Brasil con Ñconsumo – Brasil con Ñ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br El país con todas las letras Fri, 22 Sep 2017 17:43:00 +0000 pt-BR hourly 1 https://wordpress.org/?v=4.7.2 Esta guerra es de todos http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/10/14/esta-guerra-es-de-todos/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/10/14/esta-guerra-es-de-todos/#respond Wed, 14 Oct 2015 16:11:38 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1638 Continue lendo →]]> POR ABEL N. ALEJANDRE, DE RÍO DE JANEIRO

Te drogas. Cada mañana. Cada día. Varias veces. Le introduces a tu cuerpo sustancias tóxicas y cancerígenas. El Estado lo permite y tu lo toleras. Te lo venden en todos lados, está ahí, al alcance de la mano. Es más, hasta pagas por ello. Es parte de nuestro cotidiano, nos ayuda a poder terminar una jornada laboral y nos hace poder trabajar sin sueño, sin dolor de cabeza. Nos  ayuda a socializar y a desinhibirnos.

Somos una sociedad viciada y drogadicta; y muchas de las drogas que utilizamos diariamente son legales y están socialmente aceptadas.

Según datos del Ministerio de Salud de Brasil, 40.692 personas fallecieron entre 2006 y 2010 por el uso de drogas. De ese total, 34.573 (84,9%) murieron por abuso de alcohol y 4625 (11,3%), del cigarrillo, dos sustancias que son lícitas y que se comercializan de forma legal.

Ahora, si hablamos de fumarse un  cigarrillo de marihuana, las cosas cambian radicalmente.

El proyecto del diputado Jean Wyllys, del Partido Socialismo e Liberdade (PSOL), de descriminalizar la portación de marihuana para uso personal y el libre cultivo está generando un necesario debate en un país en el que la  guerra contra las drogas se carga vidas inocentes.

De acuerdo con el Mapa de la Violencia 2012, de los 56.000 asesinatos registrados en el país, 30.000 son de jóvenes de entre 15 y 29 años; y de este total, un 77% son negros. Asimismo, un 56% de los asesinatos en el país está ligado al tráfico de drogas.

El ministro de la Corte Suprema de Brasil Luis Roberto Barroso realizó un alegato a favor de la despenalización de las drogas en Brasil.

Fuerte defensor de que las parejas del mismo sexo sean reconocidas como parejas de hecho, y a favor de la investigación con células madre, Barroso lucha ahora por  aprobar la despenalización de todas las drogas, para así poder combatir el narcotráfico.

Fernando Henrique Cardoso, ex presidente brasileño,  también es uno de los que admitió el fracaso de la batalla contra las drogas y defiende la descriminalización.

El columnista Helio Schwartsman, en su espacio en este periódico, escribió que si se quiere adoptar una política razonablemente coherente para las drogas, es necesario legalizarlas todas, creando puntos de venta oficiales y regulando el mercado, cobrando impuestos.

El filósofo, actor y columnista de este medio, Gregorio Duvivier, alegó en una de sus columnas que la guerra contra las drogas es un combate contra los pobres y que la prueba de eso es que no conoce ningún rico preso por narcotráfico.

“Cuando la gente salga del armario y reconozca que consume marihuana, verá que ya está descriminalizada hace mucho tiempo. Lo que continúa criminalizado es la pobreza”, indicó.

El youtuber Rafucko instó a Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro, del Partido del Movimento Democrático Brasileño (PMDB), a someterse a un test para ver si es consecuente con su retórica de lucha antidrogas. Paes se negó porque -dijo- había bebido unas cervezas el día anterior.

Es profundamente complejo saber si la despenalización de las drogas podría funcionar y si a medio o largo plazo podría terminarse con el narcotráfico. Lo que queda bien claro es que los recursos del país y la inversión del Estado en máquinas de matar sólo llevan a más muertes, corrupción y violencia.

Al parecer, la portación de pequeñas dosis de sustancias hoy ilegales va camino a dejar de ser ilegal en Brasil. Se trata de un pequeño paso. Pero estaría bien que los órganos de poder fuesen valientes, consecuentes y coherentes, y prueben si la solución para que esta guerra se acabe de una vez es la descriminalización de todas las malditas drogas.

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Adiós amigos, este fue el último post del blog Brasil con Ñ. Les quiero agradecer a todos los colaboradores que escribieron en este espacio en español y le aportaron al blog temas originales y nuevas miradas sobre la realidad de Brasil. Aprendí mucho de ustedes. Mi otro agradecimiento es para los lectores, para los nuevos que nos descubieron este año y para aquellos que nos acompañaron a lo largo de estos dos años y dos meses. Espero que nos volvamos a encontrar muy pronto, un abrazo para todos, Natalia.

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En São Paulo se ajustan el cinturón para poder seguir consumiendo http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/09/16/en-sao-paulo-se-ajustan-el-cinturon-para-poder-seguir-consumiendo/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/09/16/en-sao-paulo-se-ajustan-el-cinturon-para-poder-seguir-consumiendo/#respond Wed, 16 Sep 2015 14:35:54 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1617 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

La agencia Standard and Poor’s rebajó la nota de Brasil a nivel de “bono basura” y le quitó el preciado “grado de inversión”, calificación que se le otorga a los buenos pagadores, lo que no hace más que confirmar el arribo de una época de vacas flacas para una población que ya venía ajustando sus gastos.

Compras colectivas, marcas más baratas o hasta productos usados pasan a ser ahora la primera opción para un número creciente de consumidores en São Paulo.

Lo que hace a esta ciudad la más capitalista de las capitales brasileñas no  sólo es la escandalosa concentración de la riqueza que hay aquí, sino también la gran variedad de formas en que los bienes de consumo circulan y -sobre todo- se exhiben.

Llega a tal punto la omnipresencia del dinero, que recientemente desde los suburbios de São Paulo llegó a proyectarse un fenómeno nacional llamado “funk ostentação” (“funk ostentación”), que es un ritmo musical que exalta justamente la posesión de objetos y que pasó a ser un estilo de vida para jóvenes de las clases ascendentes.

Y claro que el “funk ostentação” es  un nuevo negocio también: el cantante y compositor MC Guimê, de 21 años, y nacido en la periferia de São Paulo, llega a facturar más de 200.000 dólares por mes con sus shows y venta de accesorios de moda del movimiento.

MC Guime. Fotografía:

MC Guime es uno de los representantes del “funk ostentación” en São Paulo. Fotografía: Divulgação.

Naranjas y Apple

El poder adquisitivo de los brasileños se fue achicando en los últimos años, al mismo tiempo en que el dólar pasó de R$ 1,60 en septiembre de 2011 a más del doble el pasado jueves (10), cuando llegó a R$ 3,90, tras la rebaja de la nota de crédito por parte de  Standard & Poor’s.

Pero aunque el real ahora valga menos, los hábitos no se pierden tan fácilmente. Eso es lo que se observa en las compras cotidianas, ya que los clientes siguen comprando los mismos productos, pero ahora de marcas más baratas.

Los paulistanos también comenzaron a frecuentar sitios que hasta no hace mucho tiempo eran visitados únicamente por turistas, extranjeros o comerciantes.

Es el caso del mercado mayorista de frutas y verduras Ceagesp, hacia donde ahora peregrinan grupos de vecinos en busca de precios acordes con estos nuevos tiempos. Esta semana, por ejemplo, el precio de la naranja se encuentra allí a R$ 1,13 (US$ 0,30), mientras que al consumidor final puede llegarle a R$ 4 (US$ 1,35).

La zona cerealista de São Paulo es otro centro de abastecimiento que hoy también es transitado por los sectores medios de la sociedad. La granola se consigue allí a un precio promedio de R$10 (US$ 2,6) por kilo, mientras que en otros lugares de la ciudad puede llegar al doble o más.

