Brasil con Ñgays – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 El impacto LGBT en Brasil: el fin de la hipocresía http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/15/el-impacto-lgbt-en-brasil-el-fin-de-la-hipocresia/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/15/el-impacto-lgbt-en-brasil-el-fin-de-la-hipocresia/#comments Mon, 15 Jun 2015 18:40:08 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1504 Continue lendo →]]> POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO

Sea de su gusto o no, si algo tuvo la simulación de una crucifixión, el pasado 15 de junio durante el 19º Desfile LGBT en São Paulo, fue que golpeó en las narices al sector más reaccionario de la sociedad brasileña.

Con su imagen, la modelo transexual Viviany Beleboni, de 26 años, dijo a gritos lo que millones de miembros del colectivo llevan años callando.

De un plumazo, la doble moral y la hipocresía de la sociedad brasileña quedó expuesta como nunca antes.

Esa misma sociedad que prohibe el top-less en sus playas, pero que permite a mujeres adornadas únicamente con pintura y plumas, en el mejor de los casos, desfilar ante miles de paisanos y turistas de todo el mundo en el sambódromo de Río de Janeiro.

Para quien no solo sepa aún, Brasil es el país con más muertes de travestis y transexuales en el mundo, con 486 asesinatos entre 2008 y 2013, según los datos de la ONG Transgender Europa.

La simulación de una crucifixión durante la marcha del orgullo LGBT en São Paulo generó polémica en Brasil. Fotografía: Julia Chequer/Folhapress.

La modelo transexual VIviany Beleboni simuló una crucifixión durante la marcha del orgullo LGBT, en São Paulo, qie generó polémica en Brasil. Fotografía: Julia Chequer/Folhapress.

Cuando hablamos de todo el colectivo LGBT, las cifras se disparan: un muerto cada 27 horas, un 75% de las víctimas mundiales de la violencia homofóbica.

Viviany sabía que sería “crucificada” por la prensa conservadora, por los políticos reaccionarios y por los pastores de las cientos de miles de iglesias evangélicas del país.

Aun así, decidió arriesgarse y representar el “calvario” de los millones de gays, lesbianas, travestis y transexuales que viven en Brasil.

Sin embargo, entre los muchos  artículos que aparecieron en la prensa atacando a Beleboni y a la Asociación del Desfile Orgullo LGBT de São Paulo, ninguno de ellos se preguntó por qué una joven de 26 años haría algo que luego pondría en peligro su vida.

Después de la “crucifixión”, la actriz recibió innumerables amenazas de muerte.

No solo eso, sino que la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, por su sigla en portugués), ejerció de máxima autoridad de la mayor reserva católica del mundo, con 168 millones de fieles, y exigió el pasado 11 de junio la aplicación del artículo 208 del Código Penal brasileño.

En caso de ser aceptada la denuncia, la modelo podría cumplir una pena de prisión de entre un mes y un año, además de pagar una cuantiosa multa como reparación por el “menoscabo en público de un acto u objeto religioso”.

Miles de personas participaron de la marcha, en São Paulo, el domingo 7 de junio. Fotografía:  Amauri Nehn/Brazil Photo press/Folhapress/Folhapress.

Miles de personas participaron de la marcha del orgullo LGBT, en São Paulo, el domingo 7 de junio. Fotografía: Amauri Nehn/Brazil Photo press/Folhapress/Folhapress.

“Mucha gente no lo sabe ni le importa, pero la mayoría de los transexuales han sufrido maltratos desde su infancia, eso se debe a que sus propias familias no aceptan su condición debido a la presión social y religiosa”, explica a “Brasil con Ñ” la propia Beleboni.

Con resignación, pero voz firme, cuenta el sufrimiento que significa nacer en el cuerpo y en el país equivocado.

“La mayoría no aguanta los abusos y acaba huyendo de sus casas en la adolescencia. Además, muchos no consiguen concluir sus estudios por el rechazo de sus compañeros en la escuela”, relata la modelo.

“Sin estudios, sin dinero, sin apoyo, ni nadie que quiera darles un trabajo digno, muchos acaban en el mundo de la prostitución”, se lamenta.

El relato de Beleboni no es un invento o una excusa que usa la comunidad, sino la dura realidad.

Según la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales de Brasil (ANTRA), el 90% del colectivo ejerce o ha ejercido la prostitución en algún momento de su vida, mientras que un 60% ha recibido algún tipo de agresión.

“Marginalizarse no es una opción sino una consecuencia por vivir en una  sociedad intolerante e hipócrita. Muchas compañeras acaban prostituyéndose con el mismo tipo de hombre casado que no ha querido darle trabajo en su negocio”, cuenta Viviany.

