¿Reciprocidad? Brasil y su política de gestos
23/08/13 06:12POR MARÍA MARTÍN
El columnista Elio Gaspari me leyó la mente el otro día. En su columna del miércoles explicaba mucho mejor de lo que yo habría hecho nunca por qué puede considerarse tímida la respuesta de las autoridades brasileñas ante los desplantes del resto del mundo.
El último episodio para archivar en la memoria ha sido la detención de David Miranda, el novio de Glenn Greenwald, el periodista americano que, gracias a los datos de Edward Snowden, ha destapado el caso de espionaje digital de los Estados Unidos, esquema en el que Brasil aparece como objetivo prioritario.
“Me engana que eu gosto” se llama el texto. Un dicho tan brasileño que al traducirlo pierde la gracia y que refleja esa actitud de complacencia que el gobierno tendría con sus vecinos. Gaspari recuerda un episodio de 2005 para defender su tesis.
Influida por la psicosis causada por los atentados de Londres del 7 de julio, en los que murieron 55 personas, la policía metropolitana perseguía a un sospechoso en el metro de la ciudad. Era un brasileño, Jean Charles Menezes, que acabó muerto a tiros sin mediar palabra.
El error se saldó con una indemnización a la familia y una entonación del mea culpa por un Tony Blair que se quedó “profundamente triste por los policías que estaban actuando de buena fe, intentando garantizar la seguridad del país”. Como recuerda Gaspari, Blair fue contratado años después como consultor para preparar a Rio para los Juegos Olímpicos.
La misma Scotland Yard que persiguió y mató a ese inmigrante sospechoso que, además, contaba con todos los papeles en regla, era la que interrogaba por más de nueve horas a otro brasileño que, con información sensible en su poder, fue considerado una amenaza terrorista.
A Miranda no le permitieron un intérprete, no le dejaron llamar a un abogado y le quitaron hasta los videojuegos. Miranda me cuenta por teléfono en una entrevista para El País, que se publicará este fin de semana, que está convencido de que lo detuvieron por ser brasileño, por esa visión “imperialista” que EEUU y Gran Bretaña tienen de los países del “tercer mundo”, “porque creyeron que no habría consecuencias”.
¿Y qué ha hecho Brasil?
El periodista Greenwald ha elogiado el trato recibido por las autoridades que según él, parecían “genuinamente indignadas”. Miranda también. Me ha dicho que han sido rápidos “por la presión internacional”, pero que espera una respuesta más contundente para que no vuelva a repetirse un episodio parecido.
El ministro de Exteriores Antonio Patriota salió al paso y calificó la detención de injustificable, pero no ha transcendido si el canciller ha materializado su indignación por los “desmanes” de los agentes de Londres.
Gaspari propone mandar para casa a cualquiera de los agentes del servicio de inteligencia británico que viven en Brasil bajo protección diplomática. Es, por lo menos, un gesto.
Encontramos otros ejemplos de la política de gestos brasileña en sus episodios diplomáticos más recientes con los Estados Unidos – Brasil aún espera una explicación “satisfactoria” sobre el espionaje– o con Bolivia, a quien aún no le ha ganado el pulso en cuestiones como el narcotráfico o el asilo que concedió al opositor boliviano Roger Pinto Molina, confinado en la embajada de La Paz desde mayo de 2012.
Otro capítulo significativo y que, esa vez sí, acabó con un puñetazo sobre la mesa lo vivimos en 2009, cuando los policías de inmigración españoles, mis compatriotas, expulsaron a más de 1.900 brasileños antes de pisar territorio nacional. El gobierno de Lula se contuvo. “Me engana que eu gosto”.
Cierto es que la ley es la ley y que España, puerta de Europa, recibió durante años una cantidad ingente de inmigrantes que debía fiscalizar de alguna manera, pero Brasil tenía razones para reclamar: de los 9.215 extranjeros que fueron devueltos a sus países, el 21% eran brasileños.
Brasil no respondió hasta 2011, cuando una investigadora de la Universidad de São Paulo que se dirigía a Portugal fue mandada de vuelta a casa y puso el grito en el cielo.
La prensa nacional explotó el asunto y la sociedad brasileña mostró su indignación. Fue entonces, más de dos años después, cuando el gobierno brasileño dijo basta y comenzó aplicar el criterio de reciprocidad a los españoles que quisieran entrar en Brasil.
Fue una interesante novedad ver cómo en los informativos de aquí y de allá aparecían los “ciudadanos del primer mundo” siendo expulsados por los del “tercer mundo”. Fue así que España, segundo inversor en Brasil tras los Estados Unidos, reaccionó y redujo las exigencias a los turistas brasileños. Ciudadanos que hacía tiempo que, con razón, no iban a España en busca de El Dorado.
Primeramente, felicito el blog por lo contenido prometido. Entonces, creo que el gobierno brasileño no está teniendo una participación expresiva en este facto. Está siendo bastante políticamente evasivo.
Copio aquí un mensaje que nos ha mandado un lector, Marcio Prado. Prado cuenta, en portugués, como en 1999 se sintió vigilado en el aeropuerto de Londres.
