Brasil con Ñinmigración – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 Brasil, última parada antes de llegar a Berlín http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/09/21/brasil-ultima-parada-antes-de-llegar-a-berlin/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/09/21/brasil-ultima-parada-antes-de-llegar-a-berlin/#respond Mon, 21 Sep 2015 15:08:47 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1619 Continue lendo →]]> POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO 

Debajo de un cuadro con la frase “Ahlan-Wa-Sahlan”, que significa “bienvenido” en árabe, dos jóvenes musulmanes se entretienen chateando con sus teléfonos móviles.

Se trata de una imagen cotidiana que podría parecer la de cualquier locutorio de una ciudad europea, o de Medio Oriente, si no fuese porque ambos jóvenes son refugiados sirios y el lugar en el que se encuentran es una parroquia católica de Río de Janeiro. 

Hace cinco meses, Ahmad Hamada, de 30 años, y su amigo Mohamed Al-Saleh, un palestino nacido en Siria, de 22 años, dejaron el campo de refugiados de Yarmuk, en Siria, un lugar ubicado a pocos kilómetros del palacio del presidente Bashar Al-Assad, donde 12.000 personas se mueren de hambre y enfermedades.

Los dos jóvenes lograron abandonar el campo de refugiados a bordo del coche de unos contrabandistas y por 3000 dólares consiguieron atravesar la frontera del Líbano y embarcar rumbo a Estambul, Turquía.

“Salir del infierno de Yarmuk ya fue una bendición, sin embargo, fue en Turquía donde las cosas se complicaron. En Estambul hay auténticas redes mafiosas que pueden conseguirte un pasaporte falso en menos de 15 días por 350 dólares”, explica Mohamed, quien se niega a dar más detalles sobre los pasaportes falsos que obtuvieron en Turquía o contar cómo hicieron para embarcar en un vuelo hacia Roma, aunque reconoce que, en total, gastaron  5000 dólares para llegar a Europa.

Con un esforzado aunque entendible inglés, Ahmad resume con ayuda de gestos los abusos que los carabinieri italianos les infligieron tras ser detenidos y trasladados a  una comisaría de Roma por portar documentos falsos.

“Ocho policías italianos nos golpearon como a animales y nos dijeron que nos odiaban, jamás pude imaginar tanto racismo en un país tan próximo al nuestro”.

Por suerte para ambos, las autoridades italianas no pudieron retener sus pasaportes sirios, gracias a los cuales, y tras gastar un total de 9000 dólares, consiguieron llegar a Brasil.

Desde que a fines de 2013 el Ministerio de Justicia de Brasil creó una normativa específica para facilitar la concesión de visados a refugiados sirios a través del Comité Nacional de Refugiados (Conare), el gigante sudamericano se ha convertido en el país con más refugiados sirios de América Latina.

En total, 2077 ciudadanos sirios han encontrado a más 10.000 kilómetros de Siria su tierra prometida o al menos un lugar en el que tienen la posibilidad de volver a empezar. 

De hecho, Brasil acoge a más  refugiados sirios que Estados Unidos (1243) o los países europeos del Mediterráneo, como España (1335), Grecia (1275), Italia (1005) o Portugal, que únicamente alberga a 15 refugiados de esta nacionalidad.

Tanto es así que en el discurso del Día de la Independencia de Brasil, el pasado 7 de septiembre, la presidenta Dilma Rousseff declaró que “a pesar de las dificultades que atraviesa el país, Brasil tiene los brazos abiertos para acoger a los refugiados”.

Sin embargo, no todo lo que reluce es oro. Como reconoce el párroco de la parroquia de São João da Lagoa, Álex Coelho Sampaio, donde se encuentran albergados Ahmad y Mohamed, “el gobierno de Brasil ha hecho una gran labor acogiendo a los refugiados sirios, pero una vez que les coloca el sello en el visado se desentiende completamente de sus necesidades más básicas”.

Desde hace 14 meses, y gracias al apoyo de Cáritas y la archidiócesis de Río de Janeiro, su modesta parroquia proporciona alojamiento, comida, tratamiento sanitario y clases de portugués a 16 refugiados, nueve de ellos de  nacionalidad siria.

“Como habéis visto en la entrada, a pesar de ser un templo católico, los musulmanes son recibidos con todo el apoyo que merece un ser humano que ha sufrido”, dice.

Gracias al apoyo de sus feligreses, este párroco ha conseguido convertirse en la única casa de acogida para refugiados en Río de Janeiro.

No obstante, el padre Coelho sabe que la mayoría de los sirios no permanecerá en Brasil después de los tres meses de asistencia gratuita que la Iglesia les concede.