La bancada de diputados evangélicos protestan contra la marcha del orgullo LGBT.  Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

La bancada de diputados evangélicos protesta contra la marcha del orgullo LGBT. Fotografía: Pedro Ladeira/Folhapress.

La historia de Beleboni es una más en un mar de injusticias, de ahí la imperiosa necesidad de que algo cambie en Brasil.

Es por ello que el colectivo LGBT del país lucha contra la llamada “bancada evangélica” del Congreso Nacional que, a principios de 2015, consiguió que se archive el proyecto de ley PLC122/06 que proponía  criminalizar la homofobia en el país, tras ocho años de gestión.

A pesar de los intentos de algunos sectores de la prensa y la política por desviar el debate hacia el uso de los símbolos religiosos (¿dónde está ahora la tolerancia reclamada en el caso del atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo?) en lugar de concentrarse en el problema de la homofobia, la Asociación del Desfile Orgullo LGBT de São Paulo no quiso caer en debates absurdos y lanzó un mensaje directo a la presidenta Dilma Rousseff: “Desde 2011, nunca apareció. Fue a actos religiosos, pero nunca al desfile, que es el mayor del mundo, en el país que gobierna. Debería participar más”.

El próximo 28 de junio, con el Desfile del Orgullo LGBT en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, cientos de personas congregadas en un evento en Facebook han prometido desfilar “crucificadas” en apoyo a Beleboni y al colectivo LGBT.

Será entonces cuando se vea si las palabras de Rousseff, que pronunció el pasado 17 de mayo, Día Internacional Contra la Homofobia, cuando dijo que la “homofobia debe ser criminalizada”, fueron solo retórica o de verdad existe un interés en sacar a Brasil del lugar que ocupa en el ranking de víctimas LGBT.

La participación de Rousseff en el desfile sería, de una vez, la prueba de que el Brasil del siglo XXI puede, y debe, cambiar, enterrar la hipocresía.

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La impunidad de los trotes universitarios http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/02/20/la-impunidad-de-los-trotes-universitarios/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/02/20/la-impunidad-de-los-trotes-universitarios/#comments Fri, 20 Feb 2015 13:47:44 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1320 Continue lendo →]]> POR FEDERICO CORNALI, DE SÃO PAULO

El estremecedor relato de una estudiante de veterinaria de la Universidad de São Paulo (USP) durante una audiencia pública realizada en Asamblea Legislativa (llevada a cabo en enero pasado) dejó a varios boquiabiertos.

“Desperté con mucho dolor, alguien me penetraba por atrás. Había bebido, pero el efecto se me pasó inmediatamente cuando me encontré en esa situación, siendo abusada. Lo empujé y convencí de que me deje ir al baño. Así logré escapar”, contó una joven, de 27 años, respecto de un episodio ocurrido en una residencia de estudiantes de la USP, en Pirassununga (interior de São Paulo).

A pesar del tenor del relato, aún no aparecieron culpables.

Minutos después, prestó declaración un alumno de la Escuela Superior de Agricultura. Contó que fue envenenado. “El exámen toxicológico encontró veneno en mi cuerpo. No pude ir a clases, no podía moverme”, dijo.

“Fui suspendido una semana por intentar denunciar aquel hecho en la dirección de la Escuela”, indicó.

Fotografía: Archivo Personal

La estudiante Nathália de Souza Santos, de 17 años, sufrió quemaduras en las piernas durante un “trote” violento en Adamantina (SP). Fotografía: Archivo Personal

Estos son solo dos ejemplos de algunas de las prácticas que se llevan a cabo en los tristemente tradicionales trotes, que en Brasil fueron asumidos como una práctica natural, y que en la actualidad abandonaron su fisonomía de ritual de iniciación liviano para los alumnos que logran ser admitidos en algunas universidades.

Esta práctica, hoy en día, se emparenta más con el bullying, y atraviesa largamente la frontera de la discriminación y la intolerancia.

Institucionalizados en grupos de tortura con escalas jerárquicas, los veteranos de las universidades van probando las aptitudes de los aspirantes para sumarlos al “equipo del terror”, ese que cada verano se dedica a dar caza a los recientemente egresados de las escuelas secundarias que, a su vez, aceptan ese atroz juego como parte de la nueva etapa.

Los abusos denunciados por alumnas de la USP, una de las instituciones más prestigiosas y elitistas del país, abrieron el fuego.  Los reclamos por violencia sexual en otras universidades de Brasil se multiplicaron.

Días atrás, se conoció que en Adamantina, en el interior de São Paulo, una pandilla de alumnos arrojó una sustancia abrasiva sobre los novatos.