Pero no sólo en alimentos básicos se observa tal comportamiento. La startup Brused encontró un nicho floreciente entre los interesados en la tecnología: la compra-venta de productos Apple usados.

Esta semana, un iPhone 6 básico (16G) podía encontrarse allí a US$675, mientras que el mismo modelo estaba a cerca de US$870 en la sofisticada tienda física de la manzanita.

Marcelo Oliveira, gerente financiero de la firma, le  dijo a este cronista que las ventas vienen creciendo constantemente desde 2013, cuando la crisis aún se veía como algo remoto. Este año llegaron a vender entre 200 y 300 productos por mes.

En el Ceagsp se venden al por mayor frutas y verduras. Fotografía:

En el Ceagsp se venden al por mayor frutas y verduras. Fotografía: Danilo Verpa/Folhapress.

Viajes, cursos y hospedaje

Un comportamiento similar se observa en las agencias de viaje, que han reportado un aumento de la venta de pasajes en horarios nocturnos. El sistema ViajaNet -que opera con 900 compañías aéreas- tenía esta semana vuelos a Europa con precios hasta un 28% más baratos para atraer a este público.

Gustavo Mariotto, ejecutivo de la operadora, afirma que muchas personas optan por paquetes de baja temporada porque los hoteles y restaurantes, aún siendo los mismos que en la temporada alta, están a precios más accesibles.

Otro caso es el de una entidad que entrena a profesionales del área corporativa y que ofrece durante septiembre descuentos de hasta el 90% en sus módulos, si estos se cursan en un día determinado. Y hay varios ejemplos más.

Cuando el dinero escasea, surgen también diversas alternativas de inspiración colaborativa, en donde no se usa el “vil metal”.

Es el caso de “Caronetas” (una suerte de Uber gratuito, que organiza a empleados de empresas para optimizar el uso de automóviles), de “¿Tienes azúcar?” (que promueve la buena vecindad mediante ayuda y préstamos mutuos) y de “Guest to Guest” (un Airbnb gratuito que se presenta como “El intercambio de casas reinventado”, que nació afuera, pero que viene creciendo por aquí también).

Por la crisis, los consumidores se volcaron a las marcas más baratas. Fotografía:

Por la crisis, los consumidores se volcaron a las marcas más baratas. Fotografía: Mateus Bruxel/Folhapress.

La hora del trueque

Estas últimas iniciativas recuerdan un poco al trueque que llegó a practicarse en la Argentina de 2001, cuando el dinero desapareció de escena por haber quedado retenido dentro de los bancos y se escuchaba a la gente gritar en la calle: “¡Que se vayan todos!”.

Por aquí el dinero ya escasea y también son varios los que ven a un político y le gritan “¡Fuera!”.

Si el fin de la fiesta neoliberal de los ’90 “latinoamericanizó” a los argentinos, en Brasil es una incógnita qué harán los sectores que ven su “primermundismo” desvanecerse.

Con la rebaja de su nota crediticia al nivel de “bono basura”, y a pesar de las mejoras sociales, parece que los brasileños también han sido expulsados del paraíso.

Vaya modo de llegar a un mismo lugar por caminos diferentes.

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Decepcionado con la política, ¿hacia dónde va Brasil? http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/08/19/decepcionado-con-la-politica-hacia-donde-va-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/08/19/decepcionado-con-la-politica-hacia-donde-va-brasil/#respond Wed, 19 Aug 2015 18:38:46 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1590 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

En las calles de São Paulo, hoy se escucha hablar más de políticos que de futbolistas. Las personas cambiaron el “Dale Corinthians” o “Vamos Palmeiras” por el “Fuera Dilma” o “Fuera Renan [Calheiros, presidente del Senado]”, que se oyen cada vez con más insistencia en las protestas que tienen como escenario esta capital.

El pasado domingo (16), cientos de miles de personas volvieron salir a calle en todo Brasil para manifestarse contra el gobierno de Dilma Rousseff y la corrupción.

En São Paulo, fueron 135.000 los que  se reunieron en la avenida Paulista, emblema de la capital más rica del país. Convocadas en su mayoría a través de  las redes sociales, estas nuevas manifestaciones aceptaron la presencia de algunos dirigentes políticos de la oposición, que en la protesta anterior habían sido rechazados.

Por ejemplo, José Serra, un destacado ex presidenciable de la oposición (PSDB) tuiteó que estaba en la avenida Paulista, mientras que los candidatos que su partido postuló a presidente y vice en las elecciones de octubre de 2014, Aécio Neves y Aloysio Nunes, respectivamente, que fueron derrotados por la actual mandataria, hacían también apariciones en otras ciudades.

Los manifestantes clamaron en especial por la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, pidieron cárcel para los corruptos y el éxodo hacia Cuba de los simpatizantes del actual gobierno, considerado unánimemente una “dictadura comunista” por los allí presentes.

Intentar entender lo que está ocurriendo requiere ir más allá de esa aparente radicalización, pues en estas tierras nada es tan antagónico para fragmentar a la sociedad de manera natural. Basta ver el encuentro que ocurre aquí de grupos étnicos que en otras regiones se repelen, o la pluralidad de cultos politeístas que atraviesan al catolicismo dominante.

Incluso en la política nada es de un color u otro, si se observa cómo el partido gobernante, moderadamente desarrollista, ejecuta sus proyectos mediante gestores corporativistas.

En el fondo, el tono que tomaron las manifestaciones no sería más que otra forma de mestizaje, en este caso entre fútbol y política, antes que un proceso de politización de las masas.

Esto al menos es lo que creo, que suelo ver en las pasiones que despierta el fútbol chispas de una alienación fascista que siempre acecha a las democracias contemporáneas.

El ex presidente Lula da Silva, héroe de la clase trabajadora, dejó la presidencia en 2010 con una aprobación récord del 83% , tras haber llevado al paraíso de la estabilidad y el crecimiento económico a Brasil en sus ocho años de mandato.

En 2011, Brasil se convirtió en la sexta economía del mundo, los bancos tuvieron un lucro descomunal, pero sucedió que la economía se desaceleró drásticamente y las previsiones actuales son de una recesión que podría extenderse más allá de 2017.

Ocho meses después de haber sido reelegida por un escaso margen, Rousseff es dueña de un récord que está en las antípodas de aquellos que supo cosechar Lula: el 83% de los brasileños desaprueba su gestión de gobierno, de acuerdo con un sondeo de Datafolha.

La marcha de la bronca

Los manifestantes parecen acudir en masa a la calle, a refugiarse como los fanáticos del fútbol lo hacen en tribunas, para hacer su catarsis, muchos impulsados meramente por la misoginia, ante el desvanecimiento de sus sueños de gloria.

El domingo, en la avenida Paulista, había familias que vestían ropas amarillas con la inscripción “Fuera Dilma”, que posaban en fotos al lado de policías, pocas horas después de que se conociera que los presuntos autores de una masacre que dejó 18 muertos en la región metropolitana de São Paulo podrían ser justamente miembros de esa fuerza de seguridad.

El frustrado intento de la oposición de recrear en el pasado domingo un nuevo 16 de agosto de 1992 -cuando la población brasileña se vistió de negro para desafiar al ex presidente Fernando Collor, que iba a terminar siendo destituido poco tiempo después- no hacía más que agrandar el limbo en el que se desarrollaba la protesta.

Una canción emblemática de la resistencia contra la dictadura en Brasil, usada ahora con la letra alterada para pedirle a Rousseff la renuncia, confundía los recuerdos de quien pasaba cerca de los altoparlantes, que también emitían populares éxitos actuales con el estribillo “Fuera PT”.

