después de ser desplazados de una plaza en el Baixo Augusta (donde se levantan las torres señaladas por mi circunstancial interlocutor en el ómnibus).

En esa casa, estaban  realizando un ciclo de presentaciones de teatro, música y danza; también había debates y hasta clases de yoga. Pero la ocupación no tenía una estructura financiera definida ni un programa de largo plazo.

Con la llegada del nuevo grupo, la discusión de ideas fue in crescendo y alcanzó tal punto que unos pasaron a defender sus posturas con la vehemencia de los puños, dando lugar a escenas de pugilato generalizado.

“Hubo un choque de clases”, me dijo Chico Tchello, referencia de otra ocupación cerca de allí, “Buraco da Minhoca”, que vio de cerca lo ocurrido y cuya ocupación también llegó a su fin recientemente, tras los reclamos de una señora de la Plaza Roosevelt.

El año pasado, el Vale de Anhangabaú fue desalojado para instalar la FIFA Fan Fest. Fotografía: Nelson Almeida - 12.jun.2014/AFP.

El año pasado, el grupo “Laboratório Compartilhado TM13” fue desalojado para instalar la FIFA Fan Fest. Fotografía: Nelson Almeida – 12.jun.2014/AFP.

Condominio Cultural

Tras confirmarse en junio de 2015 el inminente desalojo por parte de la fuerza pública, todas las tribus debieron emprender la retirada. Así llegaron a la avenida Paulista, uno de los distritos financieros de la ciudad, donde en este invierno tropical se los puede ver en grupos bajo el icónico arco del MASP (Museo de Arte de São Paulo).

Siguiendo por esa avenida hacia el oeste de la ciudad, se llega al barrio Villa Anglo, donde hay un edificio centenario de 1250 metros cuadrados que ya funcionó como hospital, escuela, maternidad, geriátrico y hasta como casa particular.

En 2010, tras 15 años de abandono, el predio fue ocupado por un grupo de artistas, intelectuales, arquitectos y emprendedores.

La misión: “buscar procesos alternativos y creativos de convivencia para pensar el mundo de una forma diferente”.

Actualmente, brindan cursos (sonido, lenguaje audiovisual, fotografía), espectáculos (teatro, música, danza), una cena mensual y un taller de horticultura doméstica. Esas actividades sirven también para financiar el lugar, junto con donaciones que el grupo recibe a través de PagSeguro (un PayPal brasileño).

“Es más divertido y se pueden realizar objetivos más complejos”, me dice Eduardo Duwe, emprendedor audiovisual, que participó del proyecto en sus inicios, junto con Géssica Arjona y otros que continúan hasta hoy.

Tras haber vivido más de una década en una besetzte haus  (casa tomada) en Berlín, Duwe argumenta que en los espacios autogestionados, menos costosos, “se potencian los resultados porque son más dinámicos y  horizontales”.

Androides, humanistas y startups

De regreso a la región central encontramos en la calle Ouvidor un edificio de 13 pisos que fue ocupado por el colectivo Androides Andróginos el 1˚ de Mayo de 2014, para simbolizar con esa fecha la intención de convertir “lo que antes era gris en un centro de arte y cultura”.

El edificio, irónicamente, pertenece a la Compañía de Desarrollo Habitacional y Urbano.

El grupo asignó un piso a cada modalidad artística, propone una reflexión sobre arte y urbanismo y realiza debates, shows, fiestas, exposiciones y performances. El video del inicio de la ocupación es muy descriptivo: https://vimeo.com/93560021

Androides Andróginos

Yendo un poco hacia el sudeste, en el barrio Vila Mariana se encuentra “Casa 40”, que se presenta como “un centro de cultura y espacio de convivencia para actores y entusiastas de la disonancia”.

Inspirados en ideas humanistas, realizan allí tertulias, cursos y debates sobre arte, política y filosofía, además de servir como vivienda temporaria y como local de venta de productos orgánicos. Declaran financiar el lugar con aportes de los propios miembros.