Estudantes se concentram nas ruas próximas ao Centro Universitário de Bebedouro após ação da PM. Fotografía: Fernando Oliveira/O Jornal.

Un grupo de estudiantes es dispersado por la policía, en las inmediaciones del Centro Universitario de Bebedouro, en el interior de São Paulo. Fotografía: Fernando Oliveira/O Jornal.

Uno de los afectados podría perder la visión de un ojo, mientras que otra joven sufrió quemaduras de tercer grado de la cintura hacia abajo.

El racismo y la homofobia tienen un espacio privilegiado en cada trote. Los calouros (ingresantes) deben desnudarse mientras les gritan sus defectos: “gordo”, “Blancanieves” o “marica” para alumnos obesos, negros y homosexuales, respectivamente, aparecen entre las categorías preferidas de los veteranos a la hora de atormentar a los más nuevos.

Caminar descalzo sobre vidrios, soportar peso en los genitales, bañarse en ácido, alcoholizarse hasta el estado de coma o “simplemente” sufrir una golpiza son algunas de las variantes entre las atroces pruebas, que ya se han cargado varias vidas.

HAY VÍCTIMAS, FALTAN RESPONSABLES

En 1980, en la Universidad de Mogi das Cruzes, un municipio del estado de São Paulo, un estudiante de periodismo murió después de un trote violento.

Carlos Alberto de Souza, de 20 años, fue molido a golpes por veteranos. En 1990, el joven George Mattos, iniciante en la carrera de Derecho, murió de un infarto intentando huir de sus compañeros en Goiás.

En 1999, en la Universidad Medicina de São Paulo, Edison Tsung Chi Hsueh, de 22 años, fue encontrado muerto en una piscina después de ser arrojado al agua por los veteranos, a pesar de haberles dicho que no sabía nadar.

Fotografía: Reproducción/Facebook.

El racismo y la homofobia tienen un lugar privilegiado en los trotes universitarios. Fotografía: Reproducción/Facebook.

Un caso similar, en 2009, ocurrió con Vitor Vicente de Macedo Silva (estudiante de Educación Física de la Universidad Federal de Río de Janeiro) que murió ahogado en una piscina de saltos ornamentales. Se sospecha que los veteranos lo obligaron a entrar allí.

Ninguno de los responsables por las muertes de estos estudiantes recibió su castigo. Para peor, muchos de los acusados son “prestigiosos” profesionales.

CÓMPLICES DE LA BARBARIE

Los entes rectores de las universidades vinculadas con los casos de abusos emplean la táctica del “oído sordo, vista gorda” ante tales aberraciones, y se alivian al enterarse de que esas prácticas son llevadas a cabo fuera de sus campus.

De hecho, entre los “trotistas” existen ex alumnos y el sustento para transporte o publicidad muchas proviene del bolsillo de docentes o dirigentes.

“Lo lamentable de estos trotes violentos es que muchas veces provienen de iniciativas de los empleados de las universidades o de los propios profesores”, afirmó Antonio Riberio de Almeida Júnior, educador en la Escuela Superior de Agricultores Luiz de Queiroz (dependiente de la USP), que estudia desde 2001 los trotes más aberrantes.

“Reforzaremos la seguridad para el primer trimestre”, indicó una nota de las Facultades Adamantinenses Integradas (FAI), tras conocerse la noticia de sus dos alumnos quemados.

Pero el énfasis lo pusieron al aclarar que el hecho “ocurrió fuera de las dependencias de la institución”.

 Frente Feminista / divulgacao

Alumnos de la USP São Carlos hostilizaron a un grupo feminista durante un trote en la universidad. Fotografía: Frente Feminista/Divulgación.

LA VERSIÓN ARGENTINA

Esta tradición de rituales estudiantiles no es sólo brasileña. En Argentina es normal que los egresados de las carreras universitarias sean rapados, depilados, golpeados, embarrados o empapados de orina por sus propios compañeros o amigos.

Sin embargo, los hechos de mayor gravedad ocurren sobre el cierre de la etapa secundaria.

Las “vueltas olímpicas” de los tradicionales colegios Pellegrini, Mariano Acosta y Nacional Buenos Aires no tienen relación con el deporte.

En repentina actitud, sorprendiendo a todos, los jóvenes recorrían la escuela arrojando barro, huevos, harina, pintura y pirotecnia (en su versión más leve).

Año tras año, el ritual se fue agravando por los destrozos que ocasionaba, tanto es así que aquella celebración fue prohibida en la mayoría de los casos, después de cientos de incidentes y estudiantes sancionados.

Así y todo, si se trata de provocar desmanes, los colegiales siempre lograrán ingeniárselas.

