Brasil con Ñhomofobia – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 El impacto LGBT en Brasil: el fin de la hipocresía http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/15/el-impacto-lgbt-en-brasil-el-fin-de-la-hipocresia/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/15/el-impacto-lgbt-en-brasil-el-fin-de-la-hipocresia/#comments Mon, 15 Jun 2015 18:40:08 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1504 Continue lendo →]]> POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO

Sea de su gusto o no, si algo tuvo la simulación de una crucifixión, el pasado 15 de junio durante el 19º Desfile LGBT en São Paulo, fue que golpeó en las narices al sector más reaccionario de la sociedad brasileña.

Con su imagen, la modelo transexual Viviany Beleboni, de 26 años, dijo a gritos lo que millones de miembros del colectivo llevan años callando.

De un plumazo, la doble moral y la hipocresía de la sociedad brasileña quedó expuesta como nunca antes.

Esa misma sociedad que prohibe el top-less en sus playas, pero que permite a mujeres adornadas únicamente con pintura y plumas, en el mejor de los casos, desfilar ante miles de paisanos y turistas de todo el mundo en el sambódromo de Río de Janeiro.

Para quien no solo sepa aún, Brasil es el país con más muertes de travestis y transexuales en el mundo, con 486 asesinatos entre 2008 y 2013, según los datos de la ONG Transgender Europa.

La simulación de una crucifixión durante la marcha del orgullo LGBT en São Paulo generó polémica en Brasil. Fotografía: Julia Chequer/Folhapress.

La modelo transexual VIviany Beleboni simuló una crucifixión durante la marcha del orgullo LGBT, en São Paulo, qie generó polémica en Brasil. Fotografía: Julia Chequer/Folhapress.

Cuando hablamos de todo el colectivo LGBT, las cifras se disparan: un muerto cada 27 horas, un 75% de las víctimas mundiales de la violencia homofóbica.

Viviany sabía que sería “crucificada” por la prensa conservadora, por los políticos reaccionarios y por los pastores de las cientos de miles de iglesias evangélicas del país.

Aun así, decidió arriesgarse y representar el “calvario” de los millones de gays, lesbianas, travestis y transexuales que viven en Brasil.

Sin embargo, entre los muchos  artículos que aparecieron en la prensa atacando a Beleboni y a la Asociación del Desfile Orgullo LGBT de São Paulo, ninguno de ellos se preguntó por qué una joven de 26 años haría algo que luego pondría en peligro su vida.

Después de la “crucifixión”, la actriz recibió innumerables amenazas de muerte.

No solo eso, sino que la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, por su sigla en portugués), ejerció de máxima autoridad de la mayor reserva católica del mundo, con 168 millones de fieles, y exigió el pasado 11 de junio la aplicación del artículo 208 del Código Penal brasileño.

En caso de ser aceptada la denuncia, la modelo podría cumplir una pena de prisión de entre un mes y un año, además de pagar una cuantiosa multa como reparación por el “menoscabo en público de un acto u objeto religioso”.

Miles de personas participaron de la marcha, en São Paulo, el domingo 7 de junio. Fotografía:  Amauri Nehn/Brazil Photo press/Folhapress/Folhapress.

Miles de personas participaron de la marcha del orgullo LGBT, en São Paulo, el domingo 7 de junio. Fotografía: Amauri Nehn/Brazil Photo press/Folhapress/Folhapress.

“Mucha gente no lo sabe ni le importa, pero la mayoría de los transexuales han sufrido maltratos desde su infancia, eso se debe a que sus propias familias no aceptan su condición debido a la presión social y religiosa”, explica a “Brasil con Ñ” la propia Beleboni.

Con resignación, pero voz firme, cuenta el sufrimiento que significa nacer en el cuerpo y en el país equivocado.

“La mayoría no aguanta los abusos y acaba huyendo de sus casas en la adolescencia. Además, muchos no consiguen concluir sus estudios por el rechazo de sus compañeros en la escuela”, relata la modelo.

“Sin estudios, sin dinero, sin apoyo, ni nadie que quiera darles un trabajo digno, muchos acaban en el mundo de la prostitución”, se lamenta.

El relato de Beleboni no es un invento o una excusa que usa la comunidad, sino la dura realidad.

Según la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales de Brasil (ANTRA), el 90% del colectivo ejerce o ha ejercido la prostitución en algún momento de su vida, mientras que un 60% ha recibido algún tipo de agresión.

“Marginalizarse no es una opción sino una consecuencia por vivir en una  sociedad intolerante e hipócrita. Muchas compañeras acaban prostituyéndose con el mismo tipo de hombre casado que no ha querido darle trabajo en su negocio”, cuenta Viviany.

La bancada de diputados evangélicos protestan contra la marcha del orgullo LGBT.  Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

La bancada de diputados evangélicos protesta contra la marcha del orgullo LGBT. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

La historia de Beleboni es una más en un mar de injusticias, de ahí la imperiosa necesidad de que algo cambie en Brasil.

Es por ello que el colectivo LGBT del país lucha contra la llamada “bancada evangélica” del Congreso Nacional que, a principios de 2015, consiguió que se archive el proyecto de ley PLC122/06 que proponía  criminalizar la homofobia en el país, tras ocho años de gestión.

A pesar de los intentos de algunos sectores de la prensa y la política por desviar el debate hacia el uso de los símbolos religiosos (¿dónde está ahora la tolerancia reclamada en el caso del atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo?) en lugar de concentrarse en el problema de la homofobia, la Asociación del Desfile Orgullo LGBT de São Paulo no quiso caer en debates absurdos y lanzó un mensaje directo a la presidenta Dilma Rousseff: “Desde 2011, nunca apareció. Fue a actos religiosos, pero nunca al desfile, que es el mayor del mundo, en el país que gobierna. Debería participar más”.

El próximo 28 de junio, con el Desfile del Orgullo LGBT en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, cientos de personas congregadas en un evento en Facebook han prometido desfilar “crucificadas” en apoyo a Beleboni y al colectivo LGBT.

