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Brasil con Ñ

El país con todas las letras

Perfil Natalia Fabeni es periodista y productora de Folha Internacional

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A sacudirse la resaca, que 2015 acaba de comenzar

Por brasilcomn
26/02/15 16:44

POR FEDERICO CORNALI, DE SÃO PAULO

A pesar de que pasó casi  inadvertido para el mundo occidental, el 15 de febrero se conmemoró, con celebraciones descomunales y fuegos artificiales, el Año Nuevo chino (el de la cabra, para el horóscopo), que se rige por los crecientes de la luna.

Aquí, en Brasil, sucede algo similar y, más o menos, en la misma fecha. Es, en realidad, una cuestión usual para los nativos acostumbrados. Sin embargo, los gringos no podemos dejar de sorprendernos cuando nos dicen: “En este país, el año no comienza el 1 de enero, sino recién cuando se apagan las luces del carnaval”.

Parece una exageración, una forma de potenciar la afición de los brasileños por esta fiesta popular sin parangón, que todos quieren vivir al menos una vez. Quienes recién llegamos a este país, no la asimilamos como una teoría capaz de volcarse a la práctica.

El centro de Río, uno de los escenarios principales del carnaval de Brasil. Fotografía: Márcia Moreira/Divulgação.

El centro de Río, uno de los escenarios principales del carnaval de Brasil. Fotografía: Márcia Moreira/Divulgação.

Al menos, no hasta que nos aplasta la marea de personas exultantes, que danzan al compás de un bloquinho callejero (una especie de comparsa comandada por un grupo de animadores extravagantes) mientras beben cerveza a baldes.

No lo sentimos real hasta que en la semana previa a los feriados de carnaval (este año, del 14 al 18 de febrero), reuniones, encuentros, trabajos pendientes y negocios se postergan após o carnaval. Es decir, todo se aplaza hasta que termine la gran fiesta, sin excepciones.

Podemos protestar, enojarnos o disentir, pero en Brasil esa es la norma.

Pasan a  segundo plano, desde la víspera hasta el fin de la celebración, los resultados del fútbol, los desbarajustes en la estatal Petrobras, la economía fluctuante y los pronunciamientos a favor o en contra del gobierno de Dilma Rousseff.

Escolas de samba desfilaron en el sambódromo de Río de Janeiro. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Escolas de samba desfilaron en el sambódromo de Río de Janeiro. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

El carnaval brasileño no empieza ni termina en el sambódromo: se siente en la calle, lo disfruta el pueblo entero, ese que abandona la comodidad del hogar para entregarse a la locura. Disfrazados de tolerantes van todos, dispuestos a olvidar razas, credos y las preferencias político-futboleras más arraigadas.

Se vive a mediados de febrero, pero se palpita durante todo el año. Y sólo hace falta darse una vuelta por las diferentes terminales y aeropuertos del país durante esos días para saber, literalmente, cómo se mueve Brasil durante su carnaval. Un caos  que no borra sonrisas.

Entre el sábado y el miércoles de carnaval, los extranjeros nos enteramos de que las escolas de samba, al igual que los clubes de fútbol, tienen sus admiradores. Incluso, ambos se emparentan. En São Paulo, por ejemplo, la escola afín al Palmeiras es Mancha Verde, la del São Paulo FC es Dragões da Real y la del Corinthians, Gaviões da Fiel… aunque la ganadora de este año, Vai-Vai, también es abiertamente corinthiana.

El sistema del desfile también es interesante, a pesar de que cada ciudad tiene variantes y estilos propios. Cada escola debe escoger una temática y, a partir de allí, se abren investigaciones sobre el tema, además de trabajar en las coreografías, las carrozas y el vestuario.

Beija-Flor tuvo un gran destaque en la prensa internacional, pero no por haber ganado sino porque recibió dinero de la dictadura de Guinea Ecuatorial.

Beija-Flor tuvo un gran destaque en la prensa internacional, pero no por haber ganado sino porque recibió dinero de la dictadura de Guinea Ecuatorial. Fotografía: Marcelo Fonseca/Folhapress.

En Río de Janeiro está Sapucaí, el sambódromo más popular de Brasil y del mundo. Durante las noches de carnaval se concentra allí una fauna que incluye a deportistas, artistas, mediáticos y políticos. Famosos en general, de la escena local y mundial.

Fue, sin embargo, Teodoro Obiang, el presidente dictador de Guinea Ecuatorial, el personaje con más eco este año en Sapucaí. No fue para menos, ya que contribuyó con  3,5 millones de dólares  para financiar la puesta en escena de la escola multicampeona Beija Flor, que salió campeona del carnaval de Río.

Los ahora 13 veces ganadores del carnaval “eligieron” -como tema del desfile- hacer un homenaje al país africano, lo que moitvó el delirio entre sus seguidores y el repudio de los rivales.

“Elegimos hablar de un país africano, un país que hasta ahora mucha gente no conocía. Nuestra cuestión aquí es el carnaval, el régimen [político] no nos compete. Cuba era odiada por el mundo democrático y hoy está siendo abrazada”, dijo el cuestionado presidente de la escola de Nilópolis (Norte de Río), Farid Abraão David, para salir del paso.

Vai-Vai, la escola de samba ganadora del carnaval de São Paulo. Fotografía: Danilo Verpa/Folhapress.

Vai-Vai, la escola de samba ganadora del carnaval de São Paulo. Fotografía: Danilo Verpa/Folhapress.

El carnaval terminó y la cotidianeidad pidió paso para ocupar su lugar habitual. Otra vez, la economía, el fútbol y la política volvieron a poblar las portadas de los diarios.

A pesar de que, oficialmente, los feriados de carnaval terminaron el miércoles 18 de febrero al mediodía, muchos brasileños retomaron sus actividades recién el lunes 23. “Feliz año nuevo”, fue el saludo –mitad en broma, mitad en serio- en las oficinas ese día.

Después, empleados y jefes comenzaron a poner en orden sus papeles y a acomodar las ideas a paso lento, un poco castigados aún por la resaca que dejó la llegada del año nuevo brasileño.

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La impunidad de los trotes universitarios

Por brasilcomn
20/02/15 10:47

POR FEDERICO CORNALI, DE SÃO PAULO

El estremecedor relato de una estudiante de veterinaria de la Universidad de São Paulo (USP) durante una audiencia pública realizada en Asamblea Legislativa (llevada a cabo en enero pasado) dejó a varios boquiabiertos.

“Desperté con mucho dolor, alguien me penetraba por atrás. Había bebido, pero el efecto se me pasó inmediatamente cuando me encontré en esa situación, siendo abusada. Lo empujé y convencí de que me deje ir al baño. Así logré escapar”, contó una joven, de 27 años, respecto de un episodio ocurrido en una residencia de estudiantes de la USP, en Pirassununga (interior de São Paulo).

A pesar del tenor del relato, aún no aparecieron culpables.

Minutos después, prestó declaración un alumno de la Escuela Superior de Agricultura. Contó que fue envenenado. “El exámen toxicológico encontró veneno en mi cuerpo. No pude ir a clases, no podía moverme”, dijo.

“Fui suspendido una semana por intentar denunciar aquel hecho en la dirección de la Escuela”, indicó.

Fotografía: Archivo Personal

La estudiante Nathália de Souza Santos, de 17 años, sufrió quemaduras en las piernas durante un “trote” violento en Adamantina (SP). Fotografía: Archivo Personal

Estos son solo dos ejemplos de algunas de las prácticas que se llevan a cabo en los tristemente tradicionales trotes, que en Brasil fueron asumidos como una práctica natural, y que en la actualidad abandonaron su fisonomía de ritual de iniciación liviano para los alumnos que logran ser admitidos en algunas universidades.

Esta práctica, hoy en día, se emparenta más con el bullying, y atraviesa largamente la frontera de la discriminación y la intolerancia.