Alunnos da USP São Carlos hostilizaram feministas durante trote na última terça-feira (26). Alguns estudantes chegaram a ficar pelados e simularam sexo com bonecas infláveis . foto: Frente Feminista / divulgacao

El racismo y la discriminación  son dos elemento0s que se repiten en  los trotes. Fotografía: Reproducción/Facebook.

En octubre del año pasado, los egresados del Liceo Franco Argentino Jean Mermoz hicieron un enorme pozo en el Paseo de las Américas, en pleno barrio de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires. Luego bailaron, bebieron y se embarraron dentro de él.

La institución -alumnos incluidos- debió hacerse cargo de reparar los daños en el espacio público, además de pagar una multa por el incidente.

LA INICIACIÓN EN EL MUNDO

Son muchos los países que tienen versiones vernáculas de los trotes brasileños.

En Suecia, por ejemplo, existe el “klädstreck”. Es simple: los novatos se dividen en equipos y deben desnudarse, dejando sus ropas una al lado de la otra en el suelo. Quien logre hacer la fila más larga, gana.

El “bizutage” francés suena elegante, pero se convirtió en una de las prácticas de iniciación más crudas del mundo por sus violentas prácticas, sobre todo entre los estudiantes de Medicina.

Fue prohibido tras la muerte de un alumno y hoy es punible de seis meses de prisión o una multa de 7600 euros para quien lo lleve a la práctica.

En Canadá –nación reconocida por su calidad educativa- y en la prestigiosa Universidad de Coimbra, en Portugal, el tema de los trotes se encuentra bajo la lupa desde hace años, por el excesivo consumo de alcohol y los castigos contra los novatos.

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Radios comunitarias amenazadas: un intento por silenciar la voz del pueblo http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/02/12/radios-comunitarias-amenazadas-un-intento-por-silenciar-la-voz-del-pueblo/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/02/12/radios-comunitarias-amenazadas-un-intento-por-silenciar-la-voz-del-pueblo/#respond Wed, 12 Feb 2014 17:49:00 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=770 Continue lendo →]]> POR MILLI LEGRAIN

“La imagen del Brasil de la felicidad, la samba y el fútbol es una construcción de la élite”, me comenta Marco Araújo, locutor de Radio Maré, una de muchas radios comunitarias en Brasil que lleva años esperando que el gobierno de Brasil le otorgue su permiso final.

El estudio se encuentra en el complexo de favelas de la Maré, a tres minutos en moto-taxi de la Avenida Brasil, en la zona norte de Río de Janeiro, a la altura del aeropuerto internacional Galeão.

Allí, de lunes a viernes, desde las 8 de la mañana hasta el mediodía, Divan Carlos, un locutor voluntario, también técnico en electrónica, presenta su programa “Bom Día Maré”.

El día que llegué a conocer la radio, estaban promoviendo a Edson Wânder, un artista local  oriundo de Recife, que acaba de sacar su nuevo disco y reside en Maré. Así, uno de los papeles de las radios comunitarias es difundir a artistas locales que tendrían pocas oportunidades de aparecer en los grandes medios.

Edson Wander promueve su nuevo disco en el programa Bom Dia Maré. Fotografía: Milli Legrain

Edson Wander se encontraba promoviendo su nuevo disco en el programa “Bom Dia Maré”. Fotografía: Milli Legrain

En un país marcado por la desigualdad social y donde la prensa está concentrada en manos de unos pocos, muchos brasileños no se sienten representados por los medios de comunicación masiva.

Esto lo dicen los propios residentes de las favelas: “En Globo.com, un 90% de lo que es divulgado sobre Rocinha es violencia. Nuestra comunidad no es sólo eso”, dice Ocimar Santos, de la web alternativa rocinha.org, en el informe “Mídia e Favela” realizado en 2012 por la ONG Observatorio de Favelas.

También se ve reflejado en las encuestas. En un estudio de opinión pública sobre la “Democratización de los medios”, realizado por la Fundación Perseu Abramo, en 2013, un 43,3% de los encuestados afirmó que “la televisión no suele mostrar a personas como ellos.”

Maré es una de las pocas comunidades de Río que no está en un morro. Se fue desarrollando sobre un pantano alrededor de los años 40 y hoy comprende unas 16 favelas. Es también unas de las comunidades que aún no ha sido “pacificada” por  la Unidad de Policía Pacificadora (UPP), como parte del programa del gobierno de Río para combatir el narcotráfico, en el marco del Mundial y de los Juegos Olímpicos de 2016. El tema despierta polémica y existen defensores y detractores: mientras algunos se quejan del narcotráfico, otros lo hacen de la violencia policial.

