Oda a la palabra hablada
15/01/14 15:13POR MILLI LEGRAIN
En la era digital en la que vivimos, en la que desaprendemos a contar historias y preferimos echar un vistazo a nuestro iPhone que mirar a los ojos a un amigo, en donde la comunicación se hace por medio de mensajes de texto que amenazan nuestro idioma, en donde interactuar se reduce a un simple “me gusta” o a mostrar un vídeo casero en un aparato que cabe en nuestra mano, es reconfortante saber que aún existen espacios dedicados a la “palabra hablada”.
Así, esta semana asistí a mi primer “Corujão de Poesía” en Río de Janeiro, la única vigilia semanal de poesía, literatura y música de toda América. Animada por un amigo filósofo, pero frenada por mis prejuicios, llegué al evento -lo confieso- un poco reticente: “Un evento de poesía en una librería de Leblon, el barrio con el metro cuadrado más caro de Río… ¿Qué tan creativo puede ser esto?”, pensé.
A lo largo de la noche, mi recelo se encontró con un abanico de personas de toda edad, sexo y color, casi todos brasileños, con la excepción de una italiana y un libanés, que esperaban su turno para recitar un poema delante de un público conformado por ellos mismos. Algunos leyeron poemas clásicos, otros, creaciones de amigos y muchos otros recitaron piezas de su propia autoría.
“A la burguesía no le importa el otro”, comenzó a narrar Flávia Côrtes. “Al obrero no le importa el otro. Dios mío, ¿a quién le importa? El ser humano no se despega de su ombligo. Todo el mundo es bueno. Todo el mundo quiere el bien. Nadie nunca hace nada malo. ¿Será que alguien hace el bien?”, se preguntó la mujer, en uno de los poemas de su propia colección llamada “Espanto”, publicada en braille para el público no vidente.
Un actor, conocido como “Rollo”, un hombre avispado y de anteojos rojos en la punta de su nariz, se deleitó leyendo un cuento cómico de la compositora y cantante brasileña Rita Lee sobre un secador de pelo que lleva el nombre de Maycon Wellington.
Leyla Lobo, con un brillo en los ojos y tono entre desafiante y juguetón, recitó un poema del nordestino Ferreira Gullar: “El hombre está preso por la vida y necesita vivir. El hombre tiene hambre y necesita comer. El hombre tiene hijos y precisa criarlos. Hay muchas artimañas en el mundo y hace falta quebrarlas”.
“No digan obrigado [gracias, en portugués], digan agradecido. Obrigado viene de obligación”, dijo otro. Fue en ese momento que descubrí que la palabra “obrigado” tiene sus raíces en la servidumbre.
“Yo no soy cantante de fados [estilo de música portugués], el fado es lo que canta en mi”, terminó otro hombre, quien le dedicó un fado de su creación a su madre portuguesa, que había cumplido 87 años la semana anterior.
Una mujer oriunda del estado de Ceará, de pelo y ropa blanca, ciega desde los cuatro años, logró hechizar a todo el público al entonar una canción popular.
Y así fueron desfilando decenas de poetas a lo largo de la noche, todos reunidos por amor a la literatura y a la lengua portuguesa, mientras se asomaba algún curioso para ver lo que tanta gente estaba haciendo en una librería a esa altura de la noche.
Más tarde, un tal señor Meirelles, apoyado en un bastón, anunció su proyecto personal de distribución de poemas. Con un libro en la mano, leyó la dedicatoria que escribió, que decía algo así como: “Este libro es para ti. Una vez que lo hayas disfrutado, déjalo en otro lugar público como éste, para que otro lo pueda disfrutar de la misma manera”.
Carla Gomes, una autora que reivindica la cultura afro-brasileña, aprovechó para contar cómo consiguió vender un ejemplar de su libro “Olhar Negro” en el camino al “Corujão”, desde el barrio de Campo Grande.
Casi sin darnos cuenta fue pasando la noche, en un festival que celebra la palabra hablada, y que duró hasta bien pasada la una de la madrugada.
“El Corujão de Poesía [literalmente gran búho de poesía] fue impulsado por un grupo de insomnes hace ocho años”, me contó João de Souza, uno de los creadores del proyecto, bromeando a medias. João dedica gran parte de su tiempo a este proyecto, en el marco de su trabajo como asesor cultural de la Universidad Salgado de Oliveira. El “Corujão de Poesía” está también patrocinado por el músico popular brasileño Jorge Ben Jor.
Según ellos, con todo esto buscan “incluir el libro en espacios de convivencia e incitar el placer de la lectura individual y colectiva, teniendo a la música y a la poesía como instrumentos de seducción”.
Cada semana, la noche del martes reúne a románticos, idealistas, soñadores, sabios y noctámbulos . “Desde hijos de banqueros hasta vendedores de verduras”, precisó João.
“Pero no siempre fue así”, confesó. “Cuando nació el Corujão, el guardia de seguridad del local y yo eramos los únicos negros”. Mientras miraba la sala, habló de las “pequeñas conquistas” que desde entonces cosechó su proyecto, que no se agota en los martes a la noche, ya que incluye también una propuesta de distribución de libros que busca democratizar el placer de la lectura.
“En el segundo semestre de 2013, logramos distribuir unos 40.000 libros en comunidades desfavorecidas, desde Río de Janeiro, hasta Bahía, incluso llegamos a Haití”, contó con orgullo.
El evento tiene tanto éxito que ya se crearon nuevas ediciones en la ciudad de Niteroi y en los suburbios de São Gonçalo y Barra.
En palabras de Flávia Côrtes, “Río está viviendo un movimiento literario muy importante. Estamos volviendo a la época de los trovadores”. “¡Viva el poder de la ‘palavra falada’ [palabra hablada]!”, exclamó ilusionada.
La entrada es siempre libre y gratuita. Para más información: www.corujaodapoesia.com.