Brasil con Ñdilma rousseff – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 Decepcionado con la política, ¿hacia dónde va Brasil? http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/08/19/decepcionado-con-la-politica-hacia-donde-va-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/08/19/decepcionado-con-la-politica-hacia-donde-va-brasil/#respond Wed, 19 Aug 2015 18:38:46 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1590 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

En las calles de São Paulo, hoy se escucha hablar más de políticos que de futbolistas. Las personas cambiaron el “Dale Corinthians” o “Vamos Palmeiras” por el “Fuera Dilma” o “Fuera Renan [Calheiros, presidente del Senado]”, que se oyen cada vez con más insistencia en las protestas que tienen como escenario esta capital.

El pasado domingo (16), cientos de miles de personas volvieron salir a calle en todo Brasil para manifestarse contra el gobierno de Dilma Rousseff y la corrupción.

En São Paulo, fueron 135.000 los que  se reunieron en la avenida Paulista, emblema de la capital más rica del país. Convocadas en su mayoría a través de  las redes sociales, estas nuevas manifestaciones aceptaron la presencia de algunos dirigentes políticos de la oposición, que en la protesta anterior habían sido rechazados.

Por ejemplo, José Serra, un destacado ex presidenciable de la oposición (PSDB) tuiteó que estaba en la avenida Paulista, mientras que los candidatos que su partido postuló a presidente y vice en las elecciones de octubre de 2014, Aécio Neves y Aloysio Nunes, respectivamente, que fueron derrotados por la actual mandataria, hacían también apariciones en otras ciudades.

Los manifestantes clamaron en especial por la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, pidieron cárcel para los corruptos y el éxodo hacia Cuba de los simpatizantes del actual gobierno, considerado unánimemente una “dictadura comunista” por los allí presentes.

Intentar entender lo que está ocurriendo requiere ir más allá de esa aparente radicalización, pues en estas tierras nada es tan antagónico para fragmentar a la sociedad de manera natural. Basta ver el encuentro que ocurre aquí de grupos étnicos que en otras regiones se repelen, o la pluralidad de cultos politeístas que atraviesan al catolicismo dominante.

Incluso en la política nada es de un color u otro, si se observa cómo el partido gobernante, moderadamente desarrollista, ejecuta sus proyectos mediante gestores corporativistas.

En el fondo, el tono que tomaron las manifestaciones no sería más que otra forma de mestizaje, en este caso entre fútbol y política, antes que un proceso de politización de las masas.

Esto al menos es lo que creo, que suelo ver en las pasiones que despierta el fútbol chispas de una alienación fascista que siempre acecha a las democracias contemporáneas.

El ex presidente Lula da Silva, héroe de la clase trabajadora, dejó la presidencia en 2010 con una aprobación récord del 83% , tras haber llevado al paraíso de la estabilidad y el crecimiento económico a Brasil en sus ocho años de mandato.

En 2011, Brasil se convirtió en la sexta economía del mundo, los bancos tuvieron un lucro descomunal, pero sucedió que la economía se desaceleró drásticamente y las previsiones actuales son de una recesión que podría extenderse más allá de 2017.

Ocho meses después de haber sido reelegida por un escaso margen, Rousseff es dueña de un récord que está en las antípodas de aquellos que supo cosechar Lula: el 83% de los brasileños desaprueba su gestión de gobierno, de acuerdo con un sondeo de Datafolha.

La marcha de la bronca

Los manifestantes parecen acudir en masa a la calle, a refugiarse como los fanáticos del fútbol lo hacen en tribunas, para hacer su catarsis, muchos impulsados meramente por la misoginia, ante el desvanecimiento de sus sueños de gloria.

El domingo, en la avenida Paulista, había familias que vestían ropas amarillas con la inscripción “Fuera Dilma”, que posaban en fotos al lado de policías, pocas horas después de que se conociera que los presuntos autores de una masacre que dejó 18 muertos en la región metropolitana de São Paulo podrían ser justamente miembros de esa fuerza de seguridad.

El frustrado intento de la oposición de recrear en el pasado domingo un nuevo 16 de agosto de 1992 -cuando la población brasileña se vistió de negro para desafiar al ex presidente Fernando Collor, que iba a terminar siendo destituido poco tiempo después- no hacía más que agrandar el limbo en el que se desarrollaba la protesta.

Una canción emblemática de la resistencia contra la dictadura en Brasil, usada ahora con la letra alterada para pedirle a Rousseff la renuncia, confundía los recuerdos de quien pasaba cerca de los altoparlantes, que también emitían populares éxitos actuales con el estribillo “Fuera PT”.

Aún con todo lo que significa el alto porcentaje de desaprobación que acumuló Rousseff este año, no fue el rechazo contra la presidenta lo que más noté el domingo al andar entre las decenas de miles de manifestantes reunidos en la Paulista.

Más bien lo que vi fue una suerte de nube enorme, densa, dentro de la cual se mezclaba la barbacoa que los militantes e intelectuales hicieron frente al Instituto Lula para defender que “no va a haber golpe”, el llamado de un sindicalista a levantarse en armas contra la oposición y el clima de carnaval en el que desfilaban muchos de los manifestantes.

Sé que algo importante ocurrió este último domingo, pero no sé decir exactamente qué fue lo que pasó. Lo que puedo intuir es que el gigante sudamericano se está transformando una vez más, pero habrá que esperar un poco para saber en qué.

 

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Rousseff llora por el Brasil que no pudo ser http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/07/24/rousseff-llora-por-el-brasil-que-no-pudo-ser/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/07/24/rousseff-llora-por-el-brasil-que-no-pudo-ser/#comments Fri, 24 Jul 2015 18:28:52 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1560 Continue lendo →]]> POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO
Brasil parece haber despertado de un profundo sueño en el que las fantasías de un país más justo, equitativo e igualitario acabaron en pesadilla.
Sin embargo, la realidad que espera a la presidenta Dilma Rousseff, en los próximos tres años y medio de su segundo mandato, podría ser mucho peor que eso.

A los indicadores de la economía que se deterioran a cada día y las interminables noticias sobre la corrupción, se le unen sucesos que, a pesar de pasar inadvertidos por la gran mayoría de la población, son trágicamente representativos de la situación de un país que soñó con el cielo y terminó perdiéndose en el camino hacia las alturas.

Es la historia de Christiano Pereira Tavares, al que todos en la favela carioca de “Manguinhos” conocían como “Lulinha”.

En 2008, cuando apenas tenía 8 años, la imagen de portada del diario “Extra” en la que Christiano nadaba sonriente en las aguas de una alcantarilla de su favela causó gran conmoción en todo Brasil y, en especial, en el entonces presidente Lula da Silva.