Marco Araújo y Wladimir Aguiar (derecha) en la sede de Radio Maré. Fotografía: Milli Legrain

Marco Araújo y Wladimir Aguiar (derecha), en la sede de Radio Maré. Fotografía: Milli Legrain

Wladimir Aguiar, director de esta radio comunitaria, cuenta que la creación y supervivencia de Maré FM no ha sido fácil. En los años 80, él formaba parte de un movimiento para la democratización de las radios, que buscaba que la existencia de radios comunitarias fuera reglamentada.

“Pero lo que conseguimos fue crear una ley que criminaliza las radios comunitarias”, explica.  “Una vez que la ley salió, muchas radios cerraron”, se lamenta.

La ley 9612/96 que regula a las radios comunitarias prohíbe la difusión de publicidad y la entrada de fondos públicos. Además, limita su alcance a 1 kilómetro y su potencia máxima a 25 watts, la cual es muy baja para los patrones internacionales.

La ley es también restrictiva en su definición de comunidad, porque equipara comunidad a una localidad física. “De esta manera, quedaron excluidas comunidades de interés como lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBTs), mujeres, grupos étnicos, entre otras”, explica Pedro Martins, representante en Brasil de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC).

Fue así como 940 radios fueron cerradas en Brasil en 2010 y 698 en 2011. Sólo en el estado de Río de Janeiro, cerraron 96 en 2010 y 73 en 2011.  “Se trata de un número bastante alto y es el resultado de una política de comunicación que no garantiza el acceso a este derecho fundamental”, denuncia Pedro.

Un comercio del barrio de Maré. Fotografía: Milli Legrain

Un comercio del barrio de Maré. Fotografía: Milli Legrain

Wladimir relata que el año pasado, cuando la UPP entró en el Morro dos Prazeres, una favela en el barrio de Santa Teresa, en el centro de Río, los policías detuvieron al representante de la radio local. “Todavía  existe el riesgo de que nos multen  a nosotros”, añade.

Además, le compete a la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) y  a la Policía Federal el poder de intervenir en una radio comunitaria, no a las UPPs, que son una institución del estado de Río de Janeiro.

“Brasil es todavía uno de los pocos países del mundo que criminaliza a la radiodifusión de baja potencia […] En general, en otros países, las sanciones son administrativas. Aquí es un crimen y se han generado procesos judiciales y hasta dirigentes de radios han sido encarcelados, aunque no hayan interferido o dañado a otros”, explica Pedro.

“¿Por qué el Ministerio [de Comunicación] regula a las radios comerciales y a las radios comunitarias sólo las castiga?”, se pregunta.

¿Será que en este año electoral habrá alguien que tenga la voluntad política de afrontar este problema histórico, de democratizar la comunicación y dejar así que los ciudadanos de las comunidades tradicionalmente marginadas puedan construir su propia identidad?

Radio Maré se puede escuchar en el 98.7 MHZ y llega a cerca de 150.000 personas.

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Brasil, país de fútbol y violencia http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/12/12/brasil-pais-de-futbol-y-violencia/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/12/12/brasil-pais-de-futbol-y-violencia/#comments Thu, 12 Dec 2013 17:31:35 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=670 Continue lendo →]]> POR GERMÁN ARANDA

Iba yo una soleada tarde del pasado mes de marzo paseando por la “pacificada” favela Rocinha con mi amigo y fotógrafo Chema Llanos. Nos metimos por un callejón y nos encontramos con una amable mujer algo mayor para subir sola la compra por las empinadas escaleras que llevaban a su casa. Conversábamos tranquilamente y esperábamos a que tomara aire para ayudarle a subir las bolsas cuando apareció un chaval de unos veinte años con los ojos rojos y en bermudas, sin camiseta, y nos apuntó con una pistola.

La mujer apenas se inmutó: “No os preocupéis, este es del barrio”, nos decía. “Déjalos, que son gringos”, le pedía muy tranquilamente al joven, que seguía apuntándonos visiblemente enfadado y, en su nube de marihuana, respondía gritando: “¡Gringos no son, que lleva la misma camiseta que un P2 (policía secreto)!”. “¡Levántate la camiseta y pásame la mochila!”. Cuando vio que en la bolsa había una cámara de fotos y no un arma, como esperaba, y empezó a percibir claramente nuestro acento extranjero, le cambió la cara. “Aaaah, gringos, ¡bienvendidos!, os podéis quedar un rato aquí si queréis, buen rollo”, nos dijo sonriente y ya con la pistola abajo. Casi nos hicimos amigos.

