Brasil, más allá de las fotos de Facebook
23/09/13 18:15POR MARÍA MARTÍN
Que no, que no me paso el día en la orilla de Ipanema refrescándome con agua de coco. Que publicar fotos de playas en las redes sociales no me convierte en una vividora que ha hecho fortuna en Brasil. Se trata de no decepcionar a quien se quedó en España aguantando el chaparrón, porque quien diga que prefiere que comparta las imágenes del infierno que se vive en el metro de São Paulo a las seis de la mañana, o de mis ojos después de 12 horas en la redacción, o de la cantidad de niños que veo pidiendo limosna por la calle, miente.
Las últimas dos semanas trabajé en un reportaje para El País sobre los españoles que vienen a vivir a Brasil, huyendo de una tasa de desempleo del 26.6%. Ya somos casi 100.000 -un 41% más que en 2008-, muchos más si contamos a los que todavía no hemos pasado por el consulado a registrarnos.
Las historias de varios personajes trazan una idea de cómo es vivir en el país, en São Paulo sobre todo, la ciudad escogida por dos tercios de mis compatriotas. Y no, el paisaje no tiene nada que ver con los colores de Tropicalia.
Aunque son historias de relativo éxito, la mayoría de nosotros aterrizó aquí con una idea equivocada, la del agua de coco y el dinero fácil, la del Facebook. Pero los precios, los visados, las diferencias culturales o la burocracia tumban nuestro mito del Brasil como tierra de oportunidades.
Un apunte antes de dejarles con algunos de estos valientes: buscarse la vida como inmigrante en España tampoco es nada fácil. Igual que Brasil no es el país de la caipirinha y la samba, España tampoco es el de la siesta y los toros.
Aprovechen los comentarios para contar sus experiencias, aquí y allí.
Javier de la Plaza encaja en el perfil más común del inmigrante español en Brasil, el del ejecutivo o directivo de grandes empresas españolas o multinacionales. “Tienen entre 40 y 45 años, vienen con la familia y suelen tener un alto poder adquisitivo. Es un perfil que ya existía, pero que ha aumentado mucho con la crisis. Algunos llegan aquí ante la perspectiva de perder su estatus en España”, explica el Ricardo Martínez, cónsul general de España en São Paulo.
De la Plaza tiene 41 años y es director comercial para Latinoamérica de una importante empresa española. Llegó con su mujer con la que se casó hace 12 años y sus dos hijas pequeñas. No es el perfil de inmigrante que huye de la crisis, pero el que su compañía decidiese centralizar en Brasil su actividad en Latinoamérica le dio la oportunidad que estaba esperando para vivir, por primera, vez fuera de España.
La veintena de veces que viajó a São Paulo por trabajo le pareció que nunca podría vivir aquí. “En esos viajes ves solo lo malo, los atascos, la inseguridad”, cuenta en su despacho, en la decimoquinta planta de un rascacielos.“Tengo una situación económica buena, no tengo deudas, ni casas por pagar. No tenía necesidad de buscarme problemas, pero me interesaba la experiencia profesional en el extranjero. Vine con otras 70 personas de la empresa, si hubiese tenido que venir yo solo tal vez no habría aceptado”.
Aquel día de junio en el que le propusieron la mudanza pensó en la cara que le iba a poner su mujer. Para su sorpresa ella le dijo: “No puedes dejar de hacer algo por miedo”.
Otro perfil que aparece por aquí es el de jóvenes con licenciaturas, idiomas y másteres que no consiguen un empleo de su nivel en España y acaban sirviendo copas detrás de una barra: arquitectos, ingenieros, economistas, informáticos, artistas y muchos periodistas.
Para los primeros, profesionales técnicos requeridos en Brasil por la falta de mano de obra cualificada, llegar hasta aquí sin un contrato es una inversión que quizá merece la pena asumir. Pero para los periodistas, aunque somos varios los que hemos alcanzado un estatus entre la suerte y la precariedad, es una locura plantarse aquí sin visado, sin planes y sin hablar portugués.
