Brasil con Ñdilma – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 Las matemáticas terribles de la seguridad pública brasileña http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/10/03/las-matematicas-terribles-de-la-seguridad-publica-brasilena/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/10/03/las-matematicas-terribles-de-la-seguridad-publica-brasilena/#comments Fri, 03 Oct 2014 18:39:27 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1099 Continue lendo →]]> POR ESTHER SOLANO GALLEGO, DE SÃO PAULO

Esther (prof.esther.solano@gmail.com) es española, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo y miembro del Fórum de Seguridad Pública.

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Hay números que representan realidades infames, crueles, bárbaras. Así son  las matemáticas de la seguridad pública brasileña. Matemáticas terribles. Matemáticas que avergüenzan.

50.000 homicidios anuales. 50.000 violaciones anuales denunciadas (se calcula que el número real ronde la cifra de 500.000). La policía brasileña, una de las que más mata y más muere en el mundo, deja 5 cadáveres por día a la vez que más de 200 policías mueren cada año. Hay 500.000 presos en las cárceles brasileñas, siendo casi la mitad de ellos provisionales, esperando eternamente un juicio que no llega.

Esas son las cifras. Más tiránicas que humanas  (para datos más detallados, visitar las publicaciones anuales del Fórum Brasileño de Seguridad Pública).

¿Y la campaña electoral? Ese momento esquizofrénico donde todo es prometido, con tono banal,  pero las negligencias y omisiones de los candidatos gritan más fuerte que nunca.

La seguridad pública es uno de esos asuntos tabús, mencionados de soslayo, con intenciones calculadas, propagandísticas e ideológicas pero con escasa finalidad de fundamentar un debate sólido.

La policía brasileña, una de las que más mata y más muere en el mundo, deja 5 cadáveres por día a la vez que más de 200 policías mueren cada año. Fotografía: Alice Vergueiro/Futura Press/Folhapress.

La policía brasileña, una de las que más mata y más muere en el mundo, deja 5 cadáveres por día a la vez que más de 200 policías mueren cada año. Fotografía: Alice Vergueiro/Futura Press/Folhapress.

Las propuestas de los candidatos a la presidencia de Brasil son más titubeos, balbuceos de quienes no tienen ni valentía ni dignidad de enfrentar un problema que debería haber sido prioridad hace ya muchos años.

Para el Partido de los Trabajadores (PT), el modelo a seguir y reforzar es el esquema de seguridad de la Copa del Mundo, cuyo sinónimo son los Centros Integrados de Comando y Control que amalgaman ejército, policías civil y militar y otra serie de organismos vinculados a la seguridad pública.

Como si este prototipo superficial de supuesta coordinación que en nada trata los problemas de raíz fuese a mejorar las estadísticas atroces de la violencia. A parte de esta oferta claramente insuficiente, la presidenta Dilma Rousseff ya ha mencionado la importante posibilidad de una enmienda constitucional para fortalecer el papel del gobierno federal  en competencias de seguridad.

Sí, menos mal, un pacto federativo para compartir competencias entre gobierno federal, estados y municipios es esencial.

El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), frívolo. Su candidato Aécio Neves propone crear un Ministerio de Seguridad Pública y Justicia del que no nos ofrece más detalles.

Hace unas semanas, una operación de  la Policía Militar contra vendedores ambulantes dejó un muerto en el barrio de Lapa, en la zona oeste de São Paulo. Fotografía: Reginaldo Castro/Folhapress.

Hace unas semanas, una operación de la Policía Militar contra vendedores ambulantes dejó un muerto en el barrio de Lapa, en la zona oeste de São Paulo. Fotografía: Reginaldo Castro/Folhapress.

Sin embargo, el hombre fuerte del partido, el vitalicio gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin, pivota su programa de seguridad en base a la controvertida reducción de la mayoría de edad penal a 16 años para crímenes especialmente graves como homicidio, violación y secuestro, como si punición y Estado penal fuesen sinónimos lógicos de menor criminalidad.

Finalmente está el Partido Socialista Brasileño (PSB), heredero de la experiencia del programa Pacto por la Vida, implementado por el fallecido ex candidato a la presidencia Eduardo Campos en Pernambuco, que consiguió impactos positivos en la seguridad de ese estado.