Llevo poco más de dos años en Brasil y la violencia nunca me ha golpeado hasta hacerme daño en mis propias carnes. Al contrario, siempre digo que el brasileño es un tipo pacífico al que con contacto físico, una sonrisa y una disculpa es más fácil de tranquilizar que a un inglés o a un español malhumorado. Pero la violencia, aún cuando no estalla, se huele, está al acecho, y por eso un episodio como la batalla campal del pasado domingo en el estadio del Atlético Paranaense no es precisamente el que más me sorprende, por mucho que alarme y escandalice al mundo entero.

Una batalla campal entre hinchadas dejó cuatro heridos el domingo pasado. Fotografía: Geraldo Bubniak- Fotoarena/Folhapress

Una batalla campal entre hinchadas dejó cuatro heridos el domingo pasado. Fotografía: Geraldo Bubniak- Fotoarena/Folhapress

Por una parte, me parece necesario aprovechar la atención mediática que atrae un país como Brasil por el hecho de estar camino al Mundial para que se conozcan los entresijos de su sociedad, las bondades de su cultura y también las injusticias que se cometen. Por otra, me irrita y me parece injusto que toda aquella violencia que sea más próxima al torneo tenga una repercusión mayor debido a que tiene relación con el fútbol o a que el afectado es un turista o un tipo de clase alta.

“Podrías ser tú”, parece que se le dice al lector burgués e internacional. Mientras tanto, la mayoría de las miles de personas que mueren cada año asesinadas (50.108 durante el año 2012 según el Anuario Estadístico de Fórum Brasileño de Seguridad Pública) serán siempre anónimas. Y algunas también son víctimas directas de la policía. Los agentes mataron unas cinco personas por día en 2013, según un adelanto del diario “O Globo” de la versión actualizada del mismo informe, todavía no publicado.

Es estremecedoramente fácil conocer de cerca estas historias. Hace ahora un año, tuve la ocasión de visitar la casa y conocer a la familia de Matheus, un niño que tenía ocho años cuando fue alcanzado por una bala de un policía militar en la nuca al salir de su casa de la favela de Maré en Río de Janeiro para comprar algo de desayuno. La marca de la bala sigue aún en la puerta metálica mientras sus hermanos juguetean delante de ella.

La relación entre los episodios del pasado domingo y el contexto de violencia en el país no es mía. Usando estadísticas como estas, Fernando Graziani se preguntaba en su blog de la revista “Carta Capital“¿Impactado con la violencia en los estadios? ¿En qué país te crees que vives?”. Y calculaba: “Con esos datos, es fácil hacer una cuenta. Durante los noventa minutos de un partido de fútbol (…) mueren asesinadas en Brasil entre ocho o nueve personas”. Y añadía un dato que me parece relevante y que no se encuentra tan intensamente arraigado en el debate social como el de los homicidios: murieron en Brasil 50.000 personas en las carreteras en 2012. Los informes de la Unión Europea dicen que ese mismo año fallecieron 28.000 sumando todos los países miembros, sobre una población unos 500 millones de personas, más del doble que en Brasil.

La violencia en el fútbol preocupa con vistas al Mundial 2014. Fotografía: Heuler Andrey- Agif/Folhapress

La violencia en el fútbol preocupa con vistas al Mundial 2014. Fotografía: Heuler Andrey- Agif/Folhapress

En un país donde los homicidios tienen lugar predominantemente en sitios marginales y donde un negro tiene muchas más probabilidades de ser asesinado, así pues, un visitante durante la Copa o alguien de clase alta seguramente tenga más peligro a bordo de un autobús en Río de Janeiro. Sí, esa forma de conducir es una de las cosas que más llama la atención a quienes visitan la ciudad y sí, eso también es violencia, aunque reconozco haberme reído muchas veces por la emoción de verme a bordo de una atracción de feria.

La semana pasada, volviendo a casa a primera hora de la mañana, tuve que recorrer a pie una carretera cortada porque el autobús que pasó por allí unos minutos antes del que yo ocupaba había chocado con otro que venía en sentido contrario. Alrededor de una decena de heridos leves sangraban y lloraban impotentes en el costado de la carretera sin que hubiera llegado una ambulancia pese a que habían pasado unos diez minutos desde el accidente. Me mosqueó mucho más de lo que me sorprendió. ¿Qué esperáis?, me preguntaba después de haber experimentado centenares de veces conducciones temerarias, cuando no suicidas.