Aún con todo lo que significa el alto porcentaje de desaprobación que acumuló Rousseff este año, no fue el rechazo contra la presidenta lo que más noté el domingo al andar entre las decenas de miles de manifestantes reunidos en la Paulista.

Más bien lo que vi fue una suerte de nube enorme, densa, dentro de la cual se mezclaba la barbacoa que los militantes e intelectuales hicieron frente al Instituto Lula para defender que “no va a haber golpe”, el llamado de un sindicalista a levantarse en armas contra la oposición y el clima de carnaval en el que desfilaban muchos de los manifestantes.

Sé que algo importante ocurrió este último domingo, pero no sé decir exactamente qué fue lo que pasó. Lo que puedo intuir es que el gigante sudamericano se está transformando una vez más, pero habrá que esperar un poco para saber en qué.

 

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Rousseff llora por el Brasil que no pudo ser http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/07/24/rousseff-llora-por-el-brasil-que-no-pudo-ser/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/07/24/rousseff-llora-por-el-brasil-que-no-pudo-ser/#comments Fri, 24 Jul 2015 18:28:52 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1560 Continue lendo →]]> POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO
Brasil parece haber despertado de un profundo sueño en el que las fantasías de un país más justo, equitativo e igualitario acabaron en pesadilla.
Sin embargo, la realidad que espera a la presidenta Dilma Rousseff, en los próximos tres años y medio de su segundo mandato, podría ser mucho peor que eso.

A los indicadores de la economía que se deterioran a cada día y las interminables noticias sobre la corrupción, se le unen sucesos que, a pesar de pasar inadvertidos por la gran mayoría de la población, son trágicamente representativos de la situación de un país que soñó con el cielo y terminó perdiéndose en el camino hacia las alturas.

Es la historia de Christiano Pereira Tavares, al que todos en la favela carioca de “Manguinhos” conocían como “Lulinha”.

En 2008, cuando apenas tenía 8 años, la imagen de portada del diario “Extra” en la que Christiano nadaba sonriente en las aguas de una alcantarilla de su favela causó gran conmoción en todo Brasil y, en especial, en el entonces presidente Lula da Silva.

Inmediatamente, Lula decidió ayudar a la familia de “Lulinha” proporcionando un empleo y una vivienda social a su madre, a la vez que prometió una piscina a todos los habitantes de esa comunidad.

Una promesa que fue cumplida y  que en su ceremonia de apertura tuvo como protagonista a un pletórico “companheiro Christiano”. Un mote con el cual el ex presidente solía llamar al menor.

En las fotos de aquel momento triunfal para Brasil no faltó una sonriente Dilma Rousseff, que por aquel entonces ya se perfilaba como el brazo derecho de Lula en su papel de ministra de la Casa Civil. Junto a ella, el gobernador del estado de Río de Janeiro, Sérgio Cabral, y el alcalde, Eduardo Paes, completaban la puesta en escena.

El niño que disfrutaba en las aguas podridas de una de las comunidades más castigadas por el narcotráfico y la miseria de Río de Janeiro había conseguido su sueño de una vida mejor para él y los suyos.

La promesa de un Brasil de ensueño parecía cumplirse e, incluso, la imagen de “Lulinha” fue escogida para acompañar el ambicioso Plan de Aceleración de Crecimiento(PAC) de la ministra Rousseff.

El pasado 3 de julio, “Lulinha” falleció como consecuencia de una sobredosis en un centro de salud de Río de Janeiro que, irónicamente, se encontraba decorado con una imagen suya, sonriente. Una imagen de otra época, cuando nadie hubiera podido imaginar que aquel niño rescatado de la miseria acabaría abandonando la escuela en 2013 y entrando en el mundo de las drogas.

Un mundo que desde pequeño había visto, oído y sentido de mano de los traficantes en las calles de Manguinhos. Uno que, para el pequeño Christiano, resultaba mucho más cercano que los flashes de las cámaras y los apretones de manos con hombres de traje y corbata, aquel día en que unos políticos se acercaron a su comunidad por primera vez fuera de un año electoral. Ese día que parecía el comienzo de algo nuevo.

“Lamento la muerte de Christiano. Que la familia encuentre consuelo en este momento de dolor. Mis sentimientos acompañan a los familiares y a la comunidad de Manguinhos”, escribió Rousseff en la noche de este jueves (23).

Un gesto casi maternal de una presidenta que ve cómo el castillo de arena construido por el Partido de los Trabajadores (PT), desde su llegada al poder 2003, se va desmoronando frente a ella, mientras intenta sostenerlo con sus manos.

Como la arena pasando entre sus dedos, la esperanza de los brasileños en su gobierno se pierde para no volver. La última encuesta de la Confederación Nacional de Transportes (CNT) reveló que la aprobación de la presidenta es de apenas un 7,7% y que el rechazo se sitúa en torno al 78%, un nivel incluso inferior al del ex presidente Fernando Collor de Mello antes de haber sido sometido a un juicio político, en 1992. Un fantasma que parece estar aguardando en la oscuridad a la propia Rousseff.

Después de haber sacado de la pobreza a casi 40 millones de brasileños, de prometerles sueños de igualdad, libertad y oportunidades, el PT  y la presidenta han tocado fondo.

La trágica muerte de “Lulinha” es la expresión más gráfica del país que pudo haber sido y que la corrupción, la avaricia y la incompetencia de muchos echaron por tierra. La historia de “Lulinha” es, en definitiva, la eterna historia de Brasil.

Un país joven que tiene todo para triunfar y que acaba rindiéndose ante los problemas de la desigualdad, las drogas, la falta de oportunidades y el propio peso de su historia.

Quien sabe si en la intimidad del Palacio de Planalto, Rousseff, anoche, derramó una lágrima en honor a Christiano y, de paso, por el país que ha dejado de creer en los sueños.

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¿Qué fue lo que hundió a la economía de Brasil? http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/07/23/que-fue-lo-que-hundio-a-la-economia-de-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/07/23/que-fue-lo-que-hundio-a-la-economia-de-brasil/#comments Thu, 23 Jul 2015 15:07:54 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1553 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

“¡Al final me lo compré, amiga! Pagar de una vez, no podía. Pero por mes, todo bien”, le dice una joven a otra en la fila del banco. “Ah, mi amigo, desde que salieron las smart TV que quiero una. ¿Qué son 24 cuotas?”, le comenta un muchacho a otro que, moviendo la cabeza, confirma: ”Y, sí. No hay otra forma”.

En São Paulo, donde el ímpetu del consumo es parte del paisaje, frases como estas refuerzan los argumentos del economista y catedrático Ladislau Dowbor, que ha salido a provocar a los ámbitos académicos y del establishment postulando que el hundimiento económico brasileño tiene nombre y apellido: su sistema financiero.

Ex consultor del Secretario General de las Naciones Unidas, Dowbor ha realizado una frondosa investigación sobre los caminos del dinero en Brasil y observó que, si bien en la última década ingresaron a la esfera del consumo cerca de 40 millones de personas, ello no se tradujo en un despegue de la economía.

Por el contrario, tal movilidad social tuvo como contrapunto una colosal desaceleración del gigante sudamericano. Tras años de crecimiento contínuo, que la revista inglesa The Economist retrató en 2009 con un Cristo Redentor despegando como un cohete, los indicadores económicos entraron en caída libre desde el histórico avance del 7,5% del PIB en 2010 hasta el marasmo en que entró Brasil el año pasado.

En febrero último, con el país ya en recesión y una inflación del 7,7%, el Banco Central revelaba que los cinco principales bancos habían tenido un lucro neto de cerca de 20.000 millones de dólares. En el mismo año, el presupuesto de Bolsa Familia (programa social que benefició a esos 40 millones de brasileños) rondaba los 8000 millones de dólares, menos de la mitad.