Institucionalizados en grupos de tortura con escalas jerárquicas, los veteranos de las universidades van probando las aptitudes de los aspirantes para sumarlos al “equipo del terror”, ese que cada verano se dedica a dar caza a los recientemente egresados de las escuelas secundarias que, a su vez, aceptan ese atroz juego como parte de la nueva etapa.

Los abusos denunciados por alumnas de la USP, una de las instituciones más prestigiosas y elitistas del país, abrieron el fuego.  Los reclamos por violencia sexual en otras universidades de Brasil se multiplicaron.

Días atrás, se conoció que en Adamantina, en el interior de São Paulo, una pandilla de alumnos arrojó una sustancia abrasiva sobre los novatos.

Estudantes se concentram nas ruas próximas ao Centro Universitário de Bebedouro após ação da PM. Fotografía: Fernando Oliveira/O Jornal.

Un grupo de estudiantes es dispersado por la policía, en las inmediaciones del Centro Universitario de Bebedouro, en el interior de São Paulo. Fotografía: Fernando Oliveira/O Jornal.

Uno de los afectados podría perder la visión de un ojo, mientras que otra joven sufrió quemaduras de tercer grado de la cintura hacia abajo.

El racismo y la homofobia tienen un espacio privilegiado en cada trote. Los calouros (ingresantes) deben desnudarse mientras les gritan sus defectos: “gordo”, “Blancanieves” o “marica” para alumnos obesos, negros y homosexuales, respectivamente, aparecen entre las categorías preferidas de los veteranos a la hora de atormentar a los más nuevos.

Caminar descalzo sobre vidrios, soportar peso en los genitales, bañarse en ácido, alcoholizarse hasta el estado de coma o “simplemente” sufrir una golpiza son algunas de las variantes entre las atroces pruebas, que ya se han cargado varias vidas.

HAY VÍCTIMAS, FALTAN RESPONSABLES

En 1980, en la Universidad de Mogi das Cruzes, un municipio del estado de São Paulo, un estudiante de periodismo murió después de un trote violento.

Carlos Alberto de Souza, de 20 años, fue molido a golpes por veteranos. En 1990, el joven George Mattos, iniciante en la carrera de Derecho, murió de un infarto intentando huir de sus compañeros en Goiás.

En 1999, en la Universidad Medicina de São Paulo, Edison Tsung Chi Hsueh, de 22 años, fue encontrado muerto en una piscina después de ser arrojado al agua por los veteranos, a pesar de haberles dicho que no sabía nadar.

Fotografía: Reproducción/Facebook.

El racismo y la homofobia tienen un lugar privilegiado en los trotes universitarios. Fotografía: Reproducción/Facebook.

Un caso similar, en 2009, ocurrió con Vitor Vicente de Macedo Silva (estudiante de Educación Física de la Universidad Federal de Río de Janeiro) que murió ahogado en una piscina de saltos ornamentales. Se sospecha que los veteranos lo obligaron a entrar allí.

Ninguno de los responsables por las muertes de estos estudiantes recibió su castigo. Para peor, muchos de los acusados son “prestigiosos” profesionales.

CÓMPLICES DE LA BARBARIE

Los entes rectores de las universidades vinculadas con los casos de abusos emplean la táctica del “oído sordo, vista gorda” ante tales aberraciones, y se alivian al enterarse de que esas prácticas son llevadas a cabo fuera de sus campus.

De hecho, entre los “trotistas” existen ex alumnos y el sustento para transporte o publicidad muchas proviene del bolsillo de docentes o dirigentes.

“Lo lamentable de estos trotes violentos es que muchas veces provienen de iniciativas de los empleados de las universidades o de los propios profesores”, afirmó Antonio Riberio de Almeida Júnior, educador en la Escuela Superior de Agricultores Luiz de Queiroz (dependiente de la USP), que estudia desde 2001 los trotes más aberrantes.

“Reforzaremos la seguridad para el primer trimestre”, indicó una nota de las Facultades Adamantinenses Integradas (FAI), tras conocerse la noticia de sus dos alumnos quemados.

Pero el énfasis lo pusieron al aclarar que el hecho “ocurrió fuera de las dependencias de la institución”.

 Frente Feminista / divulgacao

Alumnos de la USP São Carlos hostilizaron a un grupo feminista durante un trote en la universidad. Fotografía: Frente Feminista/Divulgación.

LA VERSIÓN ARGENTINA

Esta tradición de rituales estudiantiles no es sólo brasileña. En Argentina es normal que los egresados de las carreras universitarias sean rapados, depilados, golpeados, embarrados o empapados de orina por sus propios compañeros o amigos.

Sin embargo, los hechos de mayor gravedad ocurren sobre el cierre de la etapa secundaria.

Las “vueltas olímpicas” de los tradicionales colegios Pellegrini, Mariano Acosta y Nacional Buenos Aires no tienen relación con el deporte.

En repentina actitud, sorprendiendo a todos, los jóvenes recorrían la escuela arrojando barro, huevos, harina, pintura y pirotecnia (en su versión más leve).

Año tras año, el ritual se fue agravando por los destrozos que ocasionaba, tanto es así que aquella celebración fue prohibida en la mayoría de los casos, después de cientos de incidentes y estudiantes sancionados.

Así y todo, si se trata de provocar desmanes, los colegiales siempre lograrán ingeniárselas.

Alunnos da USP São Carlos hostilizaram feministas durante trote na última terça-feira (26). Alguns estudantes chegaram a ficar pelados e simularam sexo com bonecas infláveis . foto: Frente Feminista / divulgacao

El racismo y la discriminación  son dos elemento0s que se repiten en  los trotes. Fotografía: Reproducción/Facebook.

En octubre del año pasado, los egresados del Liceo Franco Argentino Jean Mermoz hicieron un enorme pozo en el Paseo de las Américas, en pleno barrio de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires. Luego bailaron, bebieron y se embarraron dentro de él.

La institución -alumnos incluidos- debió hacerse cargo de reparar los daños en el espacio público, además de pagar una multa por el incidente.

LA INICIACIÓN EN EL MUNDO

Son muchos los países que tienen versiones vernáculas de los trotes brasileños.

En Suecia, por ejemplo, existe el “klädstreck”. Es simple: los novatos se dividen en equipos y deben desnudarse, dejando sus ropas una al lado de la otra en el suelo. Quien logre hacer la fila más larga, gana.

El “bizutage” francés suena elegante, pero se convirtió en una de las prácticas de iniciación más crudas del mundo por sus violentas prácticas, sobre todo entre los estudiantes de Medicina.

Fue prohibido tras la muerte de un alumno y hoy es punible de seis meses de prisión o una multa de 7600 euros para quien lo lleve a la práctica.

En Canadá –nación reconocida por su calidad educativa- y en la prestigiosa Universidad de Coimbra, en Portugal, el tema de los trotes se encuentra bajo la lupa desde hace años, por el excesivo consumo de alcohol y los castigos contra los novatos.

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El ingeniero que no quiere parar

Por brasilcomn
17/02/15 10:37

POR CECILIA ARBOLAVE, DE SÃO PAULO

Era comienzo de diciembre y una brasileña y un italiano pasaron por la Banca Tatuí, en el primer día de la obra. Era un kiosko desnudo, sin techo y con mucho polvo. Pasaron para comprar un libro pero se terminaron quedando casi una hora charlando con el simpático jefe de obra, Mario Figueroa.

No recuerdo bien los temas, pero era ya de noche y el chileno los invitó a comer algo y a tomar una cerveza en el bar de al lado. No se conocían y no había obligación de invitarlos. Pero la explicación de Mario para ese gesto fue algo como: “Siempre me trataron tan bien en el extranjero, que me gusta devolver el favor de alguna forma.”

Este ingeniero mecánico, que vive en Brasil desde hace cuatro décadas, tiene 76 años pero no parecen pesarle tanto como uno se imaginaría. Basta verlo trabajar en obras, levantando peso, cortando chapas metálicas, soldando y dando órdenes a su equipo, para admirar su vocación y resistencia.