“Para ellos, Europa es la única solución. Cuando salgan de aquí, la mayoría viajará a la ciudad de Fortaleza, desde donde salen vuelos hacia Turquía con escala en Berlín, y será entonces cuando intenten quedarse en Alemania”, comenta.

Ahmad y Mohamed lo tienen claro, Dinamarca o Suecia son su verdadera meta. En cuanto reúnan el dinero suficiente, vendiendo comida árabe en las calles de Río de Janeiro, comprarán sus billetes de avión.

Aunque se resistan a reconocerlo, es muy posible que recurran a los “coyotes”, la mafia que opera en las fronteras de Brasil ayudando a cruzar a ilegales bolivianos o haitianos y que, además, se dedica a suministrar pasaportes falsos a traficantes de armas y drogas a un módico precio.

Como bien decía Mohamed, el infierno de los refugiados muchas veces comienza en cuanto ponen un pie fuera de su país.

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Elecciones en Brasil: Políticos y papagayos http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/11/10/elecciones-en-brasil-politicos-y-papagayos/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/11/10/elecciones-en-brasil-politicos-y-papagayos/#respond Mon, 10 Nov 2014 12:47:02 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1159 Continue lendo →]]> POR GABRIEL BAYARRI, DE RÍO DE JANEIRO

El escritor austriaco Stefan Zweig murió por amor a Brasil, literalmente, en un suicidio que fue precedido por la explicación más bella que he leído jamás de lo que significa la identidad brasileña, y que sólo podía concluir en un final desgarrado, que intensificase la marcha obligada de la “tierra del futuro”, una marcha prematura, de abandono, que encajase con los principios románticos.

Murió en la zona serrana de Petrópolis, antigua residencia de los reyes portugueses, en el interior del estado de Río de Janeiro. Decía, apasionado por esta tierra exuberante, que  Brasil curiosamente simulaba a un arpa en el mapa, semejante descripción introducía una serie de sentidos que al país le son dados, y entrelazados, en su imaginario social.

La “tierra de los papagayos”, aquella inigualable en abundancia de su flora y fauna, que lo tiene todo al mismo tiempo, sierra, litoral, pampa, selva, cuenca de ríos, y que es fértil en casi todas sus partes, con un clima que transita del tropical, subtropical y hasta lo templado, donde se alimentan los ríos más grandes del mundo, y el patrimonio atraviesa de una frontera a la otra, desde la Amazonia hasta la triple frontera natural con Argentina y Paraguay, en la caída del río Iguazú.

Se yergue la favela en medio de este escenario para votar en la segunda vuelta de las elecciones en Brasil, con los ojos todavía puestos en la mesa sin mantel, en el plato vacío, en la falta de saneamiento básico, de escolaridad para los más pequeños, de analfabetismo para los más viejos, de salud para todos, y ante penitas y alegrías se entiende por qué la pauta política todavía es prehistórica en la cuestión ambiental.

Como los ríos, descienden del morro los votantes de la favela, familias enteras para votar en los colegios municipales. Llegó el domingo 26 de octubre, nuevamente día de votación

Las elecciones se expresan con la misma estrategia publicitaria que el Mundial de fútbol: pegatinas, globos, camisetas… los rostros sonrientes de la presidenta Dilma Roussef (PT) y del candidato opositor Aécio Neves (PSDB) invaden las calles, y las “aficiones”  rasgan en dos a la población: los estados de un Norte pobre y negro, de un Sur desarrollado y blanco; dividen al campesino del latifundista; al vendedor de churros de su patrón; al pescador artesanal de los gestores de las piscifactorías.

Los intereses están rasgados, divididos, ganando el PT más de un 80% de los votos en algunas de las áreas más subdesarrolladas del país, y llegando a perder en los estados del Sur.

No obstante, se palpa un agrio sentimiento, el de un voto que no es sincero, un voto sólo ejercido en la favela como autodefensa, que apoya los avances sociales, pero que legitima la corrupción estructural en todas las fuerzas políticas. Una elección confusa e impotente ante la falta de alternativas y de ilusión. Un voto que refleja el miedo de la favela a ser olvidada por las políticas sociales.

A la entrada del colegio se mezclan en armonía conversaciones del cotidiano con las del acontecimiento del momento: “…La favela puede sumirse en el olvido, sin registros…”, “…yo ya no compro tomates a ese precio…”, “…la ciudad puede perder la memoria…”, “…dará a luz en poco tiempo…”, “…la favela nunca habrá existido…”.

Observo a la salida del colegio a una señora de mediana edad que vende verduras en el mercadillo que da entrada a la inmensa favela de la Rocinha. Le lloran los ojos, está cortando cebollas. El análisis se queda empobrecido, pues no sabría decir si llora por la situación del país, por la muerte del pedrero Amarildo en manos de las Unidades de Policía Pacificadora en 2013, por los nervios ante las elecciones, o por los efectos de una cebolla, que en cada capa representa las etapas que todavía deben atravesarse en esta tierra.