Hace unos días al volver de fiesta, de nuevo de la Rocinha, me enteré de que en esa misma favela, donde también fue torturado y asesinado el obrero Amarildo de Souza, en julio pasado, hubo un tiroteo mientras yo me divertía, aunque no lo escuché. Otro día, caminando por la favela Vidigal, me encontré con un fusil de la policía apuntándome a la altura de la cara. No a mí intencionadamente, sino que al girar una esquina el agente estaba en esa posición de asalto. Sus compañeros me aseguraron que eso era normal, rutinario. En otro episodio más divertido, un camarero tuvo que apartar con sumo cuidado y pidiendo permiso los enormes fusiles de dos policias que, apoyados sobre una silla, le impedían pasar entre dos mesas.

 

El obrero Amarildo de Souza fue torturado y desaparició de la favela Rocinha en julio.Fotografía: Marcelo Sayão/Efe

El obrero Amarildo de Souza fue torturado y desapareció de la favela Rocinha en julio pasado. Fotografía: Marcelo Sayão/Efe

Hablan los números, pero hablan también, en mi caso, vivencias propias y cercanas: Brasil es el país del fútbol, sí, y el de la samba. Y es sumamente acogedor, pero también es el país de la violencia. O al menos uno de ellos. Y si eso es una preocupación para mí, que soy -como la mayoría de los que vendrán al Mundial- un hombre occidental, blanco y heterosexual, y por tanto no pertenezco a ninguna de las minorías históricamente maltratadas en este país y en el mundo, imaginen cómo es para aquellos que viven en la cara B de la vida.

Y si son las minorías y los marginales quienes más peligran, no es difícil concluir que la mejor arma contra la violencia social es erradicar la desigualdad e invertir de manera inteligente y apasionada en educación, si bien hay que reconocerle al gobierno actual su creciente esfuerzo en esta área.

Así que cuando me preguntan si necesitaba Brasil ser sede de este Mundial, replico con otra pregunta: ¿Ayudará a reducir la desigualdad? ¿A que se construyan más escuelas u hospitales? No tengo una respuesta exacta a estas preguntas. Es más exacta la cifra de 8.000 millones de reales (unos 3.400 millones de dólares actuales) gastados hasta ahora en trece estadios , muchos de los cuales caerán en desuso -o casi- después del torneo.

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El beso gay del valiente cobarde http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/08/30/el-beso-gay-del-valiente-cobarde/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2013/08/30/el-beso-gay-del-valiente-cobarde/#comments Fri, 30 Aug 2013 12:00:56 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=155 Continue lendo →]]> POR NATALIA FABENI

Dicen que una imagen vale más que mil palabras y si en ella está el atacante del Corinthians e ídolo de multitudes Emerson Sheik, ya pueden imaginar. Pero si además, en la imagen, el futbolista y hacedor de goles decisivos aparece dándole un beso en la boca a otro hombre nos falta espacio en este blog para explicar el tamaño del alboroto que se formó.

Sheik provocó con su beso gay la ira de un colectivo homófobo y machista, se ganó la simpatía de los homosexuales y abrió el debate de la homosexualidad en el deporte, de la homosexualidad de los mitos masculinos. Pero Sheik, valiente con su gesto, no supo aguantar la presión de la hinchada y acabó pidiendo perdón por los colores de la bandera que él mismo había levantado.

La historia es sencilla: Sheik estaba el domingo pasado en el restaurante de su amigo Isaac Azar y decidió festejar la victoria de su club y el nacimiento del próximo hijo de su amigo con un piquito. Aunque la intención del jugador iba más allá de conmemorar la amistad con un simple “selinho”.

“Hay que ser muy valiente para celebrar la amistad sin miedo de lo que los prejuiciosos van a decir. Hay que ser muy libre para festejar una victoria así, con un amigo que te apoya siempre (…) Ah, ya me estaba olvidando, para los que pensaron en hacer bromas tontas con la foto, miren todo mi Instagram antes, sólo para que no tengan dudas”.

Ahí quedó la polémica. Las redes sociales explotaron, sus compañeros del Corinthians aplaudieron la actitud de Sheik en el vestuario y la hinchada se indignó, pidió explicaciones y repudió el beso con carteles en el entrenamiento que reflejan pensamientos de otra era, que asustan: “Andá a besar a la PQP –mejor no traducirlo-… Acá es lugar de hombres” y “desviados no”, decían algunos de ellos.

Nada sirvió para calmarlos, mucho menos las explicaciones de Sheik, quien repitió en la radio, en la tele y en entrevistas en internet que los “piquitos” son parte de su educación, mostró fotos de sus hijos haciendo lo mismo, mientras afirmaba que él es muy hombre, que todo forma parte de un “prejuicio estúpido”, que el mundo del fútbol es “muy machista” y que ya “no hay más lugar para eso”.

Pero el atacante del Corinthians se equivocaba: la homosexualidad en el mundo del fútbol es tabú y todo indica que lo va a seguir siendo. Los deportistas, por ahora, van a tener que continuar “dentro del armario” si no quieren ser repudiados por las hinchadas.

