Brasil con Ñbrasil – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 “Mucha gente sin techo, mucho techo sin gente” http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/26/mucha-gente-sin-techo-mucho-techo-sin-gente/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/26/mucha-gente-sin-techo-mucho-techo-sin-gente/#comments Fri, 26 Jun 2015 14:16:43 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1516 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

Tomo un ómnibus en la calle Augusta rumbo al centro viejo de la ciudad. A mi lado se sienta un señor de unos 70 años, con ropas que parecen de la misma edad. Al pasar frente a las torres que se alzan en esa región en auge, exclama: “¡Gastan fortunas en esos apartamentos! Y, uno, que siempre ha vivido aquí, ahora tiene que irse, porque el salario ya no paga las cuentas del mes”.

El hombre, que ha tenido que mudarse debido al exorbitante aumento de los alquileres, resume un fenómeno tal vez no muy reconocible a primera vista, pero que está tan presente que hasta tiene un nombre: gentrificación (proceso por el cual la población de un barrio popular es desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor).

La burbuja brasileña

Paralelamente a esos desplazamientos, el “boom” inmobiliario de São Paulo viene desinflándose desde hace al menos un año. Antes de la supervalorización, ya había muchos edificios vacíos en la ciudad. Datos del municipio indican que en 2014 había 400.000 inmuebles deshabitados, entre casas y edificios, al mismo tiempo que unas 130.000 familias no tenían dónde vivir.

“Tanto techo sin gente, tanta gente sin techo”, dice un graffitti de menos de 140 caracteres, que también podría ser un tuit.

El gobierno municipal decidió aumentar el año pasado los impuestos a las propiedades en desuso. En regiones donde el metro cuadrado ronda los 3500 dólares (sobre todo en Jardins y zona sur), la medida, previsiblemente, no fue bien recibida. Tampoco las caras desconocidas que comenzaron a pasearse por allí.

Las ocupaciones parten de un movimiento que unos llaman “de derecho” y otros “de usurpación”. Hace unos años presencié la toma de un edificio céntrico y pude ver cómo el grupo se distribuía, con organización y velocidad sorprendentes, los 15 pisos del predio, sus departamentos y las funciones de cocina, limpieza, seguridad, salud, etc.

Con el deterioro de la economía, esos “techos sin gente” han atraído a más personas. Hace unas semanas, ví uno de los desalojos que se han vuelto comunes en el último tiempo. La violencia con que se ejecutan pone en evidencia la enorme distancia social que hay entre quienes tienen y quienes no, poniendo en jaque la idea de Brasil como un país cordial.

Boom inmobiliario en el Baixo Augusta. Fotografía: Gustavo Epifanio - 18.set.2014/Folhapress.

Boom inmobiliario en el Baixo Augusta. Fotografía: Gustavo Epifanio/Folhapress.

Tubos de ensayo

En otras zonas de la ciudad, donde el precio de las propiedades es más bajo, las construcciones abandonadas atraen un segundo tipo de “ocupación”, la de personas que no sufren falta de vivienda y que no necesariamente entran allí sin pagar.

Son los laboratorios de experiencias artísticas, periodísticas o sociales, que emergen como una mezcla de co-working, comuna y red social.

A diferencia del movimiento de “reapropiación del espacio público”, que busca revitalizar las plazas, estas iniciativas tienen lugar en el interior de edificios o casas que, por estar sin uso o en franco deterioro, se vuelven alternativas de bajo costo.

Las hay de varios tipos; las más duraderas son aquellas que desarrollan proyectos profesionales o artísticos definidos, practican el crowfunding y tienen un acuerdo con el propietario, además del apoyo de los vecinos.

En el centro viejo se encuentra “Farol”, el nombre que le han dado a un antiguo edificio de cuatro pisos los  grupos que desarrollan allí sus proyectos: “Choque Cultural” (arte público y pensamiento urbanístico), “Líquen” (taller de artistas y diseñadores), “Balsa” (espacio de eventos) y “Fluxo” (redacción, estudio, lugar de encuentro y reuniones).

Este último es quizás el que más ha trascendido debido a que sus miembros desarrollan proyectos de comunicación y están articulados con los medios.

Lidera esa experiencia Bruno Torturra, un periodista que pasó de los medios tradicionales a una estructura especializada en activismo social (llamada “Midia Ninja”). Allí se reúnen reporteros, fotógrafos, editores y artistas para experimentar “con el lenguaje, el contenido y las relaciones entre comunicadores y público”.

Con una terraza que ofrece una excepcional vista al valle Anhangabaú, los ocupantes tienen una agenda de cine club, debates, fiestas, transmisiones en vivo y producción de contenidos.

Buscan también un nuevo modelo de negocio para el periodismo. Por ello, suele verse por allí a varios de los profesionales que salieron de las redacciones tras los recientes despidos masivos.

Un túnel que se transforma en discoteca. Fotografía: Reprodução/Buraco da minhoca.

La ocupación del túnel que se transforma en discoteca llegó a su fin. Fotografía: Reprodução/Buraco da minhoca.

Reacción explosiva

En la misma región, otras experiencias han transitado diversa suerte. Una de ellas es “Laboratório Compartilhado TM13”, el nombre que recibió la Escuela de Ballet Municipal, en mayo de 2014, tras la ocupación del colectivo AnhangabaRoots.

Foco de resistencia contra el  Mundial de fútbol, ese grupo fue desplazado por la policía al mes siguiente: la ocupación se encontraba en el mismo lugar donde se montaría la Fifa Fan Fest.

Sus integrantes, cultores del hip-hop, reggae y funk, realizaban allí seminarios, talleres, cine al aire libre y recitales de poesía.

Después del desalojo, se mudaron a “Casa Amarilla”, un antiguo caserón abandonado en las proximidades. Este nuevo domicilio, que había sido sede del INSS (Instituto Nacional de Seguridad Social), fue ocupado en febrero de 2014 por el grupo “Ateliê Compartilhado”, de artistas, activistas e intelectuales.

Estos últimos, a su vez, habían llegado allí después de ser desplazados de una plaza en el Baixo Augusta (donde se levantan las torres señaladas por mi circunstancial interlocutor en el ómnibus).

En esa casa, estaban  realizando un ciclo de presentaciones de teatro, música y danza; también había debates y hasta clases de yoga. Pero la ocupación no tenía una estructura financiera definida ni un programa de largo plazo.

Con la llegada del nuevo grupo, la discusión de ideas fue in crescendo y alcanzó tal punto que unos pasaron a defender sus posturas con la vehemencia de los puños, dando lugar a escenas de pugilato generalizado.

“Hubo un choque de clases”, me dijo Chico Tchello, referencia de otra ocupación cerca de allí, “Buraco da Minhoca”, que vio de cerca lo ocurrido y cuya ocupación también llegó a su fin recientemente, tras los reclamos de una señora de la Plaza Roosevelt.

El año pasado, el Vale de Anhangabaú fue desalojado para instalar la FIFA Fan Fest. Fotografía: Nelson Almeida - 12.jun.2014/AFP.

El año pasado, el grupo “Laboratório Compartilhado TM13” fue desalojado para instalar la FIFA Fan Fest. Fotografía: Nelson Almeida – 12.jun.2014/AFP.

Condominio Cultural

Tras confirmarse en junio de 2015 el inminente desalojo por parte de la fuerza pública, todas las tribus debieron emprender la retirada. Así llegaron a la avenida Paulista, uno de los distritos financieros de la ciudad, donde en este invierno tropical se los puede ver en grupos bajo el icónico arco del MASP (Museo de Arte de São Paulo).

Siguiendo por esa avenida hacia el oeste de la ciudad, se llega al barrio Villa Anglo, donde hay un edificio centenario de 1250 metros cuadrados que ya funcionó como hospital, escuela, maternidad, geriátrico y hasta como casa particular.

En 2010, tras 15 años de abandono, el predio fue ocupado por un grupo de artistas, intelectuales, arquitectos y emprendedores.

La misión: “buscar procesos alternativos y creativos de convivencia para pensar el mundo de una forma diferente”.

Actualmente, brindan cursos (sonido, lenguaje audiovisual, fotografía), espectáculos (teatro, música, danza), una cena mensual y un taller de horticultura doméstica. Esas actividades sirven también para financiar el lugar, junto con donaciones que el grupo recibe a través de PagSeguro (un PayPal brasileño).

“Es más divertido y se pueden realizar objetivos más complejos”, me dice Eduardo Duwe, emprendedor audiovisual, que participó del proyecto en sus inicios, junto con Géssica Arjona y otros que continúan hasta hoy.

Tras haber vivido más de una década en una besetzte haus  (casa tomada) en Berlín, Duwe argumenta que en los espacios autogestionados, menos costosos, “se potencian los resultados porque son más dinámicos y  horizontales”.

