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Brasil con Ñ

El país con todas las letras

Perfil Natalia Fabeni es periodista y productora de Folha Internacional

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Brasil, el emergente que se hunde

Por brasilcomn
11/12/14 11:15

POR LUNA GÁMEZ (@LunaGamp) Y JOSÉ BAUTISTA (@JoseAntonio_BG), DE RÍO DE JANEIRO

En plena vorágine nazi en Europa, un tal Stefan Zweig se mudó con su señora a Río de Janeiro y escribió un libro llamado “Brasil, país del futuro”. En los albores de este nuevo milenio los brasileños sintieron que acariciaban con la punta de los dedos ese futuro al que Zweig hacía referencia.

Brasil y otros países de América Latina vivieron su particular década de oro: la pobreza y el analfabetismo perdieron protagonismo, el hambre cedió paso a ese problema tan moderno llamado malnutrición y muchas familias humildes enviaron a sus hijos a la universidad.

Sin embargo, Brasil revive estos días algunas de sus viejas pesadillas. Dos meses después de unas elecciones marcadas por la situación económica, la reelecta Dilma Rousseff lanza los primeros mensajes de “austeridad” y nombra ministro de Economía a Joaquim Levi, un ortodoxo formado en la liberal Escuela de Chicago.

Brasil ya no es aquel joven musculoso que entró pisando fuerte en la primera división de la economía mundial hace diez años. El gigante sudamericano va dejando atrás el título de emergente y se cuelga el cartel de “convergente”.

A mitad de 2014, saltaron las alarmas cuando la economía brasileña entró en lo que la jerga financiera denomina “recesión técnica”, es decir, dos trimestres de crecimiento negativo.

La confianza de los consumidores, un indicador muy útil para medir la temperatura de la economía, cayó a niveles de 2002, época marcada por la crisis de confianza y la repetición del temido “efecto caipirinha”.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil sufre lo que los economistas llaman estanflación: a pesar de que la economía y el consumo no crecen, los precios siguen empeñados en engordar. La inflación ya se sitúa en torno al 6,5% anual, la línea roja establecida por el gobierno de Dilma Rousseff. No es difícil encontrar el kilo de tomates a 10 reales (en torno a cuatro dólares) en los supermercados de Río de Janeiro.

“Todo se debe a la crisis internacional”

Se habló mucho de fútbol y poco de economía durante el Mundial. Brasileños y extranjeros se aferraban a su lata de cerveza y fijaban la mirada sobre la pantalla mientras institutos económicos, agencias y analistas se estremecían ante las nuevas predicciones: Brasil en recesión, Brasil y la inflación, Brasil y la especulación, ¡GOL!

Las lágrimas de los brasileños seguían humedeciendo el ambiente tras la derrota ante Alemania cuando, dos días después, el ministro de la Presidencia, Gilberto Carvalho, mano derecha de Rousseff y del ex presidente Lula, confesó en un encuentro personal: “No tenemos un remedio mágico, un mes antes de las elecciones somos conscientes de las dificultades, de la coyuntura internacional”.

La economía de Brasil no pasa por su mejor momento porque la situación internacional está fea. Ese sigue siendo el argumento number one del gobierno.

Los pesos pesados de Europa están en coma, Estados Unidos resopla de alivio por un raquítico 2% de crecimiento, el real se devaluó un 8% frente al dólar este año (lo que encarece las importaciones) y los principales indicadores macroeconómicos de China, primer destino de las exportaciones brasileñas, emprenden el descenso tras dos décadas de intensa escalada. Carvalho tenía razón…pero no toda.

Recordemos que Brasil hizo bien los deberes durante lo peor de la crisis (2009) y la hecatombe financiera apenas le salpicó los talones. En 2010, el gigante sudamericano  creció nada más y nada menos que un 7,5%. Aunque lo peor de la crisis quedó atrás, las autoridades brasileñas siguen escasas de humildad para reconocer sus desaciertos.

Para empezar, Brasil conserva las debilidades del pasado: ahora no depende abiertamente de Estados Unidos, sino de China; ya no tiembla cuando cae el precio del café o del caucho, sino cuando se abaratan los metales, el petróleo y ciertos alimentos como la soja y el azúcar (ver gráficos más abajo).

Brasil y sus vecinos redistribuyeron la abundancia en época de vacas gordas pero no supieron diversificarse ni moderar el optimismo. Ahora llegaron los tiempos de vacas flacas.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil, que todavía está de resaca tras albergar el Mundial más caro de la historia (en torno a 12.000 millones de dólares frente a los 3500 que el gobierno estimó inicialmente, sin mencionar el impacto de los días festivos decretados), tiene que importar petróleo refinado porque no tiene capacidad para procesar sus reservas, las mayores de la región por detrás de Venezuela.

Ni la exención de impuestos a los 34.000 millones de dólares generados por la FIFA y sus socios, ni la polémica decisión de disminuir y anular las multas millonarias a grandes empresas, ayudan al Estado brasileño a afrontar sus responsabilidades.

Ahora Brasil busca financiación privada en los mercados internacionales y su deuda pública escala al 60%, mientras que los ahorros de las familias caen a su nivel más bajo de los últimos 14 años y el gobierno desenfunda la “tijera del ahorro”.

Hará falta un milagro para que los recortes no vayan directamente hacia los programas de distribución de renta que mantienen en la frontera de la pobreza a millones de brasileños.

Otro pequeño reproche: las cifras oficiales esconden la verdad.

El 40% de los trabajadores brasileños se gana la vida recogiendo latas (catadores), vendiendo pañuelos en los semáforos y realizando otras actividades sin ningún tipo de contrato o paraguas legal, mientras el gobierno se felicita porque el desempleo es del 5% y califica como clase media a las familias que ingresan más de 540 dólares al mes. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

“El problema es que no llueve”

El clima está cambiando a marchas forzadas y los brasileños están entre los primeros en sentirlo en carne propia.

Varias regiones de este gigantesco país sufren la peor sequía de las últimas tres décadas, entre ellas São Paulo, corazón industrial y financiero de la mayor economía de América Latina. La lluvia debería llenar de agua las represas hidroeléctricas de Brasil, que producen más de dos tercios de la electricidad que consumen los brasileños.

El gobierno puso en marcha un plan de emergencia en febrero de 2014 para acelerar la producción de energía en centrales termoeléctricas, que funcionan con combustibles fósiles, contaminan una barbaridad y son caras.

Resultado: el precio de la luz subió y todos lo notaron, desde las fábricas y los restaurantes hasta los hogares. Además, la falta de lluvia merma las cosechas, lo que da lugar a escasez de alimentos y aumento de los precios. La inflación de Brasil tiene mucho que ver con la sequía, cierto…pero hay más explicaciones.

El gobierno brasileño negó durante mucho tiempo los riesgos de la sequía. Izabella Teixeira, ministra de Medio Ambiente, se sintió ofendida en julio al ser interrogada sobre el derroche energético en Brasil (minutos antes presumía de los eficientes estadios construidos para el Mundial).

Varios medios de comunicación y políticos alimentan el miedo a los apagones eléctricos y a que se repitan los racionamientos de energía que Brasil vivió en 2001, mientras el gobierno responde con otra exageración: la sequía es “transitoria” y no es un problema mayor, por lo que no hay nada de qué preocuparse.

Por otro lado, los brasileños cada vez son más numerosos y consumen más. Sin embargo el nivel de producción industrial de Brasil disminuyó en los últimos años y los elevados intereses de los préstamos repelen a los empresarios que deberían invertir para ampliar la capacidad productiva del país. Al haber menos oferta y más demanda que antes, los precios aumentan.

