La dictadura de las aguas
27/03/15 10:44POR LUNA GÁMEZ, DE RÍO DE JANEIRO
Con motivo del Día Mundial del Agua, que se celebró el domingo 22 de marzo, cabe mencionar que, en Brasil, mientras muchos sufren la carencia de este bien preciado, otros tantos ven su vida supeditada a la abundancia incontrolable de agua.
De esta forma, los vecinos del municipio amazónico de Ponta de Pedras, ubicado en la isla fluvial más grande del mundo, a unas tres o cuatro horas de barco de la ciudad de Belén, capital de Pará, viven con el ritmo impuesto de las mareas y las lluvias.
Según cuentan sus vecinos, la isla de Marajó está tan bendecida por su emplazamiento, como sometida por la dictadura de las aguas en la que se encuentra.
“Estamos acostumbrados a tener paciencia, nuestro día a día depende de las aguas”, cuenta Renata, mientras hace tiempo para que suba la marea y poder sacar la canoa al río que la lleva a la ciudad a vender los camarones pescados en la madrugada.
“Tenemos un grave problema de saneamiento básico, pero el municipio recauda pocos impuestos, hay mucha informalidad laboral y aquí, por causa del clima, las infraestructuras se deterioran muy rápido”, afirma el secretario de Obras del ayuntamiento.
“El municipio ocupa un área geográfica de riesgo, si impermeabilizamos un terreno inundable, el suelo se pudre, crearíamos una falsa alfombra que desviaría las aguas y desestabilizaría el suelo”, añade.
La Amazonia, con un 12% de las reservas mundiales de agua dulce, es una de las regiones con mayor concentración de represas, en donde se planea la construcción de hasta 15 centrales hidroeléctricas, pese a la oposición de los ecologistas.
Paradójicamente, a pesar de la abundancia de recursos, aún muchas familias carecen de suministro de agua y electricidad y, según datos del ayuntamiento del municipio, más de la mitad de los vecinos albergan bacterias intestinales ya que consumen agua no tratada, sacada directamente del río.
En el municipio de Ponta de Pedras, un 82% de los hogares carece de sistema de agua tratada (el 20% consume agua sin ningún tipo de tratamiento, un 60% usa pastillas de cloro y otro 2% la hierve antes de consumirla), un 54% deposita sus residuos sólidos directamente en el río y el 35% de las familias vive sin suministro de energía eléctrica.
Renata, cada mañana antes de que amanezca, va recoger los tambaquis (cestas tradicionales de la región en forma de cilindro con una especie de embudo en uno de los extremos por donde entran los camarones atraídos por una papilla de coco, harina y otros ingredientes y de donde, una vez dentro, no pueden salir) que dejó atados en el río la noche anterior, con los camarones que venderá en el mercado de la ciudad.
Sus horarios de idas y vueltas siempre dependen de los ciclos de subidas y bajadas de la marea del río y de los caprichos de las precipitaciones, irregulares y abundantes en su mayoría.
Diariamente, la marea de la región de Ponta de Pedras varía de nivel: entre 0 y 4,6 metros con respecto al nivel del mar, cada seis o siete horas, con una bajamar por la mañana y otra por la noche (sujeto a variaciones climáticas y estacionales).
Este impresionante contraste de casi cinco metros en el nivel del agua determina el acceso a varias regiones, cuyas principales vías de transporte y comunicación son las fluviales.
Pero el agua no es solo un condicionante estratégico, es también una fuente de riqueza para la región. Más del 90% de la economía del Amazonas depende de los ríos.
Las fuentes de recursos de la isla, y concretamente del municipio de Ponta de Pedras, con unos 28.000 habitantes, dependen principalmente de los recursos naturales, criaderos de búfalos en tierra firme y extracción de recursos naturales como la fruta del açaí o la pesca en las áreas inundables.
Nunca llueve a gusto de todos, mientras el noroeste brasileño se desborda por gestionar la abundancia de agua, la mayoría del país sufre los efectos de la crisis de la sequía.
*Datos facilitados por el Ayuntamiento del Municipio de Ponta de Pedras.