Androides, humanistas y startups

De regreso a la región central encontramos en la calle Ouvidor un edificio de 13 pisos que fue ocupado por el colectivo Androides Andróginos el 1˚ de Mayo de 2014, para simbolizar con esa fecha la intención de convertir “lo que antes era gris en un centro de arte y cultura”.

El edificio, irónicamente, pertenece a la Compañía de Desarrollo Habitacional y Urbano.

El grupo asignó un piso a cada modalidad artística, propone una reflexión sobre arte y urbanismo y realiza debates, shows, fiestas, exposiciones y performances. El video del inicio de la ocupación es muy descriptivo: https://vimeo.com/93560021

Androides Andróginos

Yendo un poco hacia el sudeste, en el barrio Vila Mariana se encuentra “Casa 40”, que se presenta como “un centro de cultura y espacio de convivencia para actores y entusiastas de la disonancia”.

Inspirados en ideas humanistas, realizan allí tertulias, cursos y debates sobre arte, política y filosofía, además de servir como vivienda temporaria y como local de venta de productos orgánicos. Declaran financiar el lugar con aportes de los propios miembros.

No son estas las únicas experiencias de “ocupación”. Hay otras que ocurren del lado de afuera de las casas tomadas, como www.belarua.com.br y www.revitarte.com, entre otras. Varias inclusive despuntan en la mira de grandes empresas, que las ven como una fuente de innovación.

Esos cientos de miles de construcciones sin utilizar, indicadores sombríos del absurdo económico al que ha llegado Brasil, parecen un gran laboratorio para ensayar soluciones alternativas al estancamiento actual. Eso, al menos, es lo que muchos están intentando.

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La “argentinización” de Brasil http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/23/la-argentinizacion-de-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/23/la-argentinizacion-de-brasil/#comments Mon, 23 Mar 2015 16:32:43 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1384 Continue lendo →]]> POR FEDERICO CORNALI, DE SÃO PAULO

Para bien o para mal, el imaginario brasileño ha catalogado a los argentinos como inconformistas crónicos y seres sumamente politizados, entre muchas otras características.

“En tu país, le preguntás a cualquiera de política y te da una cátedra sin siquiera haber terminado la escuela primaria” o “ustedes saben de derechos y no se guardan nada; si algo no les gusta, salen a la calle a manifestarse”, eran frases que los argentinos se acostumbraron a escuchar apenas atravesaban la frontera y entablaban alguna conversación en “portunhol”.

El brasileño promedio solía ser relajado y observaba todo aquello como un mero espectáculo televisivo, admirando o despreciando esa tensión continua en el país de “los hermanos”. Esas imágenes que la pantalla les traía eran procesadas como sucesos lejanos que formaban parte de una realidad ajena a la suya. Como si fueran escenas de una novela más.

Eso no significa que Brasil tenga una historia poco compleja, de cómodo trazado. Todo lo contrario. Tampoco quiere decir que movimientos sociales de relevancia sean harina de otro costal por aquí.

A comienzos de marzo, mientras Dilma Rousseff hablaba por televisión los brasileños hicieron sonar sus cacerolas, en ciudades como São Paulo y Belo Horizonte. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

A comienzos de marzo, mientras Dilma Rousseff hablaba por televisión, los brasileños hicieron sonar sus cacerolas, en ciudades como São Paulo y Belo Horizonte. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Nadie puede discutir -por poner un ejemplo- la importancia que tuvieron las marchas entre 1983 y 1984 que pedía elecciones directas y buscaban derogar un sistema electoral legado por la dictadura.

La cotidianeidad de las protestas, huelgas y manifestaciones de tipo variado con epicentro en Buenos Aires, lograron que en Brasil se acuñara el término “viramos [nos transformamos en] Argentina” cuando en junio de 2013, algunos meses antes  y durante el Mundial 2014  miles de manifestantes salieron a la calle para protestar con metodología “piquetera”, importada desde Argentina, adueñándose de las calles y bloqueándolas, para darle mayor contundencia al reclamo de turno.

AQUEL JUNIO DE 2013

Lo cierto es que si hablamos en términos de inconformismo social y presencia masiva en las calles, Brasil lleva ya un tiempo “imitando” los hábitos del vecino.

Las manifestaciones de junio de 2013, que comenzaron con poco más de 200 estudiantes del movimiento Passe Livre protestando por el aumento de la tarifa del transporte público, fueron el gran detonante.

“Vem pra rua” (“Ven a la calle”) se convirtió en el  grito de guerra. Y lo que empezó con el descontento de un grupo aparentemente aislado, terminó siendo material de primera plana de todos los medios de comunicación.

Acto organizado en enero de este año por el movimiento Passe Livre en contra del aumento de la tarifa del ómnibus. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Acto organizado en enero de este año por el movimiento Passe Livre en contra del aumento de la tarifa del ómnibus. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Así, antes de que terminara ese junio, el más rupturista de la historia brasileña, eran 353 las ciudades alcanzadas por las chispas de la protesta. En ese momento, se estimaba que el promedio superaba las 22 marchas diarias en todo el país.

La corriente, lejos de serenarse, continuó a puro vigor. La Copa de las Confederaciones de 2013 y el Mundial de 2014 levantaron a multitudes que bramaban contra los multimillonarios costos de los faraónicos estadios construidos para el torneo de fútbol. Las batallas campales contra las fuerzas del orden eran una constante.

El viernes 13 y el domingo 15 pasados, decenas de miles de personas volvieron a tomar la calle, en lo que pareció ser una continuación de las manifestaciones de 2013 y 2014, aunque con diferentes propósitos.  Las movilizaciones del viernes fueron en casi 50 ciudades y tuvieron como eje principal el apoyo a la presidenta brasileña Dilma Rousseff.

El domingo, fue todo lo contrario: las manifestaciones multitudinarias se extendieron por diferentes capitales de todo Brasil con el objetivo de denunciar la  corrupción en la estatal Petrobras, protestar contra la crisis económica y el aumento de los impuestos.

Algunos, un tanto más extremos, pedían el juicio político de la presidenta brasileña y una minoría  reivindicaba el regreso de los militares al poder.

No serán estas las últimas manifestaciones de los diferentes sectores sociales y tampoco tienen por qué continuar presentándose con esta morfología: a favor o en contra del Partido de los Trabajadores (PT) y de Rousseff.

Integrantes de la Central Única de los Trabajadores (CUT) y otras centrales sindicales  organizaron un acto en defensa de los derechos de los trabajadores, el pasado 13 de marzo. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Integrantes de la Central Única de los Trabajadores (CUT) y otras centrales sindicales organizaron un acto en defensa de los derechos de los trabajadores, el pasado 13 de marzo. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

“Se trata de una sociedad civil brasileña renovada, más informada y educada, que continúa teniendo que vérselas con instituciones del siglo pasado, anacrónicas, que ya no atienden a los nuevos deseos de la población”, resumió hace algún tiempo el psicoanalista brasileño Jorge Forbes.

DÓLAR E INFLACIÓN 

Convertirse en “Argentina o Venezuela” fue una frase muy popularizada durante las últimas elecciones de octubre de 2014, sobre todo entre las élites, como un augurio del peor futuro para Brasil bajo el mandato de Dilma.

La devaluación que sufrió el real  frente el dólar en el último tiempo es uno de los indicadores que encendieron las alarmas. Pasó en poco menos de un año de 2, 25 a 3,25 y alcanzó el nivel más bajo desde 2003. Algunos economistas aseguran que podría subir  hasta cuatro reales por cada dólar.

En Argentina, las restricciones para comprar dólares impuestas por el gobierno se han ido endureciendo paulatinamente. Como consecuencia de la imposibilidad de adquirir la divisa norteamericana legalmente, se aceleró su cotización en el mercado negro o paralelo, en donde puede conseguirse un dólar a cambio de 13 pesos. Los pocos que pueden comprar dólares al cambio oficial tienen que desembolsar 8, 67 pesos por cada dólar.

El 15 de marzo pasado una multitud llenó la avenida Paulista en una protesta anti PT y anti Dilma, en São Paulo. Fotografía: Reinaldo Canato/Folhapress.

El 15 de marzo pasado una multitud llenó la avenida Paulista en una protesta anti PT y anti Dilma, en São Paulo. Fotografía: Reinaldo Canato/Folhapress.

En Venezuela también existían trabas para conseguir dólares, pero desde hace poco más de un mes, debido a la crisis económica que vive aquel país, se puede cambiar la moneda norteamericana por bolívares legalmente con cuatro tasas diferentes.

No obstante, el mercado paralelo sigue siendo una de las fuentes principales de compra de dólares y el valor de la divisa norteamericana oscila todos los días: la semana pasada, se ubicó en 260 bolívares por dólar, mientras que el cambio oficial del Banco Central de Venezuela estaba en 190.

El aumento de la inflación también es uno de esos puntos que pueden emparentar a los tres países  hermanos. Venezuela, con una inflación del 68,5% en 2014, reconoció en febrero pasado que tiene la inflación más alta del mundo.

