Brasil con Ñfestival – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 “Mucha gente sin techo, mucho techo sin gente” http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/26/mucha-gente-sin-techo-mucho-techo-sin-gente/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/26/mucha-gente-sin-techo-mucho-techo-sin-gente/#comments Fri, 26 Jun 2015 14:16:43 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1516 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

Tomo un ómnibus en la calle Augusta rumbo al centro viejo de la ciudad. A mi lado se sienta un señor de unos 70 años, con ropas que parecen de la misma edad. Al pasar frente a las torres que se alzan en esa región en auge, exclama: “¡Gastan fortunas en esos apartamentos! Y, uno, que siempre ha vivido aquí, ahora tiene que irse, porque el salario ya no paga las cuentas del mes”.

El hombre, que ha tenido que mudarse debido al exorbitante aumento de los alquileres, resume un fenómeno tal vez no muy reconocible a primera vista, pero que está tan presente que hasta tiene un nombre: gentrificación (proceso por el cual la población de un barrio popular es desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor).

La burbuja brasileña

Paralelamente a esos desplazamientos, el “boom” inmobiliario de São Paulo viene desinflándose desde hace al menos un año. Antes de la supervalorización, ya había muchos edificios vacíos en la ciudad. Datos del municipio indican que en 2014 había 400.000 inmuebles deshabitados, entre casas y edificios, al mismo tiempo que unas 130.000 familias no tenían dónde vivir.

“Tanto techo sin gente, tanta gente sin techo”, dice un graffitti de menos de 140 caracteres, que también podría ser un tuit.

El gobierno municipal decidió aumentar el año pasado los impuestos a las propiedades en desuso. En regiones donde el metro cuadrado ronda los 3500 dólares (sobre todo en Jardins y zona sur), la medida, previsiblemente, no fue bien recibida. Tampoco las caras desconocidas que comenzaron a pasearse por allí.

Las ocupaciones parten de un movimiento que unos llaman “de derecho” y otros “de usurpación”. Hace unos años presencié la toma de un edificio céntrico y pude ver cómo el grupo se distribuía, con organización y velocidad sorprendentes, los 15 pisos del predio, sus departamentos y las funciones de cocina, limpieza, seguridad, salud, etc.

Con el deterioro de la economía, esos “techos sin gente” han atraído a más personas. Hace unas semanas, ví uno de los desalojos que se han vuelto comunes en el último tiempo. La violencia con que se ejecutan pone en evidencia la enorme distancia social que hay entre quienes tienen y quienes no, poniendo en jaque la idea de Brasil como un país cordial.

Boom inmobiliario en el Baixo Augusta. Fotografía: Gustavo Epifanio - 18.set.2014/Folhapress.

Boom inmobiliario en el Baixo Augusta. Fotografía: Gustavo Epifanio/Folhapress.

Tubos de ensayo

En otras zonas de la ciudad, donde el precio de las propiedades es más bajo, las construcciones abandonadas atraen un segundo tipo de “ocupación”, la de personas que no sufren falta de vivienda y que no necesariamente entran allí sin pagar.

Son los laboratorios de experiencias artísticas, periodísticas o sociales, que emergen como una mezcla de co-working, comuna y red social.

A diferencia del movimiento de “reapropiación del espacio público”, que busca revitalizar las plazas, estas iniciativas tienen lugar en el interior de edificios o casas que, por estar sin uso o en franco deterioro, se vuelven alternativas de bajo costo.

Las hay de varios tipos; las más duraderas son aquellas que desarrollan proyectos profesionales o artísticos definidos, practican el crowfunding y tienen un acuerdo con el propietario, además del apoyo de los vecinos.

En el centro viejo se encuentra “Farol”, el nombre que le han dado a un antiguo edificio de cuatro pisos los  grupos que desarrollan allí sus proyectos: “Choque Cultural” (arte público y pensamiento urbanístico), “Líquen” (taller de artistas y diseñadores), “Balsa” (espacio de eventos) y “Fluxo” (redacción, estudio, lugar de encuentro y reuniones).

Este último es quizás el que más ha trascendido debido a que sus miembros desarrollan proyectos de comunicación y están articulados con los medios.

Lidera esa experiencia Bruno Torturra, un periodista que pasó de los medios tradicionales a una estructura especializada en activismo social (llamada “Midia Ninja”). Allí se reúnen reporteros, fotógrafos, editores y artistas para experimentar “con el lenguaje, el contenido y las relaciones entre comunicadores y público”.

Con una terraza que ofrece una excepcional vista al valle Anhangabaú, los ocupantes tienen una agenda de cine club, debates, fiestas, transmisiones en vivo y producción de contenidos.

Buscan también un nuevo modelo de negocio para el periodismo. Por ello, suele verse por allí a varios de los profesionales que salieron de las redacciones tras los recientes despidos masivos.

Un túnel que se transforma en discoteca. Fotografía: Reprodução/Buraco da minhoca.

La ocupación del túnel que se transforma en discoteca llegó a su fin. Fotografía: Reprodução/Buraco da minhoca.

Reacción explosiva

En la misma región, otras experiencias han transitado diversa suerte. Una de ellas es “Laboratório Compartilhado TM13”, el nombre que recibió la Escuela de Ballet Municipal, en mayo de 2014, tras la ocupación del colectivo AnhangabaRoots.

Foco de resistencia contra el  Mundial de fútbol, ese grupo fue desplazado por la policía al mes siguiente: la ocupación se encontraba en el mismo lugar donde se montaría la Fifa Fan Fest.