La economista Dilma Rousseff apostó fuerte por la inversión pública en infraestructura (carreteras, aeropuertos, etc.) pero dejó en segundo plano la capacidad productiva. Ahora el gobierno comenta las dificultades de la sequía mientras cierra el grifo del crédito para que los precios dejen de subir. Hace una semana supimos que el Banco Central de Brasil elevó al 11,75% los tipos de interés (precio que pagan los bancos por comprar dinero al Estado).

“Los brasileños son corruptos y perezosos”

Un argumento triste, doloroso y carente de base que se desmonta por sí solo. Empecemos por la corrupción: la patronal industrial de São Paulo calcula que la corrupción es una herida por la que cada año se desangra el 2,3% del PIB brasileño.

Este mes Transparencia Internacional situó a Brasil en el puesto 69 del Índice de Percepción de la Corrupción, junto a Italia y Senegal. La corrupción es un serio problema y el gobierno de Rousseff está dando pasos firmes para combatirla (véase la ambiciosa ley aprobada en mayo contra la evasión fiscal y la corrupción política), pero no es la principal causante del enfriamiento económico.

Mientras tanto, la pereza es uno de los prejuicios propios que persisten en el imaginario de muchos brasileños. Ese argumento también se cae con una ligera brisa: los brasileños son trabajadores y dedican una media de 44 horas semanales a su labor, más que los japoneses (43 horas), los chinos (40 horas) y los alemanes (38).

La falta de tecnología, los bajos niveles de formación y los problemas sociales son los verdaderos causantes de la baja productividad de Brasil que muchos confunden con la pereza.

“La productividad no depende tanto de la cualificación del trabajador, sino de la intensidad con que las innovaciones tecnológicas son implementadas en el proceso productivo”, dijo recientemente un economista de la Universidad de Campinas (São Paulo) a la cadena británica BBC.

A pesar de las interminables jornadas laborales y los bajos salarios, cada trabajador brasileño produce una media de 10,8 dólares por hora, mientras que en Argentina la media es de 13,9 dólares y en México 16,8.

De momento, ya han puesto las primeras piedras: Brasil lleva varios años promoviendo los cursos de formación profesional, acelerando su presupuesto para investigación y financiando a pequeñas y medianas empresas para que inviertan en nuevas tecnologías e innovación.

Brasil cuenta con todos los ingredientes para dejar de ser el “país del futuro” y convertirse en el país del presente. Con todos menos uno: la memoria para no repetir los errores del pasado que hoy vuelven a pasar factura.

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Boipeba, ejemplo de prostitución ambiental

Por brasilcomn
08/12/14 11:03

POR GABRIEL BAYARRI, DE RÍO DE JANEIRO

Ilustración de Alberto Costa

Ilustración de Alberto Costa

Ojos que descienden de navíos negreros nos observan curiosos en la isla de Boipeba, insertada en el archipiélago de Tinharé, en el litoral del estado brasileño de Bahía.

Cuentan que el nombre de Boipeba deriva de la lengua tupí (m’boi pewa), que significa “cobra chata”, una denominación indígena para la tortuga marina.

En razón de la importancia del patrimonio natural y de la necesidad de protección de los ecosistemas, el gobierno del estado de Bahía creó el Área de Protección Ambiental (APA) de las islas en 1992.

En el corazón de la isla encontramos el virgen poblacho de Monte Alegre, de 90 personas, reconocido en el año 2006 por la Fundación Palmares como comunidad quilombola, descendiente de esclavos africanos que mantiene tradiciones culturales, de subsistencia y religiosas a lo largo de los siglos y que tiene derecho a la titulación de sus tierras.

Las viviendas son de arena, los techos de paja hilada, un trabajo artesanal en el que luchan los vecinos para hacerlas impermeables. Media docena de casas se yergue en el pico de la colina, zona serrana de la isla.

Aquí la pesca no es tan común. Nos observan desde sus chozas ojos todavía vírgenes de la sociedad artificial, almas limpias, un pueblo trabajador de la recolección de las plantaciones de coco, dendé y frutas como el mango, el cajú o la mangaba.

Sonrisas sin dientes, sonrisas transparentes de un pueblo que conoció la maldad del sistema esclavista, aunque no parece guardar rencor, o lo guarda dentro de sus entrañas.

Una piedra en forma de corazón preside la barraca de João, agricultor, vendedor y consumidor de cachaza. Diez kilos de corazón fósil, tallado en una sola pieza, que representa simbólicamente a un pueblo cálido que está dispuesto a tallar su felicidad.

En el corazón de Boipeba está el virgen poblacho de Monte Alegre, de 90 personas, reconocido en el año 2006 por la Fundación Palmares como comunidad quilombola, descendiente de esclavos africanos. Fotografía: Gabriel Bayarri.

En el corazón de Boipeba está el virgen poblacho de Monte Alegre, reconocido en el año 2006 por la Fundación Palmares como comunidad descendiente de esclavos africanos. Fotografía: Gabriel Bayarri.

Relatan leyendas la existencia de túneles fantásticos que atraviesan la isla de Boipeba. Túneles cavados por esclavos fugitivos, que huyeron al igual que los ancestros de Monte Alegre, instalándose en la colina.

Habla el anciano del quilombo, se le escucha con respeto y se rellena su vaso con cachaza.

Así se refresca el sudor en el pico de la colina, donde cada objeto es un bien preciado y el valor de un tronco para cocinar al fuego es una ofrenda de sudor a Ochosi, orishá (divinidad del Candomblé) de la tierra, la floresta y los campos cultivables.

Se enfrenta ante esta realidad un emprendimiento urbanístico megalomaníaco en el sur de la pequeña isla, el “Proyecto Turístico-Inmobiliário Hacienda Ponta dos Castelhanos”, financiado por el empresario Arthur Bahia, por el ex presidente del Banco Central Armínio Fraga y por José Roberto Marinho, miembro de la familia dueña del imperio mediático Globo.

El proyecto amenaza con destruir la paz y la preservación de la forma de vida.

Un “eco-resort” multimillonario y para millonarios, una depredación latifundista para crear en medio de la pequeña isla, de 80 kilómetros cuadrados, campos de golf y un aeropuerto que ocuparán el 20% de su espacio. Asambleas públicas sin resultados, acuerdos sin cumplimiento, ignorancia ante las propuestas de los líderes locales.

Un estudio de impacto ambiental mentiroso, inconsistente, ante la depredación de la isla, de la real multiplicación en un 300% de vertederos o la tala en 16 hectáreas de su territorio, de los cambios en el ecosistema, pérdidas en la biodiversidad de la reserva, dificultades en la pesca artesanal y en la agricultura familiar, impulsando la explotación turística agresiva y motorizada.

Las formas de vida tradicional en la isla mantienen su preservación arrinconada ante este emprendimiento monstruoso, disfrazado de desarrollo, ante el que los habitantes han tenido la sabiduría de decir “no lo queremos”, a pesar de que no han tenido hasta ahora el poder suficiente.

Imagen de la paradisíaca isla de Boipeba. Fotografía: Roberto de Oliveira/Folhapress.

Imagen de la paradisíaca isla de Boipeba. Fotografía: Roberto de Oliveira/Folhapress.

Al hablar del emprendimiento, las miradas cambian, y expresan un grito de auxilio desde lo más profundo de sus almas, pidiendo protección. Muestran su miedo a la precarización de sus vidas, a retomar una esclavitud contemporánea, fregando, friendo y frotando al son de las madames.