En Argentina, de acuerdo con el “Índice Congreso”, la inflación de 2014 fue del 31,43% anual, mientras que las mediciones oficiales del INDEC indican que el aumento de precios el año pasado fue del 23,9%.

En Brasil, el estimado anual actualmente se acerca al 8% (el más alto en los últimos 10 años), pero se mantiene muy lejos de los altísimos porcentajes de inflación de Venezuela y Argentina.

Miles de manifestantes tomaron la avenida Paulista en junio de 2013. Fotografía: Marcelo Justo/Folhapress.

Miles de manifestantes tomaron la avenida Paulista en junio de 2013. Fotografía: Marcelo Justo/Folhapress.

CACEROLAZOS

Otra  forma de protesta que se ha vuelto costumbre en Brasil es el “ panelaço” o “cacerolazo”, instalado principalmente en los barrios de clase media alta. Consiste en golpear ollas o sartenes durante los discursos de Dilma o de algún ministro de su gobierno.

En Argentina, el “cacerolazo” ya es parte del folclore nacional. La primera vez que las personas salieron a golpear sus cacerolas fue en 1996 para mostrar el descontento con el gobierno de Carlos Saúl Menem.

Uno de los más resonantes, que dio la vuelta al mundo y provocó la salida del entonces presidente Fernando de la Rúa, fue el cacerolazo del 19 de diciembre de 2001. Volvieron en 2008, con el conflicto entre el gobierno de Cristina Kirchner y los productores agropecuarios.

Un último punto en el que los dos países se parecen mucho es en la “Ley de Medios” (“Lei da Mídia”, en portugués), aunque en Brasil, por ahora, sólo es materia de debate. La coyuntura pasó por encima de esta ley que pretende hacer primar el derecho humano sobre el mero servicio comercial.

Para establecerla, los defensores del proyecto señalan a la Argentina como un ejemplo de apertura del juego y eliminación de los monopolios de comunicación. Pero los detractores buscan la refutación más fácil: “Si seguimos el ejemplo de Argentina, así terminaremos…”.

 

Cacerolazo en Buenos Aires contra la presidenta argentina Cristina Kirchner, en 2012.  Fotografía: Daniel Garcia - 8.nov.2012/AFP.

Cacerolazo en Buenos Aires contra la presidenta argentina Cristina Kirchner, en 2012. Fotografía: Daniel Garcia – 8.nov.2012/AFP.

El término “argentinización” es mirado de reojo en Brasil, sobre todo por su connotación negativa.

Sin embargo, abandonar una posición cómoda para hacerse escuchar y mostrarse en desacuerdo -sin recurrir a la violencia- acelera el proceso de purificación y aceita los mecanismos de cualquier democracia.

Si haberse “argentinizado” significa que el brasileño dejó de mirar todo “por encima del muro” para tomar una postura, ser parte y construir, quedará pendiente entonces una revisión del sentido que se le otorga al tan castigado término.

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Las publicaciones independientes conquistan nuevos espacios http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/05/las-publicaciones-independientes-conquistan-nuevos-espacios/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/05/las-publicaciones-independientes-conquistan-nuevos-espacios/#respond Fri, 05 Dec 2014 16:40:02 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1220 Continue lendo →]]> POR CECILIA ARBOLAVE, DE SÃO PAULO

Fotografía: George Leoni.

La Feira Plana, evento creado por Bia Bittencourt, le dio más proyección al universo de las publicaciones independientes. Fotografía: George Leoni.

Va a ser difícil elegir. El próximo fin de semana del 13 y 14 de diciembre hay por lo menos cuatro ferias de publicaciones independientes agendadas: Independence Days, en la Biblioteca São Paulo, Mercado Cult, en Espaço Revista Cult, BAZARITO!, en Matilha Cultural y la feirinha Pantasma 3. Seguro que hay otras para agregar a la lista.

Es estimulante ver libros de temas y formatos inusitados, que estudian las diferentes posibilidades que el papel, la tinta y la encuadernación ofrecen. Son cada vez más artistas, autores y editores responsables por una producción inmensa, que -en parte- ya existía hace un tiempo, pero que en los últimos años empezó a ganar fuerza y público con nuevos puntos de encuentro.

Tal vez lo que le dio más proyección a este universo fue la Feira Plana, un evento creado por Bia Bittencourt, inspirado en la NY Art Book Fair.

Empezó en 2013, en el Museu da Imagem e do Som (MIS), y sorprendió a la ciudad y a los medios. Después de una segunda edición con 150 expositores y más de 15 mil visitantes, ahora se prepara para la tercera, que esta vez tendrá como tema la fotografía.

Feria Miolo(s). Fotografía: George Leoni.

La feria Miolo(s), organizada por Lote 42. Fotografía: George Leoni.

En dos años de inmersión en este mundo impreso independiente y de participar de otras ferias como Pão de Forma, Parada Gráfica, Tijuana y Variedades Literárias, en noviembre organizamos con Lote 42, la editorial de la cual formo parte, la feria Miolo(s) junto con la Biblioteca Mario de Andrade.

Más de 50 artistas y editoriales expusieron su trabajo en un evento que marcó el inicio de la colección de publicaciones independientes de la segunda mayor biblioteca pública del país.

Durante ese sábado, conversé con todos los participantes y les hice la misma pregunta: ¿qué es lo mejor de este universo?

Algunas ideas en común fueron el contacto directo con el público, el diálogo con otras editoriales (en el que hay un intercambio de ideas y de referencias) y la libertad para crear proyectos autorales, sin que el mercado sea la principal preocupación.

Todas esas respuestas (que están en este álbum) revelan que hay muchas ganas de crear y de ingeniar nuevos caminos para mostrar los diferentes trabajos, que terminan fortaleciendo aún más este movimiento independiente.

Últimos detalles de la obra en la Banca Tatuí. Fotografía: Cecilia Arbolave.

Últimos detalles de la obra en la Banca Tatuí. Fotografía: Cecilia Arbolave.

BANCA TATUÍ

El nuevo camino que encontramos en Lote 42 es un kiosko:  Banca Tatuí. Compramos en agosto ese espacio casi invisible y abandonado en la calle Barão de Tatuí, en el barrio de Santa Cecília, y lo transformamos en un punto de editoriales independientes.

Pero diferente de los kioskos que se ven en las calles paulistanas, el lugar no sirve apenas para exponer libros: gracias a una nueva estructura interna, aquí uno se puede sentarse dentro para leer y conversar.

La Banca Tatuí tiene un contacto directo con el barrio, algo que sentimos principalmente con los vecinos que nos visitaron durante la obra y preguntaban curiosos qué estábamos tramando.

Nada mejor, entonces, que festejar su apertura con una fiesta en la vereda (más detalles en este link), abierta a todos los que quieran conocerla y, principalmente, descubrir el universo independiente que hay en sus estantes.

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Brasil, país de fútbol y violencia http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/12/12/brasil-pais-de-futbol-y-violencia/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/12/12/brasil-pais-de-futbol-y-violencia/#comments Thu, 12 Dec 2013 17:31:35 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=670 Continue lendo →]]> POR GERMÁN ARANDA

Iba yo una soleada tarde del pasado mes de marzo paseando por la “pacificada” favela Rocinha con mi amigo y fotógrafo Chema Llanos. Nos metimos por un callejón y nos encontramos con una amable mujer algo mayor para subir sola la compra por las empinadas escaleras que llevaban a su casa. Conversábamos tranquilamente y esperábamos a que tomara aire para ayudarle a subir las bolsas cuando apareció un chaval de unos veinte años con los ojos rojos y en bermudas, sin camiseta, y nos apuntó con una pistola.

La mujer apenas se inmutó: “No os preocupéis, este es del barrio”, nos decía. “Déjalos, que son gringos”, le pedía muy tranquilamente al joven, que seguía apuntándonos visiblemente enfadado y, en su nube de marihuana, respondía gritando: “¡Gringos no son, que lleva la misma camiseta que un P2 (policía secreto)!”. “¡Levántate la camiseta y pásame la mochila!”. Cuando vio que en la bolsa había una cámara de fotos y no un arma, como esperaba, y empezó a percibir claramente nuestro acento extranjero, le cambió la cara. “Aaaah, gringos, ¡bienvendidos!, os podéis quedar un rato aquí si queréis, buen rollo”, nos dijo sonriente y ya con la pistola abajo. Casi nos hicimos amigos.

Llevo poco más de dos años en Brasil y la violencia nunca me ha golpeado hasta hacerme daño en mis propias carnes. Al contrario, siempre digo que el brasileño es un tipo pacífico al que con contacto físico, una sonrisa y una disculpa es más fácil de tranquilizar que a un inglés o a un español malhumorado. Pero la violencia, aún cuando no estalla, se huele, está al acecho, y por eso un episodio como la batalla campal del pasado domingo en el estadio del Atlético Paranaense no es precisamente el que más me sorprende, por mucho que alarme y escandalice al mundo entero.