Sus integrantes, cultores del hip-hop, reggae y funk, realizaban allí seminarios, talleres, cine al aire libre y recitales de poesía.

Después del desalojo, se mudaron a “Casa Amarilla”, un antiguo caserón abandonado en las proximidades. Este nuevo domicilio, que había sido sede del INSS (Instituto Nacional de Seguridad Social), fue ocupado en febrero de 2014 por el grupo “Ateliê Compartilhado”, de artistas, activistas e intelectuales.

Estos últimos, a su vez, habían llegado allí después de ser desplazados de una plaza en el Baixo Augusta (donde se levantan las torres señaladas por mi circunstancial interlocutor en el ómnibus).

En esa casa, estaban  realizando un ciclo de presentaciones de teatro, música y danza; también había debates y hasta clases de yoga. Pero la ocupación no tenía una estructura financiera definida ni un programa de largo plazo.

Con la llegada del nuevo grupo, la discusión de ideas fue in crescendo y alcanzó tal punto que unos pasaron a defender sus posturas con la vehemencia de los puños, dando lugar a escenas de pugilato generalizado.

“Hubo un choque de clases”, me dijo Chico Tchello, referencia de otra ocupación cerca de allí, “Buraco da Minhoca”, que vio de cerca lo ocurrido y cuya ocupación también llegó a su fin recientemente, tras los reclamos de una señora de la Plaza Roosevelt.

El año pasado, el Vale de Anhangabaú fue desalojado para instalar la FIFA Fan Fest. Fotografía: Nelson Almeida - 12.jun.2014/AFP.

El año pasado, el grupo “Laboratório Compartilhado TM13” fue desalojado para instalar la FIFA Fan Fest. Fotografía: Nelson Almeida – 12.jun.2014/AFP.

Condominio Cultural

Tras confirmarse en junio de 2015 el inminente desalojo por parte de la fuerza pública, todas las tribus debieron emprender la retirada. Así llegaron a la avenida Paulista, uno de los distritos financieros de la ciudad, donde en este invierno tropical se los puede ver en grupos bajo el icónico arco del MASP (Museo de Arte de São Paulo).

Siguiendo por esa avenida hacia el oeste de la ciudad, se llega al barrio Villa Anglo, donde hay un edificio centenario de 1250 metros cuadrados que ya funcionó como hospital, escuela, maternidad, geriátrico y hasta como casa particular.

En 2010, tras 15 años de abandono, el predio fue ocupado por un grupo de artistas, intelectuales, arquitectos y emprendedores.

La misión: “buscar procesos alternativos y creativos de convivencia para pensar el mundo de una forma diferente”.

Actualmente, brindan cursos (sonido, lenguaje audiovisual, fotografía), espectáculos (teatro, música, danza), una cena mensual y un taller de horticultura doméstica. Esas actividades sirven también para financiar el lugar, junto con donaciones que el grupo recibe a través de PagSeguro (un PayPal brasileño).

“Es más divertido y se pueden realizar objetivos más complejos”, me dice Eduardo Duwe, emprendedor audiovisual, que participó del proyecto en sus inicios, junto con Géssica Arjona y otros que continúan hasta hoy.

Tras haber vivido más de una década en una besetzte haus  (casa tomada) en Berlín, Duwe argumenta que en los espacios autogestionados, menos costosos, “se potencian los resultados porque son más dinámicos y  horizontales”.

Androides, humanistas y startups

De regreso a la región central encontramos en la calle Ouvidor un edificio de 13 pisos que fue ocupado por el colectivo Androides Andróginos el 1˚ de Mayo de 2014, para simbolizar con esa fecha la intención de convertir “lo que antes era gris en un centro de arte y cultura”.

El edificio, irónicamente, pertenece a la Compañía de Desarrollo Habitacional y Urbano.

El grupo asignó un piso a cada modalidad artística, propone una reflexión sobre arte y urbanismo y realiza debates, shows, fiestas, exposiciones y performances. El video del inicio de la ocupación es muy descriptivo: https://vimeo.com/93560021

Androides Andróginos

Yendo un poco hacia el sudeste, en el barrio Vila Mariana se encuentra “Casa 40”, que se presenta como “un centro de cultura y espacio de convivencia para actores y entusiastas de la disonancia”.

Inspirados en ideas humanistas, realizan allí tertulias, cursos y debates sobre arte, política y filosofía, además de servir como vivienda temporaria y como local de venta de productos orgánicos. Declaran financiar el lugar con aportes de los propios miembros.

No son estas las únicas experiencias de “ocupación”. Hay otras que ocurren del lado de afuera de las casas tomadas, como www.belarua.com.br y www.revitarte.com, entre otras. Varias inclusive despuntan en la mira de grandes empresas, que las ven como una fuente de innovación.

Esos cientos de miles de construcciones sin utilizar, indicadores sombríos del absurdo económico al que ha llegado Brasil, parecen un gran laboratorio para ensayar soluciones alternativas al estancamiento actual. Eso, al menos, es lo que muchos están intentando.

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Por qué Brasil no tiene rock http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/05/21/por-que-brasil-no-tiene-rock/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/05/21/por-que-brasil-no-tiene-rock/#respond Thu, 21 May 2015 17:51:27 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1454 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

“Bueno, vos viste que el rock en Brasil no existe…”, me dijo uno de los integrantes de Fernández Fierro -la orquesta de doce jóvenes recién salidos del conservatorio, que renovó la escena del tango argentino-  cuando les pregunté, en su primera presentación en São Paulo, en febrero de 2007, qué conocían y qué les parecía el rock que se hacía por aquí.