Ladislau DowFotografía: Carlos Turdera.

El economista y catedrático Ladislau Dowbor. Fotografía: Carlos Turdera.

El crédito fácil

Coautor junto con el economista francés Thomas Piketti de “El secreto de los ricos” (2014), libro de Le Monde que debate el capitalismo del siglo XXI, Dowbor ha diseccionado a tal punto ese gran sistema de extracción de lucros que lo reconoce inmediatamente cuando lo ve en cualquier vitrina: “la cuota que cabe en tu bolsillo”, me dice durante una conversación en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP), donde es profesor del posgrado en Economía y Administración.

Alude a un slogan publicitario usado tanto para productos como para préstamos, pagables en “cómodas cuotas”.

En Brasil, las mismas tiendas que venden un producto ofrecen el dinero para que sus clientes puedan pagarlo. Dowbor advierte que esos préstamos -que cobran intereses de 104,89% para artículos del hogar y de 238,67% en tarjetas de crédito- son los responsables del freno de la economía.

“Traban la demanda, pues el cliente no puede comprar otra cosa hasta que no termine de pagar, y también la producción, pues al productor se le paga poco, dejándolo con menos para invertir”, sostiene el autor.

Volvamos unas líneas. ¿Interés de entre 100% y 238%? Sí, leyó bien. Y hasta más de 300% si se consideran multas por atrasos. ¿Es posible?

Dowbor señala una propaganda de una cadena de tiendas y me dice: “Lo que ocurre es que publicitan sus tasas de interés como si fueran mensuales. Disimulan el valor total final. Técnicamente es correcto, pero comercial y éticamente es un engaño. Si mostraran el índice anual, aparecería lo que realmente es: una usura”.

No está siendo retórico: el Banque de France califica como usure una tasa de interés superior al 13,2% para descubiertos en cuenta . “Sin embargo, las tiendas en Brasil dicen que te ‘facilitan’ la compra”, ironiza.

“Hubo una gran transferencia de riqueza hacia los sectores bajos, pero al mismo tiempo se creó una máquina para succionarles el dinero, una máquina que funciona perfectamente porque los pobres son buenos pagadores y porque las cuotas, aunque numerosas, son diminutas”, dice, ilustrando con abundantes datos y planillas cada afirmación que lanza.

El director de Economía de la Asociación Nacional de Ejecutivos de Finanzas, Administración y Contabilidad (Anefac), Roberto Vertamatti, destaca, entre sus recomendaciones para este año, “juntar el dinero y comprar pagando de una vez. Los intereses son absurdamente altos, un promedio de 200% al año”.

“Que la Anefac haga tal recomendación, nada menos que la Anefac, es impresionante”, se escandaliza Dowbor.

Las compras en cuotas, una costumbre bien brasileña. Fotografía:

Las compras en cuotas, una costumbre bien brasileña. Fotografía: www.dowbor.org.

Impuestos vs. interés

Nacido en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, Dowbor se formó en Economía Política en la Universidad de Lausanne y es doctor en Ciencias Económicas por la Escuela Central de Planificación y Estadística de Varsovia, Polonia.

En esas lides académicas, el analista va al choque contra otra corriente que explica “los males de Brasil” por sus altos impuestos.

“Los impuestos no son los villanos”, dice, y propone hacer unas cuentas: en marzo de 2015, el Banco Central calculó un volumen de alrededor de 14.500 millones de dólares de sobregiro (dinero gastado a cuenta). Si consideramos un interés del 200% sobre ese valor, resulta que tenemos un volumen superior al que destina el gobierno brasileño a sus programas sociales y al aporte que podría significar el ajuste fiscal (27.000 millones de dólares, según sus cálculos).

Las estadísticas del Banco Central muestran que, para pagar sus deudas, las familias de bajos recursos pasaron de usar un 19,3% de sus ingresos en 2005 a un 46,5% en marzo de este año.

“Usted no expande su consumo cuando la mitad de sus ingresos son para pagar una deuda”, observa Dowbor. “Aunque los impuestos empeoren la situación, el problema central es que se usa la capacidad de compra para pagar intereses”, insiste.

Con 200 millones de habitantes, el cuadro en Brasil no es simple. Los más optimistas dicen que el país comenzará a reflotar hacia 2017.

Aunque no pertenece a esa corriente, el economista no tiene un pronóstico sombrío y antes de despedirse me lanza su moneda anticipatoria:“La actividad bancaria es esencial; el banco, no. Piénselo”.

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São Paulo, un gran laberinto de barreras giratorias http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/05/sao-paulo-un-gran-laberinto-de-barreras-giratorias/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/06/05/sao-paulo-un-gran-laberinto-de-barreras-giratorias/#respond Fri, 05 Jun 2015 16:10:05 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1478 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

Una de las cosas que le llaman la atención al extranjero que llega por primera vez a São Paulo es la cantidad de barreras que hay en la ciudad.

Más allá de las estaciones de trenes, estadios o edificios, hay también “catracas” (nombre brasileño para los torniquetes, también conocidos como molinetes) en restaurantes, bares, clubes nocturnos, terminales de ómnibus, panaderías, gimnasios, escuelas, universidades, museos y hospitales.

Y, aunque parezca una exageración, hasta el Parlamento pasará a integrar esa lista, en caso de que el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, logre imponer su voluntad.

Heredados de los corrales ganaderos, donde eran usados para el manejo y conteo de cabezas, en la ciudad, los torniquetes cumplen una función estadística semejante.

Pese a las ventajas de recursos digitales más amigables, en el espacio urbano continúa predominando el método rural, encarnado en un tótem metálico, generalmente de tres brazos, ubicado a una altura ligeramente por encima de la cintura y con un cerebro limitado a unas pocas funciones contables.

Las catacras, también en los ómnibus. Fotografía: Artur Rodrigues/Folhapress.

Las “catracas”, también en los ómnibus. Fotografía: Artur Rodrigues/Folhapress.

Esta inmensa red de puestos de control que forman las “catracas” sirven para delimitar también  diversos tipos de “adentro” y un inmenso “afuera” para los 12 millones de personas que todos los días pasan por esta megalópolis, indicando por dónde pueden ir y por dónde no.

Así, los molinetes representan un blanco para los colectivos que postulan una ciudadanía más plena a través de la democratización del espacio público.

En junio de 2013, “Pase Libre”, una corriente estudiantil -inicialmente pequeña- que estaba en contra del aumento de la tarifa de ómnibus, fue seguida por una marea extraordinaria de personas, que salió a reivindicar muchísimas cosas, en algunos casos hasta contradictorias.

No obstante, el estandarte de los convocantes se volvió un ícono del sentimiento de la época: representa a un individuo que quiebra un molinete y lleva el slogan: “Por una vida sin catracas”.

¿A qué responde esa omnipresencia de la “catraca” en la ciudad?, le pregunto al periodista Gilberto Dimenstein, fundador del portal “Catraca Livre”, que nació con la intención de informar acerca de las actividades gratuitas que hay en São Paulo, una ciudad en donde una entrada para el cine cuesta entre ocho y 15 dólares, un libro sale más de 15 dólares y los planes de salud privada, entre 70 y 300 dólares por mes (el salario mínimo es de 271 dólares).

El periodista lo atribuye a lo que llama apartheid social.

“Hay mucha opulencia de un lado y mucha pobreza del otro. Los servicios públicos de educación, salud y seguridad son precarios. Hay, además, una visión muy elitista de la ciudad, donde la calle representa una amenaza y no un espacio para la convivencia. De ahí que cada uno intenta protegerse como puede”, responde.