Una batalla campal entre hinchadas dejó cuatro heridos el domingo pasado. Fotografía: Geraldo Bubniak- Fotoarena/Folhapress

Una batalla campal entre hinchadas dejó cuatro heridos el domingo pasado. Fotografía: Geraldo Bubniak- Fotoarena/Folhapress

Por una parte, me parece necesario aprovechar la atención mediática que atrae un país como Brasil por el hecho de estar camino al Mundial para que se conozcan los entresijos de su sociedad, las bondades de su cultura y también las injusticias que se cometen. Por otra, me irrita y me parece injusto que toda aquella violencia que sea más próxima al torneo tenga una repercusión mayor debido a que tiene relación con el fútbol o a que el afectado es un turista o un tipo de clase alta.

“Podrías ser tú”, parece que se le dice al lector burgués e internacional. Mientras tanto, la mayoría de las miles de personas que mueren cada año asesinadas (50.108 durante el año 2012 según el Anuario Estadístico de Fórum Brasileño de Seguridad Pública) serán siempre anónimas. Y algunas también son víctimas directas de la policía. Los agentes mataron unas cinco personas por día en 2013, según un adelanto del diario “O Globo” de la versión actualizada del mismo informe, todavía no publicado.

Es estremecedoramente fácil conocer de cerca estas historias. Hace ahora un año, tuve la ocasión de visitar la casa y conocer a la familia de Matheus, un niño que tenía ocho años cuando fue alcanzado por una bala de un policía militar en la nuca al salir de su casa de la favela de Maré en Río de Janeiro para comprar algo de desayuno. La marca de la bala sigue aún en la puerta metálica mientras sus hermanos juguetean delante de ella.

La relación entre los episodios del pasado domingo y el contexto de violencia en el país no es mía. Usando estadísticas como estas, Fernando Graziani se preguntaba en su blog de la revista “Carta Capital“¿Impactado con la violencia en los estadios? ¿En qué país te crees que vives?”. Y calculaba: “Con esos datos, es fácil hacer una cuenta. Durante los noventa minutos de un partido de fútbol (…) mueren asesinadas en Brasil entre ocho o nueve personas”. Y añadía un dato que me parece relevante y que no se encuentra tan intensamente arraigado en el debate social como el de los homicidios: murieron en Brasil 50.000 personas en las carreteras en 2012. Los informes de la Unión Europea dicen que ese mismo año fallecieron 28.000 sumando todos los países miembros, sobre una población unos 500 millones de personas, más del doble que en Brasil.

La violencia en el fútbol preocupa con vistas al Mundial 2014. Fotografía: Heuler Andrey- Agif/Folhapress

La violencia en el fútbol preocupa con vistas al Mundial 2014. Fotografía: Heuler Andrey- Agif/Folhapress

En un país donde los homicidios tienen lugar predominantemente en sitios marginales y donde un negro tiene muchas más probabilidades de ser asesinado, así pues, un visitante durante la Copa o alguien de clase alta seguramente tenga más peligro a bordo de un autobús en Río de Janeiro. Sí, esa forma de conducir es una de las cosas que más llama la atención a quienes visitan la ciudad y sí, eso también es violencia, aunque reconozco haberme reído muchas veces por la emoción de verme a bordo de una atracción de feria.

La semana pasada, volviendo a casa a primera hora de la mañana, tuve que recorrer a pie una carretera cortada porque el autobús que pasó por allí unos minutos antes del que yo ocupaba había chocado con otro que venía en sentido contrario. Alrededor de una decena de heridos leves sangraban y lloraban impotentes en el costado de la carretera sin que hubiera llegado una ambulancia pese a que habían pasado unos diez minutos desde el accidente. Me mosqueó mucho más de lo que me sorprendió. ¿Qué esperáis?, me preguntaba después de haber experimentado centenares de veces conducciones temerarias, cuando no suicidas.

Hace unos días al volver de fiesta, de nuevo de la Rocinha, me enteré de que en esa misma favela, donde también fue torturado y asesinado el obrero Amarildo de Souza, en julio pasado, hubo un tiroteo mientras yo me divertía, aunque no lo escuché. Otro día, caminando por la favela Vidigal, me encontré con un fusil de la policía apuntándome a la altura de la cara. No a mí intencionadamente, sino que al girar una esquina el agente estaba en esa posición de asalto. Sus compañeros me aseguraron que eso era normal, rutinario. En otro episodio más divertido, un camarero tuvo que apartar con sumo cuidado y pidiendo permiso los enormes fusiles de dos policias que, apoyados sobre una silla, le impedían pasar entre dos mesas.

 

El obrero Amarildo de Souza fue torturado y desaparició de la favela Rocinha en julio.Fotografía: Marcelo Sayão/Efe

El obrero Amarildo de Souza fue torturado y desapareció de la favela Rocinha en julio pasado. Fotografía: Marcelo Sayão/Efe

Hablan los números, pero hablan también, en mi caso, vivencias propias y cercanas: Brasil es el país del fútbol, sí, y el de la samba. Y es sumamente acogedor, pero también es el país de la violencia. O al menos uno de ellos. Y si eso es una preocupación para mí, que soy -como la mayoría de los que vendrán al Mundial- un hombre occidental, blanco y heterosexual, y por tanto no pertenezco a ninguna de las minorías históricamente maltratadas en este país y en el mundo, imaginen cómo es para aquellos que viven en la cara B de la vida.

Y si son las minorías y los marginales quienes más peligran, no es difícil concluir que la mejor arma contra la violencia social es erradicar la desigualdad e invertir de manera inteligente y apasionada en educación, si bien hay que reconocerle al gobierno actual su creciente esfuerzo en esta área.

Así que cuando me preguntan si necesitaba Brasil ser sede de este Mundial, replico con otra pregunta: ¿Ayudará a reducir la desigualdad? ¿A que se construyan más escuelas u hospitales? No tengo una respuesta exacta a estas preguntas. Es más exacta la cifra de 8.000 millones de reales (unos 3.400 millones de dólares actuales) gastados hasta ahora en trece estadios , muchos de los cuales caerán en desuso -o casi- después del torneo.

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Un abrazo por Mandela http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/12/09/un-abrazo-por-mandela/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/12/09/un-abrazo-por-mandela/#comments Mon, 09 Dec 2013 15:24:53 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=666 Continue lendo →]]> POR GABRIEL BAYARRI

Gabriel Bayarri (g.bayarritoscano@gmail.com) es español, estudiante e investigador de la Universidad Federal Fluminense (UFF) y nos acompañará con una serie de textos cada 15 días en los que abordará parte de su investigación sobre las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) en las favelas de Río de Janeiro, desde el período anterior al crimen organizado hasta las nuevas formas de pacificación y justicia dentro de las comunidades.

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Lágrimas del mismo color unieron a Sudáfrica un verano de diciembre. Nelson Mandela,  líder del movimiento antiapartheid y ex presidente de Sudáfrica, cerró los ojos por última vez y abandonó a su país y al resto de los lugares para siempre, con una consciencia tranquila, aunque seguramente insatisfecho con el presente.

En ese momento, resurgieron en la tierra formas ancestrales de comunicación, un boca a boca de madrugada inundó con la noticia el área favelada de Johannesburgo, la ciudad más grande y poblada de Sudáfrica. “El abuelo se ha ido, Madiba ha muerto”. A voces secas y cantadas se llevó la pérdida a todos los rincones, y atravesó el océano, llegando también al “Rincón de los Poetas” de la favela Santa Marta, en la zona sur de Río de Janeiro.

Las tascas del morro avivaron el debate y lo derivaron hacia la realidad local. El anciano Isaías habló sobre su abuela cojita, nordestina, hijastra de esclavos del estado de Pernambuco. Su hijo, Isaías Junior, pardo de piel y mecánico de profesión, juró haberse beneficiado de la política de cuotas para negros. El mesonero, primo de Isaías, se santiguó ante la cruz bermeja del Partido de los Trabajadores, y comparó con acento trascendental la labor de reinserción social del ex presidente Lula da Silva con la del propio Mandela.

Discutieron después sus derechos, la pacificación de su comunidad y la llegada de algunos servicios sociales, reflexionando sobre su condición de ciudadanos de la arena del morro. Y la noche transcurrió con amagos de filosofía, seguros de que sus pensamientos eran ahora importantes. El amanecer los encontró conmemorando a Mandela en versos del guitarrista y cantautor brasileño Toquinho, en una demostración más de la acuarela cultural brasileña.