El músico no estaba siendo peyorativo o exageradamente elogioso, dos posibles significados para ese “no existe” argentino. Describía, con la contundencia que los 20 años de edad le imprimen a cualquier respuesta, el escaso material que él etiquetaría como #RockBrasil.

La pregunta venía al caso porque, a pesar de ofrecer un repertorio típicamente tanguero (con arreglos innovadores, pero siempre dentro del género), sus integrantes tenían, en promedio, esa edad en que se suele escuchar más música “rebelde” que otra cosa.  Pero también porque su puesta en escena recordaba mucho a la irreverencia del rock.

Una guitarra en la avenida Paulista, en São Paulo, para conmemorar los 30 años de Rock in Rio. Fotografía: Carlos Turdera.

Una guitarra en la avenida Paulista, en São Paulo, para conmemorar los 30 años de Rock in Rio. Fotografía: Carlos Turdera.

Nación samba

No puede decirse que el rock brasileño no existe. Hay artistas de gran notoriedad cuyas canciones, por ejemplo, fueron música de fondo para luchas generacionales asociadas con el rock. Algunos llegaron a desafiar a la dictadura militar, clamando por elecciones directas en los años 80, en un gesto que es la esencia misma de la actitud roquera en cualquier latitud: la contestación al sistema.

No puede decirse tampoco que no haya medios para su difusión. Hay estaciones de FM especializadas, radios web, señales de TV, publicaciones y estructura apropiada para shows masivos. El propio gobierno municipal de São Paulo promueve artistas del género en grandes eventos, como la “Virada Cultural”, 24 horas de espectáculos al aire libre, en que los escenarios suelen llenarse cuando se presentan atracciones internacionales.

No obstante, los locales en esos medios aparecen diluidos en un tsunami de nombres extranjeros y por ello es bastante común que un “gringo” (como llaman aquí a cualquier visitante de otro país) no tenga muchas referencias cuando se le pregunta sobre el rock brasileño. Lo mismo ocurre cuando un brasileño busca acertar el nombre de algún músico popular latinoamericano. Ya cuando se le pregunta sobre estrellas del rock norteamericano o europeo, la cosa cambia.

Es que en el trópico la producción musical es tan grande y diversa que el rock no alcanza masa crítica. Puede que se escuche bastante rock, pero se produce poco. Agreguése a ello el hecho de que aquí casi todo se mezcla, en una suerte de gran licuadora sincrética, lo que da como resultado el samba-rock, el mangue-beat, el rock-MPB (Música Popular Brasileña), el rap-rock o el trop-rock, sin contar los híbridos con la electrónica.

En el festival Tomorrowland, en São Paulo, se presentaron cientos de DJs. Fotografía: Carlos Turdera.

En el festival TomorrowLand, en São Paulo, se presentaron cientos de DJs. Fotografía: Carlos Turdera.

País continental

Brasil ha creado uno de los más grandes festivales de rock del mundo, Rock in Rio, que ya lleva 15 ediciones, en las que ha reunido a 7,7 millones de espectadores, según datos de los organizadores. Pero sólo cinco de esos eventos fueron realizados en su ciudad natal, donde su coherencia conceptual ha sido cuestionada, aún desde el entretenimiento, por ser escenario para celebridades como Beyoncé, Ivete Sangalo, Claudia Leite y David Guetta, entre otros.

El 17 de mayo pasado, la marca celebró haber reunido a 172.000 personas en Estados Unidos, con Bruno Mars como atracción central y una lista de artistas brasileños más vinculados a ritmos danzantes que a aguerridos riffs eléctricos. Este año, el festival conmemora 30 años de vida. Para los siete días que durará la programación en Brasil, las entradas estuvieron a la venta durante 24 días, a unos 125 dólares por fecha, incluyendo hospedaje y transporte hasta la Ciudad Rock desde las terminales de Río.

A efectos comparativos, la primera versión del festival TomorrowLand ostentaba, dos semanas antes, en la bucólica campiña de São Paulo, un poder de convocatoria en los moldes de Woodstock, pero con la celeridad de la era digital: 180.000 entradas vendidas en apenas tres horas para tres días de ritual en torno de una centena de DJs electrónicos. El precio de la fiesta: de 300 a 850 dólares.

Un dato más: este miércoles 20 de mayo, los diez primeros lugares en el iTunes de Brasil para la categoría “rock” eran ocupados, en orden ascendente, por dos temas de los Beatles, uno de Pink Floyd, una balada acústica de Scalene (banda en ascenso, formada en  Brasilia), cinco canciones de Legião Urbana (también de Brasilia, pero de los años 80-90) y un título de Malta en el primer puesto (banda de São Paulo, de “rock romántico”, que en 2014 ganó un concurso televisivo).

Otra postal del festival de música electrónica Tomorrowland. Fotografía: Carlos Turdera.

Otra postal del festival de música electrónica TomorrowLand. Fotografía: Carlos Turdera.

Funk the world

En São Paulo existe un edificio de seis pisos, de formas onduladas, que alberga 450 locales comerciales. Allí es posible encontrar material suficiente para fundar una Universidad del Rock. Tras la extinción de las disquerías que le dieron origen, el lugar se reinventó como Galería de Rock y hoy es la meca de quien busca ropas, tatuajes y accesorios de moda.