Muestran el miedo al saqueo de la riqueza natural, a la destrucción cultural de su espacio, al surgimiento del crimen. Un sentimiento de angustia  invade la isla, de impotencia ante el poder económico, capaz de arrasar la naturaleza y la cultura, especialista en hallar agujeros legales que justifiquen la prostitución socio-ambiental a la que someten su isla.

Se escucha un vehículo pesado llegar por la inclinada ladera de tierra. Gallinas de Angola, utilizadas en los rituales del candomblé, atraviesan la placita  de Monte Alegre. Los niños llegan en tractor a su poblado desde la escuela, es el único transporte en esta isla que no conoce el asfalto.

Mastican por el camino dulces de banana, fabricados por una cooperativa local de mujeres campesinas. Y llegan sonrientes, sin imaginar siquiera estos brotes de fantasmas en la isla, los brotes de los dueños de sus ancestros.

Petición de Avaaz contra el emprendimiento.

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Las publicaciones independientes conquistan nuevos espacios

Por brasilcomn
05/12/14 13:40

POR CECILIA ARBOLAVE, DE SÃO PAULO

Fotografía: George Leoni.

La Feira Plana, evento creado por Bia Bittencourt, le dio más proyección al universo de las publicaciones independientes. Fotografía: George Leoni.

Va a ser difícil elegir. El próximo fin de semana del 13 y 14 de diciembre hay por lo menos cuatro ferias de publicaciones independientes agendadas: Independence Days, en la Biblioteca São Paulo, Mercado Cult, en Espaço Revista Cult, BAZARITO!, en Matilha Cultural y la feirinha Pantasma 3. Seguro que hay otras para agregar a la lista.

Es estimulante ver libros de temas y formatos inusitados, que estudian las diferentes posibilidades que el papel, la tinta y la encuadernación ofrecen. Son cada vez más artistas, autores y editores responsables por una producción inmensa, que -en parte- ya existía hace un tiempo, pero que en los últimos años empezó a ganar fuerza y público con nuevos puntos de encuentro.

Tal vez lo que le dio más proyección a este universo fue la Feira Plana, un evento creado por Bia Bittencourt, inspirado en la NY Art Book Fair.

Empezó en 2013, en el Museu da Imagem e do Som (MIS), y sorprendió a la ciudad y a los medios. Después de una segunda edición con 150 expositores y más de 15 mil visitantes, ahora se prepara para la tercera, que esta vez tendrá como tema la fotografía.

Feria Miolo(s). Fotografía: George Leoni.

La feria Miolo(s), organizada por Lote 42. Fotografía: George Leoni.

En dos años de inmersión en este mundo impreso independiente y de participar de otras ferias como Pão de Forma, Parada Gráfica, Tijuana y Variedades Literárias, en noviembre organizamos con Lote 42, la editorial de la cual formo parte, la feria Miolo(s) junto con la Biblioteca Mario de Andrade.

Más de 50 artistas y editoriales expusieron su trabajo en un evento que marcó el inicio de la colección de publicaciones independientes de la segunda mayor biblioteca pública del país.

Durante ese sábado, conversé con todos los participantes y les hice la misma pregunta: ¿qué es lo mejor de este universo?

Algunas ideas en común fueron el contacto directo con el público, el diálogo con otras editoriales (en el que hay un intercambio de ideas y de referencias) y la libertad para crear proyectos autorales, sin que el mercado sea la principal preocupación.

Todas esas respuestas (que están en este álbum) revelan que hay muchas ganas de crear y de ingeniar nuevos caminos para mostrar los diferentes trabajos, que terminan fortaleciendo aún más este movimiento independiente.

Últimos detalles de la obra en la Banca Tatuí. Fotografía: Cecilia Arbolave.

Últimos detalles de la obra en la Banca Tatuí. Fotografía: Cecilia Arbolave.

BANCA TATUÍ

El nuevo camino que encontramos en Lote 42 es un kiosko:  Banca Tatuí. Compramos en agosto ese espacio casi invisible y abandonado en la calle Barão de Tatuí, en el barrio de Santa Cecília, y lo transformamos en un punto de editoriales independientes.

Pero diferente de los kioskos que se ven en las calles paulistanas, el lugar no sirve apenas para exponer libros: gracias a una nueva estructura interna, aquí uno se puede sentarse dentro para leer y conversar.

La Banca Tatuí tiene un contacto directo con el barrio, algo que sentimos principalmente con los vecinos que nos visitaron durante la obra y preguntaban curiosos qué estábamos tramando.

Nada mejor, entonces, que festejar su apertura con una fiesta en la vereda (más detalles en este link), abierta a todos los que quieran conocerla y, principalmente, descubrir el universo independiente que hay en sus estantes.

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Brasil no se deja seducir por Julien Blanc

Por brasilcomn
24/11/14 08:36

POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO

Podría ser un hotel de cualquier país del mundo. En medio de la típica sala de reuniones, un joven de 25 años gesticula y lanza sus premisas ante una audiencia de hombres entre los cuales ninguno supera los 40 años.

Como si de una revelación se tratase, escuchan con atención cada palabra del “gurú” sin osar interrumpirlo.

En un momento dado, los movimientos del protagonista se vuelven exagerados y las carcajadas se extienden entre su complacida audiencia.

“En Japón, si eres un hombre blanco puedes hacer lo que te dé la gana. Me paseaba por las calles agarrando a las chicas por el cuello y poniendo sus cabezas contra mi entrepierna”, comenta orgulloso el suizo Julien Blanc, quien se considera uno de los más exitosos maestros de seducción del mundo.

El video de este polémico “curso de seducción” y las imágenes de sus andanzas en Japón han dado la vuelta al globo sin dejar a nadie indiferente.

“Curso de seducción”

Afirmaciones como que su método causa “un cortocircuito en la mente lógica de las mujeres” o que “las hace suplicar por sexo” le han valido el rechazo no solamente de colectivos feministas de medio mundo, sino que los gobiernos de Canadá, Australia, Reino Unido y recientemente Brasil se han unido para prohibirle al suizo realizar sus seminarios de seducción dentro de sus fronteras.

Pero para comprender el fenómeno de Julien Blanc, primero hay que entender la realidad que representa.

La comunidad de los llamados “Pick Up Artists” o “PUA” se extiende a nivel internacional y posee millones de seguidores que consumen ansiosos las guías y manuales de flirteo de estos “gurús de la seducción”.

Las redes sociales rebosan de las experiencias de estos aprendices de “Don Juan” que no dudan en grabar sus aventuras y divulgarlas en internet, muchas veces sin el consentimiento de las mujeres que en ellos aparecen.

Solo así puede entenderse que Blanc pueda permitirse viajar por el mundo entero dando seminarios de un fin de semana a 2000 dólares por persona, en los que enseña técnicas para dominar y minar la autoestima de las mujeres.

Un dinero que, al parecer, más de uno de los más de 100.000 miembros de la comunidad PUA en Brasil estaba dispuesto a desembolsar por los seminarios que la empresa de Blanc, Real Social Dynamics, con sede en Los Ángeles (Estados Unidos), tenía planeado realizar en las ciudades de Florianópolis y Río de Janeiro, en el mes de enero.

Consciente del revuelo, la semana pasada el Palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, emitió un comunicado en el que anunció que “existen argumentos suficientes para denegar la entrada” del suizo al país.

Además, en una entrevista con la revista Exame, la ministra de la Secretaría Especial de Políticas para las Mujeres, Eleonora Menicucci, afirmó que Brasil “no puede aceptar que un señor extranjero entre en el país para dar conferencias sobre cómo violar a una mujer” y añadió que los métodos enseñados por Blanc “son una incitación al crimen”.