No son estas las únicas experiencias de “ocupación”. Hay otras que ocurren del lado de afuera de las casas tomadas, como www.belarua.com.br y www.revitarte.com, entre otras. Varias inclusive despuntan en la mira de grandes empresas, que las ven como una fuente de innovación.

Esos cientos de miles de construcciones sin utilizar, indicadores sombríos del absurdo económico al que ha llegado Brasil, parecen un gran laboratorio para ensayar soluciones alternativas al estancamiento actual. Eso, al menos, es lo que muchos están intentando.

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La economía solidaria florece en Brasil http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/08/08/la-economia-solidaria-florece-en-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/08/08/la-economia-solidaria-florece-en-brasil/#comments Fri, 08 Aug 2014 15:51:08 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1005 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ Y JOSÉ ANTONIO BAUTISTA, DE RÍO DE JANEIRO

Mayara tiene 53 años, es costurera por cuenta propia y vive en la favela del Preventorio, situada en la ciudad de Niterói, frente a la capital carioca. Ninguno de sus intentos de abrir una cuenta bancaria sirvió ya que no tiene domicilio registrado, ni salario, ni declaración de la renta.

En enero de este año, Mayara abrió por fin una cuenta a través del Banco Preventorio, un banco comunitario con moneda propia que surgió en el estado de Río de Janeiro. “Se acabó lo de esperar de pie durante horas para pagar el recibo de la luz y el agua”, comenta esta vecina.

El 41,9% de los brasileños mayores de edad, es decir, 55 millones de adultos, no pueden acceder a los servicios bancarios en Brasil, según los datos de 2013 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

Esta población mueve cada año una cantidad de dinero equivalente al PIB de países como Singapur o Chile (aproximadamente 340 millones de dólares según los datos de 2013 del Banco Mundial). Por si fuera poco, el Banco Central de Brasil estima que 1900 municipios del país todavía no disponen de una sucursal bancaria física.

Este país es testigo del auge de numerosos programas de economía solidaria que están surgiendo por y para la comunidad en un escenario de desigualdades y exclusión.

Brasil es uno de los países con mayor brecha social de América Latina, que a su vez es la región más desigual del mundo, según datos de 2012 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

A partir del desinterés por parte de los bancos de acercar sus servicios a los brasileños de menor renta, diversas comunidades están tomando las riendas para reactivar la economía local y aliviar la disparidad de ingresos.

Para entender el auge de estas iniciativas en el gigante latinoamericano hay que remontarse a 1998, el año en que nació el principal referente de la banca comunitaria en Brasil: el Banco Palmas. “La pobreza no es una sentencia”, sostiene Joaquim de Melo Neto, fundador del banco y actual director de la Red Brasileña de Bancos Comunitarios.

Impulsada por los vecinos de Palmeiras, el barrio con menor renta per cápita de Fortaleza (la capital del estado de Ceará y la segunda ciudad más desigual de Brasil), hoy en día esta institución ofrece programas de capacitación, microcréditos y microseguros, entre otros servicios, a más de 100.000 ciudadanos.

Al mismo tiempo, el Banco Palmas otorga asesoramiento a los 104 bancos comunitarios con moneda social que hay en la geografía brasileña.

Francisco Silva ofrece descuentos para quienes pagan con prevês en su bar con vistas a Río de Janeiro. Fotografía: José Bautista

Francisco Silva ofrece descuentos para quienes pagan con prevês en su bar con vistas a Río de Janeiro. Fotografía: José Bautista

“No existe territorio pobre y sí territorio que se empobrece; si no reviertes en tu comunidad, el de fuera tampoco lo hará”, puntualiza Asier Ansorena, asesor de crédito del Banco Palmas, mientras nos desgrana el funcionamiento de esta entidad.

Según este joven economista, los microcréditos juegan un papel importante para que las monedas sociales cumplan su objetivo: fortalecer la economía local.

A través del Banco Palmas, la comunidad tiene la posibilidad de acceder a préstamos -tanto en reales brasileños como en palmas, la moneda social de la comunidad- que oscilan entre los 250 y los 6000 dólares y cuentan con unos intereses variables según el monto del microcrédito.