En el reportaje cuento el caso de mi amiga Miren, a la que admiro porque no abandonó su odisea a pesar de que estaba harta de servir tortillas de patata tras nueve meses sin encontrar trabajo y, a pesar también, de la crisis diplomática que vivimos cuando le rechazaron su primer visado. Ella tuvo suerte, como toparse con un chico que le alquiló una habitación durante meses a un precio simbólico o que el Ministerio de Trabajo reconsiderase su solicitud, pero sobre todo invirtió ganas. Y yo, ante su caso, me quito el sombrero. Muchos coincidimos en que Brasil parece ponerte a prueba durante meses y solo cuando demuestras que de verdad quieres quedarte, las cosas comienzan a funcionar. No todo el mundo lo consigue.
Gonzalo Agut es otro joven con éxito. Burgalés de 33 años cursó en 2009 un máster en comercio exterior en São Paulo y quiso volver a España. “Me ofrecían unos salarios terribles. Puestos de gran responsabilidad por 20.000 euros anuales. Significaba cobrar menos que cuando tenía 25 años”, recuerda.
Su puerta se abrió finalmente otra vez en São Paulo con una empresa de distribución de equipamientos de telecomunicaciones en la que ganaba 30.000 euros brutos anuales. En 2011 salió y decidió montar su consultora para orientar a pequeñas empresas con intereses en el país. “Me di cuenta de que por muchas de las preguntas que me hacían mis contactos había gente que pagaba mucho dinero por ellas”, resume.
El día que Fernando Flores nos recibió en su oficina llevaba 12 horas sentado en su silla y aún no había almorzado. No es que trabaje en condiciones de esclavitud, pero ese día era un buen ejemplo de lo que se viene a hacer aquí: trabajar. “Nosotros funcionamos por resultados”, decía. Fernando tenía un negocio de venta de casas de lujo en Portugal hasta que explotó la burbuja inmobiliaria. Le ofrecieron la posibilidad de montar en São Paulo la sede de T2O, una de las agencias de marketing digital más importantes de España y apenas lo dudó. “Ya me contarás qué desafío profesional puedo tener en España a mis 52 años”.
Flores aconseja a quien quiera abrir su negocio aquí que tenga en cuenta que las inversiones tienen un retorno mucho más lento que en otros países, que todo es más caro y que las puertas se cierran a quien pretenda hacer dinero con un producto que los brasileños ya tengan. “Esto no es El Dorado. Hace falta talento, dinero y tiempo. Y olvidarse de ganar nada a corto plazo”.
Quien no tiene una empresa que le ‘apadrine’ vive ilegal. Consigue un trabajo fijo o freelance, pero cobra en negro. Aunque en Brasil no existe una persecución al inmigrante ‘sin papeles’, como sí la hay en España y en otros países europeos, sin visado no se puede salir y volver a entrar al país, no puede abrirse una cuenta bancaria, no se tiene acceso a la sanidad y cualquier trámite como alquilar una casa debe hacerse a través de otros. Casi todos hemos pasado por ahí.
Esa situación ha llevado a algunos españoles a aprovechar sus noviazgos con locales -o a inventarlos- para casarse y regularizar su situación.
La crítica más concreta que he recibido por el reportaje ‘Menos samba y más paciencia’ -además de las burradas habituales de los comentarios- es que he sido suave, que la situación es incluso peor. No creo que sea para tanto, al fin y al cabo aquí estamos, pero sí es verdad que me dejé un testimonio en el tintero que me puso los pelos de punta cuando lo recibí. Es de una amiga periodista que se puso el mundo por montera hace dos meses y decidió mudarse aquí con sus dos hijos.
Es un testimonio que no aparece en los perfiles que manejan los consulados o las cámaras de comercio. Tampoco aparece en el reportaje. Es el del otro Brasil del que dicen que no hablamos, mucho menos en Facebook.