El americano Julien Blanc tiene planeado llevar a Brasil su "curso de  seducción". Fotografía: Reprodução/Facebook.

Julien Blanc tiene planeado llevar a Brasil su “curso de seducción”. Fotografía: Reprodução/Facebook.

“El señor Blanc no es un simple instructor de técnicas de seducción, sino un instructor de técnicas de acoso a las mujeres con métodos abusivos e incluso violentos”, opina la secretaria ejecutiva de la Universidad Libre Feminista, Beth Ferreira, quien añade que las ideas de Blanc “solo fortalecen la cultura de la violencia contra las mujeres y la violación, que ya son un fuerte problema en Brasil”.

Esta representante del movimiento feminista aplaude la decisión del gobierno brasileño y califica como “lamentable”  que “a esta altura los hombres busquen este tipo de entrenamiento”.

Pero, sorprendentemente, el rechazo contra Blanc en Brasil no se ha limitado al gobierno y a los movimientos feministas.

El representante de la filial “PUA Training” en el país y maestro de la seducción desde 2010, Fernando Fénix, también le  expresó a este cronista su repudio contra los métodos del suizo.

Para este carioca de 35 años, responsable por haber instruido a más de 2000 brasileños en las artes de la seducción, Julien habría “perdido las formas a la hora de divulgar su trabajo en las redes sociales” y ahora estaría “pagando el precio de sus imprudencias”.

Como uno de los principales afectados del estigma que Blanc podría traer a la comunidad PUA, Fénix cree que el gobierno brasileño estaría “haciendo lo correcto” y subraya que las autoridades deberían actuar para “evitar cualquier tipo de apología a la violencia o discriminación de las mujeres”.

“Julien se pasó de la raya. Cualquier tipo de técnica de seducción que sea usada para degradar a otra persona pierde todo el sentido. Eso no puede calificarse de conquista, sino de dominación, que es un concepto muy diferente”, resalta Fénix, quien cita a Richard Gambler como su referente en el mundillo PUA y asegura que jamás ha utilizado las técnicas de Blanc en sus seminarios, dictados en diferentes ciudades de Brasil.

Para él, al igual que para muchos otros “Pick Up Artists” de Brasil, lo importante es que el ejemplo de Julien Blanc no cree un estigma hacia una comunidad que, según declaran sus miembros, no desea promover la desigualdad entre hombre y mujer, sino buscar la complicidad y el entendimiento entre los dos sexos.

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El asesinato de mujeres, el vergonzoso gol en contra de Brasil

Por brasilcomn
21/11/14 12:09

POR MARCELO PUGLIA, DE SÃO PAULO

Marcelo Puglia es periodista y escritor. Nació en Uruguay y vive en São Paulo desde hace 30 años. Es autor de diez libros sobre relaciones de parejas publicados en toda América Latina en español y portugués. Trabajó en “O Estado de São Paulo”, Montevideo Portal y Terra TV. Es corresponsal de la radio uruguaya Sarandí 690.

 ***

Los brasileños aman el fútbol y vibran como nadie por sus ídolos. Un partido son 90 minutos de emoción, a veces, a puro gol. Pero sucede también que cada 90 minutos, a pura violencia, es asesinada una mujer en el país. Un vergonzoso gol en contra.

Según un informe del  Instituto de Encuesta Económica Aplicada (IPEA, por su sigla en portugués) en Brasil hay 15,5 asesinatos por día, 472 por mes y 5664 al año. La suma de las muertes entre 2001 y 2011 arroja una cifra espeluznante: 50.000 feminicidios.

Para darse una idea de la situación, podría llenarse un estadio como el Arena Corinthians con todas las mujeres asesinadas a lo largo de diez años.

Después de más de 30 años viviendo en Brasil, y tratando profundamente el tema de las relaciones de pareja, puedo asegurar que este país es mucho más machista de lo que se podría imaginar.

Olviden todo lo que escucharon acerca de que este es un país liberal, en donde todo se puede. Les informo que las mujeres no samban en biquini por las calles, tampoco se ofrecen como una mercancía (a no ser las que infelizmente son víctimas de la trata) a hombres ávidos de sexo fácil.

Mujeres integrantes de movimientos feministas  participan de una manifestación contra la violencia contra la mujer, en Brasilia. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

Diferentes grupos de mujeres integrantes de movimientos feministas participan de una manifestación contra la violencia contra la mujer, en Brasilia. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

Las mujeres brasileñas son simpáticas, lindas, con un frescor sin igual, que las distingue de las del resto del mundo, pero eso no las transforma en devoradoras de hombres.

La mayoría de estos cobardes asesinatos son practicados por hombres que en muchos casos están celosos y que no aceptan el fin de una relación, o que explotan cuando aquella mujer “que fue suya pasa a ser de otro”.

LEY MARIA DA PENHA

Brasil tiene una ley, la número 11.340, que es reconocida por la ONU como una de las tres mejores legislaciones del mundo en lo que se refiere a la lucha contra  la violencia de género. Pero lamentablemente no funciona.

Antes de su aplicación en 2006, la tasa de mortalidad era de 5,28 mujeres cada 100.000 habitantes y con la Ley Maria da Penha este número cayó a 5,22, lo que significa una reducción muy pequeña.

Estos números muestran que mucho más que una legislación moderna es preciso avanzar en cambios de cultura y procedimientos de punición.

Más de una mujer murió con la denuncia hecha en las Comisarías de la Mujer en sus manos. Un pedazo de papel no impidió la violencia, la rabia y el despecho que aquel hombre sentía por ella.

Al leer otra encuesta realizada por el IPEA me asustó llegar a la conclusión de que este problema no será de fácil solución: el 26% de los entrevistados estaba de acuerdo con la afirmación de que “si las mujeres supieran comportarse, habría menos violaciones”.

Mujeres reivindican políticas públicas de combate contra la violencia contra la mujer. Fotografía: Mariana Martins/Folhapress.

Mujeres brasileñas piden políticas públicas para combatir la violencia contra la mujer. Fotografía: Mariana Martins/Folhapress.

No leyeron mal, para algunos, la culpa es de la mujer por la violencia sufrida. No es necesario cambiar la ley, lo que precisamos es cambiar la cabeza de las personas.

MARÍA Y REINALDO 

María vivió 18 años con Reinaldo. Al principio, todo era una maravilla, él era cariñoso y la llenaba de atenciones. Con el tiempo, fue cambiando y empezó a revelar su verdadera personalidad.

Un día se quejó porque la comida estaba muy salada; otra vez, porque la ropa no estaba bien planchada. María trabajaba como él, llegaban juntos, pero mientras ella cocinaba, arreglaba la casa y lavaba la ropa, él usaba ese tiempo para descansar.

Un día no le dijo que la comida estaba salada, sino que le dio una cachetada. Con el tiempo, los insultos y los golpes fueron aumentando y las bofetadas se transformaron en puñetazos, hasta que María no aguantó más y lo dejó.

Se fue a vivir con su hermana y volvió a ser feliz, pese a que Reinaldo, que la llamaba día y noche, le dejaba mensajes amenazadores y  la fue a ofender a la puerta de su trabajo más de una vez.

Cuando María conoció a José, un hombre trabajador y honesto que también la llenaba de atenciones, tuvo un poco de recelo, se preguntó si ocurriría lo mismo, pero no sucedió.

Un grupo de mujeres protesta contra la  violencia de género en São Paulo, durante la Marcha de las Mujeres, promovida por la alcaldía de la ciudad. Fotografía: Apu Gomes/Folhapress.