Las ideas de Marina Silva son aumentar el presupuesto para el Fondo Nacional de Seguridad Pública y, esta sí más interesante y fundamental, un pacto nacional para la reducción de homicidios.

¿Pero dónde están las verdaderas reformas estructurales que se necesitan con urgencia? ¿Qué candidato coloca sobre la mesa, sin tapujos, sin medias palabras, con claridad y contundencia, el debate sobre los cambios radicales que se precisan en el campo de la seguridad pública? Ninguno.

Ninguno de ellos habla sobre el control de armas (en Brasil existen 16 millones de armas de fuego siendo sólo la mitad legales). Ninguno de ellos habla sobre las posibles reformas de las policías (reducción de letalidad, aumento de las tasas de resolución de crímenes, ciclo completo integrado entre policía militar y civil, mayor transparencia…).

Las propuestas de los candidatos a la presidencia de Brasil no convencen; se trata de un problema que debería haber sido prioridad hace ya muchos años. Fotografía: Adriana Spaca/Brazil Photo Press/Folhapress.

Las propuestas de los candidatos a la presidencia sobre seguridad pública no convencen; se trata de un problema que debería haber sido prioridad hace ya muchos años. Fotografía: Adriana Spaca/Brazil Photo Press/Folhapress.

Ninguno de ellos habla sobre la modernización del sistema penitenciario y las alternativas a las dinámica de aprisionamiento masivo. Ninguno de ellos habla sobre la política de drogas que está provocando una verdadera masacre entre los jóvenes brasileños de las periferias.

La autodenominada “izquierda”  brasileña menospreció históricamente el tema de la seguridad pública, tal vez guiada por la fantasía infantil de que la ascensión al consumo y la reducción de la miseria tendrían como consecuencia directa la reducción de la criminalidad.

Los grupos conservadores, como el PSDB, o los seguidores del discurso del ex alcalde y ex gobernador de São Paulo Paulo Maluf de “ROTA [Rondas Ostensivas Tobias de Aguiar] en la calle” tratan seguridad pública como si el mero endurecimiento punitivo fuese a acabar con la violencia. Ambas visiones son estrechas, irresponsables, poco consecuentes con la realidad e ineficaces en extremo.

Este es el escenario. Entre incompetencias y silencios conniventes las matemáticas terribles continúan.

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Una nueva política sobre drogas irrumpe en el debate electoral brasileño http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/09/02/una-nueva-politica-sobre-drogas-irrumpe-en-el-debate-electoral-brasileno/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/09/02/una-nueva-politica-sobre-drogas-irrumpe-en-el-debate-electoral-brasileno/#comments Tue, 02 Sep 2014 14:09:10 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1059 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ Y JOSÉ ANTONIO BAUTISTA

DE RÍO DE JANEIRO

El debate sobre las drogas toma fuerza en medio mundo y prende en Brasil, que no se resiste al fuego de esta discusión y ve cómo se convierte en cenizas el tabú que hasta hace poco reinaba en la política nacional, con las elecciones del 5 de octubre a la vuelta de la esquina.

A pesar de la variedad de posiciones, el problema es común para toda la sociedad brasileña: una investigación reciente demuestra que el 56% de los asesinatos cometidos en Brasil está ligado directamente al narcotráfico, lo que supone más de 50.000 vidas al año, en su mayoría de jóvenes pobres  entre 15 y 25 años.

Las voces del panorama brasileño que se decantan por la descriminalización del cannabis cada vez hacen más ruido en medio de una parrilla de candidatos que se caracteriza por el conservadurismo.

Luciana Genro, candidata a la presidencia por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) defiende que despenalizar el uso de marihuana es un primer paso para acabar con la batalla contra las drogas, que según ella “se transformó en una guerra a los pobres”.

En la misma línea, el candidato del Partido Comunista Brasileño (PCB), Mauro Iasi, reconoce que “quien acaba sufriendo con la criminalización es la población pobre”. En sintonía con sus compañeros, Eduardo Jorge, del Partido Verde (PV), defiende la legalización de esta sustancia para uso medicinal y recreativo.

No obstante, los tres candidatos más populares prefieren no echar más leña al fuego, por lo que no apoyan esta medida ni abordan el tema de forma directa. El candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y tercero en las encuestas, Aécio Neves, cree en la eficacia de la actual ley sobre drogas y no considera necesario un cambio.