Siguiendo el ejemplo de los habitantes de Palmeiras, cada vez más comunidades y municipios de Brasil toman un papel activo en la transformación social y deciden crear su propio banco para impulsar la economía local, combatir la desigualdad y generar más oportunidades entre los moradores.

Un ejemplo representativo de este tipo de iniciativas es el Banco Comunitario do Preventorio, que recibe su nombre de la favela que lo vio nacer en la ciudad fluminense de Niterói.

Este proyecto de economía solidaria surgió en 2011 a raíz del empobrecimiento y escasez de oportunidades entre los habitantes de la favela. Su consolidación fue posible gracias a la Incubadora de Economía Solidaria de la Universidad Federal Fluminense y el apoyo del Banco Palmas.

“El Banco Preventorio necesita divulgación para obtener nuevos recursos y dar continuidad al desarrollo local”, puntualiza Barbara França, socióloga y directora de la incubadora académica que contribuyó para la fundación de este banco.

Por la favela del Preventorio circulan los prevês, la moneda social con la que se puede comprar en varios establecimientos y obtener descuentos.

El Banco Preventorio funciona como sucursal del Caixa Federal, banco público brasileño, lo que por primera vez permite a los habitantes de esta favela realizar el pago de facturas, abrir cuentas bancarias o retirar dinero en efectivo.

Muestra de diferentes billetes de la moneda social prevês en un establecimiento de la favela del Preventorio. Fotografía: Luna Gámez

Muestra de diferentes billetes de la moneda social prevês en un establecimiento de la favela del Preventorio. Fotografía: Luna Gámez

María das Graças Nunes, actual presidenta del banco, hace suyas las palabras de Joaquim Melo para afirmar que “el banco tiene que fundarse en la confianza”.

A través del Banco do Preventorio la comunidad recibe cursos de capacitación y accede a pequeños préstamos sin intereses de entre 20 y 40 dólares en forma de prevês.

Tanto María das Graças como el resto de trabajadoras del banco alegan que la dificultad para encontrar fondos les impide tener más alcance y otorgar mayores créditos.

“Este proyecto no solo ayuda a la economía del barrio, sino que fortalece los lazos de solidaridad y da vida a nuevas ideas, como nuestro primer periódico y nuestra banda de música” declara María.

Proyectos similares y con estrategias diversas hacen de Brasil un terreno fértil para el desarrollo de la economía solidaria a través de ideas innovadoras. En Maricá, una ciudad de 139.500 habitantes a 70 km de Río de Janeiro, circula desde enero de este año la primera moneda social electrónica del país: la mumbuca.

El ayuntamiento decidió abordar esta idea tras una investigación que reveló que 13.000 familias maricaenses vivían con menos de un salario mínimo, es decir, menos de 724 reales (300 dólares) al mes, y más del 70% de ellas poseía una renta mensual inferior a tres salarios mínimos.

La mumbuca es una moneda social electrónica en forma de tarjeta bancaria que el ayuntamiento distribuye entre los residentes del municipio con una renta mensual inferior al salario mínimo.

La administración del programa corresponde al Banco Palmas y el 90% de los fondos repartidos por el municipio provienen de las regalías obtenidas por las explotaciones petrolíferas cercanas a Maricá.

“Distribuir las regalías es importante ya que fomenta el desarrollo local y la redistribución de renta”, afirma Miguel de Moraes, secretario de Derechos Humanos del Ayuntamiento de Maricá y responsable del programa.

Al cumplirse seis meses desde su creación, los más de 7.000 vecinos de Maricá en posesión de esta tarjeta reciben cada mes 85 mumbucas, equivalentes a 85 reales (en torno a 40 dólares) que les permiten adquirir bienes de primera necesidad en 120 comercios de la ciudad, desde farmacias hasta supermercados y tiendas de construcción.