Inmediatamente, Lula decidió ayudar a la familia de “Lulinha” proporcionando un empleo y una vivienda social a su madre, a la vez que prometió una piscina a todos los habitantes de esa comunidad.

Una promesa que fue cumplida y  que en su ceremonia de apertura tuvo como protagonista a un pletórico “companheiro Christiano”. Un mote con el cual el ex presidente solía llamar al menor.

En las fotos de aquel momento triunfal para Brasil no faltó una sonriente Dilma Rousseff, que por aquel entonces ya se perfilaba como el brazo derecho de Lula en su papel de ministra de la Casa Civil. Junto a ella, el gobernador del estado de Río de Janeiro, Sérgio Cabral, y el alcalde, Eduardo Paes, completaban la puesta en escena.

El niño que disfrutaba en las aguas podridas de una de las comunidades más castigadas por el narcotráfico y la miseria de Río de Janeiro había conseguido su sueño de una vida mejor para él y los suyos.

La promesa de un Brasil de ensueño parecía cumplirse e, incluso, la imagen de “Lulinha” fue escogida para acompañar el ambicioso Plan de Aceleración de Crecimiento(PAC) de la ministra Rousseff.

El pasado 3 de julio, “Lulinha” falleció como consecuencia de una sobredosis en un centro de salud de Río de Janeiro que, irónicamente, se encontraba decorado con una imagen suya, sonriente. Una imagen de otra época, cuando nadie hubiera podido imaginar que aquel niño rescatado de la miseria acabaría abandonando la escuela en 2013 y entrando en el mundo de las drogas.

Un mundo que desde pequeño había visto, oído y sentido de mano de los traficantes en las calles de Manguinhos. Uno que, para el pequeño Christiano, resultaba mucho más cercano que los flashes de las cámaras y los apretones de manos con hombres de traje y corbata, aquel día en que unos políticos se acercaron a su comunidad por primera vez fuera de un año electoral. Ese día que parecía el comienzo de algo nuevo.

“Lamento la muerte de Christiano. Que la familia encuentre consuelo en este momento de dolor. Mis sentimientos acompañan a los familiares y a la comunidad de Manguinhos”, escribió Rousseff en la noche de este jueves (23).

Un gesto casi maternal de una presidenta que ve cómo el castillo de arena construido por el Partido de los Trabajadores (PT), desde su llegada al poder 2003, se va desmoronando frente a ella, mientras intenta sostenerlo con sus manos.

Como la arena pasando entre sus dedos, la esperanza de los brasileños en su gobierno se pierde para no volver. La última encuesta de la Confederación Nacional de Transportes (CNT) reveló que la aprobación de la presidenta es de apenas un 7,7% y que el rechazo se sitúa en torno al 78%, un nivel incluso inferior al del ex presidente Fernando Collor de Mello antes de haber sido sometido a un juicio político, en 1992. Un fantasma que parece estar aguardando en la oscuridad a la propia Rousseff.

Después de haber sacado de la pobreza a casi 40 millones de brasileños, de prometerles sueños de igualdad, libertad y oportunidades, el PT  y la presidenta han tocado fondo.

La trágica muerte de “Lulinha” es la expresión más gráfica del país que pudo haber sido y que la corrupción, la avaricia y la incompetencia de muchos echaron por tierra. La historia de “Lulinha” es, en definitiva, la eterna historia de Brasil.

Un país joven que tiene todo para triunfar y que acaba rindiéndose ante los problemas de la desigualdad, las drogas, la falta de oportunidades y el propio peso de su historia.

Quien sabe si en la intimidad del Palacio de Planalto, Rousseff, anoche, derramó una lágrima en honor a Christiano y, de paso, por el país que ha dejado de creer en los sueños.

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El impacto LGBT en Brasil: el fin de la hipocresía http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/15/el-impacto-lgbt-en-brasil-el-fin-de-la-hipocresia/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/15/el-impacto-lgbt-en-brasil-el-fin-de-la-hipocresia/#comments Mon, 15 Jun 2015 18:40:08 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1504 Continue lendo →]]> POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO

Sea de su gusto o no, si algo tuvo la simulación de una crucifixión, el pasado 15 de junio durante el 19º Desfile LGBT en São Paulo, fue que golpeó en las narices al sector más reaccionario de la sociedad brasileña.

Con su imagen, la modelo transexual Viviany Beleboni, de 26 años, dijo a gritos lo que millones de miembros del colectivo llevan años callando.

De un plumazo, la doble moral y la hipocresía de la sociedad brasileña quedó expuesta como nunca antes.

Esa misma sociedad que prohibe el top-less en sus playas, pero que permite a mujeres adornadas únicamente con pintura y plumas, en el mejor de los casos, desfilar ante miles de paisanos y turistas de todo el mundo en el sambódromo de Río de Janeiro.

Para quien no solo sepa aún, Brasil es el país con más muertes de travestis y transexuales en el mundo, con 486 asesinatos entre 2008 y 2013, según los datos de la ONG Transgender Europa.

La simulación de una crucifixión durante la marcha del orgullo LGBT en São Paulo generó polémica en Brasil. Fotografía: Julia Chequer/Folhapress.

La modelo transexual VIviany Beleboni simuló una crucifixión durante la marcha del orgullo LGBT, en São Paulo, qie generó polémica en Brasil. Fotografía: Julia Chequer/Folhapress.

Cuando hablamos de todo el colectivo LGBT, las cifras se disparan: un muerto cada 27 horas, un 75% de las víctimas mundiales de la violencia homofóbica.

Viviany sabía que sería “crucificada” por la prensa conservadora, por los políticos reaccionarios y por los pastores de las cientos de miles de iglesias evangélicas del país.

Aun así, decidió arriesgarse y representar el “calvario” de los millones de gays, lesbianas, travestis y transexuales que viven en Brasil.

Sin embargo, entre los muchos  artículos que aparecieron en la prensa atacando a Beleboni y a la Asociación del Desfile Orgullo LGBT de São Paulo, ninguno de ellos se preguntó por qué una joven de 26 años haría algo que luego pondría en peligro su vida.

Después de la “crucifixión”, la actriz recibió innumerables amenazas de muerte.

No solo eso, sino que la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, por su sigla en portugués), ejerció de máxima autoridad de la mayor reserva católica del mundo, con 168 millones de fieles, y exigió el pasado 11 de junio la aplicación del artículo 208 del Código Penal brasileño.

En caso de ser aceptada la denuncia, la modelo podría cumplir una pena de prisión de entre un mes y un año, además de pagar una cuantiosa multa como reparación por el “menoscabo en público de un acto u objeto religioso”.