Marina Silva, candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB) por sorpresa tras la reciente muerte de Eduardo Campos en un accidente de avión, defendió en las elecciones de 2010 la celebración de un plebiscito para legalizar la marihuana, pero cuatro años más tarde adoptó una postura contraria a esta medida y en línea con las ideas de su conservadora iglesia evangélica, la Asamblea de Dios.

La actual presidenta y candidata a la reelección, Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores, PT), que aún no habló al respecto durante esta campaña electoral, ya se posicionó en contra en ocasiones anteriores alegando que “la sociedad no está preparada para un cambio de ese tipo”, ya que considera que “las drogas se combaten con opciones de ocio y trabajo para los jóvenes”.

Sin embargo, Brasil viene enfrentando un incremento considerable de la producción, comercio y consumo de drogas ilícitas desde hace 50 años, según el último Informe Mundial de Drogas de Naciones Unidas, lo que demuestra la falta de efectividad de la actual política brasileña de drogas apoyada en los pilares de la criminalización y la represión, sin olvidar el polémico aporte de las fuerzas del orden de la policía, responsables de la muerte de 5677 brasileños desde 2007 en Río de Janeiro, uno de los 27 estados del país.

Un drogadicto instantes después de consumir crack (pasta base). Fotografía: José Antonio Bautista

Un drogadicto instantes después de consumir crack (pasta base). Fotografía: José Antonio Bautista.

La violencia urbana, la corrupción y la exclusión social aumentaron como consecuencia de esta guerra contra las drogas, según el citado informe de la ONU. Frente a esta situación, la propuesta alternativa de una nueva política de drogas emerge como una prioridad urgente en el momento más caliente del debate electoral brasileño.

Este contexto llevó a los expertos del Instituto Igarapé a crear la Red Piense Libre, una iniciativa que pretende entablar diálogo con los candidatos electorales para debatir la actual criminalización de las drogas en el gigante sudamericano.

La semana pasada, los especialistas de esta red se reunieron en Río de Janeiro para presentar su propuesta “Por una política de drogas que funcione”, que será enviada al Congreso después de las elecciones.

“El consumo abusivo de drogas debe ser abordado desde la perspectiva de la salud y no desde la criminalización y persecución militarizada”, afirmó Alessandra Fontana Oberling, antropóloga y coordinadora del proyecto, a lo que añadió que “perseguir el tráfico es una opción política, sin embargo, debemos considerar alternativas ya que no hay espacio en las cárceles para todos”.

La actual Ley de Drogas de Brasil, aprobada en 2006, recoge que la prisión no es obligatoria para los usuarios de drogas. Sin embargo, esta legislación carece de parámetros específicos para distinguir entre usuario y traficante, lo que provoca que tanto consumidores, portadores de pequeñas cantidades y grandes traficantes cumplan penas similares.

Según datos del Ministerio de Justicia, el 70% de las personas encarceladas bajo la jurisdicción de la actual ley de drogas eran portadoras de pequeñas cantidades, no portaban armas y no tenían relación con el crimen organizado.

Esta imprecisión legal tiene un “efecto perverso”, según declaró Jeferson Scabio, sociólogo y consultor de la ONG ProMundo, quien además afirmó que “lo que distingue a un consumidor de un traficante frente a un juez es el perfil del acusado (…) las sentencias están atravesadas por la subjetividad del juez que reproduce los diversos prejuicios que hay en la sociedad brasileña al respecto de raza, lugar de residencia o clase social”.

Paradojicamente, desde 2006, año en el que se aprobó dicha ley, el número de presos condenados por tráfico de drogas en Brasil se triplicó, según datos del Departamento Penitenciário (Depen) del Ministerio de Justicia.

“Muchos de los presos bajo pena de traficantes eran simples usuarios o pequeños vendedores de clase baja, lo que refleja que la política de drogas en Brasil es una política de criminalización de la pobreza”, añadió Scabio.

Ante esta situación, el Instituto Igarapé pone sobre la mesa de debate nuevas propuestas de políticas públicas en materia de drogas, entre las que figura aprobar el uso medicinal del cannabis, concienciar desde edades tempranas basándose en la educación en vez del miedo y adoptar penas alternativas a la prisión que fomenten la rehabilitación y la inserción social de los consumidores.