Será entonces cuando se vea si las palabras de Rousseff, que pronunció el pasado 17 de mayo, Día Internacional Contra la Homofobia, cuando dijo que la “homofobia debe ser criminalizada”, fueron solo retórica o de verdad existe un interés en sacar a Brasil del lugar que ocupa en el ranking de víctimas LGBT.

La participación de Rousseff en el desfile sería, de una vez, la prueba de que el Brasil del siglo XXI puede, y debe, cambiar, enterrar la hipocresía.

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La impunidad de los trotes universitarios http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/02/20/la-impunidad-de-los-trotes-universitarios/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/02/20/la-impunidad-de-los-trotes-universitarios/#comments Fri, 20 Feb 2015 13:47:44 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1320 Continue lendo →]]> POR FEDERICO CORNALI, DE SÃO PAULO

El estremecedor relato de una estudiante de veterinaria de la Universidad de São Paulo (USP) durante una audiencia pública realizada en Asamblea Legislativa (llevada a cabo en enero pasado) dejó a varios boquiabiertos.

“Desperté con mucho dolor, alguien me penetraba por atrás. Había bebido, pero el efecto se me pasó inmediatamente cuando me encontré en esa situación, siendo abusada. Lo empujé y convencí de que me deje ir al baño. Así logré escapar”, contó una joven, de 27 años, respecto de un episodio ocurrido en una residencia de estudiantes de la USP, en Pirassununga (interior de São Paulo).

A pesar del tenor del relato, aún no aparecieron culpables.

Minutos después, prestó declaración un alumno de la Escuela Superior de Agricultura. Contó que fue envenenado. “El exámen toxicológico encontró veneno en mi cuerpo. No pude ir a clases, no podía moverme”, dijo.

“Fui suspendido una semana por intentar denunciar aquel hecho en la dirección de la Escuela”, indicó.

Fotografía: Archivo Personal

La estudiante Nathália de Souza Santos, de 17 años, sufrió quemaduras en las piernas durante un “trote” violento en Adamantina (SP). Fotografía: Archivo Personal

Estos son solo dos ejemplos de algunas de las prácticas que se llevan a cabo en los tristemente tradicionales trotes, que en Brasil fueron asumidos como una práctica natural, y que en la actualidad abandonaron su fisonomía de ritual de iniciación liviano para los alumnos que logran ser admitidos en algunas universidades.

Esta práctica, hoy en día, se emparenta más con el bullying, y atraviesa largamente la frontera de la discriminación y la intolerancia.

Institucionalizados en grupos de tortura con escalas jerárquicas, los veteranos de las universidades van probando las aptitudes de los aspirantes para sumarlos al “equipo del terror”, ese que cada verano se dedica a dar caza a los recientemente egresados de las escuelas secundarias que, a su vez, aceptan ese atroz juego como parte de la nueva etapa.

Los abusos denunciados por alumnas de la USP, una de las instituciones más prestigiosas y elitistas del país, abrieron el fuego.  Los reclamos por violencia sexual en otras universidades de Brasil se multiplicaron.

Días atrás, se conoció que en Adamantina, en el interior de São Paulo, una pandilla de alumnos arrojó una sustancia abrasiva sobre los novatos.

Estudantes se concentram nas ruas próximas ao Centro Universitário de Bebedouro após ação da PM. Fotografía: Fernando Oliveira/O Jornal.

Un grupo de estudiantes es dispersado por la policía, en las inmediaciones del Centro Universitario de Bebedouro, en el interior de São Paulo. Fotografía: Fernando Oliveira/O Jornal.

Uno de los afectados podría perder la visión de un ojo, mientras que otra joven sufrió quemaduras de tercer grado de la cintura hacia abajo.

El racismo y la homofobia tienen un espacio privilegiado en cada trote. Los calouros (ingresantes) deben desnudarse mientras les gritan sus defectos: “gordo”, “Blancanieves” o “marica” para alumnos obesos, negros y homosexuales, respectivamente, aparecen entre las categorías preferidas de los veteranos a la hora de atormentar a los más nuevos.

Caminar descalzo sobre vidrios, soportar peso en los genitales, bañarse en ácido, alcoholizarse hasta el estado de coma o “simplemente” sufrir una golpiza son algunas de las variantes entre las atroces pruebas, que ya se han cargado varias vidas.

HAY VÍCTIMAS, FALTAN RESPONSABLES

En 1980, en la Universidad de Mogi das Cruzes, un municipio del estado de São Paulo, un estudiante de periodismo murió después de un trote violento.

Carlos Alberto de Souza, de 20 años, fue molido a golpes por veteranos. En 1990, el joven George Mattos, iniciante en la carrera de Derecho, murió de un infarto intentando huir de sus compañeros en Goiás.

En 1999, en la Universidad Medicina de São Paulo, Edison Tsung Chi Hsueh, de 22 años, fue encontrado muerto en una piscina después de ser arrojado al agua por los veteranos, a pesar de haberles dicho que no sabía nadar.

Fotografía: Reproducción/Facebook.

El racismo y la homofobia tienen un lugar privilegiado en los trotes universitarios. Fotografía: Reproducción/Facebook.

Un caso similar, en 2009, ocurrió con Vitor Vicente de Macedo Silva (estudiante de Educación Física de la Universidad Federal de Río de Janeiro) que murió ahogado en una piscina de saltos ornamentales. Se sospecha que los veteranos lo obligaron a entrar allí.

Ninguno de los responsables por las muertes de estos estudiantes recibió su castigo. Para peor, muchos de los acusados son “prestigiosos” profesionales.

CÓMPLICES DE LA BARBARIE

Los entes rectores de las universidades vinculadas con los casos de abusos emplean la táctica del “oído sordo, vista gorda” ante tales aberraciones, y se alivian al enterarse de que esas prácticas son llevadas a cabo fuera de sus campus.

De hecho, entre los “trotistas” existen ex alumnos y el sustento para transporte o publicidad muchas proviene del bolsillo de docentes o dirigentes.