 

Manifestantes queman un molinete durante una protesta contra la tarifa de ómnibus y los gastos del Mundial. Fotografía: Lincon Zarbietti /O Tempo/Folhapress.

Manifestantes queman un molinete durante una protesta contra la tarifa de ómnibus y los gastos del Mundial. Fotografía: Lincon Zarbietti /O Tempo/Folhapress.

Dimenstein ganó el premio Child and Peace de Unicef (1993) y fue nominado al Príncipe de Asturias (1994) por sus trabajos sociales.

¿Es posible abrir las catracas para permitir que las personas vivan la ciudad como un lugar sin bloqueos? Dimenstein dice que ese “es el gran problema de Brasil”.

“Hay toda una tradición de Estado fuerte y personas obedientes. Aquí no ha habido momentos fuertes de ciudadanía; no hubo revoluciones, como la española, francesa o norteamericana. Hubo luchas, pero siempre fueron a medias. Quien estaba en el poder dejaba hacer algunas cosas y después las impedía”, reseña.

Los torniquetes separan entonces a las personas que son “dueñas” de la ciudad de aquellas que no lo son, se podría decir. El periodista-educador concuerda y apunta que en los seis años que lleva con “Catraca Livre”, el discurso de democratizar la ciudad, de alguna manera, “ha triunfado”.

“Las ciudades hoy en Brasil claman por más plazas, más verde, más bicicletas, más escuelas, más guarderías infantiles. La democracia de la ciudad se puede medir por el tamaño de sus calzadas y São Paulo no tiene calzadas; es una ciudad para autos. Antes, un alcalde anunciaba una autopista y todos lo veían bien. Hoy ya no. Comienza a haber un cambio”, se entusiasma.

Durante una protesta en São Paulo, los manifestantes festejaron un  casamiento del alcalde Fernando Haddad y un molinete. Fotografía: Artur Rodrigues/Folhapress.

Durante una protesta en São Paulo, los manifestantes festejaron un casamiento del alcalde Fernando Haddad y un molinete. Fotografía: Artur Rodrigues/Folhapress.

Al menos eso parecen indicar iniciativas como las de Plaza Roosevelt (una región abandonada del centro histórico que fue ocupada y convertida en un polo teatral), el Largo da Batata (un centro de comercio y transportes que viene consolidándose como un escenario de diversidad cultural), el Parque Augusta (reivindicado por vecinos y colectivos como un espacio verde contra el avance inmobiliario) y la avenida Paulista (donde músicos y artesanos ganaron una batalla con el municipio para ocupar un paseo), por citar algunos ejemplos.

Hay también otras ocupaciones del espacio público, como las del movimiento “Brasil Libre”, que propone la destitución presidencial y que ha llevado a la calle a algunos que proponen un régimen militar. A pesar del nombre, no ven en las catracas obstáculo alguno.

Al presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, considerado una referencia por este movimiento, se le adjudica la iniciativa de querer instalar barreras giratorias en el recinto, a partir de agosto.

El propósito: evitar que ingresen a “la casa del pueblo” quienes no están autorizados para circular por allí, principalmente en los días de votación, pues se ha detectado que “hay intrusos ocupando un lugar que no les corresponde”. Toda una argumentación.

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Por qué Brasil no tiene rock http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/05/21/por-que-brasil-no-tiene-rock/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/05/21/por-que-brasil-no-tiene-rock/#respond Thu, 21 May 2015 17:51:27 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1454 Continue lendo →]]> POR CARLOS TURDERA, DE SÃO PAULO

“Bueno, vos viste que el rock en Brasil no existe…”, me dijo uno de los integrantes de Fernández Fierro -la orquesta de doce jóvenes recién salidos del conservatorio, que renovó la escena del tango argentino-  cuando les pregunté, en su primera presentación en São Paulo, en febrero de 2007, qué conocían y qué les parecía el rock que se hacía por aquí.

El músico no estaba siendo peyorativo o exageradamente elogioso, dos posibles significados para ese “no existe” argentino. Describía, con la contundencia que los 20 años de edad le imprimen a cualquier respuesta, el escaso material que él etiquetaría como #RockBrasil.

La pregunta venía al caso porque, a pesar de ofrecer un repertorio típicamente tanguero (con arreglos innovadores, pero siempre dentro del género), sus integrantes tenían, en promedio, esa edad en que se suele escuchar más música “rebelde” que otra cosa.  Pero también porque su puesta en escena recordaba mucho a la irreverencia del rock.

Una guitarra en la avenida Paulista, en São Paulo, para conmemorar los 30 años de Rock in Rio. Fotografía: Carlos Turdera.

Una guitarra en la avenida Paulista, en São Paulo, para conmemorar los 30 años de Rock in Rio. Fotografía: Carlos Turdera.

Nación samba

No puede decirse que el rock brasileño no existe. Hay artistas de gran notoriedad cuyas canciones, por ejemplo, fueron música de fondo para luchas generacionales asociadas con el rock. Algunos llegaron a desafiar a la dictadura militar, clamando por elecciones directas en los años 80, en un gesto que es la esencia misma de la actitud roquera en cualquier latitud: la contestación al sistema.

No puede decirse tampoco que no haya medios para su difusión. Hay estaciones de FM especializadas, radios web, señales de TV, publicaciones y estructura apropiada para shows masivos. El propio gobierno municipal de São Paulo promueve artistas del género en grandes eventos, como la “Virada Cultural”, 24 horas de espectáculos al aire libre, en que los escenarios suelen llenarse cuando se presentan atracciones internacionales.

No obstante, los locales en esos medios aparecen diluidos en un tsunami de nombres extranjeros y por ello es bastante común que un “gringo” (como llaman aquí a cualquier visitante de otro país) no tenga muchas referencias cuando se le pregunta sobre el rock brasileño. Lo mismo ocurre cuando un brasileño busca acertar el nombre de algún músico popular latinoamericano. Ya cuando se le pregunta sobre estrellas del rock norteamericano o europeo, la cosa cambia.

Es que en el trópico la producción musical es tan grande y diversa que el rock no alcanza masa crítica. Puede que se escuche bastante rock, pero se produce poco. Agreguése a ello el hecho de que aquí casi todo se mezcla, en una suerte de gran licuadora sincrética, lo que da como resultado el samba-rock, el mangue-beat, el rock-MPB (Música Popular Brasileña), el rap-rock o el trop-rock, sin contar los híbridos con la electrónica.

En el festival Tomorrowland, en São Paulo, se presentaron cientos de DJs. Fotografía: Carlos Turdera.

En el festival TomorrowLand, en São Paulo, se presentaron cientos de DJs. Fotografía: Carlos Turdera.

País continental

Brasil ha creado uno de los más grandes festivales de rock del mundo, Rock in Rio, que ya lleva 15 ediciones, en las que ha reunido a 7,7 millones de espectadores, según datos de los organizadores. Pero sólo cinco de esos eventos fueron realizados en su ciudad natal, donde su coherencia conceptual ha sido cuestionada, aún desde el entretenimiento, por ser escenario para celebridades como Beyoncé, Ivete Sangalo, Claudia Leite y David Guetta, entre otros.

El 17 de mayo pasado, la marca celebró haber reunido a 172.000 personas en Estados Unidos, con Bruno Mars como atracción central y una lista de artistas brasileños más vinculados a ritmos danzantes que a aguerridos riffs eléctricos. Este año, el festival conmemora 30 años de vida. Para los siete días que durará la programación en Brasil, las entradas estuvieron a la venta durante 24 días, a unos 125 dólares por fecha, incluyendo hospedaje y transporte hasta la Ciudad Rock desde las terminales de Río.