Cuando no está dedicado de lleno a este tipo de proyectos, trabaja como consultor en una empresa metalúrgica: Mario está siempre trabajando.

Es buen conversador y si uno se sienta con él, de a poco, va revelando detalles de su biografía. Como por ejemplo que fue piloto comercial y militar, que integró la Fuerza Aérea de Chile y que realizó muchos rescates aéreos.

Mario Figueroa, en su época de piloto. Fotografía: Archivo.

Mario Figueroa, en su época de piloto. Fotografía: Archivo.

Tuvo una propuesta para trabajar en la ex aerolínea brasileña Varig, pero desistió porque sabía que la vida en las nubes lo alejaría de su mujer, Nuri, y de sus tres hijos, Mario, María Soledad y Rodrigo.

Esa oferta fue una de las tres que recibió en 1974, cuando participó de un congreso en Río de Janeiro. Mario volvió a Chile animado con esas puertas abiertas, pero aún así con dudas. Eran tantas que demoró un año en tomar la decisión de mudarse a Brasil y, cuando finalmente pisó tierras paulistanas, se quedó sin el pan y sin la torta.

Pero no demoró más que dos semanas para conseguir trabajo en la industria de alambres. Desde entonces, pasó por varias empresas de diferente porte, trabajando siempre con producción, construcciones, máquinas y equipamientos metalúrgicos y siderúrgicos. Adoptó Brasil como su nueva residencia y hoy vive en Santo André, en la región metropolitana de São Paulo.

HERENCIA DE  FAMILIA

Conocer su pasado ayuda a entender esa vocación por el trabajo. Su padre, que capitaneaba barcos, trabajó hasta morir, a los 83 años. Creó la primera escuela industrial de pesca, que ayudó a cambiar la imagen de los pescadores y profesionalizó esa labor.

Cuando Mario era universitario y vivía con su familia en la ciudad de Concepción, en la zona Centro-Sur de Chile, estudiaba con disciplina, pero también con rabia. Le dolía ver a su padre despedirse y salir en el medio de la noche a enfrentar el Pacífico para sustentar a la familia.

“En mis cuadernos de matemática, hay manchones con lágrimas de impotencia”, recuerda Mario.

Pero esa dedicación a los estudios le trajo buenos frutos. Gracias a su buena formación y a su trabajo desde temprano, Mario pudo darse ciertos lujos, como la compra de una moto. “Tenía una vida de ‘filhinho de papai’ [expresión brasileña para una vida de rico], pero era con esfuerzo. Disfrutaba de la vida, pero estudiaba mucho.”

De adulto y con familia formada, pudo conocer el mundo y darle una buena educación a sus tres hijos. Uno de ellos es el arquitecto Mario Figueroa, a quién le enseñó las posibilidades de usar el acero en la construcción.

Ese conocimiento resultó en proyectos como el imponente Museo de la Memoria, en Santiago, la capital chilena, que llama la atención por su entramado metálico y paredes de vidrio. Padre e hijo trabajan juntos hasta hoy en diferentes obras, sean museos de gran escala, reformas en residencias o hasta pequeños kioscos de revistas.

MÁS DE LO QUE IMAGINABA

Al hablar, Mario mezcla un poco de español y portugués, manteniendo su tonada chilena. Entre una historia y otra, el ingeniero me vuelve a sorprender al contarme que fue nadador profesional: compitió en piscinas, lagos, ríos y mar abierto.

Cuando estaba en la universidad, entrenaba a la noche en un lago de Concepción, mientras que su padre se quedaba en la orilla, dentro del auto con las luces prendidas, para que Mario pudiese encontrar el camino de vuelta en la oscuridad.

Entre otras curiosidades, me dice que trabajó con todo tipo de equipamientos, que participó de pruebas de máquinas de submarinos, que también sabe luchar, que participó de la construcción de caminos en Chile y que conoció a Pablo Neruda, entre otras personalidades famosas.

“Pienso que mi vida valió la pena, que hice más de lo que yo mismo imaginaba y que soy un hombre feliz”, reflexiona.

Pregunto si quiere jubilarse algún día, ya imaginando una respuesta negativa. “Si uno para de trabajar, teniendo condiciones de hacer cosas, acepta que se está muriendo. Y yo no me voy a preparar para el fin.”

Mario, en la banca Tatuí. Fotografía: George Leoni.

Mario, en la Banca Tatuí, en São Paulo. Fotografía: George Leoni.

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Medidas de película contra una sequía de terror

Por brasilcomn
11/02/15 15:23

POR LUNA GÁMEZ  Y JOSÉ BAUTISTA

A Brasil se le agotan las alternativas para enfrentar la sequía, un viejo problema por estas tierras.

Aunque los brasileños, y principalmente los nordestinos -unos 50 millones habitando un extenso territorio semiárido del tamaño de Perú-, están acostumbrados a lidiar con la sequía, nunca antes las fauces de esta fiera habían acechado de forma tan desafiante la región sudeste, corazón económico de Brasil.

Se trata de la peor crisis hídrica del país en su conjunto.

El agua es fundamental para mantener las centrales hidroeléctricas que generan dos tercios de la electricidad que consumen los 204 millones de brasileños que habitan el país.

Una imagen actual del estado en que se encuentra el sistema Cantareira. FotografíaNacho Doce/Reuters

Una imagen actual del estado en que se encuentra una de las represas del sistema Cantareira. Fotografía: Nacho Doce/Reuters.

En la última década, la demanda del líquido vital en Brasil creció a un ritmo casi exponencial, consecuencia de la reducción de la pobreza, la creación de nuevos polos industriales y la consolidación de una de las mayores potencias agrícolas del planeta.

São Paulo, motor industrial y económico de Brasil, es una de las regiones más azotadas por la falta de lluvias.

Las reservas de agua del conjunto de represas del sistema Cantareira, que abastece a 8,1  millones de personas en la capital metropolitana, están al 5,7% de su capacidad.

Pronto acabará la época de lluvias y las nubes siguen sin aparecer.

La crisis hídrica lleva más de un año disparando alarmas en Brasil.

En agosto de 2014, el gobierno de São Paulo cerró el caudal del río Jaguari y desató un conflicto con Río de Janeiro y Minas Gerais en el que tuvo que intervenir la presidenta Dilma Rousseff.

Ese y otros problemas quedaron pospuestos, no resueltos, y ahora no hay mundiales de fútbol ni elecciones que releguen la sequía a la última página de los periódicos.

El gobierno brasileño le restó importancia al problema de forma sistemática hasta el pasado 23 de enero , síntoma del miedo a revivir una crisis como la de 2001, cuando las autoridades aplicaron cortes en el suministro eléctrico durante seis meses que dañaron la economía y la reputación de Brasil.

Ahora no hay tiempo para construir más represas ni nubes en el horizonte para llenarlas.

Los agricultores están preocupados, los empresarios, inversores y demás ciudadanos también.

Pero sin duda la mayor preocupación la tienen los gobernantes, o al menos eso se deduce tras ver algunas de sus medidas para paliar la sequía.

Algunos restaurantes en São Paulo adoptaron diversas estrategias para hacerle frente a la falta de agua, como llenar los tanques con agua mineral. Fotografía: Davi Ribeiro/Folhapress.

Algunos restaurantes en São Paulo adoptaron diversas estrategias para hacerle frente a la falta de agua, como llenar los tanques con agua mineral. Fotografía: Davi Ribeiro/Folhapress.

A continuación, algunas perlas que reflejan el grado de desesperación de las autoridades brasileñas:

Prohibido llevar cepillo de dientes

Mainrique, localidad de 50.000 habitantes, fue una de las primeras afectadas por la sequía en el estado de São Paulo. A fines de noviembre los más pequeños llegaron a casa con una carta del colegio en una mano y el cepillo de dientes en la otra.

A través de la misiva, las autoridades educativas comunicaron a los padres que no habría más cepillado de dientes en las 21 escuelas de Mainrique debido a la falta de agua.