Miles de personas participaron de la marcha, en São Paulo, el domingo 7 de junio. Fotografía:  Amauri Nehn/Brazil Photo press/Folhapress/Folhapress.

Miles de personas participaron de la marcha del orgullo LGBT, en São Paulo, el domingo 7 de junio. Fotografía: Amauri Nehn/Brazil Photo press/Folhapress/Folhapress.

“Mucha gente no lo sabe ni le importa, pero la mayoría de los transexuales han sufrido maltratos desde su infancia, eso se debe a que sus propias familias no aceptan su condición debido a la presión social y religiosa”, explica a “Brasil con Ñ” la propia Beleboni.

Con resignación, pero voz firme, cuenta el sufrimiento que significa nacer en el cuerpo y en el país equivocado.

“La mayoría no aguanta los abusos y acaba huyendo de sus casas en la adolescencia. Además, muchos no consiguen concluir sus estudios por el rechazo de sus compañeros en la escuela”, relata la modelo.

“Sin estudios, sin dinero, sin apoyo, ni nadie que quiera darles un trabajo digno, muchos acaban en el mundo de la prostitución”, se lamenta.

El relato de Beleboni no es un invento o una excusa que usa la comunidad, sino la dura realidad.

Según la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales de Brasil (ANTRA), el 90% del colectivo ejerce o ha ejercido la prostitución en algún momento de su vida, mientras que un 60% ha recibido algún tipo de agresión.

“Marginalizarse no es una opción sino una consecuencia por vivir en una  sociedad intolerante e hipócrita. Muchas compañeras acaban prostituyéndose con el mismo tipo de hombre casado que no ha querido darle trabajo en su negocio”, cuenta Viviany.

La bancada de diputados evangélicos protestan contra la marcha del orgullo LGBT.  Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

La bancada de diputados evangélicos protesta contra la marcha del orgullo LGBT. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

La historia de Beleboni es una más en un mar de injusticias, de ahí la imperiosa necesidad de que algo cambie en Brasil.

Es por ello que el colectivo LGBT del país lucha contra la llamada “bancada evangélica” del Congreso Nacional que, a principios de 2015, consiguió que se archive el proyecto de ley PLC122/06 que proponía  criminalizar la homofobia en el país, tras ocho años de gestión.

A pesar de los intentos de algunos sectores de la prensa y la política por desviar el debate hacia el uso de los símbolos religiosos (¿dónde está ahora la tolerancia reclamada en el caso del atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo?) en lugar de concentrarse en el problema de la homofobia, la Asociación del Desfile Orgullo LGBT de São Paulo no quiso caer en debates absurdos y lanzó un mensaje directo a la presidenta Dilma Rousseff: “Desde 2011, nunca apareció. Fue a actos religiosos, pero nunca al desfile, que es el mayor del mundo, en el país que gobierna. Debería participar más”.

El próximo 28 de junio, con el Desfile del Orgullo LGBT en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, cientos de personas congregadas en un evento en Facebook han prometido desfilar “crucificadas” en apoyo a Beleboni y al colectivo LGBT.

Será entonces cuando se vea si las palabras de Rousseff, que pronunció el pasado 17 de mayo, Día Internacional Contra la Homofobia, cuando dijo que la “homofobia debe ser criminalizada”, fueron solo retórica o de verdad existe un interés en sacar a Brasil del lugar que ocupa en el ranking de víctimas LGBT.

La participación de Rousseff en el desfile sería, de una vez, la prueba de que el Brasil del siglo XXI puede, y debe, cambiar, enterrar la hipocresía.

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“Se llevaron a nuestros hijos, se llevaron nuestro miedo” http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/11/se-llevaron-a-nuestros-hijos-se-llevaron-nuestro-miedo/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/11/se-llevaron-a-nuestros-hijos-se-llevaron-nuestro-miedo/#respond Thu, 11 Jun 2015 19:24:18 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1492 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ Y JOSÉ BAUTISTA

DE RÍO DE JANEIRO

La noche del 26 de septiembre de 2014, Ernesto Guerrero viajaba hacia Iguala con otros 56 estudiantes de la escuela normalista de Ayotzinapa, en México. Iban a recaudar en las calles el dinero que les permitiría desplazarse hasta Ciudad de México para asistir a la marcha nacional en memoria de la matanza de octubre de 1968, en la que murieron más de 300 estudiantes y obreros.

La llegada de los normalistas a Iguala no gustó a Ángeles Piñeda, esposa del alcalde y tesorera del cártel Guerreros Unidos, que en ese momento preparaba el primer mitin de su candidatura a regidora (concejala). De repente comenzaron los disparos contra el autobús.

Un policía se acercó a Ernesto, le apuntó a la cara y le dijo “vete o te mato”. Lo último que vio fue a sus compañeros vivos tendidos boca abajo sobre el asfalto, rodeados de policías y sicarios, que en el estado de Guerrero y otras zonas de México operan bajo el mismo mando.

Ernesto se libró porque no cabía nadie más en las camionetas. Otros 13 estudiantes lograron huir hacia la selva y 43 siguen con paradero desconocido.

El 2 de abril pasado, Eduardo Jesús Ferreira no tuvo tanta suerte como Ernesto. Su historia terminó en el Complejo del Alemán, el mayor conjunto de favelas de Río de Janeiro. Tenía 10 años y estaba sentado frente a su casa cuando un policía militar le disparó a la cabeza. Fue la cuarta víctima menor de edad del día en esa zona y pasó a engrosar la media brasileña de cinco muertos diarios a manos de la policía.

Este trágico suceso despertó cierto revuelo en Brasil, un país en el que las desapariciones y los asesinatos a manos de la policía son el pan de cada día, como en México. Presionadas por la prensa, las autoridades brasileñas investigaron y concluyeron que se trató de un cruce de tiros. Los vecinos y familiares que presenciaron los hechos afirman que ese día no hubo ningún tiroteo en la zona.

Además de defender a los culpables en ambos casos, las autoridades de México y Brasil reprimieron con dureza a quienes se manifestaron contra la impunidad policial y la violencia de Estado. Organizaciones sin fines de lucro como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, periodistas independientes y hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aportan cifras a esta realidad: cada 11 minutos desaparece una persona en Brasil, mientras que en México sucede lo mismo cada 84 minutos.

Los presidentes de ambos países, Dilma Rousseff y Enrique Peña Nieto, no hicieron ni un solo comentario sobre el drama de las desapariciones y los asesinatos a manos del Estado en Brasil y México durante el encuentro que celebraron el 26 de mayo. “Brasil y México (…) no podían vivir alejados el uno del otro”, dijo Rousseff al finalizar el encuentro en alusión a la lluvia de acuerdos económicos que se avecinan.

