Una primera vuelta conservadora, una segunda vuelta no apta para cardíacos
07/10/14 16:34POR ESTHER SOLANO GALLEGO, DE SÃO PAULO
Esther (prof.esther.solano@gmail.com) es española, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo y miembro del Fórum de Seguridad Pública.
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Era una elección incierta.
Por un lado se encontraba el desgaste progresivo del Partido de los Trabajadores (PT) y la escasa proyección de la presidente Dilma Rousseff como figura de futuro, todavía con la sombra insistente del ex presidente Lula da Silva a las espaldas.
Por otro estaba la poco convincente candidatura de Aécio Neves, por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), tachado de “playboy” y otra serie de adjetivos poco afines a la figura de un presidente de la República.
Luego, apareció una ola de fuertes descargas emocionales tras la muerte trágica de Eduardo Campos, que llevaron a encumbrar a Marina Silva (Partido Socialista Brasileño, PSB) a posiciones insospechadas en las encuestas de opinión.
Y por último, las históricas manifestaciones de junio de 2013, donde el clamor de las calles por una “nueva política” y contra “todo lo que está ahí” parecía vigoroso y generalizado…Factores que, en su conjunto, poco hacían prever los resultados de esta primera vuelta: Dilma Rousseff sumó un 41,59% de los votos válidos, Aécio Neves, 33,55% y Marina Silva, 21,32%.
La voz de las urnas se hizo escuchar el domingo (5) y trajo consigo mensajes contundentes.
Los brasileños continuaron optando por la polarización histórica, tediosa y taciturna PT-PSDB. El aparente deseo de cambio vivido en las manifestaciones no se reflejó en el voto. Lo cierto es que las candidaturas fueron insensibles y mudas a la expresión ciudadana y, delante de la urna electrónica, el brasileño no tenía opción. Más de lo mismo, tristemente.
Parcialmente derrotado, el PT parece cansado y ensombrecido. Dilma perdió cinco puntos respecto de la elección de 2010 y el partido encogió su representación en el Congreso Federal hasta alcanzar el menor número desde 2002.
El único tono dulce de una jornada preocupante la puso el petista Fernando Pimentel, que le arrebató en primera vuelta la gobernación de Minas Gerais al PSDB, tras 12 años de continuidad tucana en el gobierno de ese estado. ¿Estamos delante del epílogo del proyecto petista-lulista, en el que urgen reformas si quiere sobrevivir más allá de 2018?
El vencedor de la noche del domingo fue el PSDB, que mantiene sus 54 representantes en el Congreso Nacional, salió airoso y con aires triunfales de esta primera disputa. En especial, Aécio Neves, con un inesperado 33,55% de los votos.
El reelecto gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin (PSDB), con 57,31% de los votos, en medio de la mayor crisis hídrica del estado, demuestra la fuerza conservadora de São Paulo (donde inclusive regiones periféricas urbanas prefirieron al tucano).
José Serra (PSDB) destruyó la candidatura al senado de Eduardo Suplicy (PT) al arrebatarle ese lugar con el 58,49% de los votos. Figuras clave que marcan territorialmente su poder invicto en el feudo electoral paulista.
Y qué pasó con Marina, que tanto nos ha dado que hablar estos meses… Se desvaneció. La candidata no logró capitalizar su posición privilegiada y acabó con prácticamente el mismo número de votos que en la elección de 2010.
Su pedantería al autodenominarse representante de la “nueva política”, su volatilidad partidaria, su falta de firmeza en contraatacar a los adversarios, los famosos cuatro tweets del pastor Silas Malafaia, líder de la iglesia evangélica Asamblea de Dios Victoria en Cristo, sobre la causa LGBT que le hicieron dar marcha atrás en las propuestas para la comunidad gay -y que fueron explotados incansablemente por sus oponentes-, sus opciones de política económica como el discurso de autonomía del Banco Central, la figura de Eduardo Gianetti como asesor económico y la de Neca Setúbal (una de las herederas del Banco Itaú), ambos representantes de la vieja escuela liberal económica, nada tienen que ver con propuestas de una posible nueva política más reformista de la que tanto habló.
Todo esto, sumado a un pésimo desempeño en el último debate de la TV Globo (que fue visto por 50 millones de personas) fueron elementos que enterraron sus posibilidades.
Para el próximo domingo 26 de octubre, día en que va a realizarse la segunda vuelta de la elección, parece ya previsible el apoyo oficial de Marina a la candidatura de Neves, con algunas concesiones en el programa tucano como el compromiso para terminar con la reelección o una mayor agenda sostenible, pero apoyo no significa directamente migración de votos.
Los votantes de la Rede Sustentabilidade, grupo político de Silva, ideológicamente más cercanos a la izquierda, ¿se sentirán cómodos con la aproximación estratégica al PSDB? ¿El discurso del “voto útil anti-PT” tendrá eco en los partidarios de Marina y en los 38,5 millones de abstenciones y votos nulos y blancos? ¿Aun con sudores fríos y espasmos de miedo ante la amenaza real de perder el poder tendrá Brasil cuatro años más de PT?
Por ahora, hay que esperar para saber. Emociones no faltan.
Essa caracterização dada à eleição em SP – “voto conservador”, segundo a autora – mais parece discurso de partidária do PT, coisa que ela sugere não ser. Faz-nos, portanto, pensar, e muito, no quando já fomos acostumados a esse tipo de discurso político rasteiro, baseado num léxico claramente populista que 12 anos de PT nos legaram. É triste. Gostaria de saber o que essa autora pensa ser “conservador”? Afinal, é assim que o PT denomina todos aqueles que não se alinham automaticamente às suas ideias novecentistas da sociedade e da economia. Lendo este texto, confesso, surpreendi-me pelo fato de essa autora não ter nos chamado, a todos os paulistas, de “elite branca retrógrada”…
A autora está correta, Alckmin é e sempre ofi conservador. Seu governo é conservador, tacanho, reacionário. Alckmin não tem a envergadura intelectual de um Fernando Henrique ou um Serra. Era um deputado federal da região do Vale do Paraíba (mais conservadora, impossível), que teve a sorte de ser indicado vice de Covas e substituí-lo, quando este faleceu. é preciso acabar com esse costume no Brasil de se atribuir certo pensamento a petista ou à direita.