Un grupo de mujeres protesta contra la violencia de género en São Paulo, durante la Marcha de las Mujeres, promovida por la alcaldía de la ciudad. Fotografía: Apu Gomes/Folhapress.

El día que iba a festejar los tres meses de noviazgo con José, y cuando María estaba convenciéndose de que era posible ser feliz nuevamente, Reinaldo estaba esperándola en la puerta de su casa. Ella no tuvo tiempo de decirle que pare, que siga con su vida: su ex marido sacó un revólver y disparó. María murió instantáneamente.

Reinaldo se entregó cinco días después. Como no tenía antecedentes, quedaría en libertad hasta ir a juicio.

Dos años después fue condenado a 18 años de prisión. Con buen comportamiento, iba a terminar saliendo solo tres años después.

En la puerta de la cárcel lo esperaba Rosa, la hermana de uno de los presos que estaba detenido con él y que se enamoró mientras cumplía su condena. Esa noche Reinaldo le juró amor eterno, la llenó de mimos, aunque algo la dejó un poco intrigada, la manera tan exagerada de quejarse que de que la comida estaba salada.

En el tiempo que me llevó escribir este post, dos mujeres fueron asesinadas en Brasil.

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¿Quién aprieta el gatillo cuando la policía mata?

Por brasilcomn
19/11/14 15:06

POR ESTHER SOLANO, DE SÃO PAULO

Esther (prof.esther.solano@gmail.com) es española, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo y miembro del Fórum de Seguridad Pública.

***

El domingo fui al cine a ver el documental “A quemarropa”, de la directora Theresa Jessouroun. Confieso que entré en la sala expectante, entre angustiada y ansiosa. Sabía que la obra trataba de las matanzas perpetuadas por la Policía Militar de Río de Janeiro contra la población de la periferia.

Un tema, como mínimo, duro, espinoso para la gran pantalla, donde la crudeza de lo cotidiano se muestra sin tapujos y se impone sin piedad.

Por otro lado, recién estrenado el documental, ya no estaba exento de polémicas.Fue exhibido para un grupo se cadetes de la Academia de Policía Militar Don João VI, en Río, donde, por orden del comando, los periodistas presentes fueron invitados a retirarse.

Una muestra más de la dificultad inmensa de debatir sobre seguridad pública, sobre policía y letalidad en un país donde los policías matan mucho y mueren no menos.

Mi agonía tomó forma ya en las primeras escenas. Una película durísima, porque refleja la bárbara realidad de agentes del Estado que, en vez de proteger, matan. Agentes que matan, que utilizan el asesinato como herramienta de trabajo, que matan por venganza, por rutina, por corrupción, por “limpieza”.

En fin, que matan diariamente desde la jornada escabrosa de la favela de Vigário Geral,en 1993, con los cadáveres de 21 personas hasta los episodios del conjunto de favelas del Complexo do Alemão en 2007, esta vez con 19 personas asesinadas.

Tantos años de intervalo y una historia tan pavorosamente repetida demilicias, tráfico de drogas, armas ilegales, corrupción… “A quemarropa” muestra que el agujero es realmente profundo y que las miserias causadas como  resultado del mismo son atroces. La deshumanización parece total.

Salí del cine abatida, con una pregunta que no dejaba de rondarme la cabeza: cuando la policía mata, ¿quién aprieta el gatillo? Si la policía mata es porque existe una orden política tal vez directa, tal vez indirecta o como mínimo una connivencia o un silencio afirmativo.

Si la policía mata es porque la Justicia no cumple su papel como debería y deja a los asesinos en una impunidad escandalosa. Si la policía mata es porque la sociedad aprueba y aplaude el famoso y siniestro discurso de bandido bueno es bandido muerto.

Si la policía mata ¿no lo hace protegida, auspiciada, arropada por los discursos de odio de personajes públicos como el presentador José Luiz Datena, la periodista Raquel Sheherezade, el diputado Jair Bolsonaro o el coronel Telhada y demás personajes que predican la política de la bala?

La policía es un instrumento de poder que, cuando mata, no lo hace de forma autónoma, sino con el beneplácito de muchos y el silencio de otros. Son muchos los que aprietan el gatillo cuando la policía mata.

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Denuncian en Washington la violencia policial registrada en el estado de Goiás

Por brasilcomn
11/11/14 14:24

POR MILLI LEGRAIN, DE WASHINGTON

Desde el año 2000, en el estado de Goiás, en el Centro-Oeste de Brasil, se han registrado 43 desapariciones forzadas, todas cometidas por agentes del Estado.

Ninguno de los cuerpos ha sido encontrado y todos los casos han quedado impunes. Fue de esta manera que comenzó la audiencia pública sobre violencia policial que tuvo lugar el viernes 31 de octubre ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en Washington, capital de Estados Unidos.

Ante esta reconocida institución internacional, el diputado estatal Mauro Rubem (PT), junto con los defensores públicos federales Bruno Arruda y Adriano Souza Carneiro y con el abogado Allan Hahnemann Ferreira de la asociación Cerrado Asesoramiento Jurídico Popular, denunciaron que en 42 de los 43 casos los perpetradores eran agentes de la policía militar.

Muchos de los desaparecidos tenían antecedentes penales. Así, el Estado lo justifica como  parte de su estrategia de “combate a la criminalidad violenta”.

Los peticionarios destacan el caso del niño Murilo Soares, de 12 años, quién, en abril de 2005, estaba en un auto con el ayudante de obra Paulo Sergio Pereira Rodrigues,  cuando fueron abordados por  policías militares (tropa de élite ROTAM) y llevados a un lugar desconocido.

El automóvil fue encontrado quemado al día siguiente y hasta hoy se desconoce el paradero de ambas víctimas. “Este caso es el único que se había investigado y acaba de ser archivado”, lamenta Hahnemann.

Es más, estos asesinatos se realizan en el marco de intimidación y amenazas. Así, los peticionarios denunciaron que en 2011 el diario local “O Popular” fue amenazado tras la publicación de una serie de reportajes titulado “¿Dónde están?”, que denunciaba que los desaparecidos en democracia superan a los de la dictadura en Goiás.

El año pasado, el diputado Rubem también recibió amenazas por su labor relacionada con estas investigaciones, dijo Hahnemann, en una entrevista exclusiva con esta cronista.

Otra irregularidad que se denunció durante la audiencia fue la contratación sin concurso público de policías militares voluntarios bajo la ley estatal 17.882, que termina por afectar la calidad de la seguridad pública.

Conocidos como los policiales de “calça curta” o de “pantalones cortos”, ejercen sin la preparación adecuada y con una alta rotación. La inconstitucionalidad de esta ley está siendo actualmente considerada por la Corte Suprema de Brasil, tras una acción interpuesta por el Procurador General de la República, Rodrigo Janot.

Pero el excesivo uso de la fuerza por parte del orden público no es exclusivo de Goiás. Según un estudio publicado este lunes (10) por el Fórum Brasileño de Seguridad Pública, entre 2009 y 2013, un promedio de seis personas murieron por día a raíz de la violencia policial en Brasil.

Sólo en Río de Janeiro, en el primer trimestre de 2014, hubo 153 “autos de resistencia”, o muertes a manos de la policía. De hecho, junto con los estados de Mato Grosso, São Paulo y Santa Catarina, Río es el único estado que divulga estas cifras.

Pero expertos en derechos humanos concuerdan en que la figura de “auto de resistencia” sirve para maquillar las cifras de ejecuciones por parte de la policía, basándose automáticamente en el supuesto de que hubo una resistencia o un enfrentamiento entre la policía y el civil.