La capa de la pobreza va saliendo, todavía provoca lágrimas, tal vez algún día se llegue al corazón de la cebolla, y se pueda mirar alrededor, y observar y enorgullecerse de la belleza del Brasil.

Entonces todos pedirán su defensa, y crearán una pauta socio-ambiental sólida, defensora de las demarcaciones de reservas indígenas, del fortalecimiento de las reservas de extracción sostenible, de la fiscalización de la tala de la región Amazónica, de la producción eficaz e independiente de los Estudios de Impacto Ambiental, de la anteposición de la biodiversidad y de los grupos minoritarios ante la explotación de recursos naturales, como son el caso de las hidroeléctricas,  y otras formas de combate al crimen ambiental,  pues la naturaleza se fusiona en la propia identidad brasileña.

La favela recuerda con su voto que habrá que atravesar  primero otras capas de la cebolla, las de una extrema desigualdad de clases, capas que al mirarlas todavía nos hacen llorar, aunque se torna urgente afrontar la descuidada cuestión ambiental, y recordar, por el bien de la preservación de la  identidad brasileña, que los papagayos llegaron al Brasil mucho antes que los partidos políticos.

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Jessica y un Brasil entre los sueños y el arte http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/05/01/jessica-y-un-brasil-entre-los-suenos-y-el-arte/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/05/01/jessica-y-un-brasil-entre-los-suenos-y-el-arte/#comments Thu, 01 May 2014 14:56:32 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=846 Continue lendo →]]> CECILIA ARBOLAVE, DE SÃO PAULO

Cuando le preguntan hace cuánto tiempo vive en Brasil, la artista plástica Jessica Rosen vacila. ¿Responde que se mudó a São Paulo hace tres años o cuenta la historia completa? La duda es comprensible, ya que la versión más larga supone diez años de relación con el país tropical.

Aterrizó en Río de Janeiro por primera vez en 2004, para pasar sus vacaciones. Y ya en ese viaje encontró el tema de un proyecto artístico: las travestis cariocas de la avenida Mem de Sá, en el centro de la ciudad. Empezó fotografiándolas en la calle y, cuando tuvo más confianza, las retrató en sus ambientes de trabajo.

“Ya venía trabajando la construcción de la identidad de la mujer. Cuando vi a las travestis desarrollando su propia femineidad, me interesó mucho y quise capturarlo con imágenes”, cuenta la norteamericana de 35 años.

Jessica Rosen es norteamericana y vive actualmente en São Paulo. Fotografía: Johanna Baudou

Jessica Rosen es norteamericana y vive actualmente en São Paulo. Fotografía: Johanna Baudou

Tres años fue el tiempo que Jessica le dedicó a este proyecto, período en el cual pasaba algunos meses en Nueva York y otros en Río de Janeiro. Dos lugares que, para la artista, se complementan mucho: todo lo que le falta a la Gran Manzana, está en la “Cidade Maravilhosa”, y viceversa.

Viajó unas ocho veces a tierras cariocas y aprovechó esas incursiones para bordear la costa este de Brasil y conocer otros estados, como Espírito Santo, Bahía y Pernambuco.

Después de tantos despegues y aterrizajes, una maestría en arte la llevó a San Francisco, al California College of the Arts, en donde se quedó por dos años. Cuando se graduó, en 2008, la economía de Estados Unidos colapsó. Sin ahorros, pues había pasado los últimos dos años estudiando, y en medio de la crisis, la artista no pudo repetir aquellos años con estadías en la playa y se mudó a Nueva York, pero siempre con unas ganas latentes de volver a este país que tanto la inspiraba.

Y finalmente lo consiguió en 2010, cuando entró a una residencia artística en la Fundação Armando Alvares Penteado (FAAP), en São Paulo. Durante cuatro meses y viviendo en un departamento en frente a la Praça do Patriarca, en el centro paulistano, desarrolló un nuevo proyecto relacionado a sueños telepáticos, que resultó en un libro (disponible aquí) y algunos videos experimentales. Cuando la residencia terminó, tomó la decisión de quedarse en Brasil.

Fotografía: Jessica Rosen

Uno de los paisajes surreales que creó la artista. Fotografía: Jessica Rosen

MÁS ALLÁ DE LA FÍSICA

Los sueños y la sincronicidad son dos de los temas presentes en las fotografías, collages e instalaciones de Jessica, así como las percepciones extrasensoriales. Muchas de sus obras están colgadas en el living de su pequeño departamento en Vila Buarque, en el centro de la ciudad.