Nelson Mandela, ícono mundial de la libertad y la paz. Fotografía: Denis Farrell- 7.dez.2005-Associated Press

Nelson Mandela, ícono mundial de la libertad y la paz. Fotografía: Denis Farrell- 7.dez.2005-Associated Press

La tradición oral ensalza los mitos, que se asientan en el suburbio. En Santa Marta, el mito de Mandela es comparado con el de San Jorge, el Santo de los Guerreros, aunque de los guerreros pobres y negros, los de la periferia, del día a día de ambas realidades. Santa Marta y Brasil también han quedado huérfanos.

Los hemisferios se disponen a llorar a la par, y entre tanto protocolo en proceso, muchas comunidades preparan arroz y ruedas de samba en su conmemoración popular. Son muchos los agradecimientos y agradecidos.

El escritor y periodista Charles Bowden, en National Geographic, afirmaba que “en cualquier lugar del mundo las fronteras generan violencia, la violencia fomenta la aparición de vallas y, ocasionalmente, las vallas se convierten en muros”.

Miles de favelas valladas con muros, condenadas a la estratificación, conmemorarán no la muerte, sino la existencia de una persona como Mandela, que formuló esta frase a la inversa: “luchando contra esas fronteras se estará luchando contra la violencia, y entonces no hará falta levantar más muros de la vergüenza”.

Un Brasil africano que busca justicia a través de las políticas de reconocimiento étnico, social y cultural abraza a una Sudáfrica con el mismo abanico de colores. Con su ejemplo, Mandela consiguió muchas cosas, y entre las oníricas, que los niños soñasen, además de con ser futbolistas, con un mundo que se puede cambiar.

Una niña deposita flores en honor a Nelson Mandela, en un barrio de Johannesburgo. Fotografía: Carl de Souza-AFP

Una niña deposita flores en honor a Nelson Mandela, en un barrio de Johannesburgo. Fotografía: Carl de Souza-AFP

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Juegos de espías en todo el mundo http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/11/06/juegos-de-espias-en-todo-el-mundo/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/11/06/juegos-de-espias-en-todo-el-mundo/#respond Wed, 06 Nov 2013 14:59:06 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=449 Continue lendo →]]> POR GERMÁN ARANDA

La semana pasada, el diario El Mundo armó un gran revuelo al publicar un reportaje que mostraba que 60 millones y medio de llamadas fueron interceptadas por los servicios de espionaje estadounidenses en suelo español en tan sólo un mes, durante diciembre de 2012 y enero de este año.

Formaba parte de la serie de filtraciones internacionales que vienen publicándose en diversos medios del mundo a partir de los documentos del ex agente de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) Edward Snowden, que decidió renunciar a su vida como informático del espionaje norteamericano para mostrarle al mundo los abusos de la superpotencia en este ámbito. Ahora, mientras todos hablan de él y muchos defienden su causa, Snowden vive exiliado en Rusia por miedo a las represalias de su país, que seguramente le llevaría a la cárcel por traición y por revelar documentos secretos.

 

El ex analista de la NSA Edward Snowden es responsable de las filtraciones que revelaron el espionaje que lleva adelante Estados Unidos. Laura Poitras-10.out.13/Glenn Greenwald/Efe

Una publicación similar había provocado una tormenta política en Francia y la NSA reaccionó asegurando que en ambos países se habían malinterpretado los documentos, aunque no aportó pruebas al respecto y el periodista Glenn Greenwald, único poseedor de los documentos de Snowden desde que se conocieron en Hong Kong, volvió a mostrar los textos que sustentaban la versión de los periodistas que firmaban el artículo en El Mundo: él y el autor de este post.

La fiscalía española abrió una investigación por lo que podría suponer un crimen contra la privacidad. El gobierno español expresó abiertamente su indignación y que “podría romperse el clima de confianza” con Estados Unidos, pero lo hizo poco antes de que se conociera la colaboración de los servicios secretos españoles y europeos con el espionaje de metadatos estadounidense. El máximo representante del Centro Nacional de Inteligencia español (CNI) comparecerá hoy ante el Congreso y a puerta cerrada.

Se trata de un escándalo parecido al que agitó en septiembre pasado a Brasil, cuando se conoció primero el espionaje a 2300 millones de comunicaciones en el país y, después, el seguimiento de las llamadas de la presidenta Dilma Rousseff y de sus asesores; además de las comunicaciones de la petrolera Petrobras, la mayor empresa del país.

La indignación de Rousseff fue tal que canceló un viaje oficial a Estados Unidos y no reparó en recriminaciones hacia Washington en su último discurso ante la Asambleade las Naciones Unidas, organismo que por cierto también fue espiado por la NSA.

Pese a que su enfado fue grande y a que el caso de Brasil -por el momento- es más grave que el de España o Francia, ya que implica directamente a empresas y a su jefa de Estado, Estados Unidos demostró con su reacción más sonora (una declaración del director de la NSA, el general Keith Alexander, y el reconocimiento de excesos por parte del Secretario de Estado, John Kerry) que todavía se toma mucho más en serio al Viejo Continente que a la sexta potencia del mundo.

Dilma Rousseff fue también blanco del espionaje de la NSA. Eraldo Peres/Associated Press

Esta semana empezó con la publicación por parte del diario Folha de São Paulo de que Brasil habría espiado, a través de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN), a diplomáticos de Rusia, Irán, Irak y también de Estados Unidos. Según el gobierno, se trató de operaciones que tenían el objetivo de proteger secretos que eran del interés del Estado brasileño e indicó que lo hizo también para cerciorarse de que dichos países no estaban llevando a cabo tareas de espionaje. O sea, era contraespionaje.

Más o menos las cosas son así: yo te espío para saber si me espías y de esta manera se arremolina un bucle infinito de desconfianza. Claro que no es lo mismo fiscalizar un lugar y tomar nota de las rutinas profesionales de un embajador mediante la observación, que pinchar teléfonos de millones de ciudadanos, políticos y empresas.

Queda claro, en cualquier caso, que el verbo espiar se conjuga en todas las personas cuando hablamos de países. De manera individual y con cooperación: yo espío, tú espías, él espía, nosotros espiamos, vosotros espiáis, ellos espían.

El periodista Ricardo Bonalume Neto escribió ayer en Folha que “espiar no es pecado, lo malo es ser descubierto”, y con esa frase me vino de repente el olor a escuela, a pupitre y a folio en blanco, el silencio inusual de una clase el día del examen. “Lo malo no es copiarse, lo malo es que te pillen”, te decían los profesores más pragmáticos mientras pensaban un castigo.

Y, por cierto, la práctica no era tan diferente: recopilar información de diferentes fuentes externas, el pupitre vecino o la “chuleta” (papel pequeño con apuntes que se lleva oculto para usarlo en los exámenes) de turno en este caso, sin ser visto. Pues bien, espías del mundo, les hemos pillado. Solo falta evaluar, como hacía el profesor, cuán malo es aquello que andan haciendo a escondidas y qué tipo de medidas están en nuestras manos, las de los ciudadanos, para defendernos de los abusos y de la ambigüedad de los gobiernos, que hoy se recriminan el espionaje en público y mañana colaboran para espiar mejor a un tercero.

El debate sobre la privacidad en internet está prácticamente en su infancia y queda un largo y complicado camino por recorrer. Todavía no sabemos exactamente cómo protegernos (¿encriptar las comunicaciones es suficiente?) ni cómo conseguir que se frenen estos abusos (¿basta con manifestarse y que los gobiernos lleguen a acuerdos de cara a la galería?). Pero el primer paso, que se hable de ello, era también difícil y necesario.

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Quién es quién en la carrera por la presidencia http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/10/10/quien-es-quien-en-la-carrera-por-la-presidencia/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/10/10/quien-es-quien-en-la-carrera-por-la-presidencia/#respond Thu, 10 Oct 2013 18:43:32 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=380 Continue lendo →]]> POR NATALIA FABENI

Los acontecimientos de las últimas semanas no fueron de mucha ayuda para quien todavía pretende terminar de armar el rompecabezas de la política brasileña.

Hay enemigos que ahora son aliados, coaliciones que se rompen, un partido que no existía –y que estaba en boca de todo el mundo– que va a continuar sin existir, una posible candidata a la presidencia con 20 millones de votos en las últimas elecciones que ahora cede su candidatura a un gobernador poco conocido y otro candidato que se creía con resto para dar pelea en octubre de 2014, pero que, de pronto, se vio relegado un virtual último lugar en la contienda electoral.

Para arrojar un poco de luz sobre lo que pasó y poder salir del laberinto de nombres, alianzas y partidos, aquí les presento una pequeña guía para entender quién es quién en las elecciones del próximo año, en las que votarán cerca de 140 millones de brasileños, porque en la política del gigante sudamericano nada es lo que parece y todo puede cambiar en cualquier momento.