Muy cerca de allí está la esquina más famosa de la ciudad, la de Ipiranga y Avenida São João, que, si no fuera cantada en “Sampa” por Caetano Veloso, bien podría inspirar un tema de rock. Lo mismo que otras composiciones, como “No existe amor en SP” (Criolo), “Punk da periferia” (Gilberto Gil) o “Augusta, Angélica e Consolação” (Tom Zé), que tienen una poética próxima del rock urbano.

Y, para completar, si géneros como la MPB, el hip-hop o el samba producen letras que no desentonarían en un clásico 4/4, la carga transgresora y contestataria más extrema de Brasil hoy no está en el rock, sino en el funk, ese ritmo afro que es el menos políticamente correcto entre los géneros “rebeldes”, resistido incluso por la misma gente del rock. Tal vez a eso se refería el joven tanguero al decir que el rock en Brasil no existe. Pero eso es tema para otro post.

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Brasil, el emergente que se hunde http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/11/brasil-el-emergente-que-se-hunde/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/12/11/brasil-el-emergente-que-se-hunde/#comments Thu, 11 Dec 2014 14:15:36 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1232 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ (@LunaGamp) Y JOSÉ BAUTISTA (@JoseAntonio_BG), DE RÍO DE JANEIRO

En plena vorágine nazi en Europa, un tal Stefan Zweig se mudó con su señora a Río de Janeiro y escribió un libro llamado “Brasil, país del futuro”. En los albores de este nuevo milenio los brasileños sintieron que acariciaban con la punta de los dedos ese futuro al que Zweig hacía referencia.

Brasil y otros países de América Latina vivieron su particular década de oro: la pobreza y el analfabetismo perdieron protagonismo, el hambre cedió paso a ese problema tan moderno llamado malnutrición y muchas familias humildes enviaron a sus hijos a la universidad.

Sin embargo, Brasil revive estos días algunas de sus viejas pesadillas. Dos meses después de unas elecciones marcadas por la situación económica, la reelecta Dilma Rousseff lanza los primeros mensajes de “austeridad” y nombra ministro de Economía a Joaquim Levi, un ortodoxo formado en la liberal Escuela de Chicago.

Brasil ya no es aquel joven musculoso que entró pisando fuerte en la primera división de la economía mundial hace diez años. El gigante sudamericano va dejando atrás el título de emergente y se cuelga el cartel de “convergente”.

A mitad de 2014, saltaron las alarmas cuando la economía brasileña entró en lo que la jerga financiera denomina “recesión técnica”, es decir, dos trimestres de crecimiento negativo.

La confianza de los consumidores, un indicador muy útil para medir la temperatura de la economía, cayó a niveles de 2002, época marcada por la crisis de confianza y la repetición del temido “efecto caipirinha”.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos de crecimiento PIB, inflación y confianza de los consumidores. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil sufre lo que los economistas llaman estanflación: a pesar de que la economía y el consumo no crecen, los precios siguen empeñados en engordar. La inflación ya se sitúa en torno al 6,5% anual, la línea roja establecida por el gobierno de Dilma Rousseff. No es difícil encontrar el kilo de tomates a 10 reales (en torno a cuatro dólares) en los supermercados de Río de Janeiro.

“Todo se debe a la crisis internacional”

Se habló mucho de fútbol y poco de economía durante el Mundial. Brasileños y extranjeros se aferraban a su lata de cerveza y fijaban la mirada sobre la pantalla mientras institutos económicos, agencias y analistas se estremecían ante las nuevas predicciones: Brasil en recesión, Brasil y la inflación, Brasil y la especulación, ¡GOL!

Las lágrimas de los brasileños seguían humedeciendo el ambiente tras la derrota ante Alemania cuando, dos días después, el ministro de la Presidencia, Gilberto Carvalho, mano derecha de Rousseff y del ex presidente Lula, confesó en un encuentro personal: “No tenemos un remedio mágico, un mes antes de las elecciones somos conscientes de las dificultades, de la coyuntura internacional”.

La economía de Brasil no pasa por su mejor momento porque la situación internacional está fea. Ese sigue siendo el argumento number one del gobierno.

Los pesos pesados de Europa están en coma, Estados Unidos resopla de alivio por un raquítico 2% de crecimiento, el real se devaluó un 8% frente al dólar este año (lo que encarece las importaciones) y los principales indicadores macroeconómicos de China, primer destino de las exportaciones brasileñas, emprenden el descenso tras dos décadas de intensa escalada. Carvalho tenía razón…pero no toda.

Recordemos que Brasil hizo bien los deberes durante lo peor de la crisis (2009) y la hecatombe financiera apenas le salpicó los talones. En 2010, el gigante sudamericano  creció nada más y nada menos que un 7,5%. Aunque lo peor de la crisis quedó atrás, las autoridades brasileñas siguen escasas de humildad para reconocer sus desaciertos.

Para empezar, Brasil conserva las debilidades del pasado: ahora no depende abiertamente de Estados Unidos, sino de China; ya no tiembla cuando cae el precio del café o del caucho, sino cuando se abaratan los metales, el petróleo y ciertos alimentos como la soja y el azúcar (ver gráficos más abajo).

Brasil y sus vecinos redistribuyeron la abundancia en época de vacas gordas pero no supieron diversificarse ni moderar el optimismo. Ahora llegaron los tiempos de vacas flacas.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Gráficos con precios de ciertas materias primas. Por Luna Gámez y José Bautista.