“Yo soy una recién llegada y no me considero una expatriada (esos son los suertudos), sino una a la que han echado de España. Con 45 años se me habían acabado las posibilidades de trabajar, futuro laboral cero y me negaba a aceptar esta situación. Después de trabajar como autónoma y cerrar mi empresa de comunicación en 2012, llevaba un año mandando currículums y ni siquiera conseguí una entrevista. En marzo vine a ver si me gustaba el país y en julio me vine con mis dos hijos, sin papeles y a probar suerte. Llevo dos meses y ya me he dado cuenta de que conseguir un contrato de trabajo no es fácil, por lo que estoy valorando trabajar por cuenta propia en la enseñanza del español (hice un curso de profesora para extranjeros antes de venir) y como guía turística, para lo que voy a comenzar un curso en octubre que me permita obtener el carnet de guía. Pero esto solo soluciona la supervivencia y no el permiso de residencia. Mi visado de turista acaba dentro de un mes y he tomado la decisión de enviar a los niños de vuelta a España y quedarme de ilegal hasta que solucione los papeles. Si no fuera por los amigos que me están ayudando esto sería imposible. No puedo alquilar una casa excepto las carísimas para turistas, no puedo ni tener un teléfono y aún menos ADSL, pero los niños están matriculados en la escuela pública y encantados con el lugar donde nos hemos podido ubicar, una isla sin coches a 40 minutos de Rio. También empiezo a pensar que casarme va a ser la única opción”.
La Secretaría de Asuntos Estratégicos de Presidencia ya ha anunciado que el gobierno prepara algunos cambios para facilitar la llegada de profesionales extranjeros a Brasil, donde solo un 0,3% de su población es inmigrante –la media mundial está en el 3%-. El ministro responsable de la Secretaría, Marcelo Neri ha reconocido varias veces que Brasil es un país “muy cerrado”, donde todavía se ve a los extranjeros como una amenaza en el ámbito laboral. A los españoles, que no nos hemos caracterizado por facilitar las cosas a los imigrantes, la experiencia en Brasil nos está sirviendo de aprendizaje, por no decir de lección.
Bienvenidos españoles! aunque no nos recibis tan bien en tu pais…
Por supuesto que no me refiero a Neymares, Ronaldos o Romários…
Me gustó mucho este post!
Creo que desmitifica bastante a Brasil como tierra de oportunidades.
Soy Chileno, casado con Brasileña, con dos hijos. Eché raíces en Brasil en el 2003 (Primero en Brasília, pasando por Salvador, Río de Janeiro, Sao Paulo y anclando finalmente en Belo Horizonte). Soy residente permanente y tengo todos los derechos y deberes de un Brasileño (a excepción del voto).
Destaco la frase del post: “Marcelo Neri ha reconocido varias veces que Brasil es un país “muy cerrado”, donde todavía se ve a los extranjeros como una amenaza en el ámbito laboral”. Me parece que es algo muy cierto desde el día que decidí radicarme en Brasil hasta el día de hoy.
Puedo decir, basado en mi experiencia, que el mercado laboral brasileño se compara al Cristo del Corcovado, es decir: Te reciben de brazos abiertos pero nunca completan el abrazo. Lo viví por mucho tiempo cuando recién llegué al país.
Las empresas, al momento de que escuchan la palabra “visado” realmente se cierran ante la posibilidad de contratarte. El marco legal vigente potencia esta conducta proteccionista.
Adicionalmente, me gustaría sugerirte María que tocaras el tema de la burbuja financiera (reflejada principalmente en el mercado inmobiliario) que se vive en Brasil como consecuencia de los mega eventos deportivos que se vienen por delante: Copa del Mundo en 2014 y JJOO en 2016. El sentir colectivo es que después de estas fechas, la burbuja explote y Brasil se transforme un una trampa mas que en un país de oportunidades. Algunos ya incluso hablan de una posible experiencia similar a la de los JJOO de Atenas que dejaron a Grecia endeudados hasta el día de hoy.
Obrigado! e parabéns pelo espaço informativo.
Llegue hace dos años a Brasil, acompañando a mi chico en un proyecto super interesante. Deje mi trabajo en Madrid y pensé que podria recomenzar aqui de nuevo, pero un estatus de “dependente” es decir permiso de residencia pero prohibición total para ejercer una actividad remunerada, me impide desarrollarme profesionalmente aqui. No me quejo, me considero afortuna, suertuda y tengo mil intereses e inquietudes con las que llenar mi dia, pero me gustaría salir de este estatus de depedente y comenzar a ser persona. Nuestro proceso de permanencia y mi deseada carteira de trabajo esta en proceso desde agosto, no contamos con ello hasta dentro de un año, es la media. La paciencia se convierte en necesidad.