“Lo lamentable de estos trotes violentos es que muchas veces provienen de iniciativas de los empleados de las universidades o de los propios profesores”, afirmó Antonio Riberio de Almeida Júnior, educador en la Escuela Superior de Agricultores Luiz de Queiroz (dependiente de la USP), que estudia desde 2001 los trotes más aberrantes.

“Reforzaremos la seguridad para el primer trimestre”, indicó una nota de las Facultades Adamantinenses Integradas (FAI), tras conocerse la noticia de sus dos alumnos quemados.

Pero el énfasis lo pusieron al aclarar que el hecho “ocurrió fuera de las dependencias de la institución”.

 Frente Feminista / divulgacao

Alumnos de la USP São Carlos hostilizaron a un grupo feminista durante un trote en la universidad. Fotografía: Frente Feminista/Divulgación.

LA VERSIÓN ARGENTINA

Esta tradición de rituales estudiantiles no es sólo brasileña. En Argentina es normal que los egresados de las carreras universitarias sean rapados, depilados, golpeados, embarrados o empapados de orina por sus propios compañeros o amigos.

Sin embargo, los hechos de mayor gravedad ocurren sobre el cierre de la etapa secundaria.

Las “vueltas olímpicas” de los tradicionales colegios Pellegrini, Mariano Acosta y Nacional Buenos Aires no tienen relación con el deporte.

En repentina actitud, sorprendiendo a todos, los jóvenes recorrían la escuela arrojando barro, huevos, harina, pintura y pirotecnia (en su versión más leve).

Año tras año, el ritual se fue agravando por los destrozos que ocasionaba, tanto es así que aquella celebración fue prohibida en la mayoría de los casos, después de cientos de incidentes y estudiantes sancionados.

Así y todo, si se trata de provocar desmanes, los colegiales siempre lograrán ingeniárselas.

Alunnos da USP São Carlos hostilizaram feministas durante trote na última terça-feira (26). Alguns estudantes chegaram a ficar pelados e simularam sexo com bonecas infláveis . foto: Frente Feminista / divulgacao

El racismo y la discriminación  son dos elemento0s que se repiten en  los trotes. Fotografía: Reproducción/Facebook.

En octubre del año pasado, los egresados del Liceo Franco Argentino Jean Mermoz hicieron un enorme pozo en el Paseo de las Américas, en pleno barrio de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires. Luego bailaron, bebieron y se embarraron dentro de él.

La institución -alumnos incluidos- debió hacerse cargo de reparar los daños en el espacio público, además de pagar una multa por el incidente.

LA INICIACIÓN EN EL MUNDO

Son muchos los países que tienen versiones vernáculas de los trotes brasileños.

En Suecia, por ejemplo, existe el “klädstreck”. Es simple: los novatos se dividen en equipos y deben desnudarse, dejando sus ropas una al lado de la otra en el suelo. Quien logre hacer la fila más larga, gana.

El “bizutage” francés suena elegante, pero se convirtió en una de las prácticas de iniciación más crudas del mundo por sus violentas prácticas, sobre todo entre los estudiantes de Medicina.

Fue prohibido tras la muerte de un alumno y hoy es punible de seis meses de prisión o una multa de 7600 euros para quien lo lleve a la práctica.

En Canadá –nación reconocida por su calidad educativa- y en la prestigiosa Universidad de Coimbra, en Portugal, el tema de los trotes se encuentra bajo la lupa desde hace años, por el excesivo consumo de alcohol y los castigos contra los novatos.

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Jair Bolsonaro, más que un personaje, un estratega http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/18/jair-bolsonaro-mas-que-un-personaje-un-estratega/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/18/jair-bolsonaro-mas-que-un-personaje-un-estratega/#comments Thu, 18 Dec 2014 13:36:22 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1242 Continue lendo →]]> POR EDU SOTOS (@Edu_Sotos), DE RÍO DE JANEIRO

La primera vez que entrevisté a Jair Bolsonaro fue el 31 de marzo de este año y no supe qué pensar. Rodeado de  una multitud de ancianos exmilitares y personas arropadas en la bandera de Brasil parecía un líder religioso más que un político. Sus correligionarios lanzaban gritos a favor del regreso del régimen militar y contra la “dictadura marxista de Lula y Rousseff”.

Era el 50º aniversario del golpe militar de 1964 contra el presidente João Goulart y pensé que aquella sería la única vez que tendría que enfrentarme al discurso más extremista que jamás había escuchado en Brasil.

Sin embargo, esta misma semana volví a sentarme frente a quien es hoy el diputado federal más votado en Río de Janeiro, representante del Partido Progresista (PP) y probablemente el político más mediático del país.

Su trato, especialmente amable y atento con la prensa, puede llevar a pensar que reserva su discurso incendiario para las sesiones de la Cámara de Diputados o para las manifestaciones contra el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

Pero no, a Bolsonaro le encanta hacer ruido y llamar la atención. Es por eso que la prensa, en particular quienes trabajamos para medios extranjeros, somos siempre bienvenidos a la hora darle luz a sus polémicos argumentos.

En las entrevistas con Bolsonaro que realicé esta semana, tanto para la agencia rusa Sputnik como para “El Periódico” de Catalunya, no pude evitar incluir esta frase que resume perfectamente su discurso: “Dilma Rousseff presenta un banquete a los pobres durante la campaña y después les decapita el Estado Islámico”.

El diputado Jair Bolsonaro, durante una sesión en la Cámara de Diputados. Fotografía: Alan Marques/Folhapress.

El diputado Jair Bolsonaro, durante una sesión en la Cámara de Diputados. Fotografía: Alan Marques/Folhapress.

En la visión de Bolsonaro, argumentos que en algunos países de Europa podrían llevarlo a la cárcel, son para él completamente válidos. El diputado no dudó en señalar, por ejemplo, a Dilma Rousseff como “una terrorista” que “financia dictaduras marxistas en toda América Latina” a través de sus intercambios con Cuba.