María de Lourdes sale del supermercado tras su primera compra con la moneda electrónica mumbuca. Fotografía: Luna Gámez

María de Lourdes sale del supermercado tras su primera compra con la moneda electrónica mumbuca. Fotografía: Luna Gámez

María de Lourdes trabaja a sus 67 años como limpiadora en un mercado y cobra el salario mínimo. “Estoy feliz con este programa porque estamos pasando por tiempos difíciles”, comenta la mujer tras realizar su primera compra en mumbucas.

Su sueldo y una pequeña pensión de viudedad son los únicos ingresos en su hogar, donde convive con un hijo con discapacidad, una nieta y un bisnieto. “[Antes] mucha gente llegaba con la receta médica y cuando veía los precios se iba sin comprar los medicamentos”, detalla Flavio Carvalho, gerente en una farmacia de Maricá que acepta el pago con mumbucas.

Para 2016 el ayuntamiento espera tener más de 10.000 establecimientos adheridos a este programa y estima que el monto de transacciones en mumbucas alcanzarán los seis millones de reales al año (2,7 millones de dólares).

Brasil ya cuenta con 104 bancos comunitarios con moneda social propia unidos a través de la Red Brasileña de Bancos Comunitarios. La economía solidaría en el país incluye proyectos tan variados como el Banco Comunitario Indígena Tremembé, del estado de Ceará, el amazónico Banco Tupinambá o el Banco dos Cocais en el estado de Piauí.

Además, el pasado mes de mayo la Cámara de Diputados brasileña aprobó un proyecto de ley para que las organizaciones de este tipo tengan acceso a políticas públicas y fuentes de financiamiento.

Actualmente, un número creciente de brasileños, organizados en redes locales de actuación solidaria, enfrentan el obstáculo de la exclusión del sistema bancario oficial y de su empobrecimiento.

El primer proyecto de moneda social que se conoce fue el “Wir” (“nosotros” en alemán), creado en Suiza hace 80 años. En 2013 la circulación de esta moneda representó el 1% del PIB de Suiza.

Partiendo de la estadística  macroeconómica de la CEPAL de 2012, si los 55 millones de brasileños excluidos del sistema financiero formaran parte de un banco comunitario, las transacciones en monedas sociales representarían el 14,5% del PIB del gigante emergente.

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Ganadores y perdedores contra la inflación http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/08/26/ganadores-y-perdedores-contra-la-inflacion/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/08/26/ganadores-y-perdedores-contra-la-inflacion/#comments Mon, 26 Aug 2013 14:30:00 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=109 Continue lendo →]]> POR NATALIA FABENI

“La inflación es la peor cosa”. Leí la frase del ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, hace unas semanas en la revista Veja y fue inevitable pensar en un episodio bochornoso que tuvo como protagonista al ministro de Economía argentino, Hernán Lorenzino, en abril pasado.

La televisión griega había viajado hasta Buenos Aires para realizar un informe acerca de cómo golpea la crisis económica mundial y las estrategias que adaptaron algunas naciones para salir adelante, y pidió una entrevista con Lorenzino para hablar de la experiencia de Argentina post crisis 2001.

Todo venía saliendo de maravillas hasta que la mujer se atrevió a preguntarle al ministro acerca de la inflación. La pregunta no tenía mala intención, sino un fundamento certero: la periodista había caminado las calles de Buenos Aires preguntando por las mayores preocupaciones de los argentinos y la inflación estaba en el podio de las quejas. El ministro no vio venir la pregunta. Al comienzo titubeó, balbuceó algunos números y abruptamente pidió terminar la entrevista, pero antes, mirando a su asesora, pronunció las palabras que provocaron furor en Twitter más allá de Argentina: “Me quiero ir”. Sin dudas, para Lorenzino, como para Mantega, la inflación también “es la peor cosa”.

La inflación pone en un aprieto al ministro de Economía argentino

En mi país hablar de la inflación es tabú, el gobierno la ignora mientras las clases trabajadoras la padecen. Otro país que la sufre desde hace tiempo es Venezuela. El Banco Central anunció en julio que el acumulado de los últimos doce meses llegó al 42,6%. Está completamente fuera de control: no funcionaron los controles de cambio y los controles de precios sólo trajeron desabastecimiento y escasez, colas para comprar leche, azúcar y papel higiénico.