Voy a comenzar con la protagonista indiscutida de la escena política de las últimas semanas: 

Marina Silva. Ella fue una de las fundadoras del Partido de los Trabajadores (PT) y hoy es una importante amenaza para su expartido, que pretende continuar en el gobierno por cuatro años más. La semana pasada, después de que el Tribunal Superior Electoral (TSE) considerase inválidas más de 50.000 firmas de apoyo necesarias para registrar su nueva fuerza política, Marina vio naufragar por 6 votos contra 1 su intención de crear la “Rede Sustentabilidade” (REDE), partido con el que iba a disputar la presidencia. Finalmente optó por el pragmatismo, olvidó aquellas palabras que se referían a que la creación de Rede significaba un avance y una renovación para la democracia de Brasil y se afilió al Partido Socialista Brasileño (PSB), que ya tiene un candidato, el gobernador de Pernambuco, Eduardo Campos.

Repasando su historia, Marina está acostumbrada a los vaivenes políticos: fue senadora del estado de Acre por el PT, después se desempeñó como ministra de Medio Ambiente del ex presidente Lula da Silva y en 2009 dejó el partido que vio nacer para unirse al Partido Verde (PV). Terminó así con 30 años de militancia, después de reiterados desacuerdos en política ambiental con Lula y con Dilma.

Aquellos no iban a ser los únicos enfrentamientos entre las dos mujeres fuertes de la política brasileña: en 2010 Marina fue candidata a la presidencia por el PV y se destapó como unas de las principales caras de la oposición, al lograr un sorpresivo 19,33% de los votos.

El PSB. Al igual que lo había hecho Marina en 2009, el PSB, que formaba parte de una alianza de gobierno con el PT, se retiró a mediados del mes pasado de la coalición para presentar una candidatura presidencial propia, encarnada en Eduardo Campos, que también había sido ministro de Ciencia y Tecnología de Lula.

La imagen del pernambucano (habrá que ver qué dicen los sondeos ahora a partir del aterrizaje de Marina como compañera de fórmula) estaba desdibujada y las encuestan lo ubicaban al final de las preferencias, con un 4% de la intención de voto. En cambio, la imagen de la ex senadora es mucho más fuerte que la de Campos y suma cerca del 16% de la intención de voto. 

Además, todavía tiene a su favor un enorme capital político, plasmado en los casi 20 millones de votos que consiguió en la elección de 2010. 

La incógnita ahora es desvelar si los seguidores de Marina votarán por Campos o el pernambucano va a decidirse por invertir la fórmula presidencial. Marina ayer dejó la duda planteada: dijo que ambos podrían disputar la presidencia por el PSB.

Marina Silva y el candidato del PSB Eduardo Campos. Alan Marques/Folhapress

Dilma Rousseff. La otra gran protagonista de la contienda electoral es la presidenta, que busca su reelección y lidera la pelea con el 35% de la intención de voto, de acuerdo con el último sondeo de Ibope de fines de septiembre. Dilma se está recuperando de una época complicada: en junio pasado, consecuencia de las multitudinarias manifestaciones en Brasil, vio como su imagen caía estrepitosamente. 

Una encuesta de Datafolha de finales de junio indicó que su gobierno pasó, en ese mismo mes, de tener un 57% de aprobación a un 30%. 

Hoy Dilma es la favorita para octubre de 2014, pero los analistas consideran una amenaza para Rousseff la alianza de Marinay Campos, dos, que no hace mucho tiempo, jugaban en su mismo equipo. Además, si las protestas afectan tan directamente a su imagen, Rousseff tendrá que esforzarse para que las manifestaciones, que resurgieron con mucha violencia en los últimos días, no se agudicen. 

Para seguir manteniéndose en el podio de las preferencias, Dilma tendrá también que seguir de cerca el devenir de la economía, en especial el de la inflación ya que, como me dijo una vez un economista del Insper, la gente vota con el bolsillo. 

 

El candidato del PSDB Aécio Neves. Danilo Verpa/Folhapress

Aécio Neves, ex gobernador de Minas Gerais, que pertenece al poderoso y opositor Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB), de centro derecha, hoy cuenta con un 11% de la intención de voto y es otro de los presidenciables. Según los especialistas, fue el candidato que salió más perjudicado con la nueva alianza entre Marina y Campos, ya que su candidatura quedó casi estancada y va a costarle despuntar como el “candidato de la oposición”.   

Todavía faltan conocer las encuestas de intención de voto con este nuevo panorama político, pero hay analistas que adelantan que puede llegar a ser difícil para el ex gobernador llegar a disputar una segunda vuelta. Por su parte, Neves se mostró “sorprendido” con la decisión deMarinay dijo que la novedad era “positiva”, ya que “hay cada vez más opciones para terminar con el ciclo perverso del PT en el gobierno”.

Aunque intente mostrarse relajado, nada es color de rosa para el minero, ni fuera ni dentro de su partido: hay rumores que indican que José Serra, ex gobernador de São Paulo y candidato a presidente en 2002 y 2010, todavía quiere competir por la presidencia representando al PSDB, aunque hoy Neves aparezca como favorito.

Además, parece que Serra no le brindaría ningún apoyo a Neves, que está viajando por el mundo y por Brasil para hacerse más conocido. Las negociaciones políticas están a la orden del día y aún queda mucho por delante pero, con este panorama, seguramente las fichas del tablero político van a seguir en movimiento.

 

 

 

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Brasil, más allá de las fotos de Facebook http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/09/23/brasil-mas-alla-de-las-fotos-de-facebook/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/09/23/brasil-mas-alla-de-las-fotos-de-facebook/#comments Mon, 23 Sep 2013 21:15:12 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=296 Continue lendo →]]> POR MARÍA MARTÍN

Que no, que no me paso el día en la orilla de Ipanema refrescándome con agua de coco. Que publicar fotos de playas en las redes sociales no me convierte en una vividora que ha hecho fortuna en Brasil. Se trata de no decepcionar a quien se quedó en España aguantando el chaparrón, porque quien diga que prefiere que comparta las imágenes del infierno que se vive en el metro de São Paulo a las seis de la mañana, o de mis ojos después de 12 horas en la redacción, o de la cantidad de niños que veo pidiendo limosna por la calle, miente.

Las últimas dos semanas trabajé en un reportaje para El País sobre los españoles que vienen a vivir a Brasil, huyendo de una tasa de desempleo del 26.6%. Ya somos casi 100.000 -un 41% más que en 2008-, muchos más si contamos a los que todavía no hemos pasado por el consulado a registrarnos.

Las historias de varios personajes trazan una idea de cómo es vivir en el país, en São Paulo sobre todo, la ciudad escogida por dos tercios de mis compatriotas. Y no, el paisaje no tiene nada que ver con los colores de Tropicalia.

Aunque son historias de relativo éxito, la mayoría de nosotros aterrizó aquí con una idea equivocada, la del agua de coco y el dinero fácil, la del Facebook. Pero los precios, los visados, las diferencias culturales o la burocracia tumban nuestro mito del Brasil como tierra de oportunidades.

Un apunte antes de dejarles con algunos de estos valientes: buscarse la vida como inmigrante en España tampoco es nada fácil. Igual que Brasil no es el país de la caipirinha y la samba, España tampoco es el de la siesta y los toros.

Aprovechen los comentarios para contar sus experiencias, aquí y allí. 

Javier de la Plaza, 41 años, directivo de una importante multinacional española. Foto: Bosco Martín/ www.boscomartin.com

Javier de la Plaza encaja en el perfil más común del inmigrante español en Brasil, el del ejecutivo o directivo de grandes empresas españolas o multinacionales. “Tienen entre 40 y 45 años, vienen con la familia y suelen tener un alto poder adquisitivo. Es un perfil que ya existía, pero que ha aumentado mucho con la  crisis. Algunos llegan aquí ante la perspectiva de perder su estatus en España”, explica el Ricardo Martínez, cónsul general de España en São Paulo.

De la Plaza tiene 41 años y es director comercial para Latinoamérica de una importante empresa española. Llegó con su mujer con la que se casó hace 12 años y sus dos hijas pequeñas. No es el perfil de inmigrante que huye de la crisis, pero el que su compañía decidiese centralizar en Brasil su actividad en Latinoamérica le dio la oportunidad que estaba esperando para vivir, por primera, vez fuera de España.

La veintena de veces que viajó a São Paulo por trabajo le pareció que nunca podría vivir aquí. “En esos viajes ves solo lo malo, los atascos, la inseguridad”, cuenta en su despacho, en la decimoquinta planta de un rascacielos.“Tengo una situación económica buena, no tengo deudas, ni casas por pagar. No tenía necesidad de buscarme problemas, pero me interesaba la experiencia profesional en el extranjero. Vine con otras 70 personas de la empresa, si hubiese tenido que venir yo solo tal vez no habría aceptado”.

Aquel día de junio en el que le propusieron la mudanza pensó en la cara que le iba a poner su mujer. Para su sorpresa ella le dijo: “No puedes dejar de hacer algo por miedo”.