Así, según una resolución del gobierno de Brasil de diciembre de 2012, el término de “auto de resistencia” ya no debería existir. Efectivamente, muchas de las muertes a manos de policías son en realidad ejecuciones y no muertes como resultado de un enfrentamiento.

Mientras tanto, en 2011, el gobierno de Goiás decretó la creación de una Comisión de Defensa de la Ciudadanía, integrada por agentes policiales,  miembros del Ministerio Público, del Poder Legislativo y de la sociedad civil.

Dicha comisión, presidida por el diputado Rubem, emitió un informe  detallado llamado Inseguridad Pública en Goiás: Anacronismo y Caos, en agosto de 2012, en donde ya registraba 36 desapariciones. Siete más han sido notificadas desde entonces.

Brasil ratificó la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra la Desaparición Forzada y la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.

Ahora, tras largos debates en el Congreso, queda por ver si Brasil optará por tipificar el crimen de desaparición forzada, algo que, según indica el defensor público Adrian Souza “es esencial para este proceso”.

Pero el debate es complejo, y no todos están de acuerdo sobre sus implicancias.

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El movimiento indígena brasileño da una segunda oportunidad a Dilma

Por brasilcomn
10/11/14 10:17

POR LUNA GÁMEZ Y JOSÉ ANTONIO BAUTISTA, DE RÍO DE JANEIRO

“Tenemos miedo de perder lo que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir”, nos contaba una estudiante indígena pocos días antes de que arrancara la segunda vuelta de la campaña electoral más intensa de la joven democracia brasileña.

“Hasta el momento no declaramos apoyo a ninguno de los dos candidatos, pueden suponer una amenaza a nuestros derechos”, añadió.

Unas semanas antes, la esposa de un cacique Terena me explicaba en medio de un intenso olor a frijoles que la unión de los indígenas a la hora de votar es importante porque “fortalece nuestra lucha”.

Sin embargo, el peso electoral de los pueblos originarios de Brasil es minúsculo: hay 896.900 indios en Brasil, un país con 205 millones de habitantes, y los que están en edad de votar apenas representan un 0,5% del electorado de este gigantesco país.

Tal vez por este motivo, ninguno de los tres grandes candidatos a la presidencia de Brasil se tomó mucha molestia en escuchar las demandas de los indígenas.

Un indio de la etnia Ticuna vota el domingo 5 de octubre de 2014 en la primera vuelta de las elecciones brasileñas, en en el barrio Ciudade de Deus de Manaos, en la Amazonía brasileña. Fotografía: Diego Janata/Efe.

Un indio de la etnia Ticuna vota el domingo 5 de octubre de 2014 en la primera vuelta de las elecciones brasileñas, en el barrio Ciudade de Deus de Manaos, en la Amazonia brasileña. Fotografía: Diego Janata/EFE.

El paisaje inicial de la contienda electoral lucía así: la presidenta Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores, PT) perdía fuerza en las encuestas pero se mantenía como favorita, al mismo tiempo que el candidato conservador Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña, PSDB) caía a la tercera posición tras un estrepitoso ascenso de Marina Silva (Partido Socialista Brasileño, PSB), candidata sorpresa de la primera vuelta que colmaba las portadas de los diarios brasileños junto a adjetivos como “ecologista”, “medioambientalista” y “evangelista”.

PRIMER ASALTO

El 10 de septiembre, la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil reunió a representantes de todos los rincones del país. Una vez más, miembros de las 305 etnias reconocidas por la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) se reunieron para debatir acerca de qué candidato podría ser el más solidario con su lucha centenaria contra la violación de sus derechos.

La asamblea decidió por unanimidad apoyar a Marina Silva, la única candidata que se dignó a recibir las propuestas indígenas, a pesar de que el vicepresidente de su partido venía de lo más profundo del agronegocio.

“Ataques sistemáticos, de regresión y supresión de los derechos indígenas se verifican en los distintos poderes del Estado y en la sociedad”, afirmaba la carta abierta que cinco días más tarde, el 15 de septiembre, los indígenas dirigieron a los tres candidatos.

La misiva brilló por su ausencia en los diarios nacionales. Una vez más, el conflicto indígena quedó relegado a la categoría de “anécdota” dentro del debate electoral.

En octubre de 2013, indígenas que participaban de la semana nacional de la movilización indígena rompen un cartel  con la foto de Dilma Rousseff. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

En octubre de 2013, indígenas que participaban de la semana nacional de la movilización indígena rompieron un cartel con la foto de la presidenta Dilma Rousseff. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

“En lugar de hacer efectivos los derechos indígenas recogidos en la Constitución, los sucesivos gobiernos se han arrodillado ante los intereses del capital, del negocio agrícola y de empresas mineras y madereras”, añadía el escrito público.

Las palabras que el cacique pronunció semanas antes en su casa tomaban fuerza: “Si no nos movilizamos y no gritamos, es como si no existiéramos”. No obstante la carrera de ascenso al podio presidencial, entre estadísticas y debates electorales, continuaba impasible ante la movilización indígena.

SEGUNDO ASALTO

Concluyó el primer round electoral, el 5  de octubre. Contra todo pronóstico, Marina Silva, por la que apostaron los indígenas, cayó tras un duro revés en las urnas en favor de Aécio Neves. El 15 de octubre los indios publicaban una segunda carta abierta dirigida expresamente a la presidenta y a su único opositor.

Esta segunda misiva era tan clara como la primera, o incluso más: “Los dos candidatos parecen tener miedo de reunirse con nosotros, tal vez porque los dos están financiados por los ruralistas”.

El sentimiento de decepción respecto del gobierno de Rousseff estaba arraigado en lo más profundo del colectivo indígena.

En abril de este año, indios invadieron la  cúpula del edificio del Congreso Nacional en una manifestación por la defensa de los derechos territoriales de los pueblos indígenas. Fotografía: Alan Marques/Folhapress.

En abril de este año, indios invadieron la cúpula del edificio del Congreso Nacional en una manifestación por la defensa de los derechos territoriales de los pueblos indígenas. Fotografía: Alan Marques/Folhapress.

“Es pública y notoria la marginación de los pueblos indígenas que marcó el primer gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, quien se esforzó cada día por estrechar alianzas con el negocio agrícola (…). No cumplió con ninguna de sus promesas y permitió que su Ministro de Justicia paralizase completamente las demarcaciones de tierra en el país”, afirmaba el colectivo indígena en su segunda carta pública.

La Constitución brasileña de 1988 reconoce el derecho de los indígenas sobre sus tierras tradicionales. Rousseff es la presidenta que menos tierras indígenas demarcó desde que Brasil salió de la dictadura: el ex presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB) homologó 87 territorios durante sus ocho años al frente del Ejecutivo, mientras que Lula da Silva (PT), predecesor y mentor de Dilma, demarcó 145 territorios en un periodo similar.

La candidata petista se queda muy atrás, con 11 territorios delimitados tras cuatro años de gobierno.

“En cuanto al candidato Aécio (…) se expresó públicamente del lado del negocio agrícola (…) y apoyó a nuestros principales enemigos, que atacan nuestros derechos, nuestras vidas y nuestro futuro”, expresaba el movimiento indígena en su última carta.

La segunda y definitiva vuelta de las elecciones, el pasado 26 de octubre, fue para muchos la más intensa que se recuerda en el Brasil contemporáneo. Tal era la crispación y la incertidumbre, que se realizaron más de 2000 sondeos en aquellos días.

