Los mapas invisibles
13/01/14 14:20POR GABRIEL BAYARRI
Gabriel Bayarri (g.bayarritoscano@gmail.com) es español, estudiante e investigador de la Universidad Federal Fluminense (UFF) y nos acompañará con una serie de textos cada 15 días en los que abordará parte de su investigación sobre las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) en las favelas de Río de Janeiro, desde el período anterior al crimen organizado hasta las nuevas formas de pacificación y justicia dentro de las comunidades.
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Dejando esta vez Río de Janeiro, 1600 kilómetros al norte se encuentra la primera capital del Brasil, Salvador de Bahía, metrópolis negra y “capital de la alegría”. A 20 kilómetros del Pelourinho, su pintoresco centro histórico, se encuentra la costa morena del barrio de Itapuá, y en su Parque Metropolitano una imagen de postal: las lagunas de Abaeté, de un agua oscura y dulce, cercadas por las dunas que han sido motivo de numerosos mitos y leyendas del pueblo bahiano.
Difícil de aclarar si atraídos o expulsados hacia ese lugar, en la década de 1970, la favela comenzó a invadir las dunas, alcanzando las orillas de la laguna, donde las lavanderas siguen faenando hoy en día. El gobierno de Bahía convirtió este cuadro en un área de protección ambiental, aunque no fue capaz de garantizar seguridad suficiente para mapear las dunas faveladas en torno a la laguna.
Como impactados por un misil, los mapas presentan la región con un espacio vacío, hueco, dando a nuestro imaginario la impresión de tratarse de una tierra virgen, casi amazónica. La región de postal, anunciada por los quiosqueros, se convirtió en un espacio invisible, con personas invisibles a ojos de cualquier buscador; y la exclusión social de sus vecinos hizo sentir al aventurero que se aproximaba, brasileño o de afuera, como un extranjero (recordando el origen de su palabra: “extraño”), en un lugar inhóspito, entre una población negra, pobre y favelada.
El momento del asalto fue entre las dunas, en un lugar reservado. Cinco pistolas nos apuntaron discretamente, varias manos cachearon nuestros bolsillos y después señalaron hacia el horizonte de las dunas, en dirección al suburbio de Itapuá. Después del asalto, los cinco compañeros que paseábamos por la arena corrimos y salimos de las dunas, en busca del refugio de la favela.
Descalzos en el Batallón de la Policía Militar de Itapuá, el teniente que nos recibió, enfurecido, se quejó por nuestra falta de sentido común y nos llevó hasta la sala de identificación de los asaltantes: una pared forrada de fotografías, rostros y más rostros, negros y pardos, de frente y perfil, una pared contra el olvido de los que algún día fueron criminalizados en Abaeté (cuyo origen viene de la lengua Tupi y significa “horror, terror”).
El teniente insistió inútilmente con el proceso de identificación. Este “muestreo” de la pared es un ejemplo de la importancia del corte racial en el estudio de la criminalización de la pobreza. Donde los buscadores reflejan invisibles, los datos sobre los homicidios reflejan una lógica selectiva de un perfil amorfo:
“Entre los jóvenes negros, los homicidios [en Brasil] pasaron de 11.308, en 2002, a 12.749, en 2008, un aumento del 13%. Con esto, la brecha de mortalidad entre blancos y negros creció un 43%”, afirmó Marcelo Freixo, historiador, diputado por Río de Janeiro (Psol) y presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos y Ciudadanía de la Asamblea Legislativa de Río a la revista “Le Monde Diplomatique”, en noviembre pasado.
Las muertes ocurridas en Brasil como resultado de acciones policiales se concentran en la favela. Y paralelamente se genera una desconfianza por parte de la población favelada, lo que dificulta su acceso a las instituciones.
Tener en cuenta el corte racial en la implementación de políticas igualitarias en el espacio público es fundamental en la construcción de la democracia brasileña, para establecer un estatus de ciudadano y un trato uniforme bien conformado, no arbitrario, en el que las prácticas de discriminación no tengan código postal, ni tampoco color.
Luchando por ello, intentando encontrarse en el espejo, poco a poco el favelado podrá así empezar a reconocer sus brazos, y sus dedos, y un amago de sonrisa en el rostro. Se tratará de la llegada de los derechos, sin capa invisible. Entonces se podrá reconocer frente a frente, con su nueva identidad, visible en el espacio público, en el espejo y en todos los mapas.
Um grande país e sistema de extremos. vale o excesso de optimismo! A tecnologia pode ajudar a esconder e a resolver problemas!