A sacudirse la resaca, que 2015 acaba de comenzar
26/02/15 16:44POR FEDERICO CORNALI, DE SÃO PAULO
A pesar de que pasó casi inadvertido para el mundo occidental, el 15 de febrero se conmemoró, con celebraciones descomunales y fuegos artificiales, el Año Nuevo chino (el de la cabra, para el horóscopo), que se rige por los crecientes de la luna.
Aquí, en Brasil, sucede algo similar y, más o menos, en la misma fecha. Es, en realidad, una cuestión usual para los nativos acostumbrados. Sin embargo, los gringos no podemos dejar de sorprendernos cuando nos dicen: “En este país, el año no comienza el 1 de enero, sino recién cuando se apagan las luces del carnaval”.
Parece una exageración, una forma de potenciar la afición de los brasileños por esta fiesta popular sin parangón, que todos quieren vivir al menos una vez. Quienes recién llegamos a este país, no la asimilamos como una teoría capaz de volcarse a la práctica.
Al menos, no hasta que nos aplasta la marea de personas exultantes, que danzan al compás de un bloquinho callejero (una especie de comparsa comandada por un grupo de animadores extravagantes) mientras beben cerveza a baldes.
No lo sentimos real hasta que en la semana previa a los feriados de carnaval (este año, del 14 al 18 de febrero), reuniones, encuentros, trabajos pendientes y negocios se postergan após o carnaval. Es decir, todo se aplaza hasta que termine la gran fiesta, sin excepciones.
Podemos protestar, enojarnos o disentir, pero en Brasil esa es la norma.
Pasan a segundo plano, desde la víspera hasta el fin de la celebración, los resultados del fútbol, los desbarajustes en la estatal Petrobras, la economía fluctuante y los pronunciamientos a favor o en contra del gobierno de Dilma Rousseff.
El carnaval brasileño no empieza ni termina en el sambódromo: se siente en la calle, lo disfruta el pueblo entero, ese que abandona la comodidad del hogar para entregarse a la locura. Disfrazados de tolerantes van todos, dispuestos a olvidar razas, credos y las preferencias político-futboleras más arraigadas.
Se vive a mediados de febrero, pero se palpita durante todo el año. Y sólo hace falta darse una vuelta por las diferentes terminales y aeropuertos del país durante esos días para saber, literalmente, cómo se mueve Brasil durante su carnaval. Un caos que no borra sonrisas.
Entre el sábado y el miércoles de carnaval, los extranjeros nos enteramos de que las escolas de samba, al igual que los clubes de fútbol, tienen sus admiradores. Incluso, ambos se emparentan. En São Paulo, por ejemplo, la escola afín al Palmeiras es Mancha Verde, la del São Paulo FC es Dragões da Real y la del Corinthians, Gaviões da Fiel… aunque la ganadora de este año, Vai-Vai, también es abiertamente corinthiana.
El sistema del desfile también es interesante, a pesar de que cada ciudad tiene variantes y estilos propios. Cada escola debe escoger una temática y, a partir de allí, se abren investigaciones sobre el tema, además de trabajar en las coreografías, las carrozas y el vestuario.
En Río de Janeiro está Sapucaí, el sambódromo más popular de Brasil y del mundo. Durante las noches de carnaval se concentra allí una fauna que incluye a deportistas, artistas, mediáticos y políticos. Famosos en general, de la escena local y mundial.
Fue, sin embargo, Teodoro Obiang, el presidente dictador de Guinea Ecuatorial, el personaje con más eco este año en Sapucaí. No fue para menos, ya que contribuyó con 3,5 millones de dólares para financiar la puesta en escena de la escola multicampeona Beija Flor, que salió campeona del carnaval de Río.
Los ahora 13 veces ganadores del carnaval “eligieron” -como tema del desfile- hacer un homenaje al país africano, lo que moitvó el delirio entre sus seguidores y el repudio de los rivales.
“Elegimos hablar de un país africano, un país que hasta ahora mucha gente no conocía. Nuestra cuestión aquí es el carnaval, el régimen [político] no nos compete. Cuba era odiada por el mundo democrático y hoy está siendo abrazada”, dijo el cuestionado presidente de la escola de Nilópolis (Norte de Río), Farid Abraão David, para salir del paso.
El carnaval terminó y la cotidianeidad pidió paso para ocupar su lugar habitual. Otra vez, la economía, el fútbol y la política volvieron a poblar las portadas de los diarios.
A pesar de que, oficialmente, los feriados de carnaval terminaron el miércoles 18 de febrero al mediodía, muchos brasileños retomaron sus actividades recién el lunes 23. “Feliz año nuevo”, fue el saludo –mitad en broma, mitad en serio- en las oficinas ese día.
Después, empleados y jefes comenzaron a poner en orden sus papeles y a acomodar las ideas a paso lento, un poco castigados aún por la resaca que dejó la llegada del año nuevo brasileño.