“Lo encuentro absurdo (…) noto que mi hijo llega de la escuela con mal aliento”, explica Jucélia de Carvalho, madre y dependienta de una tienda de Mainrique.

La guinda del pastel: Rubens Merguizo Filho, alcalde de Mainrique, es dentista.

Sorteo popular. Premio: un pozo

En Pentecoste, en el norteño estado de Ceará, la falta de agua preocupa a las autoridades desde hace tres años.

Los agricultores y ganaderos de esta pequeña localidad acumulan grandes pérdidas por las malas cosechas y la muerte de los animales, mientras que varios municipios rurales no tienen acceso a agua potable.

En septiembre pasado, el ayuntamiento de Pentecoste puso en venta boletos por valor de tres dólares para un sorteo popular.

El premio: un pozo. Más de 2200 vecinos participaron del sorteo.

Sistema Cantareira registra nível de 6,1% da capacidade total, na represa Jaguari-Jacareí, na cidade de Joanópolis, no interior de SPFotografía: Luis Moura/WPP/Folhapress.

El sistema Cantareira registra un nivel de 6,1% de su capacidad total, en la represa Jaguari-Jacareí, en la ciudad de Joanópolis, en el interior de São Paulo. Fotografía: Luis Moura/WPP/Folhapress.

Lluvia a base de bombas 

La Sabesp, autoridad hídrica de São Paulo, lleva un año intensificando esfuerzos para generar lluvias sobre grandes represas como la de Alto Tietê, de cuyas aguas dependen cuatro millones de paulistas.

A falta de alternativas, este organismo decidió contratar aviones para bombardear gotas de agua en la base de las nubes y provocar lluvias.

Se trata de una técnica poco efectiva y relativamente cara, pues requiere del uso de aeronaves y radares para detectar nubes con suficiente potencial.

Este método tiene varios precedentes, siendo el dictador chileno Augusto Pinochet uno de los primeros en llevarla a cabo.

Organizaciones medioambientales dentro y fuera de Brasil condenan el bombardeo de nubes por su impacto negativo sobre el medio ambiente.

La escasez agudiza el ingenio 

El ingeniero brasileño Pedro Ricardo Paulino lanzó en noviembre una máquina capaz de condensar hasta 5000 litros de agua diarios a partir del aire.

La versión más grande de este aparato, bautizado como “waterair”, tiene el tamaño del contenedor de un avión y cuesta 160.000 dólares.

Tras cuatro años desarrollando el invento, Paulino ya ha vendido más de 200 unidades al gobierno de São Paulo, aunque entre sus clientes también figuran escuelas, farmacias y restaurantes.

Según el inventor, “todo lo que necesita la máquina para funcionar es una fuente de energía eléctrica y una humedad del aire superior al 10%”.

La sequía también castiga con fuerza al Norte de Brasil. Fotografía: Jarbas Oliveira/Folhapress.

La sequía también castiga con fuerza al Norte de Brasil. Fotografía: Jarbas Oliveira/Folhapress.

Un lago llamado Atlántico 

El 10 de febrero un equipo de técnicos procedentes de España e Israel viajó a Brasil para reunirse con el gobernador de Río de Janeiro y su secretario de medio ambiente.

En el orden del día solo figura un punto: la instalación de plantas desalinizadoras para obtener agua potable del océano Atlántico antes de que el problema se agrave y empiecen a llegar los visitantes de los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Las plantas desalinizadoras son una opción muy extendida en países como España, Japón, Estados Unidos o Alemania, pero presentan varios inconvenientes: consumen mucha electricidad y generan residuos perjudiciales para la flora y la fauna marina.

Frijoles con arroz, pero sin arroz 

No se trata de una medida sino de una idea lanzada por el brasileño José Graziano da Silva, director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés) .

La propuesta consiste en sustituir ciertos cultivos que requieren mucha agua, como el arroz, por otros de secano y con alto valor nutricional, como la quínoa.

“[Además] estamos desarrollando variedades de arroz adaptado a la sequía”, explicó recientemente Graziano da Silva a la BBC tras defender el cultivo de quínoa y alertar que la sequía de Brasil ya está teniendo efectos sobre el comercio mundial de alimentos.

Los frijoles con arroz son, junto con el portugués y el fútbol, uno de los grandes elementos en común que comparte la mayoría de los brasileños.

 

Habitantes de un barrio de la zona sur de São Paulo hicieron un pozo en un terreno  baldío para sacar agua del subsuelo, después de pasar cuatro días sin suministro. Fotografía: Rivaldo Gomes/Folhapress.

Habitantes de un barrio de la zona sur de São Paulo hicieron un pozo en un terreno baldío para sacar agua del subsuelo, después de pasar cuatro días sin suministro. Fotografía: Rivaldo Gomes/Folhapress.

Concienciación a ritmo de samba 

El gobierno de Río de Janeiro acaba de lanzar una nueva campaña de dibujos animados para animar a los más pequeños a ahorrar en su consumo de agua.

Esbanja (derrochador en portugués) es el hermano irresponsable y presumido que sufre pequeños accidentes por gastar más agua de la que necesita.

Manera es el hermano pequeño y repelente que hace el papel de listo y responsable.

La banda sonora la pone Martinho da Vila con un samba de letra pegadiza: “Canto en cualquier lugar / menos en la ducha / porque si no me doy prisa con el agua / mi dinero se va por el sumidero” (suena mejor en portugués carioca).

Estas anécdotas no restan gravedad al rompecabezas de la sequía y los niveles que está alcanzando.

El ingenio de última hora es un paliativo frente a una serie de problemas que requieren responsabilidad y previsión: cambio climático, degradación ambiental o crecimiento económico a toda costa, entre otros.

Brasil posee el 12% del agua superficial del planeta, la mayoría concentrada en la Amazonia, pero este tesoro fue tratado como una fuente inagotable y ahora la mitad de sus embalses están contaminados.

Como dijo el ilustrísimo João Guimarães Rosa, “el agua de buena calidad es como la salud o la libertad: solo tiene valor cuando se acaba”.

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El show debe continuar, aunque naufraguen los sueños

Por brasilcomn
09/02/15 10:33

POR FEDERICO CORNALI, DE SÃO PAULO

Se acabó. Después de vencer a Nick Díaz en Las Vegas parecía que la historia del ex campeón de artes marciales mixtas Anderson Silva encontraba un epílogo dulce, acorde a la fenomenal trayectoria de este ícono bandera del Ultimate Fighting Championship (UFC), que retornó al octógono el pasado 31 de enero, tras más de un año de ausencia.

Dejando atrás su conmovedora lesión, fractura de tibia y peroné de la pierna izquierda en aquel combate ante su verdugo Chris Weidman, en diciembre de 2013, el carácter de este regreso era apoteósico, pero destilaba cierta nostalgia. Era, tal vez, la última posibilidad de ver a una leyenda en actividad.

Durante años, los movimientos armónicos aunque letales de Spider arrastraron, con efecto hipnótico, a miles de fanáticos de cada rincón de Brasil hasta ponerlos delante de las pantallas de los bares, que abarrotaron en cada presentación del paulista, aunque él prefiere que lo llamen curitibano.

Veloz y técnico en sus movimientos, vehemente en sus lances, siempre era un espectáculo ver a quien se hizo conocido en los Estados Unidos luego de tumbar en apenas 49 segundos a Chris Leblen, figura surgida del reality “The Ultimate Fighter I”.

Anderson Silva golpea a Nick Diaz, durante la pelea del de enero, en Las Vegas. Fotografía: Steve Marcus/AFP.

Anderson Silva golpea a Nick Diaz, durante la pelea del 31 de enero, en Las Vegas. Fotografía: Steve Marcus/AFP.

En 2006 se erigió como campeón mediano (venciendo a Rich Franklin) y desde allí no paró. Hasta la actualidad, ostenta el reinado más largo en la historia de la organización, y en su récord figura también la racha más amplia de victorias, con 16 triunfos consecutivos y 10 defensas exitosas de su cinturón.