A efectos comparativos, la primera versión del festival TomorrowLand ostentaba, dos semanas antes, en la bucólica campiña de São Paulo, un poder de convocatoria en los moldes de Woodstock, pero con la celeridad de la era digital: 180.000 entradas vendidas en apenas tres horas para tres días de ritual en torno de una centena de DJs electrónicos. El precio de la fiesta: de 300 a 850 dólares.

Un dato más: este miércoles 20 de mayo, los diez primeros lugares en el iTunes de Brasil para la categoría “rock” eran ocupados, en orden ascendente, por dos temas de los Beatles, uno de Pink Floyd, una balada acústica de Scalene (banda en ascenso, formada en  Brasilia), cinco canciones de Legião Urbana (también de Brasilia, pero de los años 80-90) y un título de Malta en el primer puesto (banda de São Paulo, de “rock romántico”, que en 2014 ganó un concurso televisivo).

Otra postal del festival de música electrónica Tomorrowland. Fotografía: Carlos Turdera.

Otra postal del festival de música electrónica TomorrowLand. Fotografía: Carlos Turdera.

Funk the world

En São Paulo existe un edificio de seis pisos, de formas onduladas, que alberga 450 locales comerciales. Allí es posible encontrar material suficiente para fundar una Universidad del Rock. Tras la extinción de las disquerías que le dieron origen, el lugar se reinventó como Galería de Rock y hoy es la meca de quien busca ropas, tatuajes y accesorios de moda.

Muy cerca de allí está la esquina más famosa de la ciudad, la de Ipiranga y Avenida São João, que, si no fuera cantada en “Sampa” por Caetano Veloso, bien podría inspirar un tema de rock. Lo mismo que otras composiciones, como “No existe amor en SP” (Criolo), “Punk da periferia” (Gilberto Gil) o “Augusta, Angélica e Consolação” (Tom Zé), que tienen una poética próxima del rock urbano.

Y, para completar, si géneros como la MPB, el hip-hop o el samba producen letras que no desentonarían en un clásico 4/4, la carga transgresora y contestataria más extrema de Brasil hoy no está en el rock, sino en el funk, ese ritmo afro que es el menos políticamente correcto entre los géneros “rebeldes”, resistido incluso por la misma gente del rock. Tal vez a eso se refería el joven tanguero al decir que el rock en Brasil no existe. Pero eso es tema para otro post.

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La dictadura de las aguas http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/27/la-dictadura-de-las-aguas/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/27/la-dictadura-de-las-aguas/#respond Fri, 27 Mar 2015 13:44:42 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1397 Continue lendo →]]> POR LUNA GÁMEZ, DE RÍO DE JANEIRO

Con motivo del Día Mundial del Agua, que se celebró el domingo 22 de marzo, cabe mencionar que, en Brasil, mientras muchos sufren la carencia de este bien preciado, otros tantos ven su vida supeditada a la abundancia incontrolable de agua.

De esta forma, los vecinos del municipio amazónico de Ponta de Pedras, ubicado en la isla fluvial más grande del mundo, a unas tres o cuatro horas de barco de la ciudad de Belén, capital de Pará, viven con el ritmo impuesto de las mareas y las lluvias.

Según cuentan sus vecinos, la isla de Marajó está tan bendecida por su emplazamiento, como sometida por la dictadura de las aguas en la que se encuentra.

Estamos acostumbrados a tener paciencia, nuestro día a día depende de las aguas”, cuenta Renata, mientras hace tiempo para que suba la marea y poder sacar la canoa al río que la lleva a la ciudad a vender los camarones pescados en la madrugada.

Palafita, casas típica de la región en sitios inundabled, rodeada de desechos. Fotografía: Luna Gámez.

Región fluvial amazónica con niveles de marea baja. Fotografía: Luna Gámez.

Mientras el sudeste brasileño implementa medidas de película contra una sequía de terror para enfrentar la peor crisis hídrica a nivel nacional, el noroeste amazónico se estruja las neuronas en busca de alternativas para hacerle frente a las crecidas diarias de las aguas, que dificultan el suministro de servicios básicos de urbanismo.

Tenemos un grave problema de saneamiento básico, pero el municipio recauda pocos impuestos, hay mucha informalidad laboral y aquí, por causa del clima, las infraestructuras se deterioran muy rápido”, afirma el secretario de Obras del ayuntamiento.

El municipio ocupa un área geográfica de riesgo, si impermeabilizamos un terreno inundable, el suelo se pudre, crearíamos una falsa alfombra que desviaría las aguas y desestabilizaría el suelo”, añade.

Niños duchándose con agua del río junto a la puerta de su casa. Fotografía: Luna Gámez.

Niños duchándose con agua del río junto a la puerta de su casa. Fotografía: Luna Gámez.

La Amazonia, con un 12% de las reservas mundiales de agua dulce, es una de las regiones con mayor concentración de represas, en donde se planea la construcción de hasta 15 centrales hidroeléctricas, pese a la oposición de los ecologistas.

Paradójicamente, a pesar de la abundancia de recursos, aún muchas familias carecen de suministro de agua y electricidad y, según datos del ayuntamiento del municipio, más de la mitad de los vecinos albergan bacterias intestinales ya que consumen agua no tratada, sacada directamente del río.

En el municipio de Ponta de Pedras, un 82% de los hogares carece de sistema de agua tratada (el 20% consume agua sin ningún tipo de tratamiento, un 60% usa pastillas de cloro y otro 2% la hierve antes de consumirla), un 54% deposita sus residuos sólidos directamente en el río y el 35% de las familias vive sin suministro de energía eléctrica.

Mujer lavando ropa y vajilla en la parte trasera de su casa. Fotografía: Luna Gámez.

Mujer lavando ropa y vajilla en la parte trasera de su casa. Fotografía: Luna Gámez.

Renata, cada mañana antes de que amanezca, va recoger los tambaquis (cestas tradicionales de la región en forma de cilindro con una especie de embudo en uno de los extremos por donde entran los camarones atraídos por una papilla de coco, harina y otros ingredientes y de donde, una vez dentro, no pueden salir) que dejó atados en el río la noche anterior, con los camarones que venderá en el mercado de la ciudad.

Sus horarios de idas y vueltas siempre dependen de los ciclos de subidas y bajadas de la marea del río y de los caprichos de las precipitaciones, irregulares y abundantes en su mayoría.

Diariamente, la marea de la región de Ponta de Pedras varía de nivel: entre 0 y 4,6 metros con respecto al nivel del mar, cada seis o siete horas, con una bajamar por la mañana y otra por la noche (sujeto a variaciones climáticas y estacionales).

Este impresionante contraste de casi cinco metros en el nivel del agua determina el acceso a varias regiones, cuyas principales vías de transporte y comunicación son las fluviales.

Pero el agua no es solo un condicionante estratégico, es también una fuente de riqueza para la región. Más del 90% de la economía del Amazonas depende de los ríos.

Las fuentes de recursos de la isla, y concretamente del municipio de Ponta de Pedras, con unos 28.000 habitantes, dependen principalmente de los recursos naturales, criaderos de búfalos en tierra firme y extracción de recursos naturales como la fruta del açaí o la pesca en las áreas inundables.

Región fluvial amazónica con marea baja, Ponta de Pedras. Fotografía: Luna Gámez.

Muchos lugares sufren la carencia de un sistema de tratamiento de deshechos. Fotografía: Luna Gámez.

 En la época de lluvias -entre enero y mayo- dos tercios de la isla permanecen inundados. A pesar de los inconvenientes, los marajoaras están acostumbrados a bailar al ritmo de las aguas pero reclaman al ayuntamiento un suministro digno de servicios básicos.