Dilma Rousseff, en un encuentro con líderes indígenas. Fotografía: Roberto Stuckert.

Dilma Rousseff, en un encuentro con líderes indígenas. Fotografía: Roberto Stuckert.

Finalmente, el 23 de octubre Dilma hacía público su apoyo a los pueblos indígenas con unas palabras que atraían aires de promesa: “Mantendremos compromisos con el fortalecimiento de la Fundación Nacional del Indio, con la mejora del Servicio de Salud Indígena y de la calidad de la Educación Escolar Indígena (…) cuento con vuestro apoyo para que en los próximos cuatro años podamos enfrentar juntos los desafíos y cumplamos los compromisos”.

“Desde hace más de 500 años sabemos que nuestra lucha no tiene cabida en las urnas y que dependerá de nuestra intensa movilización”, afirmaba el colectivo indígena a través de su última carta.

Tres días después de escuchar las palabras de Dilma, los indios brasileños decidieron no quedar impasibles y dieron su voto de confianza a la candidata petista. Una segunda oportunidad expresada al mismo tiempo con esperanza y recelo.

Finalmente, Rousseff ganó por un margen de 3,28 puntos. Los indígenas cumplieron con su parte, ¿cumplirá Dilma con la suya? “Ver para creer”, murmuraba la señora aquel día lluvioso mientras apartaba los frijoles del fuego.

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Elecciones en Brasil: Políticos y papagayos

Por brasilcomn
10/11/14 09:47

POR GABRIEL BAYARRI, DE RÍO DE JANEIRO

El escritor austriaco Stefan Zweig murió por amor a Brasil, literalmente, en un suicidio que fue precedido por la explicación más bella que he leído jamás de lo que significa la identidad brasileña, y que sólo podía concluir en un final desgarrado, que intensificase la marcha obligada de la “tierra del futuro”, una marcha prematura, de abandono, que encajase con los principios románticos.

Murió en la zona serrana de Petrópolis, antigua residencia de los reyes portugueses, en el interior del estado de Río de Janeiro. Decía, apasionado por esta tierra exuberante, que  Brasil curiosamente simulaba a un arpa en el mapa, semejante descripción introducía una serie de sentidos que al país le son dados, y entrelazados, en su imaginario social.

La “tierra de los papagayos”, aquella inigualable en abundancia de su flora y fauna, que lo tiene todo al mismo tiempo, sierra, litoral, pampa, selva, cuenca de ríos, y que es fértil en casi todas sus partes, con un clima que transita del tropical, subtropical y hasta lo templado, donde se alimentan los ríos más grandes del mundo, y el patrimonio atraviesa de una frontera a la otra, desde la Amazonia hasta la triple frontera natural con Argentina y Paraguay, en la caída del río Iguazú.

Ilustración: Alberto Costa

Ilustración: Alberto Costa

Se yergue la favela en medio de este escenario para votar en la segunda vuelta de las elecciones en Brasil, con los ojos todavía puestos en la mesa sin mantel, en el plato vacío, en la falta de saneamiento básico, de escolaridad para los más pequeños, de analfabetismo para los más viejos, de salud para todos, y ante penitas y alegrías se entiende por qué la pauta política todavía es prehistórica en la cuestión ambiental.

Como los ríos, descienden del morro los votantes de la favela, familias enteras para votar en los colegios municipales. Llegó el domingo 26 de octubre, nuevamente día de votación

Las elecciones se expresan con la misma estrategia publicitaria que el Mundial de fútbol: pegatinas, globos, camisetas… los rostros sonrientes de la presidenta Dilma Roussef (PT) y del candidato opositor Aécio Neves (PSDB) invaden las calles, y las “aficiones”  rasgan en dos a la población: los estados de un Norte pobre y negro, de un Sur desarrollado y blanco; dividen al campesino del latifundista; al vendedor de churros de su patrón; al pescador artesanal de los gestores de las piscifactorías.

Los intereses están rasgados, divididos, ganando el PT más de un 80% de los votos en algunas de las áreas más subdesarrolladas del país, y llegando a perder en los estados del Sur.

No obstante, se palpa un agrio sentimiento, el de un voto que no es sincero, un voto sólo ejercido en la favela como autodefensa, que apoya los avances sociales, pero que legitima la corrupción estructural en todas las fuerzas políticas. Una elección confusa e impotente ante la falta de alternativas y de ilusión. Un voto que refleja el miedo de la favela a ser olvidada por las políticas sociales.

A la entrada del colegio se mezclan en armonía conversaciones del cotidiano con las del acontecimiento del momento: “…La favela puede sumirse en el olvido, sin registros…”, “…yo ya no compro tomates a ese precio…”, “…la ciudad puede perder la memoria…”, “…dará a luz en poco tiempo…”, “…la favela nunca habrá existido…”.

Observo a la salida del colegio a una señora de mediana edad que vende verduras en el mercadillo que da entrada a la inmensa favela de la Rocinha. Le lloran los ojos, está cortando cebollas. El análisis se queda empobrecido, pues no sabría decir si llora por la situación del país, por la muerte del pedrero Amarildo en manos de las Unidades de Policía Pacificadora en 2013, por los nervios ante las elecciones, o por los efectos de una cebolla, que en cada capa representa las etapas que todavía deben atravesarse en esta tierra.

La capa de la pobreza va saliendo, todavía provoca lágrimas, tal vez algún día se llegue al corazón de la cebolla, y se pueda mirar alrededor, y observar y enorgullecerse de la belleza del Brasil.

Entonces todos pedirán su defensa, y crearán una pauta socio-ambiental sólida, defensora de las demarcaciones de reservas indígenas, del fortalecimiento de las reservas de extracción sostenible, de la fiscalización de la tala de la región Amazónica, de la producción eficaz e independiente de los Estudios de Impacto Ambiental, de la anteposición de la biodiversidad y de los grupos minoritarios ante la explotación de recursos naturales, como son el caso de las hidroeléctricas,  y otras formas de combate al crimen ambiental,  pues la naturaleza se fusiona en la propia identidad brasileña.

La favela recuerda con su voto que habrá que atravesar  primero otras capas de la cebolla, las de una extrema desigualdad de clases, capas que al mirarlas todavía nos hacen llorar, aunque se torna urgente afrontar la descuidada cuestión ambiental, y recordar, por el bien de la preservación de la  identidad brasileña, que los papagayos llegaron al Brasil mucho antes que los partidos políticos.

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Doctor, Brasil padece falta de médicos, ¿qué hacemos?

Por brasilcomn
24/10/14 10:13

POR LUNA GÁMEZ Y JOSÉ ANTONIO BAUTISTA, DE RÍO DE JANEIRO 

El protagonista de esta historia guarda el anonimato tras el nombre de Carlos.

Minutos después de que el sol despunte entre palafitas y palmeras de açaí, este médico cubano procede como un trabajador más a cargar la lancha de la Secretaría de Salud del ayuntamiento de Ponta de Pedras, un pequeño municipio de 26.000  habitantes situado en la isla de Marajó, en plena desembocadura del río Amazonas, en el estado de Pará.

La lancha amarilla que antaño cumplía la función de transporte escolar vía fluvial ve ahora cómo sus asientos, antes ocupados por los niños que habitan la región selvática, son usados para transportar camillas para enfermos, medicamentos e isopores con hielo.

Es lunes por la mañana y Carlos se apresura a reunir las provisiones para toda la semana, al mismo tiempo que busca a alguien que le ayude a arreglar la bomba de agua del consultorio médico, que lleva días sin suministro,  conseguir el hielo para guardar muestras de análisis de los pacientes y la comida de la semana.