Y en materia de Derechos Humanos, ¿están alejados Brasil y México? La distancia que mencionó Rousseff no la ha roto ningún gobierno, sino la Caravana 43, creada con el apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y formada por familiares de los estudiantes desaparecidos y un superviviente.

Esta semana están en Río de Janeiro, último destino de una travesía por América Latina que incluyó varias paradas en Argentina, Uruguay y otras ciudades de Brasil.

Los padres y madres de los estudiantes desaparecidos llegaron para contar de primera mano lo sucedido, libres de las distorsionadas versiones oficiales, y para “tejer lazos de solidaridad con la sociedad civil y las luchas de abajo”, según explica M.R., una activista mexicana que pide el anonimato por miedo a represalias.

Se llevaron a nuestros hijos, y con ellos nuestro miedo”, afirma incansable Mario Contreras, padre de César, uno de los 43 normalistas desaparecidos.

Antes incluso de que la Caravana comenzase, el apoyo ya fue muy fuerte”, explica M.A., responsable de comunicación de la Caravana 43 RJ, quien añade que “hoy las actividades serán aquí en la Maré, en un ambiente militarizado y de Unidades de Policía Pacificadora que hace evidente lo parecidos que son México y Brasil en cuanto al nivel de violencia”.

La solidaridad de los brasileños se traduce en los aplausos que interrumpen una y otra vez el relato de los padres. “Aquí el Estado también culpa al narcotráfico para justificar todas las masacres que ellos mismos cometen”, exclama un residente de la Maré.

Familiares de los 43 estudiantes desaparecidos e integrantes de la Caravana se reúnen con movimientos sociales en Rio de Janeiro. Fotografía: Pilar Pedraza

Familiares de los 43 estudiantes desaparecidos e integrantes de la Caravana se reúnen con movimientos sociales en Rio de Janeiro. Fotografía: Pilar Pedraza

La Caravana 43 llega hasta la favela Pinheiros para conocer a Irone Santiago, madre de Víctor, un joven que fue atacado por el ejército cuando volvía de jugar a fútbol. Irone comprende perfectamente la angustia de ser ninguneada y despreciada por las mismas autoridades que condenaron a su hijo a estar postrado en la cama de por vida.

La indignación se apodera de la casa y concluyen que su lucha es más visible cuando están juntos.

Dicen los padres de los desaparecidos que seguirán luchando hasta que les devuelvan a sus hijos.

No dejarán de denunciar que, tras lo sucedido aquella noche de septiembre, el gobierno mexicano tardó ocho días en dar una respuesta; que la investigación oficial señaló que los estudiantes habían sido incinerados, pero forenses independientes de Austria y Argentina comprobaron que solo había un normalista entre los cadáveres encontrados; que varios periodistas demostraron que la policía y el ejército rastrearon a los estudiantes justo antes de que partieran hacia Iguala; que el ejército agredió y negó asistencia médica a varios estudiantes que logaron huir; que el gobernador de Guerrero ofreció grandes sumas a los familiares a cambio de su silencio, y que está probado que el fiscal general de México y el presidente Peña Nieto sabían desde 2013 acerca de los vínculos oscuros del gobierno de Iguala, pero no hicieron nada.

Las autoridades de México informaron en abril que hay 25.398 desaparecidos en el país. Brasil solo ofrece el número de denuncias por desaparición: en torno a 250.000 al año.

Ahora lo importante es la acción, ser creativos y reaccionar ante esta bestia… Los movimientos sociales se están dando cuenta de que luchamos contra la misma bestia”, concluye M.R.

]]> 0 Brasil, el emergente que se hunde http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/11/brasil-el-emergente-que-se-hunde/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/11/brasil-el-emergente-que-se-hunde/#comments Thu, 11 Dec 2014 14:15:36 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1232 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ (@LunaGamp) Y JOSÉ BAUTISTA (@JoseAntonio_BG), DE RÍO DE JANEIRO

En plena vorágine nazi en Europa, un tal Stefan Zweig se mudó con su señora a Río de Janeiro y escribió un libro llamado “Brasil, país del futuro”. En los albores de este nuevo milenio los brasileños sintieron que acariciaban con la punta de los dedos ese futuro al que Zweig hacía referencia.

Brasil y otros países de América Latina vivieron su particular década de oro: la pobreza y el analfabetismo perdieron protagonismo, el hambre cedió paso a ese problema tan moderno llamado malnutrición y muchas familias humildes enviaron a sus hijos a la universidad.

Sin embargo, Brasil revive estos días algunas de sus viejas pesadillas. Dos meses después de unas elecciones marcadas por la situación económica, la reelecta Dilma Rousseff lanza los primeros mensajes de “austeridad” y nombra ministro de Economía a Joaquim Levi, un ortodoxo formado en la liberal Escuela de Chicago.

Brasil ya no es aquel joven musculoso que entró pisando fuerte en la primera división de la economía mundial hace diez años. El gigante sudamericano va dejando atrás el título de emergente y se cuelga el cartel de “convergente”.

A mitad de 2014, saltaron las alarmas cuando la economía brasileña entró en lo que la jerga financiera denomina “recesión técnica”, es decir, dos trimestres de crecimiento negativo.

La confianza de los consumidores, un indicador muy útil para medir la temperatura de la economía, cayó a niveles de 2002, época marcada por la crisis de confianza y la repetición del temido “efecto caipirinha”.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil sufre lo que los economistas llaman estanflación: a pesar de que la economía y el consumo no crecen, los precios siguen empeñados en engordar. La inflación ya se sitúa en torno al 6,5% anual, la línea roja establecida por el gobierno de Dilma Rousseff. No es difícil encontrar el kilo de tomates a 10 reales (en torno a cuatro dólares) en los supermercados de Río de Janeiro.

“Todo se debe a la crisis internacional”

Se habló mucho de fútbol y poco de economía durante el Mundial. Brasileños y extranjeros se aferraban a su lata de cerveza y fijaban la mirada sobre la pantalla mientras institutos económicos, agencias y analistas se estremecían ante las nuevas predicciones: Brasil en recesión, Brasil y la inflación, Brasil y la especulación, ¡GOL!

Las lágrimas de los brasileños seguían humedeciendo el ambiente tras la derrota ante Alemania cuando, dos días después, el ministro de la Presidencia, Gilberto Carvalho, mano derecha de Rousseff y del ex presidente Lula, confesó en un encuentro personal: “No tenemos un remedio mágico, un mes antes de las elecciones somos conscientes de las dificultades, de la coyuntura internacional”.