La pasta base es una de las drogas más problemáticas debido a su bajo coste y su alto nivel de adicción. Fotografía: José Antonio Bautista.

La pasta base es una de las drogas más problemáticas debido a su bajo coste y su alto nivel de adicción. Fotografía: José Antonio Bautista.

“Preferiría morir antes que pasar varios años en una cárcel brasileña”, confesó el propio ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, en 2012. Hoy en día hay más de 711.000 presos en Brasil, la tercera población carcelaria más grande del mundo por detrás de Estados Unidos y China.

Las prisiones brasileñas, consideradas “escuelas del crimen” por muchos, aparecen frecuentemente en portada cuando los presos se rebelan en protesta por las torturas sistemáticas que varias asociaciones de derechos humanos vienen denunciando desde hace años, así como por las condiciones de hacinamiento de una población carcelaria que supera en un 30% la capacidad de los presidios del país.

Amerigo Incalcaterra, representante de la ONU para los derechos humanos en la región, declaró el viernes pasado (29) que Brasil debe revisar su política criminal basada “en el uso excesivo de la privación de libertad como castigo”.

“El Estado (brasileño) oferta muerte como futuro para los jóvenes”, afirmó Miguel Corrêa Lago, politólogo y miembro de la Red Piense Libre. En los últimos 30 años, unos 100.000 jóvenes murieron en Brasil víctimas de acciones policiales de combate al uso y tráfico de drogas, tal y como revela el Mapa de Violencia de 2013, elaborado por el gobierno  brasileño.

Los expertos y políticos de este país también buscan inspiración en Europa y en los países vecinos de América Latina para encontrar soluciones a los problemas relacionados con las drogas.

João Pedro Pádua, abogado del Instituto Igarapé y especialista en materia de drogas,  indicó que tras la despenalización del uso de estupefacientes tanto en Portugal como en el estado norteamericano de Colorado, “no solo el consumo no aumentó, si no que se redujo el índice de crímenes relacionados al tráfico de sustancias ilícitas”.

Otras experiencias más cercanas, como la despenalización del consumo personal de algunas sustancias ilícitas en contextos determinados, como sucede en México, Colombia, Argentina o Chile, o la legalización de la producción y venta de cannabis en Uruguay, son también referencia para esta iniciativa brasileña que persigue “una política de drogas que funcione”, es decir, que consiga reducir la violencia asociada al narcotráfico, alivie la superpoblación de las cárceles y empodere a los ciudadanos para que sean conscientes de los riesgos que conlleva el consumo de drogas.

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Un Mundial entre el amor y el odio http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/07/04/un-mundial-entre-el-amor-y-el-odio/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/07/04/un-mundial-entre-el-amor-y-el-odio/#comments Fri, 04 Jul 2014 14:49:26 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=940 Continue lendo →]]> POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO

Argentinos improvisando un asado en un carrito de supermercado en las calles de Porto Alegre, chilenos amaneciendo al abrasador sol de Copacabana tras una noche de juerga, colombianos enseñando salsa a las mujeres de Cuiabá, en Mato Grosso, y mexicanos cantando más fuerte que los cearenses en el estadio Castelão de Fortaleza.

En la “Copa de las Copas” de Dilma Rousseff, se hablan muchos idiomas pero si hay uno que se ha destacado por encima de todos, hasta el punto de conseguir acallar a los brasileños dentro de los estadios, es el español.

No en vano, este ha sido el Mundial de Latinoamérica y los brasileños y brasileñas ya se arriesgan a cantarlo e incluso chapurrearlo para encontrar pareja. El “portuñol” está de moda.

Y es que en este Mundial ha ocurrido lo inimaginable, no solamente porque apenas ha habido rastros de las tan temidas protestas que muchos esperaban, sino porque el ambiente entre aficiones, que en teoría no se podrían ni ver, ha sido en líneas generales muy bueno.

Un grupo de chilenos pasea por Ipanema, en Río de Janeiro. Fotografía: Fabio Brisolla/Folhapress

Un grupo de chilenos pasea por Ipanema, en Río de Janeiro. Fotografía: Fabio Brisolla/Folhapress

Aunque a muchos les incomode admitirlo, cuando la presidenta Dilma Rousseff afirmó unos días antes de la inauguración del Mundial que el torneo sería “una gran fiesta” tenía razón.