Brasil, que todavía está de resaca tras albergar el Mundial más caro de la historia (en torno a 12.000 millones de dólares frente a los 3500 que el gobierno estimó inicialmente, sin mencionar el impacto de los días festivos decretados), tiene que importar petróleo refinado porque no tiene capacidad para procesar sus reservas, las mayores de la región por detrás de Venezuela.

Ni la exención de impuestos a los 34.000 millones de dólares generados por la FIFA y sus socios, ni la polémica decisión de disminuir y anular las multas millonarias a grandes empresas, ayudan al Estado brasileño a afrontar sus responsabilidades.

Ahora Brasil busca financiación privada en los mercados internacionales y su deuda pública escala al 60%, mientras que los ahorros de las familias caen a su nivel más bajo de los últimos 14 años y el gobierno desenfunda la “tijera del ahorro”.

Hará falta un milagro para que los recortes no vayan directamente hacia los programas de distribución de renta que mantienen en la frontera de la pobreza a millones de brasileños.

Otro pequeño reproche: las cifras oficiales esconden la verdad.

El 40% de los trabajadores brasileños se gana la vida recogiendo latas (catadores), vendiendo pañuelos en los semáforos y realizando otras actividades sin ningún tipo de contrato o paraguas legal, mientras el gobierno se felicita porque el desempleo es del 5% y califica como clase media a las familias que ingresan más de 540 dólares al mes. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

“El problema es que no llueve”

El clima está cambiando a marchas forzadas y los brasileños están entre los primeros en sentirlo en carne propia.

Varias regiones de este gigantesco país sufren la peor sequía de las últimas tres décadas, entre ellas São Paulo, corazón industrial y financiero de la mayor economía de América Latina. La lluvia debería llenar de agua las represas hidroeléctricas de Brasil, que producen más de dos tercios de la electricidad que consumen los brasileños.

El gobierno puso en marcha un plan de emergencia en febrero de 2014 para acelerar la producción de energía en centrales termoeléctricas, que funcionan con combustibles fósiles, contaminan una barbaridad y son caras.

Resultado: el precio de la luz subió y todos lo notaron, desde las fábricas y los restaurantes hasta los hogares. Además, la falta de lluvia merma las cosechas, lo que da lugar a escasez de alimentos y aumento de los precios. La inflación de Brasil tiene mucho que ver con la sequía, cierto…pero hay más explicaciones.

El gobierno brasileño negó durante mucho tiempo los riesgos de la sequía. Izabella Teixeira, ministra de Medio Ambiente, se sintió ofendida en julio al ser interrogada sobre el derroche energético en Brasil (minutos antes presumía de los eficientes estadios construidos para el Mundial).

Varios medios de comunicación y políticos alimentan el miedo a los apagones eléctricos y a que se repitan los racionamientos de energía que Brasil vivió en 2001, mientras el gobierno responde con otra exageración: la sequía es “transitoria” y no es un problema mayor, por lo que no hay nada de qué preocuparse.

Por otro lado, los brasileños cada vez son más numerosos y consumen más. Sin embargo el nivel de producción industrial de Brasil disminuyó en los últimos años y los elevados intereses de los préstamos repelen a los empresarios que deberían invertir para ampliar la capacidad productiva del país. Al haber menos oferta y más demanda que antes, los precios aumentan.

La economista Dilma Rousseff apostó fuerte por la inversión pública en infraestructura (carreteras, aeropuertos, etc.) pero dejó en segundo plano la capacidad productiva. Ahora el gobierno comenta las dificultades de la sequía mientras cierra el grifo del crédito para que los precios dejen de subir. Hace una semana supimos que el Banco Central de Brasil elevó al 11,75% los tipos de interés (precio que pagan los bancos por comprar dinero al Estado).

“Los brasileños son corruptos y perezosos”

Un argumento triste, doloroso y carente de base que se desmonta por sí solo. Empecemos por la corrupción: la patronal industrial de São Paulo calcula que la corrupción es una herida por la que cada año se desangra el 2,3% del PIB brasileño.

Este mes Transparencia Internacional situó a Brasil en el puesto 69 del Índice de Percepción de la Corrupción, junto a Italia y Senegal. La corrupción es un serio problema y el gobierno de Rousseff está dando pasos firmes para combatirla (véase la ambiciosa ley aprobada en mayo contra la evasión fiscal y la corrupción política), pero no es la principal causante del enfriamiento económico.

Mientras tanto, la pereza es uno de los prejuicios propios que persisten en el imaginario de muchos brasileños. Ese argumento también se cae con una ligera brisa: los brasileños son trabajadores y dedican una media de 44 horas semanales a su labor, más que los japoneses (43 horas), los chinos (40 horas) y los alemanes (38).

La falta de tecnología, los bajos niveles de formación y los problemas sociales son los verdaderos causantes de la baja productividad de Brasil que muchos confunden con la pereza.

“La productividad no depende tanto de la cualificación del trabajador, sino de la intensidad con que las innovaciones tecnológicas son implementadas en el proceso productivo”, dijo recientemente un economista de la Universidad de Campinas (São Paulo) a la cadena británica BBC.

A pesar de las interminables jornadas laborales y los bajos salarios, cada trabajador brasileño produce una media de 10,8 dólares por hora, mientras que en Argentina la media es de 13,9 dólares y en México 16,8.

De momento, ya han puesto las primeras piedras: Brasil lleva varios años promoviendo los cursos de formación profesional, acelerando su presupuesto para investigación y financiando a pequeñas y medianas empresas para que inviertan en nuevas tecnologías e innovación.