Nunca llueve a gusto de todos, mientras el noroeste brasileño se desborda por gestionar la abundancia de agua, la mayoría del país sufre los efectos de la crisis de la sequía.

*Datos facilitados por el Ayuntamiento del Municipio de Ponta de Pedras.

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La “argentinización” de Brasil http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/23/la-argentinizacion-de-brasil/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/23/la-argentinizacion-de-brasil/#comments Mon, 23 Mar 2015 16:32:43 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1384 Continue lendo →]]> POR FEDERICO CORNALI, DE SÃO PAULO

Para bien o para mal, el imaginario brasileño ha catalogado a los argentinos como inconformistas crónicos y seres sumamente politizados, entre muchas otras características.

“En tu país, le preguntás a cualquiera de política y te da una cátedra sin siquiera haber terminado la escuela primaria” o “ustedes saben de derechos y no se guardan nada; si algo no les gusta, salen a la calle a manifestarse”, eran frases que los argentinos se acostumbraron a escuchar apenas atravesaban la frontera y entablaban alguna conversación en “portunhol”.

El brasileño promedio solía ser relajado y observaba todo aquello como un mero espectáculo televisivo, admirando o despreciando esa tensión continua en el país de “los hermanos”. Esas imágenes que la pantalla les traía eran procesadas como sucesos lejanos que formaban parte de una realidad ajena a la suya. Como si fueran escenas de una novela más.

Eso no significa que Brasil tenga una historia poco compleja, de cómodo trazado. Todo lo contrario. Tampoco quiere decir que movimientos sociales de relevancia sean harina de otro costal por aquí.

A comienzos de marzo, mientras Dilma Rousseff hablaba por televisión los brasileños hicieron sonar sus cacerolas, en ciudades como São Paulo y Belo Horizonte. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

A comienzos de marzo, mientras Dilma Rousseff hablaba por televisión, los brasileños hicieron sonar sus cacerolas, en ciudades como São Paulo y Belo Horizonte. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Nadie puede discutir -por poner un ejemplo- la importancia que tuvieron las marchas entre 1983 y 1984 que pedía elecciones directas y buscaban derogar un sistema electoral legado por la dictadura.

La cotidianeidad de las protestas, huelgas y manifestaciones de tipo variado con epicentro en Buenos Aires, lograron que en Brasil se acuñara el término “viramos [nos transformamos en] Argentina” cuando en junio de 2013, algunos meses antes  y durante el Mundial 2014  miles de manifestantes salieron a la calle para protestar con metodología “piquetera”, importada desde Argentina, adueñándose de las calles y bloqueándolas, para darle mayor contundencia al reclamo de turno.

AQUEL JUNIO DE 2013

Lo cierto es que si hablamos en términos de inconformismo social y presencia masiva en las calles, Brasil lleva ya un tiempo “imitando” los hábitos del vecino.

Las manifestaciones de junio de 2013, que comenzaron con poco más de 200 estudiantes del movimiento Passe Livre protestando por el aumento de la tarifa del transporte público, fueron el gran detonante.

“Vem pra rua” (“Ven a la calle”) se convirtió en el  grito de guerra. Y lo que empezó con el descontento de un grupo aparentemente aislado, terminó siendo material de primera plana de todos los medios de comunicación.

Acto organizado en enero de este año por el movimiento Passe Livre en contra del aumento de la tarifa del ómnibus. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Acto organizado en enero de este año por el movimiento Passe Livre en contra del aumento de la tarifa del ómnibus. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Así, antes de que terminara ese junio, el más rupturista de la historia brasileña, eran 353 las ciudades alcanzadas por las chispas de la protesta. En ese momento, se estimaba que el promedio superaba las 22 marchas diarias en todo el país.

La corriente, lejos de serenarse, continuó a puro vigor. La Copa de las Confederaciones de 2013 y el Mundial de 2014 levantaron a multitudes que bramaban contra los multimillonarios costos de los faraónicos estadios construidos para el torneo de fútbol. Las batallas campales contra las fuerzas del orden eran una constante.

El viernes 13 y el domingo 15 pasados, decenas de miles de personas volvieron a tomar la calle, en lo que pareció ser una continuación de las manifestaciones de 2013 y 2014, aunque con diferentes propósitos.  Las movilizaciones del viernes fueron en casi 50 ciudades y tuvieron como eje principal el apoyo a la presidenta brasileña Dilma Rousseff.

El domingo, fue todo lo contrario: las manifestaciones multitudinarias se extendieron por diferentes capitales de todo Brasil con el objetivo de denunciar la  corrupción en la estatal Petrobras, protestar contra la crisis económica y el aumento de los impuestos.

Algunos, un tanto más extremos, pedían el juicio político de la presidenta brasileña y una minoría  reivindicaba el regreso de los militares al poder.

No serán estas las últimas manifestaciones de los diferentes sectores sociales y tampoco tienen por qué continuar presentándose con esta morfología: a favor o en contra del Partido de los Trabajadores (PT) y de Rousseff.

Integrantes de la Central Única de los Trabajadores (CUT) y otras centrales sindicales  organizaron un acto en defensa de los derechos de los trabajadores, el pasado 13 de marzo. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

Integrantes de la Central Única de los Trabajadores (CUT) y otras centrales sindicales organizaron un acto en defensa de los derechos de los trabajadores, el pasado 13 de marzo. Fotografía: Eduardo Anizelli/Folhapress.

“Se trata de una sociedad civil brasileña renovada, más informada y educada, que continúa teniendo que vérselas con instituciones del siglo pasado, anacrónicas, que ya no atienden a los nuevos deseos de la población”, resumió hace algún tiempo el psicoanalista brasileño Jorge Forbes.

DÓLAR E INFLACIÓN 

Convertirse en “Argentina o Venezuela” fue una frase muy popularizada durante las últimas elecciones de octubre de 2014, sobre todo entre las élites, como un augurio del peor futuro para Brasil bajo el mandato de Dilma.

La devaluación que sufrió el real  frente el dólar en el último tiempo es uno de los indicadores que encendieron las alarmas. Pasó en poco menos de un año de 2, 25 a 3,25 y alcanzó el nivel más bajo desde 2003. Algunos economistas aseguran que podría subir  hasta cuatro reales por cada dólar.

En Argentina, las restricciones para comprar dólares impuestas por el gobierno se han ido endureciendo paulatinamente. Como consecuencia de la imposibilidad de adquirir la divisa norteamericana legalmente, se aceleró su cotización en el mercado negro o paralelo, en donde puede conseguirse un dólar a cambio de 13 pesos. Los pocos que pueden comprar dólares al cambio oficial tienen que desembolsar 8, 67 pesos por cada dólar.

El 15 de marzo pasado una multitud llenó la avenida Paulista en una protesta anti PT y anti Dilma, en São Paulo. Fotografía: Reinaldo Canato/Folhapress.

El 15 de marzo pasado una multitud llenó la avenida Paulista en una protesta anti PT y anti Dilma, en São Paulo. Fotografía: Reinaldo Canato/Folhapress.

En Venezuela también existían trabas para conseguir dólares, pero desde hace poco más de un mes, debido a la crisis económica que vive aquel país, se puede cambiar la moneda norteamericana por bolívares legalmente con cuatro tasas diferentes.

No obstante, el mercado paralelo sigue siendo una de las fuentes principales de compra de dólares y el valor de la divisa norteamericana oscila todos los días: la semana pasada, se ubicó en 260 bolívares por dólar, mientras que el cambio oficial del Banco Central de Venezuela estaba en 190.

El aumento de la inflación también es uno de esos puntos que pueden emparentar a los tres países  hermanos. Venezuela, con una inflación del 68,5% en 2014, reconoció en febrero pasado que tiene la inflación más alta del mundo.