Algunos recordarán en unos años a Silva rodeado de figuras pop del Norte del continente, como Justin Bieber o Steven Seagal, encandilado por los faroles de la abundancia.

Sin embargo, muchos otros añorarán a aquel flaco desgarbado que creció bajo el ala de su tío, un oficial de policía, y esquivando prejuicios se enamoró del jiu-jitsu, un deporte que no se consideraba apto para niños pobres como él.

Para mantener en pie su sueño adolescente, Silva trabajó en un Mc Donald’s y el Spider que tan bien suena viene de su loca afición por Spider-Man, su héroe de siempre, de quien copió no sólo su apodo sino también sus movimientos, esos que fueron furor en Youtube.

Anderson Silva

Ahora, la nube más pesada los envuelve a todos y castiga duro. Las lágrimas que Silva, emocionado, dejó caer en el octógono del MGM Grand tras su victoria, el pasado 31 de enero, dejaron de ser saladas y se tornaron amargas luego de confirmarse el positivo en el primer control antidoping que se le realizó 22 días antes del combate (09/01).

Los hijos del campeón (son cinco), que después de la pelea le pidieron a su padre que abandonase la actividad, se transformaron -tras conocer la noticia del doping- en los abanderados en la cacería de “traidores”. “Algunos de ustedes dicen ser parte del equipo Silva, pero tan pronto como un rumor como este sale a la luz… gente falsa. Crean lo que quieran creer”, escribió uno de ellos, Kalil, en su cuenta de Instagram.

Su bronca es la de  muchos niños y adolescentes brasileños, que maduraron viendo  a Spider, que tal vez sueñan en ser como él cuando se dispersan un poco de sus quehaceres como despachantes de comidas rápidas, en la escuela o en el gimnasio.

Nada de eso les importa a los responsables de montar el teatro del UFC, que antes del combate ante Díaz sabían que Anderson registraba un positivo por uso de esteroides anabólicos (drostanolona y androsterona).

También su rival de turno falló en el test, por consumo de marihuana. “Show must go on”, pensaron los directivos que abrieron la billetera, colocaron dentro los dólares y hoy se hacen los desentendidos ante los reclamos, las pruebas y contrapruebas.

David Becker/Associated Press

Anderson Silva cae y grita de dolor: del enfrentamiento contra Chris Weidman, en diciembre de 2013, salió con fractura de tibia y peroné. David Becker/Associated Press.

Casi una semana después del combate que Anderson Silva ganó, la Comisión Atlética del Estado de Nevada anunció que dejará “sin resultado” la última contienda ante Díaz, debido a que ambos no superaron sus respectivos tests.

Ese órgano regulador tiene la potestad de suspender o alterar los fallos de las luchas, no sólo de UFC, sino también del boxeo dentro de su jurisdicción. Spider, al igual que su oponente, podrían perder sus premios, y es justo, pero sería válido también que sancionen a los directivos que los empujaron a luchar sabiendo lo que ocurría.

Vale aclarar que nadie le quita responsabilidad a Spider ni a su equipo. Sucumbieron ante la presión, tuvieron miedo, fallaron… como fallan los principiantes.

No es la primera vez que los responsables de la UFC sueltan la mano de sus competidores emblema para recoger con la sobrante los billetes. Jon Jones, otra de las figuras de este deporte, también había sido “cazado” por uso de cocaína el 3 de diciembre de 2014.

Silva junto a su familia, en una foto que posteó en su Instagram. Fotografía: Reprodução/Instagram/spiderandersonsilva.

Silva junto a su familia, en una foto subida a su cuenta de Instagram, en enero de 2014, cuando se encontraba en plena recuperación. Fotografía: Reprodução/Instagram/spiderandersonsilva.

Hasta sus entrenadores lo sabían, pero todos hicieron la vista gorda para que pudiese enfrentar a Daniel Cormier (el 3 de enero) en otra velada que reportó millones a los patrocinadores y a la organización. Apenas terminado el combate, se dio a conocer el resultado.

Este organismo que nunca cuidó de sus mejores exponentes e intenta salir ileso de las maniobras, pagará las consecuencias a corto o mediano plazo.

Desacreditado, empezará a dar manotazos de ahogado; tal vez algunos privilegiados se salven. Así y todo, las víctimas más lamentables de este juego sucio que involucra a varias partes siguen despachando papas fritas y hamburguesas, sollozando por el sueño quebrado, detrás de los mostradores de algún empleo mal pago.

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Llanto y lluvia 

Por brasilcomn
30/01/15 15:37

POR GABRIEL BAYARRI, DE RÍO DE JANEIRO

Narra un viejo refranero brasileño que no se debe tener miedo de la lluvia, pues el ser humano no está hecho de azúcar y no corre el peligro de deshacerse bajo el agua.

Semejante afirmación provoca un baile de calle bajo aguaceros tropicales, que hereda los elementos ritualistas de los pueblos amerindios, de los graznidos chamánicos que entonan al compás de la percusión la llegada de las nubes y el chispeo del oro líquido que completa el ciclo vital del pueblo y la tierra del Brasil, un país que almacena el 14% del agua dulce del planeta .

Contra toda previsión de la sabiduría ancestral y moderna en materia meteorológica, los rituales no están consiguiendo cambiar el rumbo del viento.

En un artículo reciente, del diario “Folha de S. Paulo” informó que un 68% de los paulistanos tuvieron problemas con el abastecimiento de agua en los últimos 30 días .

Ocurre también que la sequía nordestina está ganando terreno, zona oscura y desértica que todavía virgen queda lejos de ser ganada por cualquier tipo de civilización, donde carreteras y vías ferroviarias son absorbidas por el óxido y la arena, y los ríos y afluentes navegables por la piedra y el viento, secos enemigos del Brasil.

Se deja de respirar el perfume húmedo que desprende la selva, cálido, bochornoso, de fruta fermentada, que embriaga y cansa de forma deliciosa, que otorga un compás vital.

Crisis por la falta de agua en Brasil

En medio de esta grave crisis de abastecimiento de agua en Brasil un informe del gobierno federal muestra que el 37% del agua tratada para el consumo se pierde antes de llegar a los grifos de la población.

La principal causa es  la falta de manutención de válvulas y cañerías en las ciudades. La pérdida de agua en las cañerías es el indicador que menos avanza en los índices de saneamiento, de acuerdo con el mismo informe.

En 2010, la pérdida de agua supuso un perjuicio económico de 1300 millones de reales (cerca de 500 millones de dólares).

Recuerda un pueblo afrobrasileño tiempos de tinajas, aquellos en los que cada cántaro de agua era agradecido con un canto a Iemanjá, orixá de los mares, cuando el preciado líquido se subía a pulso en vasijas de barro, balanceándose sobre las cabezas mulatas.

Tal vez debamos cantar juntos y más alto, dejándonos las amígdalas en un grito de tormenta, que comienza a ser de guerra, no sólo contra la inminente sequía, un grito de guerra que atraviese las nubes y llegue hasta los todopoderosos encorbatados, aquellos capaces de establecer estrategias de trileros en la política del agua, aquellos que lloran la falta de lluvia como cortina de humo ante la real necesidad de inversiones en infraestructura básica.

Tal vez, con eso sea posible conseguir que el trueno retumbe en sus oídos, con un embate tan potente que aire y agua pulvericen la larga noche de espera, y que llore Brasil, pero que lo haga de húmeda alegría.

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La ciudad de las fronteras invisibles

Por brasilcomn
22/01/15 16:23

POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO

Si algo define a Brasil más allá de su gente, es su inmensidad. El gigante sudamericano, de dimensiones prácticamente continentales, es el único país del Cono Sur que comparte fronteras con todos sus vecinos a excepción de Chile y Ecuador.

Sin embargo, a veces las fronteras que no se encuentran trazadas en los mapas son las más difíciles de atravesar. Norte y Sur, ciudad y campo, centro y periferia o asfalto y favela, son fronteras invisibles que muchos parecen haber olvidado, especialmente aquellos que han quedado del lado “bueno”.