Brasil cuenta con todos los ingredientes para dejar de ser el “país del futuro” y convertirse en el país del presente. Con todos menos uno: la memoria para no repetir los errores del pasado que hoy vuelven a pasar factura.

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Impresiones de un artista uruguayo de gira por Brasil http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/10/13/impresiones-de-un-artista-uruguayo-de-gira-por-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/10/13/impresiones-de-un-artista-uruguayo-de-gira-por-brasil/#comments Mon, 13 Oct 2014 12:52:09 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1120 Continue lendo →]]> POR CECILIA ARBOLAVE, DE SÃO PAULO

Contemplaba los edificios y las calles vacías de São Paulo, incomodado por el ruido insistente de una obra en construcción  en la Avenida Angélica. En plena madrugada, pensaba en la cantidad de ventanas que veía a lo lejos y en las historias que habría detrás de cada una.

Ese paisaje, con tanto movimiento en potencial que abruma a más de uno, a Gervasio Troche le despertó fascinación. Él se imaginó dibujos.

Era la primera noche de un viaje que se extendería por dos semanas, del 18 de septiembre al 4 de octubre. El artista uruguayo de 37 años, conocido por sus dibujos delicados y sin texto, llegó a esta ciudad para presentar su libro Desenhos Invisíveis (publicado en Brasil por Lote 42, la editorial de la cual formo parte), gracias a una campaña de financiación colectiva.

Con el apoyo de 336 personas, Lote 42 recaudó más de 18.000 reales y con ese dinero Troche visitó cuatro ciudades: São Paulo, Rio de Janeiro, Recife y Curitiba. Como se sumaron invitaciones a eventos en Contagem y Belo Horizonte, en el estado de Minas Gerais, y en São Carlos y Santos, en el estado de São Paulo, fueron en total ocho destinos.

El artista uruguayo Troche, de gira por Brasil. Fotografía: George Leoni

El artista uruguayo Troche, de gira por Brasil. Fotografía: George Leoni.

CONTAGEM

La gira empezó en la ciudad Contagem, en la región metropolitana de Belo Horizonte. Durante el mes previo, maestros y alumnos de la escuela 4 Elementos habían trabajado en clase los dibujos de Troche. Cuando el artista uruguayo llegó como invitado de honor a la feria del libro organizada por la escuela, lo esperaban con muchísima expectativa.

Aquella tarde, se formó una fila inmensa de niños de 2 a 14 años que querían ver al autor dibujar sus dedicatorias en los libros. “Al principio, me costó adaptarme un poco a Contagem, pero fue una ciudad que me sorprendió mucho con gente pura, humilde y cariñosa”, contó Troche.

BELO HORIZONTE

Al día siguiente, con Lote 42 participamos de una feria de publicaciones dentro de la Mostra de Design, en la capital del estado. El sol no daba tregua aquella mañana de domingo en la Praça da Liberdade. Pero Troche dibujaba sin protestar sobre los libros de sus fans y también de nuevos lectores, ahora en su gran mayoría adultos.

Lo que el artista pudo conocer de Belo Horizonte (poco más de las inmediaciones de esa plaza central), le trajo recuerdos de Uruguay. Pero fue la movida independiente de la feria, tanto por la producción de fanzines de calidad, como por la dinámica de los artistas y editores alternativos, lo que realmente le llamó la atención.

“Siempre tuve ganas de hacer fanzines, pero en mi país es muy difícil. Y me dio alegría ver que en Brasil tanta gente lo hace”, se entusiasmó.

Uno de los cuatro talleres que Troche dio en Brasil. Fotografía: George Leoni.

Uno de los cuatro talleres que Troche dio en Brasil. Fotografía: George Leoni.

RÍO DE JANEIRO

Después del check-in en el hotel, el uruguayo hizo el check-in obligado en la playa carioca. Troche conoció un poco del barrio de Leme y almorzó con vista al mar.

Le faltó un poco de discernimiento a la anfitriona (quien les escribe), para recordar que comer camarones en un puestito aleatorio puede ser un poco arriesgado. Y lo fue. El artista tuvo una indigestión que acabó nublando un poco la forma en la que el dibujante vivió su experiencia en la capital fluminense.

“Río me pareció hermoso, pero me quedé con ganas de conocerlo de verdad. La impresión que me quedó fue de una ciudad con los edificios pegados al mar”, recordó.

Troche reconoció que la firma de autógrafos, el martes 23 de septiembre, fue una de las más especiales. ¡Y eso que tuvo sus momentos de tensión! Comuna, el lugar donde estaba planeado hacer la presentación, avisó tres horas antes del evento que no abriría las puertas ese día por problemas técnicos.

Hubo que improvisar en el boteco (bar) de enfrente, con sus mesas poco elegantes, pero con clima divertido. “Cuando vi cómo la gente llegaba, el cariño con el que me trataba y me hablaba, cambió completamente la energía”, comentó Troche.

Desenhos Invisiveis, el libro de dibujos que el uruguayo vino a presentar al país. Fotografía: George Leoni.

“Desenhos Invisíveis”, el libro de dibujos que el uruguayo vino a presentar al país. Fotografía: George Leoni.

SÃO CARLOS

Troche viajó al interior del estado de São Paulo gracias a una invitación del Projeto Contribuinte da Cultura, vinculado a la Universidade Federal de São Carlos (UFSCar). Fueron 24 horas en esa ciudad tranquila, en las que el uruguayo organizó un taller, dio una charla para más de 80 personas y firmó con dibujos decenas de libros.