Para él, programas como “Mais Médicos” o “Mais Especialistas” solo sirven para entregar 1000 millones de reales anuales a la dictadura de la isla y con ello poder traer a Brasil a 11.000 cubanos “muchos de ellos militares y espías”, entre ellos la famosas “Avispas Negras” o fuerzas de elite de Fidel Castro.

Tras 10 minutos de explicación conspirativa, decidí cambiar el rumbo de la  conversación hacia los problemas sociales que atraviesa Brasil.

En este sentido, el diputado fue claro al afirmar que “el gobierno de Rousseff pone a negros contra blancos, pobres contra ricos, norte contra sur, homosexuales contra heterosexuales y padres contra hijos”. Un alegato que sorprende al proceder de un político al que la opinión pública considera racista, homófobo y ultraconservador.

Descubrí que la verdadera fijación de Bolsonaro es la política educacional del PT y se mostró muy molesto con lo que llamó el “kit gay” o programa de educación sexual que el gobierno de Rousseff  elaboró con la colaboración con los movimientos LGBT, y que le valió en 2011 un agrio enfrentamiento con el diputado del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), Jean Willys.

Visiblemente alterado y con gran lujo de detalles insistió en explicar las ilustraciones supuestamente “pornográficas” de los libros de texto en Brasil. Para Bolsonaro, los dibujos de “niños indios desnudos jugando” son una clara incitación a la pedofilia  y a la homosexualidad.

En una de sus tantas declaraciones polémicas, Bolsonaro  dijo que no "violaría" a la diputada Maria do Rosário (PT-RS) porque "no lo merece". Fotografía:  Pedro Ladeira/Folhapress.

En una de sus tantas declaraciones polémicas, Bolsonaro dijo que no “violaría” a la diputada Maria do Rosário (PT-RS) porque “no lo merece”. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

En un momento dado admitió que su máxima preocupación en estos momentos sería la aprobación del proyecto de ley que criminaliza la homofobia.

“Les daría un poder enorme a los homosexuales. Imagina que un cura lea un fragmento de la Biblia contra la homosexualidad, con esta ley podría ir a la cárcel”, explica el ferviente católico que, sin embargo, reiteró que su problema no es con la homosexualidad sino con “la educación tendenciosa” y con las “leyes injustas”.

Llegado este punto, uno comienza a pensar si el discurso extremo, centrado en los ataques al gobierno y la corrupción, aliñado con un claro componente conservador, no podría arrancar votos en un país hastiado por los escándalos y con un fuerte aumento de las iglesias evangélicas.

Ya lo vimos con Jörg Haider en Austria o Jean-Marie Le Pen en Francia. Es en las aguas revueltas de la recesión económica y la crisis social donde los discursos extremos encuentran el caldo de cultivo ideal. Y todo parece indicar que en 2015 no faltarán estos componentes. Bolsonaro lo sabe y se prepara para aprovechar la situación.

Mi impresión sobre Bolsonaro, tras mi segundo encuentro y pese a la notoriedad que ha ganado, no ha cambiado demasiado. Detrás de esa imagen de militar con ideas fuertemente reaccionarias y obsesionado con el orden, se esconde un político ambicioso y oportunista que no dudará en continuar su estrategia de caldear el panorama político brasileño con excéntricos discursos para allanar su camino en la carrera política.

Al preguntarle hasta dónde quería llegar, el diputado, que ya prepara su salida del Partido Progresista, sonríe y se relaja. “Hasta donde llegue”, responde.

Bolsonaro, el diputado más votado de Río de Janeiro no se conforma con el lugar que ganó en Brasilia y fija su mirada en el Palacio de Planalto, al que aspira llegar en 2018. Parece que habrá que comenzar a acostumbrarse a sus incómodas palabras, porque este militar lo que promete es dar pelea.

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"Las UPPs no se tornarán una política pública sostenible y universalizada si no son acompañadas de una revolución radical en las policías" http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/03/20/las-upps-no-se-tornaran-una-politica-publica-sostenible-y-universalizada-si-no-son-acompanadas-de-una-revolucion-radical-en-las-policias/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/03/20/las-upps-no-se-tornaran-una-politica-publica-sostenible-y-universalizada-si-no-son-acompanadas-de-una-revolucion-radical-en-las-policias/#respond Thu, 20 Mar 2014 14:25:14 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=811 Continue lendo →]]> POR GABRIEL BAYARRI

Luiz Eduardo Soares, además de antropólogo y politólogo, es una de las mayores autoridades en seguridad pública de Brasil. Fue secretario nacional de Seguridad Pública del gobierno del ex presidente Lula da Silva (2003), coordinador de Seguridad, Justicia y Ciudadanía del Estado de Río de Janeiro (1999-2000), es profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), de la Universidad Cándido Mendes (UCM) y fue profesor visitante en la Universidad de Columbia, Virginia y Pittsburg. Soares es también escritor y, entre sus diversas obras, es coautor del libro “Élite de la Tropa”, que dio origen a la película “Tropa de Élite”.

El ex funcionario es también uno de los autores de la polémica propuesta de enmienda constitucional, la PEC 51, que propone la desmilitarización y reforma del modelo policial brasileño, presentada por el senador Lindbergh Farias, del Partido de los Trabajadores (PT), y candidato a gobernador de Río de Janeiro.

En esta entrevista, Soares abarca algunas de las principales cuestiones del  ambicioso plan de la Secretaría de Seguridad de Río para pacificar las  favelas cariocas y dice que el debate sobre las nuevas formas de policía comunitaria, aplicadas en el modelo de las Unidades de Policía Pacificadora (UPPs), es sólo la punta del iceberg de un complicado proceso.

 

El antropólogo y ex secretario nacional de Seguridad Pública Luiz Eduardo Soares, en su casa, en Río. Fotografía: Ines Laborim-2.dez.12/Folhapress

El antropólogo y ex secretario nacional de Seguridad Pública Luiz Eduardo Soares, en su casa, en Río. Fotografía: Ines Laborim-2.dez.12/Folhapress

¿Podría hacer un breve panorama general de los desafíos actuales a los que se encuentra sometido Brasil en el ámbito de la seguridad pública?

