Radios comunitarias amenazadas: un intento por silenciar la voz del pueblo
12/02/14 14:49POR MILLI LEGRAIN
“La imagen del Brasil de la felicidad, la samba y el fútbol es una construcción de la élite”, me comenta Marco Araújo, locutor de Radio Maré, una de muchas radios comunitarias en Brasil que lleva años esperando que el gobierno de Brasil le otorgue su permiso final.
El estudio se encuentra en el complexo de favelas de la Maré, a tres minutos en moto-taxi de la Avenida Brasil, en la zona norte de Río de Janeiro, a la altura del aeropuerto internacional Galeão.
Allí, de lunes a viernes, desde las 8 de la mañana hasta el mediodía, Divan Carlos, un locutor voluntario, también técnico en electrónica, presenta su programa “Bom Día Maré”.
El día que llegué a conocer la radio, estaban promoviendo a Edson Wânder, un artista local oriundo de Recife, que acaba de sacar su nuevo disco y reside en Maré. Así, uno de los papeles de las radios comunitarias es difundir a artistas locales que tendrían pocas oportunidades de aparecer en los grandes medios.
En un país marcado por la desigualdad social y donde la prensa está concentrada en manos de unos pocos, muchos brasileños no se sienten representados por los medios de comunicación masiva.
Esto lo dicen los propios residentes de las favelas: “En Globo.com, un 90% de lo que es divulgado sobre Rocinha es violencia. Nuestra comunidad no es sólo eso”, dice Ocimar Santos, de la web alternativa rocinha.org, en el informe “Mídia e Favela” realizado en 2012 por la ONG Observatorio de Favelas.
También se ve reflejado en las encuestas. En un estudio de opinión pública sobre la “Democratización de los medios”, realizado por la Fundación Perseu Abramo, en 2013, un 43,3% de los encuestados afirmó que “la televisión no suele mostrar a personas como ellos.”
Maré es una de las pocas comunidades de Río que no está en un morro. Se fue desarrollando sobre un pantano alrededor de los años 40 y hoy comprende unas 16 favelas. Es también unas de las comunidades que aún no ha sido “pacificada” por la Unidad de Policía Pacificadora (UPP), como parte del programa del gobierno de Río para combatir el narcotráfico, en el marco del Mundial y de los Juegos Olímpicos de 2016. El tema despierta polémica y existen defensores y detractores: mientras algunos se quejan del narcotráfico, otros lo hacen de la violencia policial.
Wladimir Aguiar, director de esta radio comunitaria, cuenta que la creación y supervivencia de Maré FM no ha sido fácil. En los años 80, él formaba parte de un movimiento para la democratización de las radios, que buscaba que la existencia de radios comunitarias fuera reglamentada.
“Pero lo que conseguimos fue crear una ley que criminaliza las radios comunitarias”, explica. “Una vez que la ley salió, muchas radios cerraron”, se lamenta.
La ley 9612/96 que regula a las radios comunitarias prohíbe la difusión de publicidad y la entrada de fondos públicos. Además, limita su alcance a 1 kilómetro y su potencia máxima a 25 watts, la cual es muy baja para los patrones internacionales.
La ley es también restrictiva en su definición de comunidad, porque equipara comunidad a una localidad física. “De esta manera, quedaron excluidas comunidades de interés como lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBTs), mujeres, grupos étnicos, entre otras”, explica Pedro Martins, representante en Brasil de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC).
Fue así como 940 radios fueron cerradas en Brasil en 2010 y 698 en 2011. Sólo en el estado de Río de Janeiro, cerraron 96 en 2010 y 73 en 2011. “Se trata de un número bastante alto y es el resultado de una política de comunicación que no garantiza el acceso a este derecho fundamental”, denuncia Pedro.
Wladimir relata que el año pasado, cuando la UPP entró en el Morro dos Prazeres, una favela en el barrio de Santa Teresa, en el centro de Río, los policías detuvieron al representante de la radio local. “Todavía existe el riesgo de que nos multen a nosotros”, añade.
Además, le compete a la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) y a la Policía Federal el poder de intervenir en una radio comunitaria, no a las UPPs, que son una institución del estado de Río de Janeiro.
“Brasil es todavía uno de los pocos países del mundo que criminaliza a la radiodifusión de baja potencia […] En general, en otros países, las sanciones son administrativas. Aquí es un crimen y se han generado procesos judiciales y hasta dirigentes de radios han sido encarcelados, aunque no hayan interferido o dañado a otros”, explica Pedro.
“¿Por qué el Ministerio [de Comunicación] regula a las radios comerciales y a las radios comunitarias sólo las castiga?”, se pregunta.
¿Será que en este año electoral habrá alguien que tenga la voluntad política de afrontar este problema histórico, de democratizar la comunicación y dejar así que los ciudadanos de las comunidades tradicionalmente marginadas puedan construir su propia identidad?
Radio Maré se puede escuchar en el 98.7 MHZ y llega a cerca de 150.000 personas.