Poco pudo ver de São Carlos, pero por momentos le invadieron unas ganas de vivir en ese lugar donde “se ve más cielo”.

SÃO PAULO

El regreso a la capital paulista coincidió con la mitad de la gira. Organizamos la presentación en Epicentro Cultural, que es (simultáneamente) un espacio para cursos y eventos, una galería de arte y estudio de grabación. La presentación, que contó con una instalación con los dibujos de Troche, realizada por el equipo de Epicentro, se extendió de las 16.20 hasta las 22.

“Encontré gente muy sensible y muy sencilla. Me llamó la atención que en una ciudad en donde todos están corriendo, hubo personas que pudieron esperar para que yo les dedicara el libro”, dijo Troche. Lo que él no sabe es que a los paulistanos les gustan las filas…

SANTOS

No hubo mucho tiempo para descansar: al día siguiente, el domingo 28 de septiembre, salimos temprano hacia Santos, en el litoral del estado. Troche dio un taller de dibujo en el Museu do Café, dentro de la programación del festival Tarrafa Literária. Los participantes hicieron una inmersión en diferentes formas de despertar la creatividad y dibujaron toda la mañana.

Una vez que terminó, los tiempos estaban justos y lo único que Troche pudo conocer fueron las calles de adoquines en las inmediaciones del museo, en el centro histórico. Se quedó con ganas de conocer la ciudad un día de semana, con más gente circulando y, preferentemente, sin lluvia.

La presentación de Troche en Curitiba. Fotografía: Edu Camargo.

La presentación de Troche en Curitiba. Fotografía: Edu Camargo.

CURITIBA

La capital paranaense fue una de las ciudades elegidas por las personas que apoyaron la campaña. Al caminar por la peatonal XV de Novembro, a Troche nuevamente le vinieron recuerdos de Uruguay. Y observando los cafés, las plazas y las calles, concordó  -en parte- con la fama de Curitiba de tener un estilo un poco europeo.

Era lunes a la noche y llovía, pero la librería de comics Itiban, referencia en todo el país, estaba llena. Antes de la firma de autógrafos, hubo un debate mediado por el dibujante curitibano Bennet, con Troche y João Varella, fundador de Lote 42, que culminó con un dibujo de un violinista, realizado en el momento por el artista.

Esa noche, tres personas se le acercaron a Troche para mostrarle fotos de una obra de teatro, realizada por niños y adolescentes del proyecto Pé no Palco, basada en su libro. La sorpresa vino de la mano de una invitación para ver parte de la obra al día siguiente. “Impactar a los niños con mi libro es muy fuerte, esa mañana es uno de los recuerdos más lindos que me llevo”,indicó.

Troche, de paso por la ciudad de Recife. Fotografía: Eric Gomes.

Troche, de paso por la ciudad de Recife. Fotografía: Eric Gomes.

RECIFE

Después de tantos viajes con las horas contadas, bajaron las revoluciones en la capital pernambucana y hubo un poco más de tiempo para conocer, por ejemplo, Olinda, municipio de la región metropolitana de Recife.

“¡Es un lugar para quedarse a vivir! Me encantaron las calles con sus subidas y bajadas, los recovecos, los adoquines, las casitas de colores… Es una ciudad con misterio”, contó el dibujante, que, cuando se enteró de que allí había carnaval, se imaginó Tepoztlan, en México, país en donde vivió cuando era chico.

La presentación del libro fue el jueves 2 de octubre, dentro del evento ExcentriCidades, que contó con la participación de diferentes artistas, como el músico Graxa y las proyecciones de video arte de Koblitz. Fue organizado por Sexto Andar, un colectivo de artistas y productores culturales, en el Edifício Pernambuco, un predio en el centro de la ciudad, en el que cada piso tiene una iniciativa cultural diferente.

Antes de la gira, Troche tenía una idea un tanto cliché de Brasil, con imágenes de la playa y el carnaval. Pero se encontró con un país más grande de lo que se imaginaba, en movimiento y con una energía muy fuerte en el aire. “Estaba con los ojos desorbitados, tratando de captar todo. Sé que pasé muy rápido por las ciudades, pero lo poco que vi ya fue mucho”, reflexionó.

En diversos momentos de la gira, me dijo que se sintió muy bienvenido por la gente. “Tal vez los brasileños sean más demostrativos, pero sé que voy a llegar a Uruguay con mucho amor y ganas de volver”, afirmó el dibujante antes de partir de Brasil.

El dibujo que Troche hizo sobre Brasil, justo  antes de volver a Uruguay. Ilustración: Troche.

El dibujo que Troche hizo sobre Brasil, justo antes de volver a Uruguay. Ilustración: Troche.

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El forró renace entre dunas y aguas claras http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/07/30/el-forro-renace-entre-dunas-y-aguas-claras/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2014/07/30/el-forro-renace-entre-dunas-y-aguas-claras/#respond Wed, 30 Jul 2014 18:57:41 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=974 Continue lendo →]]> POR MILLI LEGRAIN, DE RÍO DE JANEIRO

“Rostro pegadito, manita en la nuca, presión en la cintura y sentimiento en el corazón”.

Así  se describe en pocas palabras la pasión que despierta el forró, en el reciente libro “Forró al encuentro de las melodías del alma y ritmos del corazón”, de la brasileña Agnes Lutterbach.

Este género musical que reúne diferentes ritmos como el xote, el baião y el arrasta pé nació en los años 40 en el nordeste brasileño de la mano del famoso compositor de Pernambuco: Luiz Gonzaga.