“Fui completamente vistoriado no mesmo aeroporto de Londres, isso antes de 9/11.
Estava estudando na California, com bolsa do governo brasileiro para mestrado em artes plástica, mais especialmente gravura e pintura. Como artista, fui convidado para a Bienal 500 no Brasil (a maior mostra de artes já realizada no Brasil). Minha situação nos EUA era 100% legal, greencard, bolsa de estudos, casado com americana, professor em escolas públicas no Estado da California.
Porém meus estudos, pesquisas não estavam indo muito bem nos EUA. Por motivos vários, resolvi aplicar para uma bolsa de estudos (beca) numa universidade em Londres.
Enviei fotos dos meus trabalhos e fui aceito para a reunião com o corpo de professores que selecionava os alunos.
Sai do San Francisco International Airport num domingo de manhã dia 29 de março. Fui para NY e de lá para Londres, num voo da United.
Cheguei em Londres de manhã, aeroporto Heathrow no dia 30 de março, num voo da United. Comigo eu trazia carta de recomendação de professores, carta da universidade de Londres marcando a reunião, meus trabalhos artísticos, green card, etc. Tudo supostamente correto.
Ao chegar no aeroporto e ir para a fila de estrangeiros, longa fila, como todos conhecem, comecei a sentir uma clara sensação de pânico, pois me senti muito monitorado, sem saber por que.
Quando chegou minha vez no guiche de visto para estrangeiros, apresentei a carta da universidade, meu passaporte, meu greencard americano e meu cartão de crédito. Meu visto era de apenas um dia ou uma semana.
O responsável por me dar o visto me perguntou de cara:”Are you sure that your visit is for this appointment?” eu respondi: “Yes, please, read this letter from the universiity.”
O responsável olhou a carta, ficou vários momentos me olhando e me deu o visto, sem antes, marcar via computador meu nome.
No aeroporto, comprei uma passagem para Paris, meu irmão estava fazendo o doutorado em Paris e queria visitá-lo.
Fui para a reunião com uma das mochilas que havia trazido e meu portfolio de trabalhos, deixando as outras na seção de guarda malas no aeroporto (que não existe mais hoje). Foi ali, neste local, que eu realmente pressenti que algo estava errado, pois havia guardas por perto, as minhas costas. Deixei minhas mochilas lá, e fui para o centro de Londres, já bastante apreensivo.
A reunião foi boa, consegui a bolsa que precisava e voltei para o aeroporto.
Quando embarquei no meu voo para Paris, eles não permitiram que levasse comigo nenhuma mala no avião. Tudo deveria ser despachado antes. Assim o fiz, sem perceber, entrei no avião e sentei no meu assento. Foi quando percebi que estava sendo monitorado dentro do avião e que todos os outros passageiros tinham mala de mão, menos eu.
O voo deixou Londres tres horas atrasado e eu fui pessoalmente questionado sobre minhas malas. NENHUM outro voo naquela noite, 30 de março de 1999 saiu atrasado de Londres, só o meu.
Meu irmão foi me receber no aeroporto em Paris e percebeu meu estado de pânico pelo que havia acontecido.
Foi bastante surreal, como resultado de tudo isso eu acabei não aceitando a bolsa na Inglaterra.
Com o 9/11 em NY, muito desta situação de monitoramento piorou e muito, porem antes já acontecia bastante também. Conheci pessoas honestas nos EUA que simplesmente não conseguiam comprar passagem para certos países como Vietnã, Laos, URSS e quando conseguiam, passavam por vários problemas na imigração ou mesmo quando voltavam para seus trabalhos e vidas. Tive um amigo, professor, americano, filho de vietnamitas, que toda vez que ele visitar seus avós no Vietnã,acabava levando suspensão no seu trabalho. como Berkeley é uma cidade com muitos estrangeiros, acabávamos sabendo destes casos.
A verdade é que temos de pensar o que significa palavras como “respeito”,’dignidade”e “soberania” para pessoas e países que não fazem parte do eixo EUA – EUROPA.
É algo que realmente precisa ser pensado, discutido, exigido e o Itamaraty deveria tomar atitudes mais sérias sobre isso.
Fui deportado de Londres em 1999, não querem saber se vc tem condições de permanecer ali o tempo que desejar, se se encrascam com tua cara perdeu playboy!!! Entendo que seja um país que haja atentados , mas ´por favor respeitem e tratem a gente como a gente trata aos gringos que entram aqui e se esbaldam como se nada acontecesse… Equal Rightsss
Paulo, eu até que sempre fui bem tratado nesses paises, talvez por sorte, mas acho que o Brasil tem que jogar duro com esses governos. O Presidente Itamar fez bem quando proibiu um grupo de dentistas portugueses entar no País em represália. Ai ele virem como a coisa é ruim. Já sou até contra libelar visto para os EU, o Brasil deveria e amumentar o valor da emissão. Atualmente eu não vou a turismo para esses países hipócritas. É bom lembrar que a maioria das vezes a culpa é apenas dos governos, os povos são muito amáveis.