La imagen de la polémica: Sheik cuelga una foto en Instagram besando a su amigo

La encuesta realizada en el site del programa “SporTV”, de la red Globo, a propósito de la polémica del “selinho”, habla por sí sola. Los presentadores quisieron conocer el grado de tolerancia que tendrían los fanáticos en caso de que algún jugador de su equipo preferido asumiera públicamente ser homosexual y las respuestas fueron muy conservadoras: el 62,81% respondió que no aceptaría gays en el equipo de sus amores, mientras que el 21,42% dijo que respetarían la condición sexual del jugador porque pertenecería a su vida privada. Sólo un 13,42% tuvo una postura más comprensiva y manifestó que apoyaría al deportista. La respuesta “todo bien, si no lo demuestra” cosechó un 2,35%.

La presión fue tan grande, y los reclamos de disculpas públicas por parte de la hinchada tan reiterados, que el atacante, tras una reunión con la hinchada mayoritaria del club, no pudo sostener más la situación y dio su brazo a torcer: se disculpó y, con una broma sin sentido, se escudó en el prejuicio que antes había condenado para zafarse de la incómoda situación que le generó tener una opinión diferente y en contra de los parámetros del mundo del fútbol al que pertenece.

Un grupo reducido de corintianos se manifestó contra el gesto del jugador durante un entrenamiento. Rodrigo Gazzanel/Futura Press

“Lamento si ofendí a la hinchada del Corinthians, no fue mi intención. Fue sólo una broma con un amigo, hasta porque no soy são-paulino (en referencia al São Paulo, equipo rival del Timão, contra el que los corinthianos suelen hacer bromas de ese tipo)”, dijo el atacante, en un comunicado divulgado por la hinchada organizada.

¿Fin del asunto? Nada de eso. La homofobia desatada por la foto del “piquito” es sólo la punta del iceberg del drama de discriminación y falta de derechos que sufren gays, lesbianas y transexuales en Brasil y en toda América Latina.

Como lo hace desde hace 30 años, el Grupo Gay de Bahía (GGB), la asociación de defensa de los derechos humanos de los homosexuales más antigua de Brasil, divulgó en enero pasado su Informe Anual de Asesinatos de Homosexuales (LGBT) relativo a 2012. Los números son escalofriantes.

Allí constatan que fueron registrados 338 asesinatos de gays, travestis y lesbianas en el país, incluyendo dos transexuales brasileñas que murieron en Italia, lo que equivale a un asesinato cada 26 horas. Las muertes de 2012 representan un aumento del 21% en relación al año anterior (266 muertes) y un crecimiento del 177% en los últimos siete años.

Con estos números, Brasil, donde el matrimonio civil homosexual es legal, es el primer país en el ránking mundial de asesinatos homofóbicos, concentrando el 44% del total de ejecuciones en todo el mundo. Los homosexuales lideran el número de muertes, con 188 (56%), seguidos de 128 travestis (37%), 19 lesbianas (5%) y de los bisexuales (1%).

Incluso la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció en un comunicado difundido a mediados de este mes los “altos niveles de violencia y discriminación” que sufren los jóvenes homosexuales en toda América y el asesinato de 23 transexuales y 15 homosexuales el mes pasado en el continente. Brasil, con 200 millones de habitantes, no es el único país al que hay que apuntar con el dedo acusador, pero lleva la delantera en todo: sólo en julio pasado hubo 23 asesinatos de personas transexuales. Nueve de ellas en Brasil, cuatro en Honduras, dos en Colombia, dos en México y otras dos en Perú, una en Estados Unidos, una en Jamaica, una en Paraguay y una en Venezuela.

Además, la CIDH fue informada de 13 casos de asesinatos de gays en América Latina, ocho de ellos en Brasil, dos en Perú, uno en Honduras, uno en México y uno en Venezuela, siendo la gran mayoría asesinados a golpes.

Sheik decidió usar en el partido del próximo domingo unos botines diseñados especialmente con las frases “Fuera el prejuicio” y “Gentileza” para reafirmar su posición sobre el “piquito”, pese a las disculpas y al chiste homofóbico con el que cerró el episodio. En medio de la polémica, de actitudes de otra era y de actos aberrantes, me acuerdo de las palabras que el Papa Francisco pronunció en el avión que lo llevó de vuelta al Vaticano, tras su visita a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud, con las que sorprendió a medio mundo: “¿Quién soy yo para juzgar a un homosexual?”. Creo que vale la pena la reflexión para todos los que salieron a condenar a Sheik, incluso para él mismo.

 

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