Conocido el último número, el presidente de Datanálisis y analista político, Luis Vicente León, se refirió a través de Twitter a los índices de inflación de su país de la siguiente manera: “Los datos de inflación acumulada son espeluznantes…y es apenas el pico del iceberg”.

Cuando llegué a Brasil, allá por el mes de junio, salí a cubrir las protestas para medios de Argentina y España. Conversando con la gente aparecía el mismo reclamo: la inflación y el alto costo de vida.Recuerdo los datos de inflación de ese mes: el índice acumulado hasta junio había tocado su máximo en casi dos años y se ubicó en el 6,7%.

Con la cifra repitiéndose en los medios de comunicación pensé otra vez en Argentina. Aún seguimos sin saber con certeza de cuánto es la inflación. La oficial, medida por el  Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), intervenido desde 2007 por el gobierno kirchnerista, está en el orden del 10% anual. El economista argentino Luis Palma Cané me dijo que la “verdadera inflación no es menor al 30% y va en ascenso”.  “Si se continúa con las actuales políticas de control y emisión desbordada, la inflación tendrá una tendencia creciente. Cuanto mayor sea la emisión y la subida de salarios, mayores serán los niveles inflacionarios”, explicó.

En agosto, la inflación en Brasil fue otra vez noticia. Después de haber sido junio el peor mes en casi dos años, julio llegó para romper otro récord: registró la inflación más baja en tres años (0,03%). Pensé otra vez en las palabras de Mantega y en el arduo trabajo de debió haber hecho el equipo económico de Dilma Rousseff para lograr ese número. Pero el economista brasileño Alexandre Schwartsman me ofreció otra teoría.

 

Evolución del ìndice Nacional de Precios en Brasil

Evolución del Índice Nacional de Precios en Brasil

 

“Lo que pasó fue esencialmente una combinación feliz de una caída estacional de precios de alimentos (que siempre ocurre entre junio y agosto) y la reducción de las tarifas de los ómnibus urbanos. Muy probablemente la inflación mensual se vuelva a acelerar hasta fin de año, aunque va a quedarse en 6%, encima de la meta (que es de 4,5%, con una tolerancia de dos puntos porcentuales), pero por debajo del máximo permitido. Esto va a lograrse a costa de la reducción de las tarifas de energía, el control de precios de los combustibles y, ahora, el control de las tarifas de transporte. Sin esa interferencia del gobierno, la inflación estaría próxima al 6,5% hacia fin de año”, indicó.

A diferencia de Mantega, Schwartsman no cree que la inflación sea la “peor cosa” para Brasil. Para él, las hay peores, como el “crecimiento mediocre de los últimos años, que será la marca registrada de los próximos”. Además, la frase no le parece nada sincera. “Si fuera así, no permitiría que la inflación quedase por arriba de la meta fijada en 2010, 2011, 2012, 2013 y probablemente, en 2014 también”, remarcó.

Si hacemos un breve recorrido por los países de América Latina, los números de inflación son más parecidos a los de Brasil que a los de Argentina o Venezuela. En México, por ejemplo, la inflación acumulada anual a julio llegó al 3,47%. En Perú, la acumulada en los últimos doce meses fue del 3,24%. Los analistas indican que lo más probable es que en los próximos dos meses se desacelere la tasa anual de inflación y se ubique otra vez dentro de las metas del Banco Central (entre el 1 y el 3%). Por último, en Chile la tasa interanual de inflación se ubicó en el 2,2% y las previsiones dicen que 2013 cerrará con una inflación 2,5 %, por debajo del 2,6% previsto por el Banco Central en su último Informe de Política Monetaria.

“En general, la inflación dejó de ser el flagelo de años atrás. Nuestros países (salvo Argentina y Venezuela) comprendieron que la inflación y los déficits públicos crónicos son los peores enemigos del crecimiento. En consecuencia, aplican políticas monetarias consistentes con el principio anterior”, explicó el economista Palma Cané.

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