El beso gay del valiente cobarde
30/08/13 09:00POR NATALIA FABENI
Dicen que una imagen vale más que mil palabras y si en ella está el atacante del Corinthians e ídolo de multitudes Emerson Sheik, ya pueden imaginar. Pero si además, en la imagen, el futbolista y hacedor de goles decisivos aparece dándole un beso en la boca a otro hombre nos falta espacio en este blog para explicar el tamaño del alboroto que se formó.
Sheik provocó con su beso gay la ira de un colectivo homófobo y machista, se ganó la simpatía de los homosexuales y abrió el debate de la homosexualidad en el deporte, de la homosexualidad de los mitos masculinos. Pero Sheik, valiente con su gesto, no supo aguantar la presión de la hinchada y acabó pidiendo perdón por los colores de la bandera que él mismo había levantado.
La historia es sencilla: Sheik estaba el domingo pasado en el restaurante de su amigo Isaac Azar y decidió festejar la victoria de su club y el nacimiento del próximo hijo de su amigo con un piquito. Aunque la intención del jugador iba más allá de conmemorar la amistad con un simple “selinho”.
“Hay que ser muy valiente para celebrar la amistad sin miedo de lo que los prejuiciosos van a decir. Hay que ser muy libre para festejar una victoria así, con un amigo que te apoya siempre (…) Ah, ya me estaba olvidando, para los que pensaron en hacer bromas tontas con la foto, miren todo mi Instagram antes, sólo para que no tengan dudas”.
Ahí quedó la polémica. Las redes sociales explotaron, sus compañeros del Corinthians aplaudieron la actitud de Sheik en el vestuario y la hinchada se indignó, pidió explicaciones y repudió el beso con carteles en el entrenamiento que reflejan pensamientos de otra era, que asustan: “Andá a besar a la PQP –mejor no traducirlo-… Acá es lugar de hombres” y “desviados no”, decían algunos de ellos.
Nada sirvió para calmarlos, mucho menos las explicaciones de Sheik, quien repitió en la radio, en la tele y en entrevistas en internet que los “piquitos” son parte de su educación, mostró fotos de sus hijos haciendo lo mismo, mientras afirmaba que él es muy hombre, que todo forma parte de un “prejuicio estúpido”, que el mundo del fútbol es “muy machista” y que ya “no hay más lugar para eso”.
Pero el atacante del Corinthians se equivocaba: la homosexualidad en el mundo del fútbol es tabú y todo indica que lo va a seguir siendo. Los deportistas, por ahora, van a tener que continuar “dentro del armario” si no quieren ser repudiados por las hinchadas.
La encuesta realizada en el site del programa “SporTV”, de la red Globo, a propósito de la polémica del “selinho”, habla por sí sola. Los presentadores quisieron conocer el grado de tolerancia que tendrían los fanáticos en caso de que algún jugador de su equipo preferido asumiera públicamente ser homosexual y las respuestas fueron muy conservadoras: el 62,81% respondió que no aceptaría gays en el equipo de sus amores, mientras que el 21,42% dijo que respetarían la condición sexual del jugador porque pertenecería a su vida privada. Sólo un 13,42% tuvo una postura más comprensiva y manifestó que apoyaría al deportista. La respuesta “todo bien, si no lo demuestra” cosechó un 2,35%.
La presión fue tan grande, y los reclamos de disculpas públicas por parte de la hinchada tan reiterados, que el atacante, tras una reunión con la hinchada mayoritaria del club, no pudo sostener más la situación y dio su brazo a torcer: se disculpó y, con una broma sin sentido, se escudó en el prejuicio que antes había condenado para zafarse de la incómoda situación que le generó tener una opinión diferente y en contra de los parámetros del mundo del fútbol al que pertenece.
“Lamento si ofendí a la hinchada del Corinthians, no fue mi intención. Fue sólo una broma con un amigo, hasta porque no soy são-paulino (en referencia al São Paulo, equipo rival del Timão, contra el que los corinthianos suelen hacer bromas de ese tipo)”, dijo el atacante, en un comunicado divulgado por la hinchada organizada.
¿Fin del asunto? Nada de eso. La homofobia desatada por la foto del “piquito” es sólo la punta del iceberg del drama de discriminación y falta de derechos que sufren gays, lesbianas y transexuales en Brasil y en toda América Latina.
Como lo hace desde hace 30 años, el Grupo Gay de Bahía (GGB), la asociación de defensa de los derechos humanos de los homosexuales más antigua de Brasil, divulgó en enero pasado su Informe Anual de Asesinatos de Homosexuales (LGBT) relativo a 2012. Los números son escalofriantes.
Allí constatan que fueron registrados 338 asesinatos de gays, travestis y lesbianas en el país, incluyendo dos transexuales brasileñas que murieron en Italia, lo que equivale a un asesinato cada 26 horas. Las muertes de 2012 representan un aumento del 21% en relación al año anterior (266 muertes) y un crecimiento del 177% en los últimos siete años.
Con estos números, Brasil, donde el matrimonio civil homosexual es legal, es el primer país en el ránking mundial de asesinatos homofóbicos, concentrando el 44% del total de ejecuciones en todo el mundo. Los homosexuales lideran el número de muertes, con 188 (56%), seguidos de 128 travestis (37%), 19 lesbianas (5%) y de los bisexuales (1%).
Incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció en un comunicado difundido a mediados de este mes los “altos niveles de violencia y discriminación” que sufren los jóvenes homosexuales en toda América y el asesinato de 23 transexuales y 15 homosexuales el mes pasado en el continente. Brasil, con 200 millones de habitantes, no es el único país al que hay que apuntar con el dedo acusador, pero lleva la delantera en todo: sólo en julio pasado hubo 23 asesinatos de personas transexuales. Nueve de ellas en Brasil, cuatro en Honduras, dos en Colombia, dos en México y otras dos en Perú, una en Estados Unidos, una en Jamaica, una en Paraguay y una en Venezuela.
Además, la CIDH fue informada de 13 casos de asesinatos de gays en América Latina, ocho de ellos en Brasil, dos en Perú, uno en Honduras, uno en México y uno en Venezuela, siendo la gran mayoría asesinados a golpes.
Sheik decidió usar en el partido del próximo domingo unos botines diseñados especialmente con las frases “Fuera el prejuicio” y “Gentileza” para reafirmar su posición sobre el “piquito”, pese a las disculpas y al chiste homofóbico con el que cerró el episodio. En medio de la polémica, de actitudes de otra era y de actos aberrantes, me acuerdo de las palabras que el Papa Francisco pronunció en el avión que lo llevó de vuelta al Vaticano, tras su visita a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud, con las que sorprendió a medio mundo: “¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual?”. Creo que vale la pena la reflexión para todos los que salieron a condenar a Sheik, incluso para él mismo.