En Argentina, de acuerdo con el “Índice Congreso”, la inflación de 2014 fue del 31,43% anual, mientras que las mediciones oficiales del INDEC indican que el aumento de precios el año pasado fue del 23,9%.

En Brasil, el estimado anual actualmente se acerca al 8% (el más alto en los últimos 10 años), pero se mantiene muy lejos de los altísimos porcentajes de inflación de Venezuela y Argentina.

Miles de manifestantes tomaron la avenida Paulista en junio de 2013. Fotografía: Marcelo Justo/Folhapress.

Miles de manifestantes tomaron la avenida Paulista en junio de 2013. Fotografía: Marcelo Justo/Folhapress.

CACEROLAZOS

Otra  forma de protesta que se ha vuelto costumbre en Brasil es el “ panelaço” o “cacerolazo”, instalado principalmente en los barrios de clase media alta. Consiste en golpear ollas o sartenes durante los discursos de Dilma o de algún ministro de su gobierno.

En Argentina, el “cacerolazo” ya es parte del folclore nacional. La primera vez que las personas salieron a golpear sus cacerolas fue en 1996 para mostrar el descontento con el gobierno de Carlos Saúl Menem.

Uno de los más resonantes, que dio la vuelta al mundo y provocó la salida del entonces presidente Fernando de la Rúa, fue el cacerolazo del 19 de diciembre de 2001. Volvieron en 2008, con el conflicto entre el gobierno de Cristina Kirchner y los productores agropecuarios.

Un último punto en el que los dos países se parecen mucho es en la “Ley de Medios” (“Lei da Mídia”, en portugués), aunque en Brasil, por ahora, sólo es materia de debate. La coyuntura pasó por encima de esta ley que pretende hacer primar el derecho humano sobre el mero servicio comercial.

Para establecerla, los defensores del proyecto señalan a la Argentina como un ejemplo de apertura del juego y eliminación de los monopolios de comunicación. Pero los detractores buscan la refutación más fácil: “Si seguimos el ejemplo de Argentina, así terminaremos…”.

 

Cacerolazo en Buenos Aires contra la presidenta argentina Cristina Kirchner, en 2012.  Fotografía: Daniel Garcia - 8.nov.2012/AFP.

Cacerolazo en Buenos Aires contra la presidenta argentina Cristina Kirchner, en 2012. Fotografía: Daniel Garcia – 8.nov.2012/AFP.

El término “argentinización” es mirado de reojo en Brasil, sobre todo por su connotación negativa.

Sin embargo, abandonar una posición cómoda para hacerse escuchar y mostrarse en desacuerdo -sin recurrir a la violencia- acelera el proceso de purificación y aceita los mecanismos de cualquier democracia.

Si haberse “argentinizado” significa que el brasileño dejó de mirar todo “por encima del muro” para tomar una postura, ser parte y construir, quedará pendiente entonces una revisión del sentido que se le otorga al tan castigado término.

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Río de Janeiro: hogar digno y necesidades desnudas http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/12/rio-de-janeiro-hogar-digno-y-necesidades-desnudas/ http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/2015/03/12/rio-de-janeiro-hogar-digno-y-necesidades-desnudas/#respond Thu, 12 Mar 2015 19:35:52 +0000 http://brasilcomn.blogfolha.uol.com.br/?p=1373 Continue lendo →]]> POR GABRIEL BAYARRI, DE RÍO DE JANEIRO

El escritor checo Franz Kafka escribió en “Josefina la cantora o el pueblo de los ratones” que muchos de nosotros chillamos sin darnos cuenta, sin saber siquiera que chillar es una de nuestras características, y que como los ratones, el ser humano pertenece a una especie de alta fecundidad y peligro existencial, donde una nueva generación de niños y roedores empuja rápidamente a la anterior.

Fue en “La ideología alemana” donde Karl Marx y Friedrich Engels propusieron que las necesidades son, por naturaleza, acumulativas e irreversibles.

O, dicho de otra forma, que una vez adquirida una cama, no querrás volver a dormir en la calle, pudiendo aumentar la intransigencia hasta el infinito, es decir, hasta los confines de sentir un guisante bajo el colchón.

Sólo así se justificaba la construcción de castillos medievales, el absolutismo inconmensurable, el crecimiento desmedido de las dimensiones de la propiedad, o hasta sustantivos abstractos de trazo filosófico, como la ambición, la codicia, la avaricia, y todas las otras “icias” que siempre provienen de un exceso.

No obstante, más poderosos que la necesidad o el capricho son los desahucios, la decadencia social, la crisis o la inmigración forzada en busca de empleo,  capaces de arrasar con la gran mayoría de las cuestiones categorizadas hasta ahora como “necesarias”, desplazando las antiguas necesidades al campo del privilegio: propiedad particular, apartamento individual, privacidad, calefacción, aire acondicionado, ventilación, ventanas, familia, hospital, seguridad alimentaria, medio de transporte, remuneración, tiempo de descanso, muebles… y una innumerable cantidad de elementos que han conformado nuestro imaginario, expectativa y lista necesaria ante lo que debe considerarse un “hogar digno”.

Resulta así que para discutir acerca del fenómeno de la especulación inmobiliaria en Río de Janeiro, ciudad con barrios más caros que la isla de Manhattan, es mucho más práctico utilizar el término “sobrevivir” al término “vivir”, que se convierte en un verbo sobrecargado de connotaciones relacionadas con el nivel de bienestar, con la calidad del menú, el aroma frutado del vino o el funcionamiento del ascensor.

“Sobrevivir” aporta la máxima desnudez posible a la necesidad, su término más fiel, pues es sinónimo de “perdurar” o “subsistir”.

¿Dónde sobrevives?”, pregunté en una ocasión a Manuel, un español que trata de abrir un negocio en Río y vive en el barrio de Copacabana.

“Pago un alquiler de 1100 reales mensuales (aproximadamente 400 dólares) por un zulo de  1 metro x 2,5 metros. Llegué a ver otros lugares, algunos parecían auténticas prisiones. Tengo que dormir con tapones para no volverme loco. La ventana da a un espacio interior donde hay una máquina de aire acondicionado y el extractor de humo de un bar, mal instalado, huele a frito todo el día. Tengo una compañera de piso que no tiene ni una ventana y paga 1000 reales (cerca de 350 dólares). La gente se aprovecha mucho de la necesidad ajena. En España este tipo de vivienda no tendría cédula de habitabilidad”.

Según un estudio del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (Ipea), entre 2007 y 2012, por lo menos medio millón de familias de la ciudad con renta de hasta 3 salarios mínimos (unos 600 dólares) gastan más del 30% de su salario en su vivienda, cuyo alquiler ha aumentado en 10 años más de un 50% .

Además, las agencias inmobiliarias establecen dificultades infinitas para aceptar los avales que garanticen el pago del alquiler: el aval debe cumplir una serie de requisitos que “ennoblecen” a las zonas ricas de la ciudad, como es con frecuencia el requisito de tener dos propiedades o pertenecer a la misma ciudad del interesado, generando una casta endogámica del perfil de vecino de los barrios nobles y que impiden el ingreso de los extranjeros en la ciudad, obligados con enorme frecuencia a caer en el mercado negro del subalquiler.

Así, la especulación inmobiliaria demuestra una máxima expresión de talento creativo, donde espacios peligrosamente similares a grutas, cuevas, pozos, cavernas húmedas, vertederos, madrigueras o ratoneras, se convierten en nuevos espacios habitables por donde corretea desnuda la necesidad, apartamentos “aptos para la supervivencia”, aunque camino de convertirse en espacios privilegiados.

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