Brasil se convirtió en el país del encarcelamiento de jóvenes negros y pobres. La población carcelaria saltó de 140.000 personas a mediados de los años 90 a 550.000 en la actualidad. Se trata de una de las mayores tasas de crecimiento del mundo. Esa realidad que asusta convive, paradójicamente, con la impunidad de quien practica homicidios dolosos [en los que se busca deliberadamente la muerte]. Se puede afirmar que casi no hay investigación de esos crímenes, que son los más graves. La vida no es la prioridad de la seguridad pública y de la justicia criminal. Los que mueren, en su inmensa mayoría, son jóvenes pobres y negros. Hay 50.000 homicidios dolosos por año en Brasil, de los cuales, en promedio, considerándose el conjunto del país, sólo un 8% son investigados. ¿Quién, entonces, está siendo preso y por qué? El 40% son presos provisionales o cumplen prisión preventiva.

La gran mayoría de los encarcelados está presa por crímenes contra el patrimonio y por involucramiento en la negociación de sustancias ilícitas [dos tercios], aunque no haya habido uso de arma o vínculo con organización criminal. La población carcelaria que más crece está compuesta por vendedores minoristas de drogas no organizados y no violentos. La prohibición es perversa, provoca violencia y criminaliza la pobreza. El cuadro resultante es dantesco. La sociedad gasta fortunas para tornar más difícil el futuro de esos jóvenes encarcelados, cuando vuelvan a estar libres. Nuestra fallida política de drogas está montando una bomba de tiempo bajo nuestros pies. La prohibición de las drogas es el mal mayor, la irracionalidad autoritaria que llena  las penitenciarías de pobres, tornándolas cada vez más superpobladas, degradadas y degradantes.

Además de eso, el modelo policial, heredado de la dictadura [1964-1985], es incompatible con el respeto a los derechos humanos, los mandatos constitucionales y la eficiencia profesional, lo que requiere un control de la corrupción. Síntoma del oscurantismo en que están sumergidas las instituciones de la seguridad pública en Brasil es el hecho de que hay dos policías, una ostensivo-preventiva, otra investigativa, siendo la primera militar. La ideología militar prepara soldados para combatir al “enemigo interno”, para hacer la guerra y eliminar al “otro”, no para garantizar derechos de los ciudadanos. Por otro lado, la estructura organizacional militar exige obediencia ciega a quien actúa en las calles, vetando iniciativas dialógicas y estrategias comunitarias, centradas en la resolución de problemas. Por eso, son escandalosos los números relativos a ejecuciones extrajudiciales, tortura, corrupción, etc.

En el proceso de implantación de las UPPs, el primer paso es recuperar el control estatal sobre áreas ilegalmente dominadas por grupos criminales fuertemente armados, para luego la policía pacificadora poder instalarse. En su opinión, ¿cómo ese trazo militar puede convivir con una “política de pacificación”?

No puede. A menos que se defina pacificación como imposición de orden por la fuerza de la represión. La estructura organizacional militar y su cultura corporativa no son “trazos”, son las propiedades esenciales en la formación y en el funcionamiento de nuestras policías ostensivas. Y esas propiedades esenciales y definidoras no son compatibles con tareas de pacificación, si entendemos pacificación como la creación de condiciones propicias para la emergencia y el fortalecimiento de relaciones de respeto a los derechos individuales y colectivos, en un ambiente regido por una cultura que valore la paz, sea contraria al racismo, a la homofobia, a la misoginia y a todas las formas de violencia.

Soares, durante una conferencia. Fotografía: Adriano Vizoni - 5.jul.12/Folhapress.

Soares, durante una conferencia. Fotografía: Adriano Vizoni – 5.jul.12/Folhapress.

Las UPPs siguen, por decreto, una selección de los territorios en los que instalarse. Sin embargo, cada comunidad presenta su propia realidad. ¿Se tienen en cuenta estas realidades diferentes a la hora de planificar e implantar cada UPP?

No. El modelo es pensado de modo uniforme. Como máximo, se tienen en cuenta especificidades locales pertinentes para acciones de naturaleza militar, como relevo y características físicas del terreno. Una institución militar es contradictoria con la atribución de responsabilidades y relativa autonomía a quien actúa en contacto directo con la población. Diálogo, reflexión multidisciplinar, iniciativa con implicaciones multisectoriales son las características de la gestión local preventiva y ciudadana de la seguridad pública. El/la policía que adopta alguna de las metodologías comunitarias, en sus diversas acepciones, debe ser empoderado y educado para actuar como gestor local, movilizando agencias del gobierno, articulándolas con acciones de la propia comunidad, respetándola.

Pero para actuar como gestor local, el/la  policía que actúa en la punta, junto a la población, no puede ser un mero autómata, cumplidor de órdenes. Precisan inscribirse en una estructura descentralizada, horizontal, con capacidad de tomar decisiones, mereciendo la confianza de los supervisores y contando con medios de comunicación dentro de las instituciones y del gobierno. Una planificación adecuada para UPPs tendría que ser participativa, dialógica, conducida por policías libres de la rigidez militar y de sus limitaciones funcionales. Y quien suponga que más horizontalidad, más flexibilidad y menos centralización abrirían todavía más espacio para la corrupción, se engaña. El mayor obstáculo a la corrupción es el orgullo profesional, el cual adviene de la valorización conquistada junto a la comunidad.

Antes de la llegada de las primeras UPPs era costumbre de los traficantes promover asambleas para discutir los asuntos del morro. Ahora esa función la cumplen policías militares especialmente capacitados para eso. Entre una población acostumbrada a este tipo de “justicia”, ¿es adecuado que sea la policía la encargada de ofrecer este servicio o corre el riesgo de convertirse en “sheriff” del lejano Oeste?

