El perro Simón, Paul Walker y la lucha por los clicks
04/12/13 14:03POR PAULA RAMÓN
Cuando la presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, reapareció luego de 40 días de reposo médico tras haberse sometido a una cirugía en el cerebro, lo hizo a través de un video en el cual no sólo mostró su buen ánimo tras la convalecencia, sino también su nueva mascota: un perro de la raza venezolana mucuchíes, regalo de Adán Chávez, hermano del difunto presidente Hugo Chávez.
“Simón”, como fue bautizado el cachorro, tuvo más repercusión en la escena que la misma presidenta. En pocas horas, el peludo había ganado cuenta en Twitter y en dos semanas superó los 10.000 seguidores.
En algún momento, imposible de identificar para mí, los perros se volvieron un tiro al piso en el mundo editorial. Los perros venden, más si son cachorros. Prueba de ello es que casi todos los días, alguna noticia sobre canes figura entre las “más leídas” de los portales de noticias online. Junto con la reciente fascinación por los amigos de cuatro patas, al revisar las cinco noticias más vistas de sites de noticias, aparece otra tendencia: informaciones que, mientras más inútiles, parecen más difíciles de resistir, casi un gusto culposo para más de uno.
Si bien algunos portales se limitan a relanzar cables, sin mucho sentido, de gatos tontos que se golpean contra ventanas o de pavos que por ilusión óptica resultan más grandes que un estádio, otros medios van mucho más allá y conceden real importancia periodística a casos como el “cerdo diabólico”, acusado de atacar el ganado de varios vecinos de una aldea colombiana.
Así, en julio pasado, un reportero de la cadena Caracol, una de las más importantes emisoras de radio y televisión de Colombia, fue -micrófono en mano- a enfrentar al puerquito que tenía atemorizada a la región. El reportaje (porque así fue) apareció en el noticiario y se volvió en pocos minutos trending topic en Twitter.
La fórmula de la noticia fantástica puede ser criticable para muchos: poco contenido, muchas imágenes, un ángulo sensacionalista y listo. Si hay video (de no más de tres o cuatro minutos), mucho mejor. Pero para otros, la premisa de defensa seguirá siendo que “al pueblo hay que darle lo que pide”, y lo que pide -en estos casos- se traduce en cerdos diabólicos, perros que visitan difuntos y deslices de actores o cantantes, de preferencia esos que antes de los 20 años ya han sido expuestos a casi cualquier tipo de situaciones.
De cualquier manera, en estos tiempos competitivos, la tendencia es comprensible. Comprensible porque los clicks son necesarios para subsistir y, en América latina, parecemos estar convencidos de que no hay forma de obtener tránsito virtual sin ayuda de estas piezas. También parece que los editores de los portales están segurísimos de que la audiencia no quiere leer, por lo que dos o tres párrafos son suficientes, especialmente si están acompañados de fotos llamativas.
Hace cuatro años, el fundador de la revista peruana Etiqueta Negra, Julio Villanueva Chang, reflexionaba en una entrevista sobre cómo la rapidez de los tiempos hacían del periodismo y de los textos de largo aliento un desafío por resolver.
“En tiempos en los que las noticias llegan en forma de alertas de mensajes de texto a tu teléfono celular, sea un iPhone o un modelo barato con cámara, o que desde ellos puedes enviar videos en tiempo real de lo que estás haciendo en una cocina, no puede haber más que una gran incertidumbre sobre el sentido del periodismo y sobre cuál será la ocupación de un reportero de agencia en el futuro. Para un empresario de medios de prensa, y sus asesores, la mayor preocupación sigue siendo inventar una estrategia publicitaria para ganar dinero o, al menos, para no perderlo”, comentaba Villanueva.
En los últimos años, surgieron varios esfuerzos en América latina por ensalzar los textos largos y sustentados, crónicas minuciosamente compuestas y con temas que intentaban trabajar enfoques más innovadores. Hay quienes consideran estas iniciativas como arrogantes, preparadas por periodistas y editores que escriben apenas para sus colegas. No siempre se trata de una elite editorial, pero la dificultad por hacer viables y sustentables algunos de estos proyectos puede llevarnos a reflexionar sobre cómo comunicarse con los lectores, claro, sin intentar competir con alguna noticia de la cantante y actriz estadounidense Miley Cirus, porque eso sería un esfuerzo inútil, y un falso dilema.
Sólo para poner como ejemplo, en este momento que escribo estas líneas, tres de las cinco noticias más leídas del portal G1 son sobre la muerte del actor norteamericano Paul Walker, ocurrida el sábado pasado, hace ya tres días. Las noticias sobre el resultado que obtuvo Brasil en la evaluación del sistema educativo o la caída del PIB nacional, que ocupan los principales titulares del site, no aparecen en la lista. Ya en Folha de S. Paulo, la nota con más clicks es sobre el aplicativo “Tubby” que servirá para evaluar perfiles de mujeres registradas en Facebook.
Para muchos que trabajan en la producción de noticias, el desafío sigue siendo cómo figurar entre las cinco noticias más leídas, pero sin tener que entrevistar al cerdo diabólico.
El periodista Leonardo Sakamoto comentaba el tema hace unas semanas atrás en su blog. “La cantidad de información disponible en Internet dejó claro que tendremos que ser más atractivos para que el contenido que ofrecemos sea consumido en detrimento de mucha cosa que circula. Las personas van a leer cada vez menos periódicos y revistas enteras, con el orden jerárquico y vertical que los medios imponen, y consumirá información de forma horizontal, a través de páginas y blogs que respaldan en sus redes sociales. Llegó la hora, entonces, para quien aún no se dignó, de bajar del pedestal”.
Los tiempos han cambiado nuestra forma de pensar, escribir, presentar y consumir noticias. Lo que se mantiene igual es el objetivo: que las palabras lleguen a algún lugar. Simplificar el lenguaje para conectar con el lector es, entonces, una propuesta a considerar, porque -citando de nuevo a Sakamoto- “¿quién dice que el periodismo debe ser sagrado y no mundano?”.