Otro perfil que aparece por aquí es el de jóvenes con licenciaturas, idiomas y másteres que no consiguen un empleo de su nivel en España y acaban sirviendo copas detrás de una barra: arquitectos, ingenieros, economistas, informáticos, artistas y muchos periodistas.

Para los primeros, profesionales técnicos requeridos en Brasil por la falta de mano de obra cualificada, llegar hasta aquí sin un contrato es una inversión que quizá merece la pena asumir. Pero para los periodistas, aunque somos varios los que hemos alcanzado un estatus entre la suerte y la precariedad, es una locura plantarse aquí sin visado, sin planes y sin hablar portugués.

Gonzalo Agut, 33 años, montó su propia empresa de consultoría. Foto: Bosco Martín/ www.boscomartin.com

En el reportaje cuento el caso de mi amiga Miren, a la que admiro porque no abandonó su odisea a pesar de que estaba harta de servir tortillas de patata tras nueve meses sin encontrar trabajo y, a pesar también, de la crisis diplomática que vivimos cuando le rechazaron su primer visado. Ella tuvo suerte, como toparse con un chico que le alquiló una habitación durante meses a un precio simbólico o que el Ministerio de Trabajo reconsiderase su solicitud, pero sobre todo invirtió ganas. Y yo, ante su caso, me quito el sombrero. Muchos coincidimos en que Brasil parece ponerte a prueba durante meses y solo cuando demuestras que de verdad quieres quedarte, las cosas comienzan a funcionar. No todo el mundo lo consigue.

Gonzalo Agut es otro joven con éxito. Burgalés de 33 años cursó en 2009 un máster en comercio exterior en São Paulo y quiso volver a España. “Me ofrecían unos salarios terribles. Puestos de gran responsabilidad por 20.000 euros anuales. Significaba cobrar menos que cuando tenía 25 años”, recuerda.

Su puerta se abrió finalmente otra vez en São Paulo con una empresa de distribución de equipamientos de telecomunicaciones en la que ganaba 30.000 euros brutos anuales.  En 2011 salió y decidió montar su consultora para orientar a pequeñas empresas con intereses en el país. “Me di cuenta de que por muchas de las preguntas que me hacían mis contactos había gente que pagaba mucho dinero por ellas”, resume.

Fernado Flores llegó a São Paulo para abrir la sede de una agencia de marketing digital española. Foto: Bosco Martín/ www.boscomartin.com

El día que Fernando Flores nos recibió en su oficina llevaba 12 horas sentado en su silla y aún no había almorzado. No es que trabaje en condiciones de esclavitud, pero ese día era un buen ejemplo de lo que se viene a hacer aquí: trabajar. “Nosotros funcionamos por resultados”, decía. Fernando tenía un negocio de venta de casas de lujo en Portugal hasta que explotó la burbuja inmobiliaria. Le ofrecieron la posibilidad de montar en São Paulo la sede de T2O, una de las agencias de marketing digital más importantes de España y apenas lo dudó. “Ya me contarás qué desafío profesional puedo tener en España a mis 52 años”.

Flores aconseja a quien quiera abrir su negocio aquí que tenga en cuenta que las inversiones tienen un retorno mucho más lento que en otros países, que todo es más caro y que las puertas se cierran a quien pretenda hacer dinero con un producto que los brasileños ya tengan. “Esto no es El Dorado. Hace falta talento, dinero y tiempo. Y olvidarse de ganar nada a corto plazo”.

Quien no tiene una empresa que le ‘apadrine’ vive ilegal. Consigue un trabajo fijo o freelance, pero cobra en negro. Aunque en Brasil no existe una persecución al inmigrante ‘sin papeles’, como sí la hay en España y en otros países europeos, sin visado no se puede salir y volver a entrar al país, no puede abrirse una cuenta bancaria, no se tiene acceso a la sanidad y cualquier trámite como alquilar una casa debe hacerse a través de otros. Casi todos hemos pasado por ahí.

Esa situación ha llevado a algunos españoles a aprovechar sus noviazgos con locales -o a inventarlos- para casarse y regularizar su situación.

La crítica más concreta que he recibido por el reportaje ‘Menos samba y más paciencia’ -además de las burradas habituales de los comentarios- es que he sido suave, que la situación es incluso peor. No creo que sea para tanto, al fin y al cabo aquí estamos, pero sí es verdad que me dejé un testimonio en el tintero que me puso los pelos de punta cuando lo recibí. Es de una amiga periodista que se puso el mundo por montera hace dos meses y decidió mudarse aquí con sus dos hijos.

Es un testimonio que no aparece en los perfiles que manejan los consulados o las cámaras de comercio. Tampoco aparece en el reportaje. Es el del otro Brasil del que dicen que no hablamos, mucho menos en Facebook.

“Yo soy una recién llegada y no me considero una expatriada (esos son los suertudos), sino una a la que han echado de España. Con 45 años se me habían acabado las posibilidades de trabajar, futuro laboral cero y me negaba a aceptar esta situación. Después de trabajar como autónoma y cerrar mi empresa de comunicación en 2012, llevaba un año mandando currículums y ni siquiera conseguí una entrevista. En marzo vine a ver si me gustaba el país y en julio me vine con mis dos hijos, sin papeles y a probar suerte. Llevo dos meses y ya me he dado cuenta de que conseguir un contrato de trabajo no es fácil, por lo que estoy valorando trabajar por cuenta propia en la enseñanza del español (hice un curso de profesora para extranjeros antes de venir) y como guía turística, para lo que voy a comenzar un curso en octubre que me permita obtener el carnet de guía. Pero esto solo soluciona la supervivencia y no el permiso de residencia. Mi visado de turista acaba dentro de un mes y he tomado la decisión de enviar a los niños de vuelta a España y quedarme de ilegal hasta que solucione los papeles. Si no fuera por los amigos que me están ayudando esto sería imposible. No puedo alquilar una casa excepto las carísimas para turistas, no puedo ni tener un teléfono y aún menos ADSL,  pero los niños están matriculados en la escuela pública y encantados con el lugar donde nos hemos podido ubicar, una isla sin coches a 40 minutos de Rio. También empiezo a pensar que casarme va a ser la única opción”. 

La Secretaría de Asuntos Estratégicos de Presidencia ya ha anunciado que el gobierno prepara algunos cambios para facilitar la llegada de profesionales extranjeros a Brasil, donde solo un  0,3% de su población es inmigrante –la media mundial está en el 3%-.  El ministro responsable de la Secretaría, Marcelo Neri ha reconocido varias veces que Brasil es un país “muy cerrado”, donde todavía se ve a los extranjeros como una amenaza en el ámbito laboral. A los españoles, que no nos hemos caracterizado por facilitar las cosas a los imigrantes, la experiencia en Brasil nos está sirviendo de aprendizaje, por no decir de lección.

 

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La devaluación y el futuro de Dilma http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/09/06/la-devaluacion-y-el-futuro-de-dilma/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/09/06/la-devaluacion-y-el-futuro-de-dilma/#respond Fri, 06 Sep 2013 12:00:44 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=222 Continue lendo →]]> POR NATALIA FABENI

Una amiga argentina que trabaja en una multinacional en São Paulo y cobra en dólares me contó la semana pasada que desde hace unos meses consigue ahorrar una pequeña parte de su sueldo, algo que antes no podía hacer.

Ayer, en un supermercado del barrio de Barra Funda, mientras esperaba pagar mi compra semanal, mi compañera de fila, Dona Tereza, se quejaba de los precios y me dijo que entre lo que paga de alquiler y lo que cuesta la comida el dinero ya no le alcanza.

Ni mi amiga, ni Dona Tereza siguen de cerca las noticias económicas. Mucho menos compran revistas de actualidad política, como Época o Veja, que la semana pasada llevaron en sus portadas reportajes sobre la caída del real frente al dólar.  Sin embargo, las dos sienten en sus bolsillos (una para bien y la otra para mal, claro) que el real se devaluó y está dejando de ser una de las monedas más codiciadas, como lo era hasta hace unos años.

El mes pasado, la moneda brasileña llegó a cotizarse hasta 2,45 unidades por dólar y se colocó en sus niveles más bajos frente al “billete verde” en cuatro años. Desde comienzos de 2013, el real se depreció cerca del 20% en relación a la moneda norteamericana y la gran preocupación del gobierno de Dilma Rousseff es el impacto sobre la tasa de inflación, que se llegó en julio a un 6,27%, ligeramente por debajo de la meta fijada, que es del 6,5% al año.

El Ministro de Hacienda brasileño, Guido Mantega, ya había admitido hace unas semanas una “minicrisis” y dijo que “el aumento del dólar podrá tener impacto sobre los precios, en caso de que la depreciación del real se intensifique”.

Fila en un supermercado de São Paulo. Edson Silva/Folhapress

A partir de ahí, el gobierno de Dilma sacó toda su artillería para hacerle frente a esa subida del dólar y calmar los ánimos, cuando falta poco más de un año para unas elecciones en las que Rousseff busca la reelección.