Los traficantes no hacen ni hicieron asambleas. Los líderes toman decisiones autocráticas y actúan como déspotas locales. Son más o menos brutales con la comunidad, dependiendo de su origen: ¿nacieron y crecieron en la comunidad que dominan? ¿O la invadieron para dominar la comunidad y el territorio? De todos modos, no son ni nunca fueron la elección de la comunidad. Sin embargo, en general las comunidades prefieren el tráfico a las policías, cuando estas últimas invaden la comunidad, eventualmente, porque actúan como tropas de ocupación provisoria y son imprevisibles. Y el poder más temible es el que no se puede prever, bloqueando, así, la elaboración de estrategias de supervivencia. La principal virtud de la UPP es acabar con esas incursiones bélicas de trágica memoria, trágicas consecuencias [ellas continúan  existiendo en Río, donde no hay UPPs, esto es, en la gran mayoría de las favelas].

Las milicias tampoco fueron incomodadas. Hay apenas una UPP en área de milicia: la favela de Batan. En cuanto a la mediación de conflictos, depende de cuál sea el conflicto y la circunstancia. Pero está claro que lo que está aconteciendo en las UPPs, por la ausencia del Estado en prácticamente todas las otras áreas, excepto la seguridad, por la falta de políticas sociales, por ejemplo, es la hipertrofia del papel de la policía, que acaba, aunque sin desearlo, convirtiéndose en una especie de Leviatán local.

De las más de 1000 favelas reconocidas en el estado de Río de Janeiro, sólo 37 están pacificadas, concentradas en la zona sur de la ciudad, la zona rica. El alto coste económico y la falta de un plan de gestión integrada de seguridad parecen también dificultar la expansión del programa. ¿Hacia dónde cree que derivará el actual programa de las UPPs?

El proyecto nació en 2008 para viabilizar la reelección del gobernador, en 2010, y para pasar un mensaje positivo al mundo, en una época de turismo en ascensión por causa de los grandes eventos. Las UPPs buscan reducir la inseguridad y lo hicieron, en el cinturón noble de la ciudad y en las áreas olímpicas. Pero como hay varias virtudes en el proyecto original, éste no se limita a esos objetivos menores y provisorios. Pueden ser preservados y recalificados. No obstante, las UPPs no se tornarán una política pública sostenible y universalizada si no son acompañadas de una revolución radical en las policías. Esto es lo que he dicho desde el primer momento.

Desafortunadamente, la realidad está demostrando que tengo razón. De ahí la importancia inestimable y la urgencia de la reforma constitucional, sin cuya aprobación no podrá ocurrir un cambio profundo de las policías. Además de eso, será necesario que el Estado cumpla su deber en las áreas sociales, con salud, educación y saneamiento, porque cuando su presencia se limita a la seguridad, las condiciones que favorecen la reproducción de la violencia no serán alteradas.

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Brasil, país de fútbol y violencia http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/12/12/brasil-pais-de-futbol-y-violencia/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/12/12/brasil-pais-de-futbol-y-violencia/#comments Thu, 12 Dec 2013 17:31:35 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=670 Continue lendo →]]> POR GERMÁN ARANDA

Iba yo una soleada tarde del pasado mes de marzo paseando por la “pacificada” favela Rocinha con mi amigo y fotógrafo Chema Llanos. Nos metimos por un callejón y nos encontramos con una amable mujer algo mayor para subir sola la compra por las empinadas escaleras que llevaban a su casa. Conversábamos tranquilamente y esperábamos a que tomara aire para ayudarle a subir las bolsas cuando apareció un chaval de unos veinte años con los ojos rojos y en bermudas, sin camiseta, y nos apuntó con una pistola.

La mujer apenas se inmutó: “No os preocupéis, este es del barrio”, nos decía. “Déjalos, que son gringos”, le pedía muy tranquilamente al joven, que seguía apuntándonos visiblemente enfadado y, en su nube de marihuana, respondía gritando: “¡Gringos no son, que lleva la misma camiseta que un P2 (policía secreto)!”. “¡Levántate la camiseta y pásame la mochila!”. Cuando vio que en la bolsa había una cámara de fotos y no un arma, como esperaba, y empezó a percibir claramente nuestro acento extranjero, le cambió la cara. “Aaaah, gringos, ¡bienvendidos!, os podéis quedar un rato aquí si queréis, buen rollo”, nos dijo sonriente y ya con la pistola abajo. Casi nos hicimos amigos.

Llevo poco más de dos años en Brasil y la violencia nunca me ha golpeado hasta hacerme daño en mis propias carnes. Al contrario, siempre digo que el brasileño es un tipo pacífico al que con contacto físico, una sonrisa y una disculpa es más fácil de tranquilizar que a un inglés o a un español malhumorado. Pero la violencia, aún cuando no estalla, se huele, está al acecho, y por eso un episodio como la batalla campal del pasado domingo en el estadio del Atlético Paranaense no es precisamente el que más me sorprende, por mucho que alarme y escandalice al mundo entero.

Una batalla campal entre hinchadas dejó cuatro heridos el domingo pasado. Fotografía: Geraldo Bubniak- Fotoarena/Folhapress

Una batalla campal entre hinchadas dejó cuatro heridos el domingo pasado. Fotografía: Geraldo Bubniak- Fotoarena/Folhapress

Por una parte, me parece necesario aprovechar la atención mediática que atrae un país como Brasil por el hecho de estar camino al Mundial para que se conozcan los entresijos de su sociedad, las bondades de su cultura y también las injusticias que se cometen. Por otra, me irrita y me parece injusto que toda aquella violencia que sea más próxima al torneo tenga una repercusión mayor debido a que tiene relación con el fútbol o a que el afectado es un turista o un tipo de clase alta.

“Podrías ser tú”, parece que se le dice al lector burgués e internacional. Mientras tanto, la mayoría de las miles de personas que mueren cada año asesinadas (50.108 durante el año 2012 según el Anuario Estadístico de Fórum Brasileño de Seguridad Pública) serán siempre anónimas. Y algunas también son víctimas directas de la policía. Los agentes mataron unas cinco personas por día en 2013, según un adelanto del diario “O Globo” de la versión actualizada del mismo informe, todavía no publicado.