Hay paisajes surreales, creados con recortes de papel, que mezclan referencias de diferentes ciudades y también dos fotografías que hoy están expuestas en la muestra “É Fluido mas é Legível”, que tiene lugar en el Centro Cultural Oswald Andrade y se puede visitar hasta el 3 de mayo.

Al observar los elementos que “decoran” el ambiente, es posible encontrar relaciones entre los diferentes trabajos de Jessica. Hay una suerte de móviles, hechos con papel de revista, colgados del techo. Son los mismos elementos que se ven en algunas imágenes pegadas en la pared.

“Los armé para usar como escenario de un ensayo fotográfico. Quería transformar información invisible en visible. Pero hoy ya tienen vida propia”, cuenta.

Jessica ya participó de numerosas exposiciones en Brasil, Estados Unidos y Europa y siempre tiene más de un proyecto al que se está dedicando. Pero no vive sólo de su arte. Trabaja freelance para algunas revistas, como Elle y Vogue Brasil, ya sea como fotógrafa o haciendo collages (o ambos).

Imagen de una de las muestras en las que participó Jessica en San Francisco. Fotografía:  Jessica Rosen

Imagen de una muestra de la que participó Jessica en San Francisco. Fotografía: Jessica Rosen

Recientemente empezó a trabajar como profesora de inglés en un instituto de idiomas y también presta su voz para agencias de publicidad que necesitan una native english speaker para anuncios publicitarios.

En São Paulo no tiene una rutina muy rígida, pero eso no la llega a incomodar. Disfruta la flexibilidad de sus tiempos para poder pasear a su perra con nombre curioso, Dupla Sertaneja (en español, dúo sertanejo, que se refiere a un estilo de música popular). Uno de sus lugares favoritos en la ciudad es la pileta olímpica del complejo deportivo de Pacaembú -cuando hace calor, ya que es al aire libre-.

Y lo que también le gusta de São Paulo es que, a pesar del tamaño, uno conoce a sus vecinos, a los dueños de restaurantes y a las personas que forman parte de las inmediaciones del barrio, diferente de la Gran Manzana, cuja lógica es más impersonal.

En estos tres años, sólo volvió a su país una vez, y visitó Nueva York, Pensilvania y Maine, estado casi en la frontera con Canadá, donde se crió hasta el fin de su adolescencia. Además de la pregunta “¿Hace cuánto estás en Brasil?”, Jessica frecuentemente tiene que responder otra: “¿Te vas a quedar en São Paulo?”.

Preguntas típicas de las que cualquier extranjero es blanco. “Es difícil imaginarme viviendo aquí para siempre, pero no tengo planes de irme por el momento”, responde, mientras acaricia a Dupla Sertaneja.

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Brasil: ¿un nuevo destino para refugiados? http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/04/14/brasil-un-nuevo-destino-para-refugiados/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/04/14/brasil-un-nuevo-destino-para-refugiados/#comments Mon, 14 Apr 2014 16:22:34 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=832 Continue lendo →]]> POR MILLI LEGRAIN

Originario de la República Democrática del Congo, Louison Mbombo, de 17 años, llegó solo a Brasil, en abril de 2013, a bordo de un barco.  Tras el asesinato de su padre por haber apoyado un cambio democrático en un país marcado por la guerra civil, este joven congoleño permaneció encarcelado durante dos años y fue separado de  su madre y sus hermanos. Logró huir gracias a la ayuda de un guardia de la prisión.  Así llegó a las costas brasileñas,  huérfano  y sin saber en qué país estaba.

Parece el guión de una película pero no lo es. Louison es una de las 5000 personas que solicitaron asilo en Brasil el año pasado.

Si bien en América Latina los pedidos de asilo están bajando, no sucede lo mismo en este país. “Brasil es el segundo país que más refugiados recibe en América Latina, detrás de Ecuador, por su proximidad con Colombia, y por delante de Venezuela, Argentina y Chile”, indicó Andrés Ramírez, representante en Brasil de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Louison, el día de su graduación. Fotografía: Cáritas

Louison, el día de su graduación. Fotografía: Cáritas

De un total de 15 millones de refugiados en el mundo, unos 380.000 están en América Latina. De este último total, 5200 personas llegadas desde 80 países se encuentran en Brasil: la mayoría son colombianos, angoleños y congoleses.

En el estado de São Paulo las solicitudes de asilo se cuadruplicaron en los últimos tres años. Tanto que la ACNUR decidió abrir una oficina en esta ciudad el pasado 31 de marzo.

Las  crisis humanitarias crecieron a nivel global y han repercutido en el número de personas que piden asilo. Además de la guerra civil en el Congo, “tenemos los conflictos antiguos como Irak y Afganistán, y ahora la violencia post primavera árabe”, explicó Ramírez.