El miércoles pasado, la propia presidenta rompió el silencio y sostuvo que Brasil tiene las armas para enfrentar la disparada del dólar, entre ellas, 372.000 millones de “billetes verdes” en reservas internacionales que sirven como colchón contra la volatilidad de la moneda norteamericana.

Su gobierno también anunció el lanzamiento de un programa para intervenir en los mercados de divisas mediante la inyección de hasta 60.000 millones de dólares en lo que resta de 2013 para frenar la volatilidad de los tipos de cambio.

En este nuevo contexto internacional, en donde las economías que estaban en crisis comenzaron a dar signos de recuperación, y a partir de la subida de la tasa de interés en los Estados Unidos, los capitales empezaron a migrar de los países emergentes, como Brasil, lo que provocó el debilitamiento del real.

Eduardo Andrade, doctor en Economía y profesor del Instituto de Enseñanza e Investigación (Insper), me explicó, además, para una nota que publiqué esta semana en el diario La Nación que el real no solo “acompaña el movimiento ocurrido en otras economías como India, Indonesia y Sudáfrica” sino que también “Brasil dejó de ser el niño mimado del mercado, como reflejo de las políticas equivocadas del gobierno deRousseff, que abandonó el trípode económico que venía desde la época deFernando Henrique Cardoso (y que continuó Lula da Silva), basado en un régimen de metas de inflación, tasa de cambio flexible y equilibrio fiscal. El ambiente macroeconómico se deterioró y la confianza de los empresarios está en baja. En este escenario, no es sorprendente que el real sufra más fuertemente”.

El gobierno de Rousseff está especialmente preocupado porque la devaluación del real podría elevar la tasa de inflación, y con eso cada ciudadano perdería poder de compra. Pero no sólo se verán afectados los viajes, las compras en el exterior y las personas y empresas con deudas en dólares.

El economista y profesor de la Universidad de Sao Paulo (USP) Manuel Enriquez García lo ilustró de la siguiente manera: “Aquellos acostumbrados a comer carne argentina o ir a una pizzería pronto sentirán el impacto de la devaluación, porque las materias primas, que deben ser adquiridas en los mercados externos en dólares, van a costar cada vez más reales”.

De acuerdo con los analistas, y con el sentimiento del día a día en la calle, la verdadera alarma para Dilma es que frente a la pérdida de poder de compra, los brasileños tengan que ponerle un freno al consumo, lo que podría llegar a costarle su reelección el año que viene. Es así que todos, principalmente la presidenta, van a estar pendientes de cómo evolucionarán las medidas tomadas hasta ahora para contener la disparada del dólar.

El miércoles, tras sufrir un rebote, la moneda brasileña se apreció 0,16% y cerró en 2,356 reales por unidad. Ahora, más que nunca, toman sentido para Rousseff las palabras pronunciadas por un asesor de Bill Clinton durante la campaña presidencial de 1992, cuando le ganó la elección a George H. W. Bush (padre): “Es la economía, estúpido”. Tal como me comentó Andrade, “los electores votan en función de sus perspectivas económicas”.

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Brasil, bueno, bonito y ¿barato? http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/09/04/bueno-bonito-y-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/09/04/bueno-bonito-y-brasil/#comments Wed, 04 Sep 2013 15:25:44 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=198 Continue lendo →]]> POR MARÍA MARTÍN

Cuando llegué a Brasil, sin trabajo, sin visado, sin perspectiva ninguna de lo que haría con mi vida, me surgió la oportunidad de trabajar para una revista sobre fondos de inversión. Recuperaba asuntos publicados en la prensa local, hacía entrevistas e intentaba publicar temas propios a razón de cinco artículos por semana. Cobraba 400 euros al mes, 526 dólares.

El día que me reuní con mis jefes en Madrid estuvimos hablando del proyecto, de lo importante que era Brasil en estos momentos y de lo interesante que sería escribir un blog desde allí. Pedí más dinero.

– Pero si con 400 euros allí debes tener un apartamento en la playa

Me entró la risa. Primero porque en la ciudad de São Paulo no hay playa y segundo porque no podía creerme que alguien pensase todavía que con esa miseria, que no es ni un salario mínimo en España, podía vivir dignamente en Brasil. Aún menos en São Paulo, la ciudad más cara de América del Sur para los expatriados, la decimonovena del mundo, según el último informe sobre coste de vida de la consultora Mercer.

Brasil no es esa exótica república bananera de agua de coco y caipirinha a un real que muchos piensan. El lunes el Instituto Brasileño de Turismo Embratur publicó un informe que refleja cómo los de fuera tenemos una idea equivocada de lo que cuesta vivir en el país, sobre todo en las principales capitales como Rio de Janeiro, São Paulo o Brasilia, las ciudades más caras del continente.

Según la encuesta, un tercio de los 537 extranjeros entrevistados que visitaron Brasil durante la Copa de las Confederaciones se sorprendieron con los precios de las seis ciudades sede. Les parecieron caros los hoteles, los taxis y los billetes de avión. Y con razón.

Recorrer en taxi el trayecto de menos de cinco kilómetros que lleva del barrio de Jardins al animado Vila Madalena no sale por menos de 20 reales (US$ 8). Embarcar en el puente aéreo São Paulo-Rio este fin de semana es imposible por menos de 360 dólares (R$ 860).

Pero la vida del turista, aún siendo víctima de su propio estatus, es más agradecida que la del ciudadano común.

Precio del tomate italiano en abril de este año: 3,8 dólares el kilo. Rivaldo Gomes/Folhapress

A pesar de que tras las protestas de junio se redujeron las tarifas, mi monedero sangra cada vez que subo al autobús o entro en el metro. Tres reales, 1,26 dólares, más de cinco veces el precio que pagan mis colegas en México DF -donde el estado subvenciona dos tercios del coste del servicio- o en Guayaquil, la ciudad más grande de Ecuador. Unos 0,70 céntimos menos de lo que cuesta en Madrid, donde circula una de las mejores redes de suburbano del mundo -nada que ver con el servicio ofrecido aquí-.

Aún así debo dar gracias por poder viajar en transporte público en una ciudad donde aparcar el coche puede costar hasta 15 dólares por hora.

Aún recuerdo cuando entré en el Carrefour por primera vez para hacer mi primera compra. Salí con una lechuga y dos zanahorias. Me escandalizó el precio de cosas básicas como las bolsas de basura, las tablas de planchar, las sartenes, las perchas para colgar la ropa, el vino, las setas o los tomates. Ahora porque ya estoy anestesiada, pero mi alboroto debería ser mucho mayor tras comprobar los efectos de la inflación.

¿Casa? A día de hoy no tendría cómo permitirme vivir en un apartamento para mi sola en una zona relativamente acomodada de la ciudad. Un amigo que vive en el barrio de Santa Cecilia, fronterizo con el degradado centro de la ciudad, paga 711 dólares (R$ 1.700) por un estudio con una habitación, un saloncito y una cocina diminuta; tiene una pequeña terraza linda, eso sí. Otro amigo ha visto como su alquiler de un piso de tres habitaciones en el barrio de Vila Madalena, considerado zona bien, pasaba de 1.000 a 1.255 dólares en tan solo un año. En México DF, un gran amigo paga 987 dólares por dos habitaciones en el mejor barrio de la ciudad. En España, por ese precio, uno ya puede vivir a sus anchas en acabados de mármol.

Entre las pocas cosas que me parecen asumibles –además de la cerveza, el esmalte de uñas y las plantas de interior- está el servicio móvil de Internet. Pago menos de cuatro euros al mes. ¿Cómo? Porque es de prepago, porque la velocidad razonable de descarga se desploma a los cuatro días, porque se cuelga cuando quiere y porque me paso la vida enganchada al wifi. Pero es que en España mis facturas no bajaban de los 100 dólares.

En este sentido soy una especie aparte, lo sé, porque el servicio de Internet móvil es el que más reclamaciones acumula del país -después de los bancos- y el que más decepcionó, por ejemplo, a los peregrinos que llegaron a Rio en la Jornada Mundial de la Juventud. Un 30% de ellos se quejó de la calidad y de su precio, según otra encuesta de Embratur.

Por si les queda alguna duda de lo que intento explicarles pueden echar un vistazo al post en inglés de Vincent Bevins donde cuenta sus desventuras con Vivo por una factura de 3.000 dólares.

En fin, la lista es larga y les he evitado los restaurantes, a los que solo me acerco en ocasiones especiales, así como las peluquerías, tiendas de electrodomésticos, cines o conciertos de grandes artistas. Brasil es un país maravilloso, pero tiene poco que ver con un bazar al por mayor rodeado de palmeras. Si estas son mis quejas, mientras algunos euros sanean mis cuentas bancarias mensualmente, imaginen las de la famosa nueva clase media que vive con un salario mínimo de 284 dólares.

 

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