Desde el pasado fin de semana, una nueva frontera ha sido establecida en Río de Janeiro. Agentes de la Policía Militar (PM) montan controles en las salidas de los túneles que conectan la zona Norte de la ciudad con la zona Sur. Su objetivo es detener los autobuses que, cargados de jóvenes provenientes de las comunidades de la zona Norte, se dirigen hacia las míticas playas de la ciudad.

Es la frontera de la vergüenza, la del Norte pobre y el Sur rico que las montañas del macizo de Tijuca ya se habían encargado de crear, pero que los cariocas se habían asegurado de mantener con unos precios de alquiler que garantizaran  el aislamiento de los adinerados habitantes sureños.

Con sus fusiles en mano, como harían en la frontera de un país en guerra, los agentes de la PM inspeccionan meticulosamente los autobuses que salen del túnel de Rebouças o Santa Bárbara en busca de personas “no deseables” en dirección a unas playas que estos días acogen a miles de turistas.

Playas repletas y algunos robos se registraron el pasado fin de semana en Ipanema y Leblon. Fotografía: Ricardo Borges/Folhapress

Playas repletas y algunos robos se registraron el pasado fin de semana en Ipanema y Leblon. Fotografía: Ricardo Borges/Folhapress

Su foco se centra en la línea 476 que conecta Leblon, el barrio más exclusivo de Río de Janeiro, con el barrio de clase obrera de Meier, pasando por prácticamente todas las grandes favelas de la región Norte.

El pasado domingo, las imágenes de un grupo de más de 20 jóvenes rompiendo las ventanas e incluso subiendo al techo del autobús hicieron que muchos pongan el grito en el cielo.

“Si alguien está asomándose por las ventanas, puertas o con un comportamiento fuera de lo normal, el vehículo será parado y las personas retiradas”, avisó el pasado 15 de enero el subjefe de Operaciones de la PM, Claudio Lima Freire.

A las imágenes del pasado domingo se une el temido fenómeno del “arrastão” , es decir, grupos de hasta 50 jóvenes que asaltan a su paso a bañistas y transeúntes, que el pasado fin de semana actuaron en Ipanema y Leblón, y que han generado el caos entre los habitantes de la zona Sur.

Estas circunstancias parecen justificar este tipo de medidas conocidas por la PM como “Operação Verão”, que se complementa con un refuerzo de 700 agentes que patrullan desde el pasado fin de semana las playas de la ciudad.

Al parecer, a partir de ahora cualquier grupo de amigos de la zona Norte que desee viajar en autobús hasta las playas de Ipanema o Leblón deberá ser un ejemplo de buenos modales y tendrán que evitar pasear en grupo por la orilla de la playa.

En declaraciones a “Folha de Sao Paulo”, el director del Observatorio de Favelas, Jorge Luiz Barbosa, aseguró que los controles en los autobuses  “atentan contra el derecho de ir y venir de las personas” y añadió que “parte de un juicio de valor que considera a los habitantes de los suburbios como potenciales sospechosos “.

Un policía entra en el agua para atrapar a uno de los ladrones de la playa. Fotografía: Ricardo Borges/Folhapress

Un policía entra en el agua para atrapar a uno de los ladrones de la playa de Río. Fotografía: Ricardo Borges/Folhapress

Por su parte, el miembro del Instituto de Desarrollo y Derechos Humanos, João Tancredo, calificó la medida como “una violación de los derechos del ciudadano” y una acción basada en “prejuicios y humillante”. No obstante, y a pesar de las denuncias de diferentes ONGs, el miedo justifica los medios y la medida ha sido acogida con gran entusiasmo por los vecinos de la zona Sur de la ciudad.

Este mismo martes, día del patrón de la ciudad, San Sebastián, la PM realizó varias revistas que fueron calificadas como un éxito. “Está surtiendo efecto”, declaró a la TV Globo uno de los agentes, que además aseguró que los controles serán cambiados de ubicación cada fin de semana para lograr mayor efectividad.

El debate de la inseguridad en las playas abarrotadas de Río de Janeiro es una constante cada inicio de verano. Mientras tanto, las medidas del ayuntamiento y del gobierno del Estado de Río de Janeiro son cada vez más contundentes, algo que agradecen los bañistas y el turismo.

Sin embargo, resulta difícil establecer la línea entre seguridad y segregación. Lo que es seguro es que cada vez la zona Sur parece estar más aislada de la realidad del conjunto de la ciudad. Ni las obras del metro, ni el BRT, ni siquiera la experiencia del Mundial de fútbol o las preparaciones para los Juegos Olímpicos de 2016 parecen haber acercado a sus habitantes, sino más bien todo lo contrario.

La gentrificación y no otra es la verdadera frontera que divide a Río de Janeiro. Una frontera que no se vigila con policías sino con un ayuntamiento que diseñe una ciudad sin límites, abierta y accesible para todos sus ciudadanos. Río de Janeiro, la “cidade maravilhosa”, no merece ser una ciudad de frontera condenada a servir de escaparate a la belleza y, al mismo tiempo, a la miseria de Brasil.

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"Tarifazo" con sabor a negocio

Por brasilcomn
08/01/15 13:53

POR EDU SOTOS (@Edu_Sotos), DE RÍO DE JANEIRO

Es mediodía en Río de Janeiro, la temperatura ronda los 40 grados y una multitud se agolpa debajo de la escasa sombra que proyecta una parada de autobús en la playa de Flamengo.

Entre las personas que allí esperan son muchos los que revuelven sus monederos a la caza de los 40 centavos extra que desde el sábado pasado (3) tendrán que pagar por cada viaje que realicen. Un aumento del 13,3%, (de 3 a 3,40 reales) por viajar en unos autobuses viejos y sin aire acondicionado, que a muchos les suena a broma pesada.

Algo así como la promesa del alcalde de Río, Eduardo Paes (PMDB), quien prometió el 100% de los autobuses con aire acondicionado para 2016, algo que en la actualidad solo cumple el 28% de la flota.

Protestas del MPL

“Nunca sudar me había costado tanto dinero, por lo menos espero adelgazar”, comenta entre risas Isadora Nunes, una trabajadora doméstica de 46 años que cada día emplea unas tres horas y 4 autobuses (entre ida y vuelta) para desplazarse desde la Baixada Fluminense para trabajar en diferentes hogares de la zona sur de Río.

Al igual que ella, miles de trabajadores de toda la ciudad deberán pagar al menos 80 centavos más por día, 1,60 reales en caso de no disponer del billete único, para desplazarse a su lugar de trabajo.

Un gasto fijo que el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) sitúa en torno al 15% de los ingresos mensuales de los trabajadores brasileños y que, en algunos casos, puede suponer hasta el 70% de los ingresos mensuales de quienes obtienen el salario mínimo (678 reales).

Pero Río no está sola. Desde el martes (6) los habitantes de la megalópolis São Paulo pasaron a pagar de 3 a 3,50 reales por viaje en metro y autobuses.

Un aumento  mayor al de Río que  el alcalde, Fernando Haddad, anunció el pasado 26 de diciembre e indicó que considera por debajo de la variación en la inflación que, según él, supondría un aumento hasta los 3,75 reales por trayecto.

Se trata de una auténtica locura si se piensa que, en junio de 2013, un aumento mucho menor dio lugar a una de las mayores protestas ciudadanas que se recuerdan en Brasil desde el fin del periodo militar (1964-1985), encabezadas por el Movimento Passe Livre (MPL), que terminaron por obligar a los alcaldes de varias ciudades de todo el país a congelar las tarifas y negociar la posibilidad de aplicar la gratuidad del transporte público para  los estudiantes universitarios y de escuelas técnicas.

Esta promesa la ciudad de São Paulo podría aplicarla a partir de febrero, aunque aún continúa en el aire a la espera de la reglamentación de la  alcaldía.

Pero el MPL está de vuelta y desde hace una semana convoca a diferentes actos de protesta en todo el país.