El conflicto en  Siria por sí solo generó 2,6 millones de refugiados y de ellos más de 300 están en Brasil. Uno de ellos es el periodista Mahmoud Alzouhby, que estaba en São Paulo cuando las autoridades de su país le impidieron renovar su pasaporte.

No obstante, según Ramírez, existen también otros factores que explican el auge de refugiados en este país. El Mundial y los Juegos Olímpicos también contribuyeron a colocar a Brasil en el mapa como destino de asilo.

Andrés Ramirez inaugura la oficina de la ACNUR en São Paulo. Fotografía: ACNUR

Andrés Ramirez inaugura la oficina de la ACNUR en São Paulo. Fotografía: ACNUR

Aunque huyan de conflictos armados, persecuciones por motivo de raza, religión, nacionalidad, grupo social u opinión política, los refugiados son muchas veces estigmatizados. Se los confunde a menudo con inmigrantes que buscan mejores oportunidades económicas o incluso con “fugitivos” o “forajidos”, denunció Larisse Leite, abogada de la ONG Cáritas en São Paulo.

“La búsqueda de una vivienda, la demora en el proceso [para determinar si la persona que pide asilo es o no un refugiado], el reconocimiento de los diplomas y la búsqueda de trabajo” son otros de los desafíos que enfrentan los refugiados, explicaron desde la ONG Cáritas.

La integración en Brasil también es complicada por las diferencias culturales y por el idioma, sin mencionar el riesgo de la explotación laboral, el trabajo esclavo y la particular vulnerabilidad al tráfico de personas.

Aún así, los refugiados están protegidos por la Convención de la ONU de 1951 firmada por 150 países. Los principios de la Convención fueron incorporados por Brasil en la ley 9474 que establece los derechos básicos de los refugiados.

Plaza de Sé lugar de reunión de refugiados en São Paulo. Fotografía: Géssica Brandino

Plaza de Sé lugar de reunión de refugiados en São Paulo. Fotografía: Géssica Brandino

Si bien el número de refugiados en Brasil es bajo, tomando en cuenta que es la sexta economía mundial, el crecimiento del número es preocupante y los países donantes que financian a la  ACNUR no ven al país como prioridad. En 2010, Brasil recibía 560 solicitudes de asilo al año. En 2013, esta cifra ya rondaba los 5000. La previsión para 2014 está en 12.000 pedidos.

“El CONARE [Consejo Nacional de Refugiados, vinculado al Ministerio de Justicia] debe reforzar su capacidad para responder. Y hay que acelerar el proceso de elegibilidad. Actualmente existen 5000 casos pendientes de resolución. Se van acumulando y las solicitudes siguen aumentando”, dijo Ramírez en una entrevista con Folha.

Hoy, un año más tarde, a pesar de los desafíos, Louison es ahora mayor de edad y parece haber recuperado la sonrisa. Hasta logra hacer bromas en un portugués prácticamente fluido. Fue acogido por una familia local, terminó la secundaria, trabaja y logró entrar en contacto por Internet con uno de sus hermanos. Está empeñado en seguir estudiando. Pero cuando le preguntan por qué está en Brasil, confiesa que no sabe todavía cómo responder.

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Burocracia en "verde-amarelo" http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/11/18/burocracia-en-verde-amarelo/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/11/18/burocracia-en-verde-amarelo/#comments Mon, 18 Nov 2013 17:24:06 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=540 Continue lendo →]]> POR PAULA RAMÓN

Brasil es una cuestión de perspectiva. Las primeras palabras que aprenderá un turista al llegar al país pueden ser “caipirinha”, “feijoada” y “legal”, pero para quien viene a quedarse, el vocabulario inicial estará compuesto por “cartório”, “firma reconhecida” y, claro, el infaltable “despachante”.

La burocracia no es un mal exclusivo de Brasil, pero sus efectos en el país ganan cada vez más fuerza a medida de que el “gigante sudamericano” cobra importancia en el escenario internacional.

Tanto brasileños como extranjeros enfrentan todos los días largas filas a la hora de hacer trámites. Robson VenturaFolhapress

A comienzos de este mes, el tema fue analizado en una serie de reportajes del Jornal Nacional, transmitido en el horario estelar de la cadena Globo. Demoras, exceso de papeleo, modificación constante de reglas y falta de coordinación institucional son algunos de los principales problemas que enfrenta un emprendedor que quiere hacer negocios en la séptima economia del mundo.

El informe Doing Business del Banco Mundial compara las economías de 189 países y establece mecanismos y reglas para la creación de empresas privadas.

La evaluación de 2014 ubicó a Brasil en el puesto 116, por debajo de Chile, Perú, Colombia, México, Panamá, Uruguay y Paraguay. Si bien subió dos puestos en comparación con 2013, el reporte demuestra que Brasil aún tiene grandes desafíos por delante. Abrir una empresa requiere de 13 procedimientos y 108 días, muy por debajo del promedio de América latina (9 procedimientos y 37 días), y aún peor si se compara al país con los números de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con 5 procedimientos y 12 días.

