Río 2016 a cualquier precio
10/04/15 09:37POR EDU SOTOS, DE RÍO DE JANEIRO
Pasear por las calles de la favela de Vila Autódromo, en el oeste de Río de Janeiro, es respirar la desesperación de sus vecinos. A la sombra de un lujoso hotel en construcción, unas 50 familias intentan continuar con sus vidas entre los escombros de lo que hace solamente unos meses eran las casas de sus amigos, parientes y vecinos. Puede sonar heroíco, pero no lo es. La realidad es que los que en su día lucharon se rindieron y los que no se han ido ya saben que el tiempo se les agota.
“Tenemos miedo de que vengan a sacarnos por la fuerza. Desde hace semanas tenemos cortes de luz y de agua”, explica la vecina de Vila Autódromo Elaine Araujo, de 34 años, y madre de dos niños. Hace 20 años llegó junto a sus padre y sus hermanos desde el estado de Paraíba, en el nordeste del país, y tras vivir de alquiler durante 12 años consiguieron reunir el dinero necesario para construir su propio hogar.
“Usamos 22 camiones de tierra para crear la base sobre la laguna”, comenta orgullosa acerca de la hercúlea hazaña de construir un hogar. Resignada, recuerda la sensación de ser los dueños de su propia casa: “Sentíamos que vivíamos en un paraíso, un lugar tranquilo, en una ciudad tan peligrosa”.
Tan solo ocho años después, su sueño de tener una vida digna lejos del yugo del narcotráfico o las milicias ha acabado. El pasado 19 de marzo, el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, aprobó el decreto que declara el terreno de Vila Autódromo como Área de Utilidad Pública.
El gigante de los Juegos Olímpicos de 2016 necesita espacio, y el terreno que hoy ocupan las modestas casas de la favela deberán ceder su espacio a la urbanización de lujo “Ilha Pura”: un espacio con 3600 apartamentos a 2,3 millones de reales (US$ 757.000) cada uno y un hotel de cinco estrellas con 400 cuartos que acogerá a los periodistas y turistas más adinerados que pretendan disfrutar de Río 2016.
La paciencia del ayuntamiento de Río, endeudado hasta la médula con el gobierno federal, se ha acabado y el tiempo de las indemnizaciones generosas por salir de Vila Autódromo terminó también. “Me han ofrecido una miseria por dejar mi casa, pero por menos de 450.000 reales (US$ 148.000) no voy a ningún sitio”, asegura Elaine, quien teme acabar en las viviendas del programa “Minha Casa Minha Vida” que el ayuntamiento les ha ofrecido en Parque Carioca.
“Los que se fueron allí tienen que pagar un alquiler extra”, señala con reservas en referencia al dinero que los vecinos que aceptaron mudarse a aquellas viviendas sociales pagan a miembros de la milicia para asegurar su “protección”. Un secreto a voces que afecta a 12.000 familias en 38 conjuntos de viviendas de “Minha Casa Minha Vida” y que la Secretaría Estatal de Seguridad Pública quiso erradicar, sin éxito, a través de la Operación Tentáculos en agosto de 2014.
La esperanza parece haber desaparecido. Ni siquiera el presidente de la Asociación de Vecinos de Vila Autódromo, Altair Guimaraes, parece mantenerla. Cansado de varios años de lucha y atender a medios de comunicación de medio mundo, Altair ya no tiene ganas de hablar con la prensa. Su hija de 13 años, Naomi, hace las veces de relaciones públicas a la entrada de su casa. “Mi padre no está bien de salud, trabaja todo el día y luego intenta ocuparse de los asuntos aquí”, resume la menor.
Las pintadas en las paredes contra el ayuntamiento de Río y los Juegos Oímpicos se hacen añicos bajo las máquinas de la constructora Odebrecht, una de las principales empresas relacionadas con la trama de corrupción en Petrobrás y citada en 62 ocasiones ante la Justicia Federal por los detenidos en la Operación Lavado de Autos. Solamente esta empresa embolsará el 33% de los 1400 millones de reales (US$ 460 millones) que supondrá la construcción del Parque Olímpico de Río 2016.
La ruina de las 540 familias que habitan Vila Autódromo será el negocio perfecto para una minoría de políticos, empresarios y banqueros. Un negocio redondo para este sector privado, que poco o nada tiene que ver con el deporte. Quizás el ejemplo de Chicago sea el que mejor podría aplicarse al despilfarro de 6600 millones de reales (US$ 2270 millones) que Río de Janeiro gastará en organizar los Juegos Olímpicos más caros de la historia.
Cuando en 2009 el alcalde de Chicago planteó la posibilidad de organizar las Olimpíadas de 2016, una plataforma llamada “No games, better hospitals, housing, schools and trains” tumbó inmediatamente la candidatura. Puede que Río y Chicago no tengan nada que ver como modelo de ciudad, pero si algo se puede sacar en claro de esta historia es que las prioridades de la gente en todo el mundo son los mismos: salud, educación, transporte, vivienda y seguridad.