El pasado lunes, cientos de personas se reunieron en el Largo de São Francisco, en Río de Janeiro, para protestar por el aumento de la tarifa mientras que, en São Paulo, el MPL organizó el acto “Clase Abierta Contra la Tarifa” frente al ayuntamiento.

Un acto que, irónicamente, contó con la presencia del hijo del alcalde, Frederico Haddad, que abandonó el lugar al ser reconocido por la prensa local y algunos de los presentes.

No obstante, el gran acto del MPL tendrá lugar  el próximo viernes (9) a las 17, frente al Teatro Municipal de São Paulo, ciudad que en 2013 lideró las protestas ciudadanas contra el “tarifazo”.

Una movilización que tendrá su equivalente carioca exactamente a la misma hora en la región de Cinelandia, la misma que concentró las manifestaciones más violentas que se recuerdan en Brasil a manos de los hoy en día desaparecidos “Black Blocs”.

Y es que, más allá de la necesidad de adaptar los precios a la inflación del 6,86% que golpea el bolsillo de los brasileños, son muchas las voces de técnicos que valoran el aumento como completamente desproporcionado e interesado, especialmente en el caso de Río de Janeiro, que incluso ha sido denunciado esta semana por el Ministerio Público sin éxito.

Desde que Paes asumió la alcaldía en 2009, el precio de los billetes en la ciudad aumentó un 54,54%, es decir, un 38,6% más que la inflación durante el periodo, de acuerdo con  los cálculos del profesor del Instituto Brasileño de Mercado de Capitales (IBMEC), Gilberto Braga.

En declaraciones al diario Extra, el profesor de la Fundación Getulio Vargas (FGV), Marcus Quintella, señaló que la suba está por encima del aumento en el precio del diesel y de los salarios de los trabajadores de transportes, a la vez que indicó que “las cuentas no son claras” y que el detalle técnico de la tarifa “debería ser abierto a la ciudadanía que tiene derecho a saber cómo está calculado”.

Llegados a este punto, solamente los intereses políticos y empresariales podrían explicar un aumento calificado como “inexplicable” por los expertos.

Basta con observar la reducción aprobada en 2010 por el gobernador de Río de Janeiro, Sérgio Cabral (PMDB), del 2% al 0,01% del Impuesto sobre Servicios (ISS) a las empresas de transportes, dejando de recaudar así 33 millones de reales por año.

A esto se suma la exención en el pago del Impuesto sobre la Circulación de Mercancías y Prestación de Servicio (ICMS), que aportaba 100 millones de reales anuales al ayuntamiento, o la reducción del 50% en el Impuesto sobre la Propiedad de Vehículos Automotores (IPVA), dejando con ello de percibir 36 millones de reales anuales.

Se trata de un ahorro estimado de 169 millones de reales para las compañías de autobuses de Río de Janeiro, basado en decretos firmados por Cabral.

La falta de transparencia y la connivencia más que evidente entre las autoridades de la ciudad y el estado de Río de Janeiro con personas como el empresario Jacob Barata, llamado el “rey de los autobuses” y propietario del Grupo Guanabara -con una flota de 4200 autobuses y más de 20.000 trabajadores- da que pensar a la hora de valorar un aumento que con mayor o menor impacto -dependiendo de la ciudad- recaerá directamente sobre los bolsillos de la clase trabajadora de todo el país.

Un claro abuso que este miércoles (7) adquirió notas de surrealismo cuando el secretario de Transportes de Río de Janeiro, Rafael Picciani, anunció que podría reducir un 25% la flota actual de autobuses hacia 2016, alegando una “racionalización” de la flota, tras el inicio del servicio BRT (Transporte Rápido en Bus, por su sigla en inglés) en la ciudad y “cumplir con la meta” de aire acondicionado en el 100% del servicio para el próximo año.

En conclusión, peores servicios para los ciudadanos que tendrán que pagar más para apretarse dentro de los cada vez más escasos autobuses. Mientras tanto, los empresarios del sector ganarán más y se ahorrarán millones en renovar una flota de autobuses antiguos con conductores y cobradores con sueldos ridículos.

En este contexto de precarización del transporte público, la reactivación del  MPL parece ser la única esperanza para unos ciudadanos que, si bien tomaron las calles por 25 centavos en 2013, no parecen dispuestos a movilizarse en 2015.

Un año que todos los economistas, incluido el nuevo ministro de Hacienda, Joaquim Levy, señalan como el año en el que los brasileños de a pie tendrán que apretarse el cinturón.

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Un año en las calles

Por brasilcomn
31/12/14 11:00

POR ESTHER SOLANO Y WAGNER IGLECIAS

Esther (prof.esther.solano@gmail.com) es española, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo y miembro del Fórum de Seguridad Pública. Wagner es brasileño, doctor en Sociología por la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo (USP) y profesor de la Escuela de Artes, Ciencias y Humanidades de la USP.

***

Las fechas navideñas siempre son propicias para mirar hacia atrás y reflexionar sobre lo vivido. Si algo no puede pasar inadvertido en esta retrospectiva es el ciclo de protestas sociales 2013-2014, la ocupación continua de las calles de São Paulo, como si los ciudadanos quisieran arrebatarle el espacio urbano a la propiedad privada, la única que tiene presencia asegurada.

Comenzamos con el espasmo colectivo de las Jornadas de Junio de 2013, que dejaron a la ciudad de São Paulo catatónica, eufórica, sin que nadie entendiera bien lo que estaba sucediendo, pero con el aroma de que se estaba viviendo un momento histórico, una expresión colectiva de las voluntades, los deseos y los miedos de todos nosotros.

Cuando todavía no nos habíamos recuperado ni del susto, ni del entusiasmo, otro actor entró en escena, súbitamente. Los jóvenes adeptos de la táctica black bloc, con su estética negra, cargados con piedras y molotovs, dejaron pasmada a una ciudad que no sabía entenderse a sí misma. Rabia, violencia, miedo, policía en las calles.

Llegó diciembre de 2013. Todo parecía un poco más aplacado, sereno, volviendo a su rumbo, cuando, sin aviso previo, los jóvenes del “rolezinho” decidieron juntarse para ir a dar una vuelta a los shoppings de sus barrios e incluso de las zonas más ricas de la ciudad.

Protestas sociales en Brasil

Un episodio tan cotidiano, tan banal, pero que provocó una onda reaccionaria exagerada, que dejó expuesta la estructura jerárquica de la sociedad brasileña, con señoras aterradas por la idea de que “esos jóvenes negros de favela” pudieran invadir como hordas salvajes sus idolatrados shoppings exclusivos.

Entre sobresaltos de “rolezinhos” y black bloc llegó el 2014, el Mundial y el espacio público siguió siendo escenario de escenas de conflictos sociales: calles y  estadios, de nuevo, dejaron al descubierto la faceta más rancia de un Brasil que profería insultos clasistas y racistas en los partidos de fútbol.

La Copa del Mundo se perdió en el campo de forma vergonzosa, pero no menos vergonzoso fue ver el comportamiento de algunos de los que ocupaban las gradas de los estadios.

Y, como no podía faltar, las últimas de las emociones fueron el año electoral y dos eventos sociales fascinantes: la ocupación de las calles por parte de militantes y simpatizantes del Partido de los Trabajadores (PT) en un movimiento de dinamismo social electoral que hacía años no se veía y la organización de los conservadores, que nunca participaron de la tradición de expresarse políticamente según el modelo de manifestación, personas que vociferan contra un supuesto estado brasileño-bolivariano-castrista-leninista, a los que se suman grupos aislados que piden la vuelta de un gobierno  militar.

REOCUPACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO

Es importante resaltar que la mayor metrópoli brasileña vive un proceso de reocupación de las calles y del espacio público.

En las últimas décadas, la concepción de que el espacio público es apenas un lugar de pasaje entre dos espacios privados (la casa, el trabajo, el shopping, la escuela) había ganado mucha fuerza en São Paulo. Además, sucesivas gestiones municipales trataron el espacio público de forma militarizada, impidiendo su uso por artistas de calle y colectivos juveniles.