LOS CIUDADANOS, TAMBIÉN PERJUDICADOS

El exceso de burocracia en el país no solo limita a empresarios y emprendedores, sino también a los ciudadanos que deben completar trámites comunes como parte de su cotidianidad.

En el caso concreto de los extranjeros, Brasil se presenta como un verdadero desafío a la paciencia. Cada documento exige obtener previamente otra serie de papeles, que -casi sin excepción- demandan idas a las notarías, subiendo costos e imponiendo más dificultades.

Así, por ejemplo, si se trata de legitimar una licencia de conducir internacional, el primer paso sería ir a la Policía Federal para obtener una certificación que llevará, por lo menos, dos semanas. Si la persona carece de tiempo para hacer la solicitud personalmente o para retirar el documento, es posible delegar el trámite en una tercera persona, para lo cual corresponde llevar una autorización a la notaría para realizar el reconocimiento de la firma.

Pero este es sólo el comienzo, luego vendrán el examen médico, la visita a la Dirección de Tránsito y la espera por el documento. En promedio, para registrar la licencia, una persona deberá dedicar de cuatro a cinco mañanas.

Los plazos para culminar procesos son variables e imprevistos. Tramitar la residencia permanente puede llevar desde cuatro meses hasta más de un año en ser aprobada. Obtener el visado y el documento de extranjería puede llegar a costar hasta 200 dólares en notarías, más los gastos por tasas procesales, en tanto que exige una espera de hasta dos años. El paquete básico de documentos para todo inmigrante cuenta también con el número fiscal, cuentas bancarias y, dependiendo del caso, un permiso de trabajo.

Las complicaciones en los procesos favorecen la creación de figuras tercerizadas como el “despachante”, un gestor, o equipo de gestores, que harán todo el papeleo por un pago estipulado. Y es que para muchas personas, con rutinas y horarios de trabajo complejos, hacer esos trámites no sería posible sin un despachante.

Abrir una empresa en Brasil requiere 13 procedimientos y 108 días, muy por debajo del promedio de América latina (9 procedimientos y 37 días). Tercio TeixeiraFolhapress

También ha facilitado que en las inmediaciones de las oficinas públicas se establezcan enjambres de improvisados empleados que prometen trámites expeditos por una cuantía de dinero. Ambas ocupaciones no son para demeritar: cualquier papeleo en Brasil requiere, además de mucha paciencia, una mezcla de conocimientos y recursos de los cuales no todo el mundo dispone, especialmente para aquellos extranjeros que con dificultad balbucean una o dos palabras en portugués.

Ya en otra escala, el exceso de burocracia beneficia la corrupción. La cantidad de barreras, organismos y procedimientos, en muchos casos son “acortados” por el pago de sobornos o por la “ayuda de amigos”. A contramano de los países del bloque de economías emergentes BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), las empresas brasileñas ocupan el cuarto lugar en materia de transparencia, reveló un estudio de la ONG Transparencia Internacional, divulgado en octubre pasado.

La investigación no determina que la corrupción se haya instalado a nivel empresarial, pero sí que la lucha contra la corrupción es inexistente, y que temas como el “pago de favores” no son explícitamente prohibidos.

Los brasileños suelen bromear con que la burocracia y la necesidad de “cartórios” es herencia portuguesa, sin embargo, la tradición se ha instalado de forma tal que hasta comprar una cerveza puede ser un trámite complicado: en muchos bares de São Paulo serán necesarios hasta tres procedimientos.

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Brasil, más allá de las fotos de Facebook http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/09/23/brasil-mas-alla-de-las-fotos-de-facebook/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/09/23/brasil-mas-alla-de-las-fotos-de-facebook/#comments Mon, 23 Sep 2013 21:15:12 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=296 Continue lendo →]]> POR MARÍA MARTÍN

Que no, que no me paso el día en la orilla de Ipanema refrescándome con agua de coco. Que publicar fotos de playas en las redes sociales no me convierte en una vividora que ha hecho fortuna en Brasil. Se trata de no decepcionar a quien se quedó en España aguantando el chaparrón, porque quien diga que prefiere que comparta las imágenes del infierno que se vive en el metro de São Paulo a las seis de la mañana, o de mis ojos después de 12 horas en la redacción, o de la cantidad de niños que veo pidiendo limosna por la calle, miente.

Las últimas dos semanas trabajé en un reportaje para El País sobre los españoles que vienen a vivir a Brasil, huyendo de una tasa de desempleo del 26.6%. Ya somos casi 100.000 -un 41% más que en 2008-, muchos más si contamos a los que todavía no hemos pasado por el consulado a registrarnos.