No hay red eléctrica en la comunidad, por lo que tampoco cuentan con ningún sistema de refrigeración.

Carlos junto a otros empleados descargan material sanitario de la lancha de la Secretaria de Salud del ayuntamiento de Ponta das Pedras. Fotografía: Luna Gámez.

Carlos junto a otros empleados descargan material sanitario de la lancha de la Secretaria de Salud del ayuntamiento de Ponta das Pedras. Fotografía: Luna Gámez.

Carlos es uno de los más de 11.000 médicos cubanos que llegaron a Brasil a través del programa brasileño Más Médicos, un proyecto iniciado por el gobierno de Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores), en julio de 2013, gracias a un acuerdo de cooperación entre el Ministerio de Salud brasileño y la Organización Panamericana de la Salud (OPAS), representante regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El objetivo de este programa es ampliar la atención sanitaria a través de mejoras en la infraestructura y la contratación de médicos para las regiones más desatendidas, principalmente en las periferias de ciudades y en las localidades aisladas del interior de este gigantesco país.

Carlos trabaja en el recién construido centro de salud de la comunidad de Fortaleza, a dos horas de trayecto en lancha desde el municipio de Ponta de Pedras, y a cuatro horas si el trayecto se realiza en rabeta, la tradicional canoa con motor que aparece en los documentales del Amazonas.

Esta pequeña comunidad se sitúa en la isla de Marajó, la mayor isla deltaica del mundo -con una extensión similar a la de Holanda- en la que el 54% de la superficie es selva inundable. Allá, el ritmo de la vida obedece a los ciclos de mareas y de lluvias, que cambian a diario los límites de la frondosa selva amazónica.

Este doctor cubano lleva un año en este país y aún le quedan tres más para que finalice el contrato que firmó con los gobiernos de Cuba y Brasil. Dice sentirse muy reconocido por su trabajo y bien atendido por parte del ayuntamiento, aunque las condiciones de vida no son fáciles.

“No me acostumbro a no poder desplazarme de otra forma que no sea en barco (…) Tampoco me adapto a la humedad, ni a los riesgos a los que estamos expuestos; soy el único médico aquí, si me pasa algo ¿quién me va a atender?”, explica con humor.

El rostro del doctor adquiere cierto aire complaciente cuando María das Graças, vecina de la comunidad, nos interrumpe para decir que “Carlos es una bendición (…) Aquí nunca hubo médico, si teníamos una emergencia teníamos que ir a la ciudad, que son cuatro horas de barco”.

El programa Más Médicos arrancó hace 15 meses y ya opera en 3819 ciudades brasileñas, de las cuales 700, entre ellas la comunidad amazónica de Fortaleza, nunca antes tuvieron un médico. Según el gobierno, más de 50 millones de personas, es decir, el 25% de la población brasileña, está siendo atendida actualmente por este programa.

Centro de salud de atención primaria de la comunidad ribereña de Fortaleza, situada en la isla de Marajó. Fotografía: Luna Gámez.

Centro de salud de atención primaria de la comunidad ribereña de Fortaleza, situada en la isla de Marajó. Fotografía: Luna Gámez.

A pesar de los beneficios de llevar 14.462 médicos hasta la fecha a las zonas más abandonadas del país, el programa Más Médicos es el objeto de duras críticas y polémicas.

Muchos médicos brasileños desconfían del programa y lo consideran una amenaza, a pesar de que el gobierno da prioridad a los profesionales brasileños para cubrir las vacantes y trata este problema como un asunto de urgencia para el país.

Las autoridades alegan sentirse obligadas a seleccionar profesionales extranjeros por la falta de médicos nacionales.

Un sentimiento de recelo y desconfianza se despierta entre los médicos brasileños al ver que los cubanos están dispuestos a trabajar por salarios inferiores a la media del gremio brasileño, que se sitúa en torno de los 4000 dólares mensuales.

Brasil paga 4255 dólares mensuales por cada profesional en el marco de un acuerdo de cooperación intermediado por la OPS, pero Cuba solo reenvía 1245 dólares mensuales a sus doctores y destina el resto a la mejora del sistema público de salud, según el gobierno cubano.

¿Qué opina el protagonista de esta historia de todo esto? Carlos nos cuenta que ésta es su tercera experiencia como médico cooperante, tras haber pasado por Bolivia y Venezuela, y afirma que tanto él como el resto de sus compañeros son bien informados sobre las condiciones de trabajo antes de partir.

Sin embargo, “cuando todos los médicos nos reunimos en el módulo de acogida y formación nos sorprende ver que somos los únicos que no tenemos opción de elegir nuestro destino”, afirma.

“Algunos de mis compañeros han alegado desinformación para desvincularse del programa, aunque estábamos al tanto de las condiciones salariales y sabíamos que la adaptación no sería fácil (…) vinimos a ayudar”, comenta.

Los médicos cubanos que deciden participar en una misión en Brasil son destinados a los puestos de salud que ninguno de los demás médicos brasileños o extranjeros eligieron, es decir, lugares donde más del 20% de la población vive en situación de pobreza extrema.

Una familia de la comunidad rural de Fortaleza frente a su casa. Fotografía: Luna Gámez.

Una familia de la comunidad rural de Fortaleza frente a su casa. Fotografía: Luna Gámez.

El caso de la doctora cubana Ramona Matos Rodríguez es uno de los que más atención mediática acaparó. En febrero, esta doctora cubana que llegó a Brasil junto a Carlos, rompió su contrato y pidió asilo político a Brasil y Estados Unidos alegando que las condiciones no eran las acordadas, lo que avivó el debate sobre la viabilidad de Más Médicos.

La oposición más conservadora reafirmó su rechazo al programa bajo el estandarte de la discriminación de los médicos cubanos.

Estas críticas adquirieron intensidad durante la actual de campaña electoral. El conservador Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña), que disputará las elecciones por la presidencia de Brasil el próximo domingo 26 frente a Dilma Rousseff, afirmó en repetidas ocasiones que “Más Médicos es un paliativo (…) que enmascara el problema real que enfrenta la sanidad pública en Brasil”, y añadió que la solución llegará cuando no haya más necesidad de médicos extranjeros.

A pesar de las críticas, Neves afirma que pretende mantener Mas Médicos, aunque sostiene que “el gobierno cubano se tendrá que adaptar a la posición de Brasil”.

Arthur Chioro, ministro de Salud brasileño, afirmó que el total de médicos cubanos que abandonaron el programa asciende a 14 (de un total de 11.000 cubanos contratados), pero esto solo representa un índice ínfimo del 0,1% del total, en comparación con el 8,4% de brasileños que desistieron y del 0,8% de los restantes extranjeros.

“[El programa] Más Médicos no es un paliativo”, afirma Chioro. Actualmente, Brasil cuenta con 1,8 médicos por cada mil habitantes, un índices bajo en comparación con países como Argentina (3,2), Uruguay (3,7), España (4) o Cuba (6,8).

De momento, este país cuenta con un presupuesto anual de 6000 millones de dólares para sanidad y planea abrir 11.000 plazas más en carreras de medicina hasta 2017 y 12.000 en especialidades médicas hasta 2020.

Tras cerrar el centro de salud, Carlos se sienta en el humilde muelle del consultorio a esperar que la barca del ayuntamiento venga a buscarlo. El sonido del motor de una rabeta irrumpe en el silencio de la inmensidad de la selva amazónica y un vecino se baja junto a su mujer enferma. Parece que aún no terminó la jornada para este médico cubano.

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