A los datos me remito, la mayor protesta hasta el momento se produjo en São Paulo, el pasado 22 de junio, y reunió a 15.000 personas, una cifra considerable pero no tan impresionante si se la compara con la manifestación de cerca de un millón de personas, que tuvo lugar pocos días antes del comienzo de la Copa de las Confederaciones en 2013.

Pero no todo podía ser paz y alegría en este Mundial. El fútbol es, a partes iguales, capaz de sacar lo mejor y lo peor del ser humano. En ocasiones, la alegría asociada a la victoria de un equipo puede caldear más los ánimos que una derrota.

Con 100.000 argentinos en las calles de São Paulo, cantando aquello de que “Maradona es más grande que Pelé”,  es poco menos que un milagro que las cosas no hayan acabado en tragedia.

Lo que se vivió la noche del martes (1) en el barrio de Vila Madalena, en la zona oeste de São Paulo, fue un aviso. Los 2000 argentinos que allí festejaron su pase a cuartos, tras imponerse en un agónico partido a Suiza,  ya saben a qué suenan las bombas aturdidoras y a qué huele el gas lacrimógeno de la Policía Militar (PM).

La Policía Militar usó gases lacrimógenos para dispersar a los hinchas reunidos en Vila Madalena, barrio bohemio de São Paulo. Fotografía:Avener Prado/Folhapress

La Policía Militar usó gases lacrimógenos para dispersar a los hinchas reunidos en Vila Madalena, barrio bohemio de São Paulo. Fotografía:Avener Prado/Folhapress

“Los bares ya estaban cerrados cuando los agentes intentaron desocupar las calles haciendo un cordón de aislamiento. Algunos aficionados exaltados reaccionaron arrojando piedras, botellas y bengalas”, informó el miércoles la PM, que  en un principio negó haber utilizado bombas de efecto moral sobre los argentinos, pero que más tarde rectificó a información añadiendo una escueta frase: “Una granada de efecto moral fue usada para dispersar al grupo”.

A medida que avanza la competición, los ánimos de los aficionados se van caldeando y las derrotas no se encajan de igual manera. Fue el caso de agresiones entre colombianos y uruguayos en la Fan Fest de Copacabana y de un grupo de uruguayos contra brasileños en el interior del estadio Maracaná, el pasado sábado 28, tras la eliminación de Uruguay por 2-0 ante Colombia.

Los enfrentamientos podrían alcanzar su clímax si Argentina se cuela en la final del Maracaná el próximo domingo 13 de julio. Nadie sabe cuáles serían las consecuencias de un segundo “Maracanazo” y más ante Brasil, el eterno rival de los albicelestes.

Con todo, si se piensa en los 600.000 aficionados que se han desplazado hasta Brasil en estos días, las peleas podrían ser calificadas de minucia. Los brasileños, por su parte, no parecen estar dispuestos a arruinarle la fiesta a nadie, y menos a ellos mismos.

Brasileños festejan el gol de Brasil contra Chile, en la Fan Fest de Fortaleza. Fotografía: Kamil Krzaczynski/Efe

Brasileños festejan el gol de Brasil contra Chile, en la Fan Fest de Fortaleza. Fotografía: Kamil Krzaczynski/Efe

En las 12 ciudades sede, las Fan Fest han sido una fiesta continua y un lugar de encuentro entre los locales y los visitantes. A esta altura, se puede asegurar, sin temor a equivocarse, que en este Mundial el contacto entre aficiones ha traído más historias de amor que de odio.

Brasileños cantando letras de chilenos, colombianos y hasta blasfemando con la ya famosa canción de “los hermanos” sobre Maradona y Pelé.  Lo que no haya conseguido unir estos días el fútbol, lo ha unido Tinder.

La famosa aplicación para la búsqueda de pareja ha sido portada de periódicos de medio mundo, como la aplicación más utilizada estos días en Brasil. En este mundo globalizado, las diferencias entre nacionalidades son cada vez más anecdóticas y todos, ya sean australianos o iraníes, han llegado con las mismas ganas de fiesta.

Los brasileños han olvidado sus preocupaciones por unos días y se han abierto al mundo. Este Mundial lo está demostrando: el brasileño es un pueblo acogedor y siempre preparado para organizar una buena fiesta.

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