Las historias de varios personajes trazan una idea de cómo es vivir en el país, en São Paulo sobre todo, la ciudad escogida por dos tercios de mis compatriotas. Y no, el paisaje no tiene nada que ver con los colores de Tropicalia.

Aunque son historias de relativo éxito, la mayoría de nosotros aterrizó aquí con una idea equivocada, la del agua de coco y el dinero fácil, la del Facebook. Pero los precios, los visados, las diferencias culturales o la burocracia tumban nuestro mito del Brasil como tierra de oportunidades.

Un apunte antes de dejarles con algunos de estos valientes: buscarse la vida como inmigrante en España tampoco es nada fácil. Igual que Brasil no es el país de la caipirinha y la samba, España tampoco es el de la siesta y los toros.

Aprovechen los comentarios para contar sus experiencias, aquí y allí. 

Javier de la Plaza, 41 años, directivo de una importante multinacional española. Foto: Bosco Martín/ www.boscomartin.com

Javier de la Plaza encaja en el perfil más común del inmigrante español en Brasil, el del ejecutivo o directivo de grandes empresas españolas o multinacionales. “Tienen entre 40 y 45 años, vienen con la familia y suelen tener un alto poder adquisitivo. Es un perfil que ya existía, pero que ha aumentado mucho con la  crisis. Algunos llegan aquí ante la perspectiva de perder su estatus en España”, explica el Ricardo Martínez, cónsul general de España en São Paulo.

De la Plaza tiene 41 años y es director comercial para Latinoamérica de una importante empresa española. Llegó con su mujer con la que se casó hace 12 años y sus dos hijas pequeñas. No es el perfil de inmigrante que huye de la crisis, pero el que su compañía decidiese centralizar en Brasil su actividad en Latinoamérica le dio la oportunidad que estaba esperando para vivir, por primera, vez fuera de España.

La veintena de veces que viajó a São Paulo por trabajo le pareció que nunca podría vivir aquí. “En esos viajes ves solo lo malo, los atascos, la inseguridad”, cuenta en su despacho, en la decimoquinta planta de un rascacielos.“Tengo una situación económica buena, no tengo deudas, ni casas por pagar. No tenía necesidad de buscarme problemas, pero me interesaba la experiencia profesional en el extranjero. Vine con otras 70 personas de la empresa, si hubiese tenido que venir yo solo tal vez no habría aceptado”.

Aquel día de junio en el que le propusieron la mudanza pensó en la cara que le iba a poner su mujer. Para su sorpresa ella le dijo: “No puedes dejar de hacer algo por miedo”.

Otro perfil que aparece por aquí es el de jóvenes con licenciaturas, idiomas y másteres que no consiguen un empleo de su nivel en España y acaban sirviendo copas detrás de una barra: arquitectos, ingenieros, economistas, informáticos, artistas y muchos periodistas.

Para los primeros, profesionales técnicos requeridos en Brasil por la falta de mano de obra cualificada, llegar hasta aquí sin un contrato es una inversión que quizá merece la pena asumir. Pero para los periodistas, aunque somos varios los que hemos alcanzado un estatus entre la suerte y la precariedad, es una locura plantarse aquí sin visado, sin planes y sin hablar portugués.

Gonzalo Agut, 33 años, montó su propia empresa de consultoría. Foto: Bosco Martín/ www.boscomartin.com

En el reportaje cuento el caso de mi amiga Miren, a la que admiro porque no abandonó su odisea a pesar de que estaba harta de servir tortillas de patata tras nueve meses sin encontrar trabajo y, a pesar también, de la crisis diplomática que vivimos cuando le rechazaron su primer visado. Ella tuvo suerte, como toparse con un chico que le alquiló una habitación durante meses a un precio simbólico o que el Ministerio de Trabajo reconsiderase su solicitud, pero sobre todo invirtió ganas. Y yo, ante su caso, me quito el sombrero. Muchos coincidimos en que Brasil parece ponerte a prueba durante meses y solo cuando demuestras que de verdad quieres quedarte, las cosas comienzan a funcionar. No todo el mundo lo consigue.

Gonzalo Agut es otro joven con éxito. Burgalés de 33 años cursó en 2009 un máster en comercio exterior en São Paulo y quiso volver a España. “Me ofrecían unos salarios terribles. Puestos de gran responsabilidad por 20.000 euros anuales. Significaba cobrar menos que cuando tenía 25 años”, recuerda.

Su puerta se abrió finalmente otra vez en São Paulo con una empresa de distribución de equipamientos de telecomunicaciones en la que ganaba 30.000 euros brutos anuales.  En 2011 salió y decidió montar su consultora para orientar a pequeñas empresas con intereses en el país. “Me di cuenta de que por muchas de las preguntas que me hacían mis contactos había gente que pagaba mucho dinero por ellas”, resume.