Es estremecedoramente fácil conocer de cerca estas historias. Hace ahora un año, tuve la ocasión de visitar la casa y conocer a la familia de Matheus, un niño que tenía ocho años cuando fue alcanzado por una bala de un policía militar en la nuca al salir de su casa de la favela de Maré en Río de Janeiro para comprar algo de desayuno. La marca de la bala sigue aún en la puerta metálica mientras sus hermanos juguetean delante de ella.

La relación entre los episodios del pasado domingo y el contexto de violencia en el país no es mía. Usando estadísticas como estas, Fernando Graziani se preguntaba en su blog de la revista “Carta Capital“¿Impactado con la violencia en los estadios? ¿En qué país te crees que vives?”. Y calculaba: “Con esos datos, es fácil hacer una cuenta. Durante los noventa minutos de un partido de fútbol (…) mueren asesinadas en Brasil entre ocho o nueve personas”. Y añadía un dato que me parece relevante y que no se encuentra tan intensamente arraigado en el debate social como el de los homicidios: murieron en Brasil 50.000 personas en las carreteras en 2012. Los informes de la Unión Europea dicen que ese mismo año fallecieron 28.000 sumando todos los países miembros, sobre una población unos 500 millones de personas, más del doble que en Brasil.

La violencia en el fútbol preocupa con vistas al Mundial 2014. Fotografía: Heuler Andrey- Agif/Folhapress

La violencia en el fútbol preocupa con vistas al Mundial 2014. Fotografía: Heuler Andrey- Agif/Folhapress

En un país donde los homicidios tienen lugar predominantemente en sitios marginales y donde un negro tiene muchas más probabilidades de ser asesinado, así pues, un visitante durante la Copa o alguien de clase alta seguramente tenga más peligro a bordo de un autobús en Río de Janeiro. Sí, esa forma de conducir es una de las cosas que más llama la atención a quienes visitan la ciudad y sí, eso también es violencia, aunque reconozco haberme reído muchas veces por la emoción de verme a bordo de una atracción de feria.

La semana pasada, volviendo a casa a primera hora de la mañana, tuve que recorrer a pie una carretera cortada porque el autobús que pasó por allí unos minutos antes del que yo ocupaba había chocado con otro que venía en sentido contrario. Alrededor de una decena de heridos leves sangraban y lloraban impotentes en el costado de la carretera sin que hubiera llegado una ambulancia pese a que habían pasado unos diez minutos desde el accidente. Me mosqueó mucho más de lo que me sorprendió. ¿Qué esperáis?, me preguntaba después de haber experimentado centenares de veces conducciones temerarias, cuando no suicidas.

Hace unos días al volver de fiesta, de nuevo de la Rocinha, me enteré de que en esa misma favela, donde también fue torturado y asesinado el obrero Amarildo de Souza, en julio pasado, hubo un tiroteo mientras yo me divertía, aunque no lo escuché. Otro día, caminando por la favela Vidigal, me encontré con un fusil de la policía apuntándome a la altura de la cara. No a mí intencionadamente, sino que al girar una esquina el agente estaba en esa posición de asalto. Sus compañeros me aseguraron que eso era normal, rutinario. En otro episodio más divertido, un camarero tuvo que apartar con sumo cuidado y pidiendo permiso los enormes fusiles de dos policias que, apoyados sobre una silla, le impedían pasar entre dos mesas.

 

El obrero Amarildo de Souza fue torturado y desaparició de la favela Rocinha en julio.Fotografía: Marcelo Sayão/Efe

El obrero Amarildo de Souza fue torturado y desapareció de la favela Rocinha en julio pasado. Fotografía: Marcelo Sayão/Efe

Hablan los números, pero hablan también, en mi caso, vivencias propias y cercanas: Brasil es el país del fútbol, sí, y el de la samba. Y es sumamente acogedor, pero también es el país de la violencia. O al menos uno de ellos. Y si eso es una preocupación para mí, que soy -como la mayoría de los que vendrán al Mundial- un hombre occidental, blanco y heterosexual, y por tanto no pertenezco a ninguna de las minorías históricamente maltratadas en este país y en el mundo, imaginen cómo es para aquellos que viven en la cara B de la vida.

Y si son las minorías y los marginales quienes más peligran, no es difícil concluir que la mejor arma contra la violencia social es erradicar la desigualdad e invertir de manera inteligente y apasionada en educación, si bien hay que reconocerle al gobierno actual su creciente esfuerzo en esta área.

Así que cuando me preguntan si necesitaba Brasil ser sede de este Mundial, replico con otra pregunta: ¿Ayudará a reducir la desigualdad? ¿A que se construyan más escuelas u hospitales? No tengo una respuesta exacta a estas preguntas. Es más exacta la cifra de 8.000 millones de reales (unos 3.400 millones de dólares actuales) gastados hasta ahora en trece estadios , muchos de los cuales caerán en desuso -o casi- después del torneo.

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El beso gay del valiente cobarde http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/08/30/el-beso-gay-del-valiente-cobarde/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/08/30/el-beso-gay-del-valiente-cobarde/#comments Fri, 30 Aug 2013 12:00:56 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=155 Continue lendo →]]> POR NATALIA FABENI

Dicen que una imagen vale más que mil palabras y si en ella está el atacante del Corinthians e ídolo de multitudes Emerson Sheik, ya pueden imaginar. Pero si además, en la imagen, el futbolista y hacedor de goles decisivos aparece dándole un beso en la boca a otro hombre nos falta espacio en este blog para explicar el tamaño del alboroto que se formó.

Sheik provocó con su beso gay la ira de un colectivo homófobo y machista, se ganó la simpatía de los homosexuales y abrió el debate de la homosexualidad en el deporte, de la homosexualidad de los mitos masculinos. Pero Sheik, valiente con su gesto, no supo aguantar la presión de la hinchada y acabó pidiendo perdón por los colores de la bandera que él mismo había levantado.

La historia es sencilla: Sheik estaba el domingo pasado en el restaurante de su amigo Isaac Azar y decidió festejar la victoria de su club y el nacimiento del próximo hijo de su amigo con un piquito. Aunque la intención del jugador iba más allá de conmemorar la amistad con un simple “selinho”.