Sara, el gobierno ya ha aprobado que los cónyuges puedan trabajar. No sé si es una medida retroactiva o no vale en tu caso, pero vale la pena echar un ojo. Bss
Sara, puedes trabajar si tienes una oferta de trabajo de alguna empresa brasileña. Pregunta en el Consulado o Embajada de España que tengas mas cercana.
Una cosa es cierta, los brasileños tienen más dificultades allí en Espanha, que ustedes aquí en Brasil. En general los Europeos tienen una mala visión de los sudamericano y fuertes prejuicios contra nosotros.
Hay mucha burocracia en Brasil. Y para los extranjeros es peor todavía. La paciencia es necesaria para todo.
Soy hispano-brasileño y como en todos los países, hay cosas buenas y malas en Brasil. Lo importante es creer en el sueño y no perder la esperanza.
Suerte a todos y que sean bienvenidos.
Las cosas no están buenas para nosotros, los brasilenõs, tampoco.
Mis padres vinieron de España para Brasil hace mas de 50 años y también no fué facil para ellos. Tenemos muchos problemas si, pero el imagen que llega en estranjero no és porque la queremos y la que tenemos.
Os europeus nao perseguiam imigrantes brasileiros até há pouco tempo atras?!?! Nao Tratavam as brasileiras como prostitutas e as mandavam de volta direto do aeroporto?!?! Então que esse lixo europeu fique em seu pais (e que se exploda por lá).
Europeus, vocês nao sao bem vindos aqui.
Obrigada, Carolina. Aprovei este comentário porque, no final das contas, sua opinião ilustra a de muitos outros, e eu mesma falo disso no post. Mas não vamos permitir insultos nem desrespeitos em este espaço.
Hacer caso a Carolina “inteligencia pura” ningún europeo ni ciudadano del mundo que NO vengan ni Copa del Mundo ni Olimpiadas Brasil, tampoco de turismo…Que las Carolinas brasileñas rentabilicen la inversión de su país ….
Morei e trabalhei 3 anos em Vitoria-Gasteiz , embora eu seja branco e de olhos verdes , me chamavam de “sudaca” e as vezes de “muerto hambre”…não tenho mágoa alguma , pessoas são pessoas em todo o mundo! mas que el vino de Rioja, el jamón y lá chappata da panaderia Vitoriana de eso no me olvido..que ricos eran…
Bueno, la verdad es que hay gente mala en todos los países (como suelen decír vosotros Españoles, “en todas partes cuecen habas”). Viví en España y me lo pasé fenomenal. A lo mejor el aeropuerto de Barajas no sea un sueño para los brasileños (yo, incluso, tuve problemas) pero solamente allí. O sea, los madrileños fueron siempre muy “majos” (como suelen decir) conmigo. Un saludo, María, y ojalá no tenga muchas “Carolinas” por su camino 🙂
PD: Su portugués es “la leche”, lo escribes muy bien 🙂
Es simple , sin dinero no haces nada, vas a ser miserable donde emigres, los tiempos han cambiado y el que la pone (el dinero), se la lleva, un gran ejecutivo por 30 mil euros al año, igual es un empleado un asalariado, eso pasa por despilfarrar el dinero en tonterías, se debe ahorrar. si yo ganara por ejemplo 30k al año ahorraría 20k, para salir de pobre y ser empresario . ya es tarde para los que vivieron la vida de la cigarra, a lavar platos señores , por no AHORRAR.
Universidad es perder el tiempo, trabajo y ahorro y aprender a ganar dinero, vivir rentado , invertir , eso genera dinero, no los estudios, los estudios son para ser empleado, esclavo de otros, asi de simple.
Yo ahora trabajo 3 horas al dia , no 12 como esos seudoejecuticos y gano 100k al año, gracias a 20 años de AHORRO y aprovechar la crisis, sin universidad ni estudios, so simple, señores, ahorro.
Hoy por hoy el que ahorro , aprovecha la crisis.