Fernado Flores llegó a São Paulo para abrir la sede de una agencia de marketing digital española. Foto: Bosco Martín/ www.boscomartin.com

El día que Fernando Flores nos recibió en su oficina llevaba 12 horas sentado en su silla y aún no había almorzado. No es que trabaje en condiciones de esclavitud, pero ese día era un buen ejemplo de lo que se viene a hacer aquí: trabajar. “Nosotros funcionamos por resultados”, decía. Fernando tenía un negocio de venta de casas de lujo en Portugal hasta que explotó la burbuja inmobiliaria. Le ofrecieron la posibilidad de montar en São Paulo la sede de T2O, una de las agencias de marketing digital más importantes de España y apenas lo dudó. “Ya me contarás qué desafío profesional puedo tener en España a mis 52 años”.

Flores aconseja a quien quiera abrir su negocio aquí que tenga en cuenta que las inversiones tienen un retorno mucho más lento que en otros países, que todo es más caro y que las puertas se cierran a quien pretenda hacer dinero con un producto que los brasileños ya tengan. “Esto no es El Dorado. Hace falta talento, dinero y tiempo. Y olvidarse de ganar nada a corto plazo”.

Quien no tiene una empresa que le ‘apadrine’ vive ilegal. Consigue un trabajo fijo o freelance, pero cobra en negro. Aunque en Brasil no existe una persecución al inmigrante ‘sin papeles’, como sí la hay en España y en otros países europeos, sin visado no se puede salir y volver a entrar al país, no puede abrirse una cuenta bancaria, no se tiene acceso a la sanidad y cualquier trámite como alquilar una casa debe hacerse a través de otros. Casi todos hemos pasado por ahí.

Esa situación ha llevado a algunos españoles a aprovechar sus noviazgos con locales -o a inventarlos- para casarse y regularizar su situación.

La crítica más concreta que he recibido por el reportaje ‘Menos samba y más paciencia’ -además de las burradas habituales de los comentarios- es que he sido suave, que la situación es incluso peor. No creo que sea para tanto, al fin y al cabo aquí estamos, pero sí es verdad que me dejé un testimonio en el tintero que me puso los pelos de punta cuando lo recibí. Es de una amiga periodista que se puso el mundo por montera hace dos meses y decidió mudarse aquí con sus dos hijos.

Es un testimonio que no aparece en los perfiles que manejan los consulados o las cámaras de comercio. Tampoco aparece en el reportaje. Es el del otro Brasil del que dicen que no hablamos, mucho menos en Facebook.

“Yo soy una recién llegada y no me considero una expatriada (esos son los suertudos), sino una a la que han echado de España. Con 45 años se me habían acabado las posibilidades de trabajar, futuro laboral cero y me negaba a aceptar esta situación. Después de trabajar como autónoma y cerrar mi empresa de comunicación en 2012, llevaba un año mandando currículums y ni siquiera conseguí una entrevista. En marzo vine a ver si me gustaba el país y en julio me vine con mis dos hijos, sin papeles y a probar suerte. Llevo dos meses y ya me he dado cuenta de que conseguir un contrato de trabajo no es fácil, por lo que estoy valorando trabajar por cuenta propia en la enseñanza del español (hice un curso de profesora para extranjeros antes de venir) y como guía turística, para lo que voy a comenzar un curso en octubre que me permita obtener el carnet de guía. Pero esto solo soluciona la supervivencia y no el permiso de residencia. Mi visado de turista acaba dentro de un mes y he tomado la decisión de enviar a los niños de vuelta a España y quedarme de ilegal hasta que solucione los papeles. Si no fuera por los amigos que me están ayudando esto sería imposible. No puedo alquilar una casa excepto las carísimas para turistas, no puedo ni tener un teléfono y aún menos ADSL,  pero los niños están matriculados en la escuela pública y encantados con el lugar donde nos hemos podido ubicar, una isla sin coches a 40 minutos de Rio. También empiezo a pensar que casarme va a ser la única opción”. 

La Secretaría de Asuntos Estratégicos de Presidencia ya ha anunciado que el gobierno prepara algunos cambios para facilitar la llegada de profesionales extranjeros a Brasil, donde solo un  0,3% de su población es inmigrante –la media mundial está en el 3%-.  El ministro responsable de la Secretaría, Marcelo Neri ha reconocido varias veces que Brasil es un país “muy cerrado”, donde todavía se ve a los extranjeros como una amenaza en el ámbito laboral. A los españoles, que no nos hemos caracterizado por facilitar las cosas a los imigrantes, la experiencia en Brasil nos está sirviendo de aprendizaje, por no decir de lección.

 

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