“Hay que ser muy valiente para celebrar la amistad sin miedo de lo que los prejuiciosos van a decir. Hay que ser muy libre para festejar una victoria así, con un amigo que te apoya siempre (…) Ah, ya me estaba olvidando, para los que pensaron en hacer bromas tontas con la foto, miren todo mi Instagram antes, sólo para que no tengan dudas”.

Ahí quedó la polémica. Las redes sociales explotaron, sus compañeros del Corinthians aplaudieron la actitud de Sheik en el vestuario y la hinchada se indignó, pidió explicaciones y repudió el beso con carteles en el entrenamiento que reflejan pensamientos de otra era, que asustan: “Andá a besar a la PQP –mejor no traducirlo-… Acá es lugar de hombres” y “desviados no”, decían algunos de ellos.

Nada sirvió para calmarlos, mucho menos las explicaciones de Sheik, quien repitió en la radio, en la tele y en entrevistas en internet que los “piquitos” son parte de su educación, mostró fotos de sus hijos haciendo lo mismo, mientras afirmaba que él es muy hombre, que todo forma parte de un “prejuicio estúpido”, que el mundo del fútbol es “muy machista” y que ya “no hay más lugar para eso”.

Pero el atacante del Corinthians se equivocaba: la homosexualidad en el mundo del fútbol es tabú y todo indica que lo va a seguir siendo. Los deportistas, por ahora, van a tener que continuar “dentro del armario” si no quieren ser repudiados por las hinchadas.

La imagen de la polémica: Sheik cuelga una foto en Instagram besando a su amigo

La encuesta realizada en el site del programa “SporTV”, de la red Globo, a propósito de la polémica del “selinho”, habla por sí sola. Los presentadores quisieron conocer el grado de tolerancia que tendrían los fanáticos en caso de que algún jugador de su equipo preferido asumiera públicamente ser homosexual y las respuestas fueron muy conservadoras: el 62,81% respondió que no aceptaría gays en el equipo de sus amores, mientras que el 21,42% dijo que respetarían la condición sexual del jugador porque pertenecería a su vida privada. Sólo un 13,42% tuvo una postura más comprensiva y manifestó que apoyaría al deportista. La respuesta “todo bien, si no lo demuestra” cosechó un 2,35%.

La presión fue tan grande, y los reclamos de disculpas públicas por parte de la hinchada tan reiterados, que el atacante, tras una reunión con la hinchada mayoritaria del club, no pudo sostener más la situación y dio su brazo a torcer: se disculpó y, con una broma sin sentido, se escudó en el prejuicio que antes había condenado para zafarse de la incómoda situación que le generó tener una opinión diferente y en contra de los parámetros del mundo del fútbol al que pertenece.

Un grupo reducido de corintianos se manifestó contra el gesto del jugador durante un entrenamiento. Rodrigo Gazzanel/Futura Press

“Lamento si ofendí a la hinchada del Corinthians, no fue mi intención. Fue sólo una broma con un amigo, hasta porque no soy são-paulino (en referencia al São Paulo, equipo rival del Timão, contra el que los corinthianos suelen hacer bromas de ese tipo)”, dijo el atacante, en un comunicado divulgado por la hinchada organizada.

¿Fin del asunto? Nada de eso. La homofobia desatada por la foto del “piquito” es sólo la punta del iceberg del drama de discriminación y falta de derechos que sufren gays, lesbianas y transexuales en Brasil y en toda América Latina.

Como lo hace desde hace 30 años, el Grupo Gay de Bahía (GGB), la asociación de defensa de los derechos humanos de los homosexuales más antigua de Brasil, divulgó en enero pasado su Informe Anual de Asesinatos de Homosexuales (LGBT) relativo a 2012. Los números son escalofriantes.

Allí constatan que fueron registrados 338 asesinatos de gays, travestis y lesbianas en el país, incluyendo dos transexuales brasileñas que murieron en Italia, lo que equivale a un asesinato cada 26 horas. Las muertes de 2012 representan un aumento del 21% en relación al año anterior (266 muertes) y un crecimiento del 177% en los últimos siete años.

Con estos números, Brasil, donde el matrimonio civil homosexual es legal, es el primer país en el ránking mundial de asesinatos homofóbicos, concentrando el 44% del total de ejecuciones en todo el mundo. Los homosexuales lideran el número de muertes, con 188 (56%), seguidos de 128 travestis (37%), 19 lesbianas (5%) y de los bisexuales (1%).

Incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció en un comunicado difundido a mediados de este mes los “altos niveles de violencia y discriminación” que sufren los jóvenes homosexuales en toda América y el asesinato de 23 transexuales y 15 homosexuales el mes pasado en el continente. Brasil, con 200 millones de habitantes, no es el único país al que hay que apuntar con el dedo acusador, pero lleva la delantera en todo: sólo en julio pasado hubo 23 asesinatos de personas transexuales. Nueve de ellas en Brasil, cuatro en Honduras, dos en Colombia, dos en México y otras dos en Perú, una en Estados Unidos, una en Jamaica, una en Paraguay y una en Venezuela.

Además, la CIDH fue informada de 13 casos de asesinatos de gays en América Latina, ocho de ellos en Brasil, dos en Perú, uno en Honduras, uno en México y uno en Venezuela, siendo la gran mayoría asesinados a golpes.

Sheik decidió usar en el partido del próximo domingo unos botines diseñados especialmente con las frases “Fuera el prejuicio” y “Gentileza” para reafirmar su posición sobre el “piquito”, pese a las disculpas y al chiste homofóbico con el que cerró el episodio. En medio de la polémica, de actitudes de otra era y de actos aberrantes, me acuerdo de las palabras que el Papa Francisco pronunció en el avión que lo llevó de vuelta al Vaticano, tras su visita a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud, con las que sorprendió a medio mundo: “¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual?”. Creo que vale la pena la reflexión para todos los que salieron a condenar a Sheik, incluso para él mismo.

 

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