La economía de Brasil no pasa por su mejor momento porque la situación internacional está fea. Ese sigue siendo el argumento number one del gobierno.

Los pesos pesados de Europa están en coma, Estados Unidos resopla de alivio por un raquítico 2% de crecimiento, el real se devaluó un 8% frente al dólar este año (lo que encarece las importaciones) y los principales indicadores macroeconómicos de China, primer destino de las exportaciones brasileñas, emprenden el descenso tras dos décadas de intensa escalada. Carvalho tenía razón…pero no toda.

Recordemos que Brasil hizo bien los deberes durante lo peor de la crisis (2009) y la hecatombe financiera apenas le salpicó los talones. En 2010, el gigante sudamericano  creció nada más y nada menos que un 7,5%. Aunque lo peor de la crisis quedó atrás, las autoridades brasileñas siguen escasas de humildad para reconocer sus desaciertos.

Para empezar, Brasil conserva las debilidades del pasado: ahora no depende abiertamente de Estados Unidos, sino de China; ya no tiembla cuando cae el precio del café o del caucho, sino cuando se abaratan los metales, el petróleo y ciertos alimentos como la soja y el azúcar (ver gráficos más abajo).

Brasil y sus vecinos redistribuyeron la abundancia en época de vacas gordas pero no supieron diversificarse ni moderar el optimismo. Ahora llegaron los tiempos de vacas flacas.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil, que todavía está de resaca tras albergar el Mundial más caro de la historia (en torno a 12.000 millones de dólares frente a los 3500 que el gobierno estimó inicialmente, sin mencionar el impacto de los días festivos decretados), tiene que importar petróleo refinado porque no tiene capacidad para procesar sus reservas, las mayores de la región por detrás de Venezuela.

Ni la exención de impuestos a los 34.000 millones de dólares generados por la FIFA y sus socios, ni la polémica decisión de disminuir y anular las multas millonarias a grandes empresas, ayudan al Estado brasileño a afrontar sus responsabilidades.

Ahora Brasil busca financiación privada en los mercados internacionales y su deuda pública escala al 60%, mientras que los ahorros de las familias caen a su nivel más bajo de los últimos 14 años y el gobierno desenfunda la “tijera del ahorro”.

Hará falta un milagro para que los recortes no vayan directamente hacia los programas de distribución de renta que mantienen en la frontera de la pobreza a millones de brasileños.

Otro pequeño reproche: las cifras oficiales esconden la verdad.

El 40% de los trabajadores brasileños se gana la vida recogiendo latas (catadores), vendiendo pañuelos en los semáforos y realizando otras actividades sin ningún tipo de contrato o paraguas legal, mientras el gobierno se felicita porque el desempleo es del 5% y califica como clase media a las familias que ingresan más de 540 dólares al mes. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

“El problema es que no llueve”

El clima está cambiando a marchas forzadas y los brasileños están entre los primeros en sentirlo en carne propia.

Varias regiones de este gigantesco país sufren la peor sequía de las últimas tres décadas, entre ellas São Paulo, corazón industrial y financiero de la mayor economía de América Latina. La lluvia debería llenar de agua las represas hidroeléctricas de Brasil, que producen más de dos tercios de la electricidad que consumen los brasileños.

El gobierno puso en marcha un plan de emergencia en febrero de 2014 para acelerar la producción de energía en centrales termoeléctricas, que funcionan con combustibles fósiles, contaminan una barbaridad y son caras.

Resultado: el precio de la luz subió y todos lo notaron, desde las fábricas y los restaurantes hasta los hogares. Además, la falta de lluvia merma las cosechas, lo que da lugar a escasez de alimentos y aumento de los precios. La inflación de Brasil tiene mucho que ver con la sequía, cierto…pero hay más explicaciones.

El gobierno brasileño negó durante mucho tiempo los riesgos de la sequía. Izabella Teixeira, ministra de Medio Ambiente, se sintió ofendida en julio al ser interrogada sobre el derroche energético en Brasil (minutos antes presumía de los eficientes estadios construidos para el Mundial).

Varios medios de comunicación y políticos alimentan el miedo a los apagones eléctricos y a que se repitan los racionamientos de energía que Brasil vivió en 2001, mientras el gobierno responde con otra exageración: la sequía es “transitoria” y no es un problema mayor, por lo que no hay nada de qué preocuparse.

Por otro lado, los brasileños cada vez son más numerosos y consumen más. Sin embargo el nivel de producción industrial de Brasil disminuyó en los últimos años y los elevados intereses de los préstamos repelen a los empresarios que deberían invertir para ampliar la capacidad productiva del país. Al haber menos oferta y más demanda que antes, los precios aumentan.

La economista Dilma Rousseff apostó fuerte por la inversión pública en infraestructura (carreteras, aeropuertos, etc.) pero dejó en segundo plano la capacidad productiva. Ahora el gobierno comenta las dificultades de la sequía mientras cierra el grifo del crédito para que los precios dejen de subir. Hace una semana supimos que el Banco Central de Brasil elevó al 11,75% los tipos de interés (precio que pagan los bancos por comprar dinero al Estado).

“Los brasileños son corruptos y perezosos”

Un argumento triste, doloroso y carente de base que se desmonta por sí solo. Empecemos por la corrupción: la patronal industrial de São Paulo calcula que la corrupción es una herida por la que cada año se desangra el 2,3% del PIB brasileño.

Este mes Transparencia Internacional situó a Brasil en el puesto 69 del Índice de Percepción de la Corrupción, junto a Italia y Senegal. La corrupción es un serio problema y el gobierno de Rousseff está dando pasos firmes para combatirla (véase la ambiciosa ley aprobada en mayo contra la evasión fiscal y la corrupción política), pero no es la principal causante del enfriamiento económico.

Mientras tanto, la pereza es uno de los prejuicios propios que persisten en el imaginario de muchos brasileños. Ese argumento también se cae con una ligera brisa: los brasileños son trabajadores y dedican una media de 44 horas semanales a su labor, más que los japoneses (43 horas), los chinos (40 horas) y los alemanes (38).

La falta de tecnología, los bajos niveles de formación y los problemas sociales son los verdaderos causantes de la baja productividad de Brasil que muchos confunden con la pereza.

“La productividad no depende tanto de la cualificación del trabajador, sino de la intensidad con que las innovaciones tecnológicas son implementadas en el proceso productivo”, dijo recientemente un economista de la Universidad de Campinas (São Paulo) a la cadena británica BBC.