A eso se suma, por un lado, la ideología del mercado inmobiliario, tan fuerte en São Paulo, a vender todo el tiempo la concepción de espacios privados exclusivos, definidores de elevados grados de status social que garantizan seguridad y confort, y, por otro, la cultura del automóvil, por la cual muchos equivocadamente imaginaron que los problemas de transporte en una ciudad de más de 11 millones de habitantes podían resolverse por salidas individuales y privadas.

Un hecho aparentemente banal, pero muy característico de sectores de la élite paulista, fue el puntapié inicial para cambiar las tendencias dominantes e impulsar la reocupación de las calles por movimientos sociales diversos. En 2011, habitantes de un barrio acomodado se manifestaron públicamente contra la instalación, en esa región, de una estación de metro.

Alegaban que aquello podría aumentar y diversificar en demasía la circulación de personas por el barrio. La reacción de los movimientos sociales fue de repudio, en forma de ironía.

La “Parrillada de Gente Diferenciada”, organizada en la calles del exclusivo barrio de Higienópolis, en mayo de 2011, se constituyó como un catalizador para que diversos colectivos volvieran a encarar la calle como espacio no apenas de circulación, y sí de ocio y reivindicación política en la ciudad de São Paulo.

Obviamente muchos movimientos sociales jamás habían dejado las calles, pero aquel episodio, aliado a la fuerza de las redes sociales, incentivó a numerosas personas a salir a las calles de la mayor ciudad del país para protestar. Seguramente no se verán, otra vez, contingentes de decenas de miles de personas como se vieron en las Jornadas de Junio de 2013.

Ahora ya no hay una masa indiferenciada protestando por temas vagos, contra “todo lo que está ahí”, pero es bastante probable, como ya se ha demostrado desde 2013, que São Paulo siga siendo escenario, en 2015 y en los próximos años, de diversas manifestaciones. Con excepción de aquellas de banderas anti-democráticas, no deja de ser un aliento.

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Jair Bolsonaro, más que un personaje, un estratega

Por brasilcomn
18/12/14 10:36

POR EDU SOTOS (@Edu_Sotos), DE RÍO DE JANEIRO

La primera vez que entrevisté a Jair Bolsonaro fue el 31 de marzo de este año y no supe qué pensar. Rodeado de  una multitud de ancianos exmilitares y personas arropadas en la bandera de Brasil parecía un líder religioso más que un político. Sus correligionarios lanzaban gritos a favor del regreso del régimen militar y contra la “dictadura marxista de Lula y Rousseff”.

Era el 50º aniversario del golpe militar de 1964 contra el presidente João Goulart y pensé que aquella sería la única vez que tendría que enfrentarme al discurso más extremista que jamás había escuchado en Brasil.

Sin embargo, esta misma semana volví a sentarme frente a quien es hoy el diputado federal más votado en Río de Janeiro, representante del Partido Progresista (PP) y probablemente el político más mediático del país.

Su trato, especialmente amable y atento con la prensa, puede llevar a pensar que reserva su discurso incendiario para las sesiones de la Cámara de Diputados o para las manifestaciones contra el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

Pero no, a Bolsonaro le encanta hacer ruido y llamar la atención. Es por eso que la prensa, en particular quienes trabajamos para medios extranjeros, somos siempre bienvenidos a la hora darle luz a sus polémicos argumentos.

En las entrevistas con Bolsonaro que realicé esta semana, tanto para la agencia rusa Sputnik como para “El Periódico” de Catalunya, no pude evitar incluir esta frase que resume perfectamente su discurso: “Dilma Rousseff presenta un banquete a los pobres durante la campaña y después les decapita el Estado Islámico”.

El diputado Jair Bolsonaro, durante una sesión en la Cámara de Diputados. Fotografía: Alan Marques/Folhapress.

El diputado Jair Bolsonaro, durante una sesión en la Cámara de Diputados. Fotografía: Alan Marques/Folhapress.

En la visión de Bolsonaro, argumentos que en algunos países de Europa podrían llevarlo a la cárcel, son para él completamente válidos. El diputado no dudó en señalar, por ejemplo, a Dilma Rousseff como “una terrorista” que “financia dictaduras marxistas en toda América Latina” a través de sus intercambios con Cuba.

Para él, programas como “Mais Médicos” o “Mais Especialistas” solo sirven para entregar 1000 millones de reales anuales a la dictadura de la isla y con ello poder traer a Brasil a 11.000 cubanos “muchos de ellos militares y espías”, entre ellos la famosas “Avispas Negras” o fuerzas de elite de Fidel Castro.

Tras 10 minutos de explicación conspirativa, decidí cambiar el rumbo de la  conversación hacia los problemas sociales que atraviesa Brasil.

En este sentido, el diputado fue claro al afirmar que “el gobierno de Rousseff pone a negros contra blancos, pobres contra ricos, norte contra sur, homosexuales contra heterosexuales y padres contra hijos”. Un alegato que sorprende al proceder de un político al que la opinión pública considera racista, homófobo y ultraconservador.

Descubrí que la verdadera fijación de Bolsonaro es la política educacional del PT y se mostró muy molesto con lo que llamó el “kit gay” o programa de educación sexual que el gobierno de Rousseff  elaboró con la colaboración con los movimientos LGBT, y que le valió en 2011 un agrio enfrentamiento con el diputado del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Jean Willys.

Visiblemente alterado y con gran lujo de detalles insistió en explicar las ilustraciones supuestamente “pornográficas” de los libros de texto en Brasil. Para Bolsonaro, los dibujos de “niños indios desnudos jugando” son una clara incitación a la pedofilia  y a la homosexualidad.

En una de sus tantas declaraciones polémicas, Bolsonaro  dijo que no "violaría" a la diputada Maria do Rosário (PT-RS) porque "no lo merece". Fotografía:  Pedro Ladeira/Folhapress.

En una de sus tantas declaraciones polémicas, Bolsonaro dijo que no “violaría” a la diputada Maria do Rosário (PT-RS) porque “no lo merece”. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

En un momento dado admitió que su máxima preocupación en estos momentos sería la aprobación del proyecto de ley que criminaliza la homofobia.

“Les daría un poder enorme a los homosexuales. Imagina que un cura lea un fragmento de la Biblia contra la homosexualidad, con esta ley podría ir a la cárcel”, explica el ferviente católico que, sin embargo, reiteró que su problema no es con la homosexualidad sino con “la educación tendenciosa” y con las “leyes injustas”.

Llegado este punto, uno comienza a pensar si el discurso extremo, centrado en los ataques al gobierno y la corrupción, aliñado con un claro componente conservador, no podría arrancar votos en un país hastiado por los escándalos y con un fuerte aumento de las iglesias evangélicas.

Ya lo vimos con Jörg Haider en Austria o Jean-Marie Le Pen en Francia. Es en las aguas revueltas de la recesión económica y la crisis social donde los discursos extremos encuentran el caldo de cultivo ideal. Y todo parece indicar que en 2015 no faltarán estos componentes. Bolsonaro lo sabe y se prepara para aprovechar la situación.

Mi impresión sobre Bolsonaro, tras mi segundo encuentro y pese a la notoriedad que ha ganado, no ha cambiado demasiado. Detrás de esa imagen de militar con ideas fuertemente reaccionarias y obsesionado con el orden, se esconde un político ambicioso y oportunista que no dudará en continuar su estrategia de caldear el panorama político brasileño con excéntricos discursos para allanar su camino en la carrera política.

Al preguntarle hasta dónde quería llegar, el diputado, que ya prepara su salida del Partido Progresista, sonríe y se relaja. “Hasta donde llegue”, responde.

Bolsonaro, el diputado más votado de Río de Janeiro no se conforma con el lugar que ganó en Brasilia y fija su mirada en el Palacio de Planalto, al que aspira llegar en 2018. Parece que habrá que comenzar a acostumbrarse a sus incómodas palabras, porque este militar lo que promete es dar pelea.

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