Algunos dicen que el nombre forró se originó durante la Segunda Guerra Mundial,  cuando en la ciudad de Natal, en el estado de Río Grande del Norte, las bases militares  estadounidenses realizaban fiestas abiertas “for all” o “para todos”.

Otros creen que la palabra tiene su origen en el “forrobodó”, un término del Nordeste para “confusión” o “desorden”.

Ubicado en el litoral del estado de Espíritu Santo, Itaúnas es conocido por sus atardeceres

Ubicado en el litoral del estado de Espíritu Santo, Itaúnas es conocido por sus atardeceres. Fotografía: Milli Legrain

En todo caso, gracias al Festival Nacional de Forró que se realiza en Itaúnas, un antiguo pueblo de pescadores en el extremo norte del estado de Espíritu Santo, ubicado entre Bahía y Río de Janeiro, el forró, que durante muchos años fue objeto de preconceptos, está ganando adeptos en Brasil y más allá.

Cada julio, desde hace 14 años, jóvenes y no tan jóvenes brasileños se dirigen en ómnibus, auto y avión desde São Paulo, Brasilia, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Bahía y algunos desde más lejos, para bailar al ritmo del triángulo, del acordeón y de un tambor africano conocido como zabumba.

Paulo Matos, fundador del festival, llegó a Itaúnas desde São Paulo cuando era un joven estudiante de Geografía.

Ahora, con 54 años, este nieto de un músico de jazz de Bahía, confiesa que  terminó  quedándose tras enamorarse de las personas del lugar.

“Llegué con 42 discos de vinilo bajo el brazo y al ver que Itaúnas no tenía ninguna área de diversión nocturna, alquilé un espacio y comencé como DJ”, explica. Más tarde, en 2001, acabaría lanzando el Festival de Forró de Itaúnas.

Desde entonces, el festival ha ido creciendo. Hoy en día, cada noche, durante nueve días, desde las 23 hasta el amanecer,  en el patio trasero de la casa que Paulo comparte con su mujer Juliana, coordinadora del festival, unas 1500 personas se deleitan bailando en pareja, bien abrazaditos.

Siguen el ritmo de decenas de bandas, que se presentan  en vivo a lo largo de la semana, bajo un cielo estrellado en un espacio abierto, iluminado por luces tenues, y protegido por un techo erguido por maderas barnizadas.

Azulão, leyenda del forro, originario de Pernambuco. Fotografía: Milli Legrain

Azulão, leyenda del forro, originario de Pernambuco. Fotografía: Milli Legrain

Pero no es ninguna casualidad que el festival haya despegado en Itaúnas. Reunidos en la puerta de su casa, mientras tocan la guitarra e improvisan canciones regadas por cerveza, un grupo de personas mayores cuenta cómo en este pueblo escondido entre un paisaje de dunas de suaves arenas y aguas claras, el forró anima bodas y cumpleaños desde hace tiempo.

“Hace 40 años bailábamos forró en la oscuridad en casa de los amigos. Pues no había luz ni agua todavía en Itaúnas. Era una forma económica de reunirnos y divertirnos”, dice Abel.

Su amigo, Don Caboklinho, un pescador jubilado de 74 años, añora ese forró de antaño. “Era una cosa más familiar, con niños y no había violencia ni drogas”, cuenta.

A pesar de su importancia, y  para no comprometer la calidad del evento, el festival no tiene apoyo público ni patrocinadores. Esto da rienda suelta a los organizadores para invitar a la crema y nata  del  forró brasileño en su forma más tradicional, conocido como pé de serra.

En una región de tierras áridas, el pie de la montaña era un área fértil donde se recogía el agua de lluvia. Este estilo se opone al forró más comercial o estilizado que se promueve actualmente en el Nordeste del país.

“El forró pé de serra no ha perdido su fama en el Nordeste, lo que pasa es que los grandes medios no lo difunden”, lamenta Junior Limeira, cantante y compositor de forró, que realiza un programa sobre el festival para el canal público TV Brasil.

“Pero allí vamos con nuestra lucha”, añade.

A lo largo del festival, en sus escenarios se presentan estrellas del pé de serra de la altura de Pinto do Acordeão, que tocó con el mismo Luiz Gonzaga.

A la madrugada, una pareja baila forró en la panaderia local. Fotografía: Milli Legrain

A la madrugada, una pareja baila forró en la panaderia local. Fotografía: Milli Legrain

A las presentaciones de los gigantes del sector, se juntan decenas de nuevas bandas que concursan con la esperanza de ganar un premio de 4000 reales (1800 dólares) y una invitación para tocar en festivales de Europa.

Así, el festival de Itaúnas ha ayudado a fomentar un forró sin fronteras. Hoy en día, rusos, daneses y franceses, cuyos antepasados trajeron el acordeón a Brasil, también forman parte del público.

Estos mismos ahora se preparan  para el festival de forró de Barcelona en septiembre y el de Londres, en febrero de 2015.

Mientras tanto, en Itaúnas, fuera de las paredes del festival oficial, los forrozeiros se lanzan a bailar espontáneamente en las calles del pueblo, 24 horas al día.

Animados por músicos y otros apasionados,  baten palmas al ritmo del tambor, en una especie de euforia contagiosa como en un carnaval dedicado exclusivamente al forró, ocupando alguna panadería local en caso de lluvia.

En Itaúnas, el forró no conoce horas ni límites.

“Quien viene por aquí, siempre vuelve”, dice Paulo. En mi caso, no tengo dudas.

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