A pesar de las interminables jornadas laborales y los bajos salarios, cada trabajador brasileño produce una media de 10,8 dólares por hora, mientras que en Argentina la media es de 13,9 dólares y en México 16,8.

De momento, ya han puesto las primeras piedras: Brasil lleva varios años promoviendo los cursos de formación profesional, acelerando su presupuesto para investigación y financiando a pequeñas y medianas empresas para que inviertan en nuevas tecnologías e innovación.

Brasil cuenta con todos los ingredientes para dejar de ser el “país del futuro” y convertirse en el país del presente. Con todos menos uno: la memoria para no repetir los errores del pasado que hoy vuelven a pasar factura.

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El movimiento indígena brasileño da una segunda oportunidad a Dilma http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/11/10/el-movimiento-indigena-brasileno-da-una-segunda-oportunidad-a-dilma/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/11/10/el-movimiento-indigena-brasileno-da-una-segunda-oportunidad-a-dilma/#respond Mon, 10 Nov 2014 13:17:50 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1164 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ Y JOSÉ ANTONIO BAUTISTA, DE RÍO DE JANEIRO

“Tenemos miedo de perder lo que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir”, nos contaba una estudiante indígena pocos días antes de que arrancara la segunda vuelta de la campaña electoral más intensa de la joven democracia brasileña.

“Hasta el momento no declaramos apoyo a ninguno de los dos candidatos, pueden suponer una amenaza a nuestros derechos”, añadió.

Unas semanas antes, la esposa de un cacique Terena me explicaba en medio de un intenso olor a frijoles que la unión de los indígenas a la hora de votar es importante porque “fortalece nuestra lucha”.

Sin embargo, el peso electoral de los pueblos originarios de Brasil es minúsculo: hay 896.900 indios en Brasil, un país con 205 millones de habitantes, y los que están en edad de votar apenas representan un 0,5% del electorado de este gigantesco país.

Tal vez por este motivo, ninguno de los tres grandes candidatos a la presidencia de Brasil se tomó mucha molestia en escuchar las demandas de los indígenas.

Un indio de la etnia Ticuna vota el domingo 5 de octubre de 2014 en la primera vuelta de las elecciones brasileñas, en en el barrio Ciudade de Deus de Manaos, en la Amazonía brasileña. Fotografía: Diego Janata/Efe.

Un indio de la etnia Ticuna vota el domingo 5 de octubre de 2014 en la primera vuelta de las elecciones brasileñas, en el barrio Ciudade de Deus de Manaos, en la Amazonia brasileña. Fotografía: Diego Janata/EFE.

El paisaje inicial de la contienda electoral lucía así: la presidenta Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores, PT) perdía fuerza en las encuestas pero se mantenía como favorita, al mismo tiempo que el candidato conservador Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB) caía a la tercera posición tras un estrepitoso ascenso de Marina Silva (Partido Socialista Brasileño, PSB), candidata sorpresa de la primera vuelta que colmaba las portadas de los diarios brasileños junto a adjetivos como “ecologista”, “medioambientalista” y “evangelista”.

PRIMER ASALTO

El 10 de septiembre, la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil reunió a representantes de todos los rincones del país. Una vez más, miembros de las 305 etnias reconocidas por la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) se reunieron para debatir acerca de qué candidato podría ser el más solidario con su lucha centenaria contra la violación de sus derechos.

La asamblea decidió por unanimidad apoyar a Marina Silva, la única candidata que se dignó a recibir las propuestas indígenas, a pesar de que el vicepresidente de su partido venía de lo más profundo del agronegocio.

“Ataques sistemáticos, de regresión y supresión de los derechos indígenas se verifican en los distintos poderes del Estado y en la sociedad”, afirmaba la carta abierta que cinco días más tarde, el 15 de septiembre, los indígenas dirigieron a los tres candidatos.

La misiva brilló por su ausencia en los diarios nacionales. Una vez más, el conflicto indígena quedó relegado a la categoría de “anécdota” dentro del debate electoral.

En octubre de 2013, indígenas que participaban de la semana nacional de la movilización indígena rompen un cartel  con la foto de Dilma Rousseff. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

En octubre de 2013, indígenas que participaban de la semana nacional de la movilización indígena rompieron un cartel con la foto de la presidenta Dilma Rousseff. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

“En lugar de hacer efectivos los derechos indígenas recogidos en la Constitución, los sucesivos gobiernos se han arrodillado ante los intereses del capital, del negocio agrícola y de empresas mineras y madereras”, añadía el escrito público.

Las palabras que el cacique pronunció semanas antes en su casa tomaban fuerza: “Si no nos movilizamos y no gritamos, es como si no existiéramos”. No obstante la carrera de ascenso al podio presidencial, entre estadísticas y debates electorales, continuaba impasible ante la movilización indígena.

SEGUNDO ASALTO

Concluyó el primer round electoral, el 5  de octubre. Contra todo pronóstico, Marina Silva, por la que apostaron los indígenas, cayó tras un duro revés en las urnas en favor de Aécio Neves. El 15 de octubre los indios publicaban una segunda carta abierta dirigida expresamente a la presidenta y a su único opositor.

Esta segunda misiva era tan clara como la primera, o incluso más: “Los dos candidatos parecen tener miedo de reunirse con nosotros, tal vez porque los dos están financiados por los ruralistas”.

El sentimiento de decepción respecto del gobierno de Rousseff estaba arraigado en lo más profundo del colectivo indígena.

En abril de este año, indios invadieron la  cúpula del edificio del Congreso Nacional en una manifestación por la defensa de los derechos territoriales de los pueblos indígenas. Fotografía: Alan Marques/Folhapress.

En abril de este año, indios invadieron la cúpula del edificio del Congreso Nacional en una manifestación por la defensa de los derechos territoriales de los pueblos indígenas. Fotografía: Alan Marques/Folhapress.

“Es pública y notoria la marginación de los pueblos indígenas que marcó el primer gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, quien se esforzó cada día por estrechar alianzas con el negocio agrícola (…). No cumplió con ninguna de sus promesas y permitió que su Ministro de Justicia paralizase completamente las demarcaciones de tierra en el país”, afirmaba el colectivo indígena en su segunda carta pública.

La Constitución brasileña de 1988 reconoce el derecho de los indígenas sobre sus tierras tradicionales. Rousseff es la presidenta que menos tierras indígenas demarcó desde que Brasil salió de la dictadura: el ex presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB) homologó 87 territorios durante sus ocho años al frente del Ejecutivo, mientras que Lula da Silva (PT), predecesor y mentor de Dilma, demarcó 145 territorios en un periodo similar.

La candidata petista se queda muy atrás, con 11 territorios delimitados tras cuatro años de gobierno.

“En cuanto al candidato Aécio (…) se expresó públicamente del lado del negocio agrícola (…) y apoyó a nuestros principales enemigos, que atacan nuestros derechos, nuestras vidas y nuestro futuro”, expresaba el movimiento indígena en su última carta.

La segunda y definitiva vuelta de las elecciones, el pasado 26 de octubre, fue para muchos la más intensa que se recuerda en el Brasil contemporáneo. Tal era la crispación y la incertidumbre, que se realizaron más de 2000 sondeos en aquellos días.

Dilma Rousseff, en un encuentro con líderes indígenas. Fotografía: Roberto Stuckert.

Dilma Rousseff, en un encuentro con líderes indígenas. Fotografía: Roberto Stuckert.

Finalmente, el 23 de octubre Dilma hacía público su apoyo a los pueblos indígenas con unas palabras que atraían aires de promesa: “Mantendremos compromisos con el fortalecimiento de la Fundación Nacional del Indio, con la mejora del Servicio de Salud Indígena y de la calidad de la Educación Escolar Indígena (…) cuento con vuestro apoyo para que en los próximos cuatro años podamos enfrentar juntos los desafíos y cumplamos los compromisos”.

“Desde hace más de 500 años sabemos que nuestra lucha no tiene cabida en las urnas y que dependerá de nuestra intensa movilización”, afirmaba el colectivo indígena a través de su última carta.

Tres días después de escuchar las palabras de Dilma, los indios brasileños decidieron no quedar impasibles y dieron su voto de confianza a la candidata petista. Una segunda oportunidad expresada al mismo tiempo con esperanza y recelo.

Finalmente, Rousseff ganó por un margen de 3,28 puntos. Los indígenas cumplieron con su parte, ¿cumplirá Dilma con la suya? “Ver para creer”, murmuraba la señora aquel día lluvioso mientras apartaba los frijoles del fuego.

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Elecciones en Brasil: Políticos y papagayos http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/11/10/elecciones-en-brasil-politicos-y-papagayos/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/11/10/elecciones-en-brasil-politicos-y-papagayos/#respond Mon, 10 Nov 2014 12:47:02 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1159 Continue lendo →]]> POR GABRIEL BAYARRI, DE RÍO DE JANEIRO

El escritor austriaco Stefan Zweig murió por amor a Brasil, literalmente, en un suicidio que fue precedido por la explicación más bella que he leído jamás de lo que significa la identidad brasileña, y que sólo podía concluir en un final desgarrado, que intensificase la marcha obligada de la “tierra del futuro”, una marcha prematura, de abandono, que encajase con los principios románticos.

Murió en la zona serrana de Petrópolis, antigua residencia de los reyes portugueses, en el interior del estado de Río de Janeiro. Decía, apasionado por esta tierra exuberante, que  Brasil curiosamente simulaba a un arpa en el mapa, semejante descripción introducía una serie de sentidos que al país le son dados, y entrelazados, en su imaginario social.

La “tierra de los papagayos”, aquella inigualable en abundancia de su flora y fauna, que lo tiene todo al mismo tiempo, sierra, litoral, pampa, selva, cuenca de ríos, y que es fértil en casi todas sus partes, con un clima que transita del tropical, subtropical y hasta lo templado, donde se alimentan los ríos más grandes del mundo, y el patrimonio atraviesa de una frontera a la otra, desde la Amazonia hasta la triple frontera natural con Argentina y Paraguay, en la caída del río Iguazú.

Se yergue la favela en medio de este escenario para votar en la segunda vuelta de las elecciones en Brasil, con los ojos todavía puestos en la mesa sin mantel, en el plato vacío, en la falta de saneamiento básico, de escolaridad para los más pequeños, de analfabetismo para los más viejos, de salud para todos, y ante penitas y alegrías se entiende por qué la pauta política todavía es prehistórica en la cuestión ambiental.

Como los ríos, descienden del morro los votantes de la favela, familias enteras para votar en los colegios municipales. Llegó el domingo 26 de octubre, nuevamente día de votación

Las elecciones se expresan con la misma estrategia publicitaria que el Mundial de fútbol: pegatinas, globos, camisetas… los rostros sonrientes de la presidenta Dilma Roussef (PT) y del candidato opositor Aécio Neves (PSDB) invaden las calles, y las “aficiones”  rasgan en dos a la población: los estados de un Norte pobre y negro, de un Sur desarrollado y blanco; dividen al campesino del latifundista; al vendedor de churros de su patrón; al pescador artesanal de los gestores de las piscifactorías.

Los intereses están rasgados, divididos, ganando el PT más de un 80% de los votos en algunas de las áreas más subdesarrolladas del país, y llegando a perder en los estados del Sur.

No obstante, se palpa un agrio sentimiento, el de un voto que no es sincero, un voto sólo ejercido en la favela como autodefensa, que apoya los avances sociales, pero que legitima la corrupción estructural en todas las fuerzas políticas. Una elección confusa e impotente ante la falta de alternativas y de ilusión. Un voto que refleja el miedo de la favela a ser olvidada por las políticas sociales.

A la entrada del colegio se mezclan en armonía conversaciones del cotidiano con las del acontecimiento del momento: “…La favela puede sumirse en el olvido, sin registros…”, “…yo ya no compro tomates a ese precio…”, “…la ciudad puede perder la memoria…”, “…dará a luz en poco tiempo…”, “…la favela nunca habrá existido…”.

Observo a la salida del colegio a una señora de mediana edad que vende verduras en el mercadillo que da entrada a la inmensa favela de la Rocinha. Le lloran los ojos, está cortando cebollas. El análisis se queda empobrecido, pues no sabría decir si llora por la situación del país, por la muerte del pedrero Amarildo en manos de las Unidades de Policía Pacificadora en 2013, por los nervios ante las elecciones, o por los efectos de una cebolla, que en cada capa representa las etapas que todavía deben atravesarse en esta tierra.

La capa de la pobreza va saliendo, todavía provoca lágrimas, tal vez algún día se llegue al corazón de la cebolla, y se pueda mirar alrededor, y observar y enorgullecerse de la belleza del Brasil.

Entonces todos pedirán su defensa, y crearán una pauta socio-ambiental sólida, defensora de las demarcaciones de reservas indígenas, del fortalecimiento de las reservas de extracción sostenible, de la fiscalización de la tala de la región Amazónica, de la producción eficaz e independiente de los Estudios de Impacto Ambiental, de la anteposición de la biodiversidad y de los grupos minoritarios ante la explotación de recursos naturales, como son el caso de las hidroeléctricas,  y otras formas de combate al crimen ambiental,  pues la naturaleza se fusiona en la propia identidad brasileña.

La favela recuerda con su voto que habrá que atravesar  primero otras capas de la cebolla, las de una extrema desigualdad de clases, capas que al mirarlas todavía nos hacen llorar, aunque se torna urgente afrontar la descuidada cuestión ambiental, y recordar, por el bien de la preservación de la  identidad brasileña, que los papagayos llegaron al Brasil mucho antes que los partidos políticos.

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Una primera vuelta conservadora, una segunda vuelta no apta para cardíacos http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/10/07/una-primera-vuelta-conservadora-una-segunda-vuelta-no-apta-para-cardiacos/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/10/07/una-primera-vuelta-conservadora-una-segunda-vuelta-no-apta-para-cardiacos/#comments Tue, 07 Oct 2014 19:34:18 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1111 Continue lendo →]]> POR ESTHER SOLANO GALLEGO, DE SÃO PAULO

Esther (prof.esther.solano@gmail.com) es española, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo y miembro del Fórum de Seguridad Pública.

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Era una elección incierta.

Por un lado se encontraba el desgaste progresivo del Partido de los Trabajadores (PT) y la escasa proyección de la presidente Dilma Rousseff como figura de futuro, todavía con la sombra insistente del ex presidente Lula da Silva a las espaldas.

Por otro estaba la poco convincente candidatura de Aécio Neves, por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), tachado de “playboy” y otra serie de adjetivos poco afines a la figura de un presidente de la República.

Luego, apareció una ola de fuertes descargas emocionales tras la muerte trágica de Eduardo Campos, que llevaron a encumbrar a Marina Silva (Partido Socialista Brasileño, PSB) a posiciones insospechadas en las encuestas de opinión.

Y por último, las históricas manifestaciones de junio de 2013, donde el clamor de las calles por una “nueva política”  y contra “todo lo que está ahí” parecía vigoroso y generalizado…Factores  que, en su conjunto, poco hacían prever los resultados de esta primera vuelta: Dilma Rousseff sumó un 41,59% de los votos válidos, Aécio Neves, 33,55% y Marina Silva, 21,32%.

La voz de las urnas se hizo escuchar el domingo (5) y trajo consigo mensajes contundentes.

La segunda vuelta de las elecciones en Brasil será no apta para cardíacos. Fotografía: Fotomontaje.

La segunda vuelta de las elecciones en Brasil será entre la presidenta Dilma Rousseff y el candidato del PSDB, Aécio Neves; serán unos comicios no aptos para cardíacos. Fotografía: Fotomontaje.

Los brasileños continuaron optando por la polarización histórica, tediosa y taciturna PT-PSDB. El aparente deseo de cambio vivido en las manifestaciones no se reflejó en el voto. Lo cierto es que las candidaturas fueron insensibles y mudas a la expresión ciudadana y, delante de la urna electrónica, el brasileño no tenía opción. Más de lo mismo, tristemente.

Parcialmente derrotado, el PT parece cansado y ensombrecido. Dilma perdió  cinco puntos respecto de la elección de 2010 y el partido encogió su representación en el Congreso Federal hasta alcanzar el menor número desde 2002.

El único tono dulce de una jornada preocupante la puso el petista Fernando Pimentel, que le arrebató en primera vuelta la gobernación de Minas Gerais al PSDB, tras 12 años de continuidad tucana en el gobierno de ese estado. ¿Estamos delante del epílogo del proyecto petista-lulista, en el que urgen reformas si quiere sobrevivir más allá de 2018?

El vencedor de la noche del domingo fue el PSDB, que mantiene sus 54 representantes en el Congreso Nacional, salió airoso y con aires triunfales de esta primera disputa. En especial, Aécio Neves,  con un inesperado 33,55% de los votos.

El reelecto gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin (PSDB), con 57,31% de los votos, en medio de la mayor crisis hídrica del estado, demuestra la fuerza conservadora de São Paulo (donde inclusive regiones periféricas urbanas prefirieron al tucano).

José Serra (PSDB) destruyó la candidatura al senado de Eduardo Suplicy (PT) al arrebatarle ese lugar con el 58,49% de los votos.  Figuras clave que marcan territorialmente su poder invicto en el feudo electoral paulista.

Marina Silva, candidata del PSB, apoyaría a Neves en el ballotage del domingo 26. Fotografía: Fabio Braga/Folhapress.

Marina Silva, candidata del PSB, apoyaría a Neves en el ballotage del domingo 26. Fotografía: Fabio Braga/Folhapress.

Y qué pasó con Marina, que tanto nos ha dado que hablar estos meses… Se desvaneció. La candidata no logró capitalizar su posición privilegiada y acabó con prácticamente el mismo número de votos que en la elección de 2010.

Su pedantería al autodenominarse representante de la “nueva política”, su volatilidad partidaria, su falta de firmeza en contraatacar a los adversarios, los famosos cuatro tweets del pastor Silas Malafaia, líder de la iglesia evangélica Asamblea de Dios Victoria en Cristo, sobre la causa LGBT que le hicieron dar marcha atrás en las propuestas para la comunidad gay -y que fueron explotados incansablemente por sus oponentes-, sus opciones de política económica como el discurso de autonomía del Banco Central, la figura de Eduardo Gianetti como asesor económico y la de Neca  Setúbal (una de las herederas del Banco Itaú), ambos representantes de la vieja escuela  liberal económica, nada tienen que ver con propuestas de una posible nueva política más reformista de la que tanto habló.

Todo esto, sumado a un pésimo desempeño en el último debate de la TV Globo (que fue visto por 50 millones de personas) fueron elementos que enterraron  sus posibilidades.

Para el próximo domingo 26  de octubre, día en que va a realizarse la segunda vuelta de la elección, parece ya previsible el apoyo oficial de Marina a la candidatura de Neves, con algunas concesiones en el programa tucano como el compromiso para terminar con la reelección o una mayor agenda sostenible, pero apoyo no significa directamente migración de votos.

Los votantes de la Rede Sustentabilidade, grupo político de Silva, ideológicamente más cercanos a la izquierda, ¿se sentirán cómodos con la aproximación estratégica al PSDB?  ¿El discurso del “voto útil anti-PT” tendrá eco en los partidarios  de Marina y en los 38,5 millones de abstenciones y votos nulos y blancos? ¿Aun con sudores fríos y espasmos de miedo ante la amenaza real de perder el poder tendrá Brasil cuatro años más de PT?

Por ahora, hay que esperar para saber. Emociones no faltan.

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